lunes, 8 de agosto de 2016

Novillada concurso en Parentis


  Llevado por un cartel ganadero de lo más atractivo y variado, toda vez que este año no pude ir a la meca del torismo, Ceret, este fin de semana me desplacé hasta el pueblo francés de Parentis, en plena región de las Landas. Una novillada de Los Maños, cuatro utreros de El Añadío (en principio origen Santa Coloma-Coquilla) en festejo matinal y una novillada concurso cuya oferta sólo está al alcance de una organización movida por una afición a los toros auténtica. 

  Al tratarse de un ciclo exclusivo de novilladas la valoración de los animales es un atisbo acompañado de no pocas dosis de intuición, muy condicionada por la impericia que lleva aparejada la posición de aprendiz de toricantano. Algunos de ellos deberían plantearse seriamente su futuro dada la ausencia de facultades. Igualmente, al tratarse de un coso torista francés el criterio de bravura en el tercio de varas es bastante aproximado. La afición demanda lidia total, con sus tres tercios, en el que la bravura frente al picador cobra especial importancia. Los lidiadores son advertidos si es que no lo saben ya y, por lo general, se enseñan los toros en varas y se intenta hacer un tercio lucido cuando se dan las circunstancias. La afición francesa probablemente no percibe nada extraordinario, los que nos desplazamos desde España lo saboreamos como lonchas finas de un jamón de bellota de esos que no se paladean todos los días. Aquí nos hurtan la lidia, la mutilan, la afición no consigue imponerse salvo en sitios muy contados. Y así nos va.  

   Voy a reseñar lo que dio de sí la concurso y si se tercia contaré en otra entrada lo de Los Maños y la matinal de El Añadio.


  1º. Partido de Resina. Gallareto, nº 27. Principió la concurso con un pablorromero que aunque no lució la guapura enamoradiza de los ejemplares típicos de esta estirpe, lo suplantó con buen juego en todos los tercios. Sin ser bravo de veras, aceptó cuatro encuentros con el picador desde la distancia que se aprecia en la imagen, acudiendo al jaco con el trote que los caracteriza, como si fueran conscientes de su guapura, recreándose en la suerte. En el peto peleó con escaso poder. En uno de los encuentros el piquero dio un marronazo al aire y en el último simuló con el regatón. Gallareto sangró muy poco, lo cual propició que no parara de moverse en banderillas y que ofreciera un buen número de embestidas a Jesús Chover. Intuyo, por los motivos más arriba expuestos, que a media altura. De los más completos del festejo, voluntarioso en todos los tercios.


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2º. Santa Teresa. Bávaro, nº 8. Tenía muchas ganas de ver esta ganadería en acción, cuya procedencia es directa del célebre don Juan Guardiola Soto, reses afamadas en los 60 y 70 por su carácter y bravura temperamental. Queda muy poco de esta procedencia ahora que lo de Javier Molina ha pasado a otras manos y no sabemos cuál será su futuro. Las hechuras de Bávaro delataban a las claras la hondura propia del toro de Gamero Cívico. Cantó la gallina en el cuarto puyazo buscando los capotes; le dieron duro y trasero. En la muleta tuvo un buen pitón derecho, templado, y un izquierdo con malas ideas. Miguel Ángel Silva fue incapaz de pegarle un natural. Espero ver este hierro en los carteles con más frecuencia.



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3º. Couto de Fornilhos. Fastoso, nº 20. Esta vacada de procedencia Condesa - Atanasio Fernández echa animales encastados con cierta frecuencia, como aquel Indiano que vimos en el San Isidro de 2012. Este Fastoso fue al caballo muy decidido y empujó con brío, solo que salió suelto de la pelea. En la muleta fue el de embestida más vibrante, codiciosa y encastada. Gerardo Rivera midió la faena, improvisó algunos lances aprovechando que no era capaz de dominarlo y a la postre fue lo más vistoso de la novillería. Estocada en el rincón que le valió una oreja. El de Couto puso la emoción.



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4º. Monteviejo. Cacharrero, nº 49. No recuerdo la última vez que vi un patasblancas en liza y con las ganas me quedé. El de Victorino estaba claudicante, quizá deberían haber esperado a la primera vara por si se rehacía pero lo cierto es que asomó el moquero de vuelta a los corrales antes del primer puyazo. El novillo era una pintura.


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4º bis. Los Maños. Capitán, nº 52. Hecho y cuajado, con poco pitón. El tercio de varas más emocionante del festejo y la suerte mejor hecha de todos los picadores. El novillo fue de largo como un rayo y el picador lo agarró en el sitio con la dificultad que entrañaba la velocidad que traía, moviendo el de Bonijol con soltura. José Vicente Sanz, el del castoreño, se llevó el premio de la concurso al mejor piquero. La plaza vibró con las arrancadas secas del novillo y el toreo a caballo, esto era lo que todos buscábamos. No solo acudió de largo también empujó en el peto, sin embargo en la muleta se le vio con clara tendencia a buscar los chiqueros. Humilló generosamente por los dos lados y tenía faena atacándole, pero Chover estuvo muy desdibujado.



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5º. Valdellán. Mantalhombro, nº 2. Esta ganadería ya tiene arraigo en las plazas toristas de Francia y quizá por ello, por su fama de encastada y poderosa, fueron las cuadrillas a cargárselo en el caballo. Su matador, Miguel Ángel Silva, ya sabe lo que es recibir una cornada de caballo y todavía le sobrevuela el recuerdo. El novillo, chorreado en morcillo, sin exageraciones. Recibió cuatro varas sin colocarlo, cebándose con la puya en todas partes menos en la zona recomendada. Muy duro de patas, también para morir, aun con la que le dieron embistió a media altura, algo aplomado como es natural. Inadmisible la lidia que hicieron.


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6º. Raso de Portillo. Quitapenas, nº 24. Muy serio el del Raso de Portillo -qué bien suena-, al que también escondieron en los tres puyazos que recibió. O sea, tercio de varas a la española y bronca del público de Parentis. Lo banderillearon al alimón entre Jesús Chover y Gerardo Rivera dando un recital de incapacidad. Con poder y pies toda la lidia, incansable embistiendo de muy buena manera. Esta ganadería, vistos dos ejemplares a lo largo del fin de semana, me ha dejado grata impresión.


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