lunes, 24 de septiembre de 2012

Tres y pa'casa


Mario Alcalde frente a Gorrión III, de Hoyo de la Gitana

  Eso es lo que tenía que haber hecho una vez cayó el tercero de la tarde, irme a casa, y así se lo comenté a los amigos que me acompañaban en el tendido cuando Torrero, de Sánchez Fabrés, murió como un bravo mediando la corrida. Con el regusto de ver dos ejemplares de Hoyo de la Gitana, de comportamiento serio y temperamental, más el novillo aludido de Sánchez Fabrés, que pedía constante pelea en los medios y no dejaba ni respirar al novillero, lo mejor hubiera sido marcharse del coso y saborear ese poso que deja el toro de casta. Pero no fue así, el aficionado a toros es sufridor por naturaleza, masoquista si me apuran, y el más noble de todos los animales, como bien dijo don Mariano de Cavia una tarde de petardo. Se habían apurado todos los cartuchos santacolomeños, restaban tres novillos de Sobral, al parecer procedencia Cebada Gago y Marqués de Domecq, mejunje que me dio cierto tufillo... "me temo que esto de Sobral va a ser una de tantas; nobleza, nobleza y nobleza", comentaba en voz alta a mis compañeros de localidad. Debe ser que Sobral constituye un encaste minoritario y es por eso que remienda la novillada, cavilaba inocentemente, esta vez en mi fuero interno ¿Y si, por casual, hicieron una buena adquisición de la acreditada ganadería de Cebada Gago y un hato de la otrora encastada ganadería del Marqués de Domecq que tanto me han comentado los viejos aficionados?, especulaba, ingenuo de mí. Pues no, piensa mal y acertarás que dice el refrán, mis agoreras reflexiones iniciales se hacían realidad según se iban lidiando los novillos de Sobral, de bonita lámina y contenido tan usual en estos tiempos, esto es, animales mansi-bravos que tan pronto quieren saltar la barrera y huir de la pelea, como les da por embestir, siempre bajo la premisa de una extrema suavidad, y una bondad tal que permite estar en la cara el tiempo que plazca, colocado en cualquier sitio. Porque estos animales de hoy lo admiten todo (menos dos puyazos en regla) y están preconcebidos para finos estilistas, empeño de los ganaderos que no logro entender porque echando un vistazo al escalafón, no veo estilista para tanta ganadería suave y tontorrona que puebla el campo bravo.
  Os decía que vimos dos novillos muy serios de Hoyo de la Gitana; pena ese tercero que fue devuelto con cojera en una mano. El primero descabalgó en el primer puyazo y salió furioso del segundo encuentro, embistiendo a todo aquel que lo provocaba. Urgía un tercer puyazo para calibrar con certeza la bravura del bicho, pero eso aquí, en la meseta central, no se lleva. Escarbó toda la lidia, lo cual no fue óbice para arrancarse en siete u ocho tandas por el pitón derecho con afán de coger el trapo, humillando, con nervio y mucho que torear. Jesús Fernández estuvo ahí, sin decir gran cosa, sin que su arte calara en los tendidos, y por supuesto, como le ocurre tanto a la novillería de hoy cuando se trata de esta clase de animales, sin dar la sensación que en la arena, el que mandaba era él. Aplaudimos sus buenos volapies, pues hacía ya unos cuantos domingos que no se veían espadazos dignos.
  El segundo, conocido allá por campos salmantinos con el sobrenombre de Gorrión III, salió alegre del toril y humillando desde el principio, se llevó dos soberanos puyazos en la suerte de la carioca que a la mayoría de toros de ganaderías que todos tenemos en mente los hubiera dejado con la lengua por los suelos, amorcillados para el resto de la pelea. "El Jaro" e Ignacio Estévez lo parearon superior y, cuando tocaron a matar, Mario Alcalde se fue a los medios, lo citó, y el novillo se vino alegre, regalando dos embestidas por abajo y humilladas que fueron un primor. Le arrebató la muleta y se enceló con ella, muchos vaticinábamos que en ese momento se acababa la historia y el novillo tornaría en bronco, pero no fue así e incluso fue creciendo a lo largo de la faena, acometiendo en todos los terrenos con franqueza. Lo referido sobre el mando y el poder cuando hablaba de Jesús Fernández también sirve para Mario Alcalde, que estuvo digno con el novillo si lo tratamos con benevolencia pero el animal invitaba torear con grandeza. Sintió en sus carnes la máxima de Lagartijo, útil para el toreo de lucha, que decía "si no te quitas tú te quita el toro", pues en la manoletinas finales, citando en la rectitud del astado, fue arrollado y, como un pelele, el novillo se lo pasó de un pitón a otro por los aires corneándolo en ambas piernas. Y no se puede decir que el animal fuera una alimaña, ni muchísimo menos, sino que las alharacas deben ser medidas y ponderando las cualidades de los toros. Tuvo el gesto torero de permanecer en la arena hasta ver morir a su oponente antes de ser trasladado a la enfermería.
  Jesús Duque está muy nuevo y cabreó todavía más al de Sánchez Fabrés dejando que le tocara la muleta varias veces a principio de faena, aún así, aguantó de forma decorosa el comportamiento del bicho, continuamente pegajoso y de embestida descompuesta. Siempre pidió pelea en los medios y mostró codicia incluso para morir. Lástima esos dos de Coquilla que no pudimos o no nos dejaron ver, más aún con el buen juego que dieron el verano pasado; y lástima no haberme ido a la muerte del tercero para quedarme sólo con el sabor de esos gracilianos duros, nobles y bravos.

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