martes, 1 de septiembre de 2015

Rafaelillo en Bilbao




 Después de una semana de toros bonitos, pastueños y nobles hasta la extenuación, fingiendo el tercio de varas con rutina funcionarial, llegó Victorino Martín a Bilbao y con él la emoción del toro de lidia. Se abrió el toril para el primero, Sobornado nº 44, un tío que atenazaba el cuerpo solo con la mirada. El picador, después de una semana de teatrillo, cargó el peso sobre el palo y puso al rojo el morrillo de Sobornado, que a pesar de ello fue creciendo en pujanza según transcurría la lidia, como hacen los toros auténticos, pidiendo un torero que gobernara todo ese caudal de casta. Apareció en escena el gran Rafaelillo, que resoplaba entre tanda y tanda de las que unas veces salía vencedor y otras vencido. Una faena de poder a poder. En esos instantes de victoria, con la plaza del Bocho enardecida, jaleando con olés propios de aficiones más meridionales, Rafaelillo dejó algunos naturales categóricos, en los que el hombre, con inteligencia, valor y torería, impuso su ley ante la fiera. Pinchó arriba y seguidamente dejó una estocada hasta la gamuza de la que Sobornado salía muerto de necesidad. No le concedieron trofeos, no le han dado portadas, pero quizá dentro de diez años, hablando con los aficionados en una tasca, alguno recuerde a los demás los naturales que dejó Rafaelillo una tarde en Bilbao, con un toro de Victorino. 

Fotografías de Ninja Elisa 

No hay comentarios: