lunes, 20 de octubre de 2014

Persiste el espíritu de la andanada del 8

  Mañana, en la plaza de Las Ventas, después del apartado de los toros, se colocará en la andanada del 8 una placa de cerámica en recuerdo de Juanito Parra, el popular aficionado que presenció desde dicha localidad absolutamente todos los festejos que se celebraron en el coso entre 1939 y 1979, año en que falleció, y animó constantemente el llamado «espíritu de la andanada», que empezó a formarse mediada la década de los cincuenta. La andanada del 8 ha adquirido tal fuerza que es alternativamente temible y gratificante. La andanada del 8 se puede cargar el cartel de un torero o de un ganadero, o una corrida entera, con la misma rotundidad con que puede encumbrarlos o sacar de la nada al subalterno más modesto.

  Hoy, la andanada es una tronante tribuna que indigna a los taurinos y agota la paciencia de muchos espectadores, y se le acusa de inoportuna, aquejada de un prurito de divismo e iconoclasta a ultranza. Todo lo cual no compone una verdad (ni siquiera parcial), pues la verdad de cuanto es y significa la andanada va por otros caminos, y es ésta: sin su actitud vigilante, crítica y sonora, la plaza de Madrid nunca habría recobrado la seriedad y la importancia que tiene en la actualidad.

  Pero todo empezó, como decíamos, hacia la mitad de la década de los cincuenta. Hasta entonces, Juanito era un espectador solitario, con sus aficiones, sus filias y sus fobias, que invariablemente ocupaba una localidad de la fila sexta pegada al 9. Daba palmas de tango, silbaba tapándose los oídos, gritaba «¡Fuera, fuera!»; llevaba el reglamento en el bolsillo, pedía a gritos el aviso a la hora en punto, etcétera. Era un aficionado intransigente, convencido de que Las Ventas debía ser consecuente con su condición de primera plaza del mundo.

  Justo un día de junio de 1955 -cuando Antonio Bienvenida alcanzó el gran triunfo de la corrida del Montepío, lidiando seis toros- ya no estuvo solo, pues éramos dos. Y al domingo siguiente, tres.

  Para la década de los sesenta ya había andanadistas insignes, como el contable Ángel López y el coronel Echalecu (ambos ya fallecidos), y otros que siguen aún hoy ocupando la localidad, fieles al espíritu de la andanada. Pocos, pero con más moral que el Alcoyano y dotados de unos pulmones privilegiados, capaces de hacer tronante la voz y crispar a todo el taurineo chabacano y corrupto.

  La autoridad no era la que debía ser y los andanadistas aplicaban a los presidentes serios correctivos orales -nunca ofensivos ni irrespetuosos, que hasta la vulgaridad estaba proscrita en la andanada-, los cuales producían la inmediata presencia de la fuerza pública, que ordenaba callar. Un día, Juanito le gritó al palco: «¡Orejas regala usted muchas, pero no devuelve los toros cojos al corral!», y fue detenido. Algo que hoy sería impensable.

  El aglutinante y el animador del espíritu de la andanada era Juanito Parra -carpintero encofrador-, que, arrastrado el tercer toro, obsequiaba, a los correligionarios con diminutos caramelos Saci, seguramente para que suavizaran las gargantas. Así fue durante años y años. Corriendo el tiempo, se formó la Peña Andanada -que asume el homenaje de mañana-, y nuevos efectivos de aficionados se incorporaron a la localidad. Y llegó la novillada inaugural de 1979, en la que, por primera vez durante cuarenta años, Juanito no estaba en su localidad. Los andanadistas pensaron que algo muy grave había debido suceder e hicieron averiguaciones. En efecto: Juanito había muerto, de un infarto, precisamente en la muy taurina calle de la Victoria.

Joaquín Vidal, 4 de julio de 1981


miércoles, 15 de octubre de 2014

El brindis que le costó la vida

En 1808, el matador de toros Agustín Aroca moría fusilado a manos del ejército de Napoleón, un brindis en la Plaza de Toros de Madrid le había sentenciado

  Agustín Aroca Castillo nació en Sevilla el 27 de agosto de 1774, fue un matador atípico en su época, pues cursó la carrera de Derecho y era hijo de un notable abogado. Su fuerte vocación taurina le hizo abandonar los estudios y pronto se lanzaría a los ruedos a probar suerte como matador de reses bravas. En el año 1800 ya aparece como banderillero en Sevilla, y en Madrid como media espada en las siguientes temporadas. Tras la desaparición del triunvirato Romero – Costillares – Pepe Hillo, la fiesta sufría un período de sequía de toreros de categoría que en cierto modo vino a ocupar nuestro protagonista, compitiendo con el afamado y controvertido Juan Núñez, “Sentimientos”.

  El 25 de abril de 1803 toma la alternativa, y en 1804, Agustín Aroca figura en Madrid como espada de alternativa, destacando por ser un matador seguro, valiente y decidido. El 10 de febrero de 1805, el Rey Carlos IV emite Real Cédula por la que decreta la absoluta prohibición de las fiestas de toros y novillos de muerte en todo el reino, la más dura de las prohibiciones que han padecido los aficionados a toros a lo largo de la historia. La supresión de las corridas fue un hecho, en los años de 1805, 1806 y 1807 no las hubo. Agustín Aroca marcha a Jaén y trabaja como abogado.

  Una vez que Carlos IV abdica en su hijo, Fernando VII, y en plena Guerra de la Independencia, los toros vuelven a la Plaza de Madrid en 1808, quedando para los anales una actuación soberbia de Agustín Aroca en la que estoqueó tres toros por la mañana y tres toros por la tarde de seis estocadas recibiendo, cuatro altas y dos bajas. En este año de 1808, curiosamente, se celebraron en Madrid corridas de toros en honor a la proclamación de José I Bonaparte, que obligado a abandonar Madrid al conocer el desenlace de la Batalla de Bailén, en la que por cierto, participaron numerosos garrochistas y picadores de toros, dejó paso a Fernando VII el Deseado, por el que se organizarían también dos corridas de Proclamación, el viernes 26 de agosto y el lunes 29 de agosto de 1808.

  Después de celebrarse corridas de Proclamación en honor a dos jefes de estado diferentes, se organizó una serie de festejos para dotar de fondos a los Hospitales propietarios del coso madrileño, en los meses de septiembre y octubre. Vestido de de azul turquí con bordados y alamares de plata y faja de color rosa, el día 26 de septiembre de 1808, Agustín Aroca compartía cartel con Juan Núñez “Sentimientos”, frente a toros de Juan Díaz Hidalgo, antes del Conde de Valdeparaíso, procedencia Jijón. Cuando sonaron los clarines para matar, Agustín Aroca hizo este brindis:

“Zeñó Corregior, brindo pó Uzía, por toa la gente é Madrí y porque no quee vivo ni un francés”

   Esa misma tarde, en la lidia de otra res, se dirigió al palco en estos términos:

“Por Vuestra Señoría, por este respetable público y por la independencia”

  Esta sería su última actuación en Madrid, el brindis llegó a oído de los franceses, quienes lo vetarían junto con los españoles “colaboracionistas”. Las siguientes noticias que tenemos de Aroca es que fue hecho prisionero y fusilado por los franceses en tierras de Toledo, según los historiadores en la población de Huecas, cuando combatía contra los ejércitos de Napoleón.

  A Juan Núñez “Sentimientos” también se le atribuyen brindis de la misma índole, sin embargo éste era un gitano hábil y muy sagaz para sacar partido de cualquier situación y no corrió la misma suerte que su colega. Agustín Aroca, hombre culto y de leyes, cuyo valor quedó probado dentro y fuera del ruedo, consciente de lo que hacía, tomó la resolución de luchar por su patria con todas las consecuencias. Sirva este pequeño artículo para honrar la figura de este valiente torero sevillano.

Colección de las principales suertes de una corrida de toros (1790). Antonio Carnicero

Artículo publicado por un servidor en el nº 45 de La voz de la afición

domingo, 12 de octubre de 2014

La última tarde el toro más bravo

  Corrida de toros de Palha para Sánchez Vara, Guerrita Chico (confirmación de alternativa) e Israel Lancho.


  Todo un año de toros, 64 festejos después y más de 350 reses lidiadas, y el último toro de la temporada resultó ser el mejor regalo para el aficionado, un verdadero torrente de bravura, nobleza y casta brava como no se había visto en la Plaza de Las Ventas en todo el año, en lustros y en dos décadas, exactamente el tiempo que hace desde que César Rincón dio lidia y muerte al célebre Bastonito. Porque este Fusilito nº 191 -como había vaticinado el ganadero-, probablemente con la misma procedencia Ibán que el mentado Bastonito y un comportamiento muy parejo en los caballos, fue otro toro de los que nunca se olvidan. Un toro de bandera.

  Fusilito, un serio ejemplar de cuatro años y medio, pelo negro, bajo de cruz, largo, estrecho de culata, bien puesto de pitones y mirada torva, que ya de salida dejó a las claras sus intenciones embistiendo incesante y por abajo en el capote de Israel Lancho, abroncado por sacarlo a los medios bregando, corriendo para atrás, y no ganando terreno y por verónicas como demandaba el respetable. En cuanto vio al caballo, más allá de la segunda raya y a toro corrido, acudió presto a la cabalgadura de Miguel Ángel Herrero, empujando con los riñones y romaneando en principio, se colocó de lado corneando con el pitón izquierdo, como controlando a todo el personal que lo provocaba por el otro pitón para sacarlo de la pelea. Pero no había manera. Un primer puyazo que anduvo cerca de los cinco minutos, que empezó en el tendido 7 y acabó debajo de la presidencia. Capotes y más capotes, vueltas y más vueltas, incluso un mono hizo acto de presencia coleando al morlaco. No había forma. Hasta que, por fin, hizo hilo del capote de Sánchez Vara, muy atento toda la tarde, que tuvo que soltar el percal porque el bicho salió de aquel impresionante puyazo persiguiéndolo hasta el burladero de matadores. Israel Lancho tuvo la dignidad de colocarlo perfectamente en suerte para una segunda y clarificadora vara, a unos quince metros del caballo. Se arrancó Fusilito sin necesidad de muchas provocaciones y se puso a pelear nuevamente con el pitón izquierdo, saliendo en esta ocasión con más prontitud de la pelea, acudiendo noble a los capotes de los peones. Acabábamos de ver un tercio de varas de bravo que nos dejó sobrecogidos y emocionados. Emoción que iría in crescendo al ver que era el único Palha del encierro que no hacía el mínimo gesto de dolor según iban dejando los garapullos, persiguiendo a los peones en algún par. Llegó al tercio de muerte noble y entero, embistiendo franco y humillado por los dos pitones, ¡qué alegría de toro! Lancho sacó alguna tanda limpia al natural, pero Fusilito merecía más, mucho más. Una finca en cada pitón. El trasteo fue largo, en los medios, esto es, en los terrenos del toro, sin que este cediera en su empuje. Por ser día festivo y por la reducción en el boleto que ofertó la empresa al renovar el abono de Otoño, hoy había muchos aficionados en la plaza. Menos mal, el toro no pasó desapercibido y, después de un pinchazo, una estocada rinconera y un rato de abaniqueos hasta que Fusilito decidió echarse, un buen puñado de aficionados agitó pañuelos y jerseys azules, pidiendo honores para este gran toro de Palha. El presidente, don Justo Polo, que de justo parece que tiene más bien poco, no atendió la petición de vuelta al ruedo. No importa, la ovación en el arrastre fue de las gordas. Fusilito nº 191, de Palha, ha entrado en la gloriosa historia de los toros bravos y quedará para siempre en la memoria de los aficionados que pudieron verlo. 

Fusilito de Palha, el toro de la temporada

  Previamente vimos una corrida de serias hechuras y gran trapío, con un comportamiento que ofrecía posibilidades de triunfo. Lamentablemente la empresa tiró el cartel por la basura con una terna de plaza de pueblo en un día festivo que atrae a numerosos aficionados. La ocasión ciertamente merecía otra cosa. Esta vez, los Palha no fueron toros para ir a la guerra y calentar a los tendidos con el valor y la temeridad, en esta ocasión requerían de experiencia, mucho temple y torería para aguantar y gobernar las francas y nobles embestidas que muchos de ellos ofrecieron. Todo ello contando con que, a excepción del segundo, han acudido decididos y se han empleado en los jacos, creciéndose en el castigo y sin salir sueltos. La mayoría madereros y levantando astillas. Una corrida de toros de categoría.

  Un primero de correcta presentación para la confirmación de Guerrita Chico, un torero entrado en edad que se encontró con una embestida dulce y humillada en la muleta y que, sumado a la escasez de fuerzas que tenía, le permitió estar en la cara más tiempo del debido, recibiendo un aviso. En el quinto acto pechó con un toro de comportamiento muy serio y exigente, apodado Tintín, que recibió con unas buenas verónicas merced a una gran embestida. De esos toros que se quedan sin ver debido a la inexperiencia de su matador. Lo despachó de una estocada en los bajos. 

  Sánchez Vara estuvo muy dispuesto, atento a la lidia y haciendo gala del oficio que atesora. Colocando los toros fenomenalmente en los caballos y alegrando los tendidos con las banderillas, dejando un par superior, de dentro a afuera, con el cuarto. Y uno al cuarteo después de que Raúl Ramírez practicara el salto de la garrocha, muy celebrado por el público. Con el segundo, un toro más alto que sus hermanos, de pitones condesos, dejó algunos muletazos sueltos buenos, pero no consiguió componer faena. Mucha calidad en la embestida de este ejemplar, el más manso en los caballos. El cuarto, un toro bajo con unos cuartos traseros de gran remate, pecó de falta de codicia y se desentendió rápidamente, creando peligro por el lado diestro. Necesitó de una entera pasada y varios descabellos para que salieran las mulillas.

  Lancho trasmitió sensación de apatía, su cuadrilla pasó un rato de peligro y desconcierto en las banderillas del tercero y estuvo como si la cosa no fuera con él. Hizo la faena en el cobijo de las tablas, con un ejemplar pegajoso que hizo cosas muy positivas y tuvo un buen pitón izquierdo hasta que de repente se fue a tablas, rajado o aburrido, no está muy claro. Es probable que acusara los dos puyazos con sendas cariocas y todo lo que sangró durante la lidia. De una gran estocada Lancho lo mandó al otro barrio.

  Enhorabuena al ganadero, por la corrida y por ese gran Fusilito que no olvidaremos. Este es el camino a recuperar, la misma senda que dejaron los Rabosillo, Rachido, Peluquito, Asustado bis, Camarito, Santanero, etc. Ya estamos esperando la siguiente, ¡que vuelvan los Palha!

En el día de la Patria

Por primera vez entonces percibí con completa claridad la idea de la patria, y mi corazón respondió a ella con espontáneos sentimientos, nuevos hasta aquel momento en mi alma. Hasta entonces la patria se me representaba en las personas que gobernaban la nación, tales como el Rey y su célebre ministro, a quienes no consideraba con igual respeto. Como yo no sabía más historia que la que aprendí en la Caleta, para mí era de ley que debía uno entusiasmarse al oír que los españoles habían matado muchos moros primero, y gran pacotilla de ingleses y franceses después. Me representaba, pues, a mi país como muy valiente; pero el valor que yo concebía era tan parecido a la barbarie como un huevo a otro huevo. Con tales pensamientos el patriotismo no era para mí más que el orgullo de pertenecer a aquella casta de matadores de moros.

Pero en el momento que precedió al combate comprendí todo lo que aquella divina palabra significaba, y la idea de nacionalidad se abrió paso en mi espíritu, iluminándole y descubriendo infinitas maravillas, como el sol que disipa la noche y saca de la oscuridad un hermoso paisaje. Me representé mi país como una inmensa tierra poblada de gentes, todos fraternalmente unidos; me representé la sociedad dividida en familias, en las cuales había esposas que mantener, hijos que educar, hacienda que conservar, honra que defender; me hice cargo de un pacto establecido entre tantos seres para ayudarse y sostenerse contra un ataque de fuera, y comprendí que por todos habían sido hechos aquellos barcos para defender la patria; es decir, el terreno en que ponían sus plantas, el surco regado con su sudor, la casa donde vivían sus ancianos padres, el huerto donde jugaban sus niños, la colonia descubierta y conquistada por sus ascendientes, el puerto donde amarraban su embarcación fatigada del largo viaje, el almacén donde depositaban sus riquezas; la iglesia, sarcófago de sus mayores, habitáculo de sus santos y arca de sus creencias; la plaza, recinto de sus alegres pasatiempos; el hogar doméstico, cuyos antiguos muebles, transmitidos de generación en generación, parecen el símbolo de la perpetuidad de las naciones; la cocina, en cuyas paredes ahumadas parece que no se extingue nunca el eco de los cuentos con que las abuelas amasan la travesura e inquietud de los nietos; la calle, donde se ven desfilar caras amigas; el campo, el mar, el cielo; todo cuanto desde el nacer se asocia a nuestra existencia; desde el pesebre de un animal querido hasta el trono de reyes patriarcales; todos los objetos en que vive prolongándose nuestra alma, como si el propio cuerpo no le bastara.

Yo creía también que las cuestiones que España tenía con Francia o con Inglaterra eran siempre porque alguna de estas naciones quería quitarnos algo, en lo cual no iba del todo descaminado. Parecíame, por tanto, tan legítima la defensa como brutal la agresión, y como había oído decir que la justicia triunfaba siempre, no dudaba de la victoria. Mirando nuestras banderas rojas y amarillas, los colores combinados que mejor representan al fuego, sentí que mi pecho se ensanchaba; no pude contener algunas lágrimas de entusiasmo; me acordé de Cádiz, de Véjer; me acordé de todos los españoles, a quienes consideraba asomados a una gran azotea, contemplándonos con ansiedad; y todas estas ideas y sensaciones llevaron finalmente mi espíritu hacia Dios, a quien dirigí una oración que no era padrenuestro ni avemaría, sino algo nuevo que a mí se me ocurrió entonces. Un repentino estruendo me sacó de mi arrobamiento, haciéndome estremecer con violentísima sacudida. Había sonado el primer cañonazo.

Benito Pérez Galdós. Episodios Nacionales, Trafalgar.



jueves, 9 de octubre de 2014

Vuelven los Palha



"Será una corrida con una presentación irreprochable"
"Apuesto por el 191. De los toreros hablaremos después"
"No me gustan los toros con facilidades para los toreros"
"Me gustaría que todas las plazas y en todos los territorios sacaran el toro de Madrid"
"Buscamos un toro para aficionados"
"Va a ser de las dos o tres corridas mejor presentadas del año en Madrid"
"Nuestro toro pide el carnet de identidad" 


Habrá que ir a verlo señor Folque...

miércoles, 8 de octubre de 2014

El dia D y la hora H

 Novillada de Los Maños para Cuartero, David de Miranda y Varea.


 Atraído por la presencia de la ganadería de Los Maños, que tantos triunfos y buenos resultados viene cosechando en los últimos años, me acerqué a Zaragoza a ver esos toritos grises que tan buena fama tienen y uno todavía no conocía. Además, su imponente Plaza de Toros esta celebrando su 250 aniversario, nada más y nada menos, así que había muchas ganas de volver a la Inmortal Ciudad y compartir un día de toros con los amigos y los aficionados de la tierra, un reducto de conocedores y fervientes apasionados por la fiesta de toros que han soportado estoicos el maltrato sistemático a su plaza y ahora ven un resquicio de volver a ver la Zaragoza taurina en el lugar que nunca debió abandonar: como una las mejores plazas de España donde la categoría del público y el toro que se lidia otorgan a los toreros triunfos de verdadera categoría, dignos de ser recordados y reconocidos en el resto de plazas de primer rango. En esa senda parece que están y espero que no se abandone, aunque sea bajo la gestión de Simón Casas, empresario de luces y muchas sombras.

El día se presentaba muy apacible

  El ganado dio la talla, vaya que si dio la talla. La novillada de Los Maños fue de un juego extraordinario, cada uno con sus matices, pero todos ellos tenían posibilidades de triunfo y servían para hacer el toreo bueno. Lo más positivo fue la capacidad para humillar que tuvieron todos, los seis novillos metían la cara para embestir que daba gusto. Nunca blandearon ni hicieron cosas de manso con evidencia. Cumplieron en los caballos recibiendo dos puyazos en regla, empujando o dejándose pegar en los peores casos. Qué novillada tan guapa. Lustrosos, bien comidos, con las hechuras reconocibles del encaste, muy serios todos ellos a excepción del sexto, algo terciado y con expresión de jovenzuelo.
  El primero fue el de más brío, nervio y poder, para toreros valientes expertos en estas lides. Luego vino un utrero que embistió de lujo durante tres o cuatro tandas, tardeando en la segunda parte de la faena. En tercer lugar el ya célebre Quejoso, arrancándose de largo a los caballos, en el segundo envite casi desde los medios, con alegría y prontitud, y sin recular una vez en el peto. En la muleta acometió muy humillado, pastueño y dulzón. En cuarto lugar un novillo que hizo ademán de irse en el segundo puyazo pero terminó yendo decidido, quedó con una embestida larga y por abajo, haciendo el avión, que fue un espectáculo. Muy ovacionado en el arrastre y no era para menos. Muy guapo el berrendo que hacía quinto, en la muleta muy agarrado al piso pero atacándole y buscándole las vueltas acabó embistiendo. El sexto quedó soso y desentendido, pero se creció y le regaló a Varea unas cuantas arrancadas que le permitieron cortar una oreja.
  Ya ven, una novillada así no se ve todos los días.

Buen aspecto en los tendidos de sombra
  
   Cuartero evidenció la falta de contratos. David de Miranda apuntó maneras y estuvo por encima de sus oponentes, quedó bien. Y Varea toreó con empaque aunque le faltó ajustarse más, el triunfador de la tarde junto con los ganaderos.
   De las cuadrillas Manolo de los Reyes puso un par de categoría al cuarto, dejando llegar al animal, sacando los palos de abajo y asomándose al balcón. Hubo grandes tercios de banderillas en la lidia del tercero y el cuarto. Los picadores de Varea, Santiago Pérez y Pedro Manuel Muñoz, administraron bien la suerte y picaron arriba.

Varea dando la vuelta al ruedo con el ganadero José Marcuello. (foto Heraldo.es)

  Vaya por delante que no soy partidario del indulto, quiero ver morir a los bravos de una estocada en las péndolas, a los pies de su matador, porque esa es la más pura esencia de la Fiesta. Menos en plaza de primera y menos aún un novillo tan dulce, si bien todo lo que hizo en los primero tercios fue de bravo. El presidente se negó en primer momento, dando un aviso, la petición arreció con mucha fuerza y finalmente sacó el pañuelo naranja. Nunca antes había pasado esto en Zaragoza, el tiempo dirá si ha sido un hecho puntual o la indultitis aguda que padecen muchas plazas ibéricas también se ha instalado en Zaragoza, cosa que dudo bastante.
  Pero la novillada que echó la familia Marcuello ahí queda, el día que regresaba después de tres años de ausencia, en el 250 aniversario del coso, único cartucho en plaza de resonancia, ante sus paisanos, cuando más lo necesitaba la feria, la afición y la ciudad... una novillada de bandera. El dia D y la hora H.

Los seis novillos, de la web de la Plaza de Toros de Zaragoza:



El del indulto: Quejoso nº 42, 501 kg, 

En cuarto lugar el número 58 (en la web de la empresa aparece la foto del 38) 


       

Enhorabuena a la ganadería de Los Maños

lunes, 6 de octubre de 2014

Cuatro naturales y una estocada

Corrida de toros de Adolfo Martín para Uceda Leal, Diego Urdiales y Serafín Marín.


  Fue al saltar al ruedo el segundo de la tarde, un cárdeno con mucha leña de Adolfo Martín que apenas recibió castigo en varas entre caída y caída, bajo el correspondiente mosqueo del personal que protestaba soliviantado por la blandura del bicho. Pero hete aquí que merced a ese fondo de casta que predomina en los toros del Marqués y que sus depositarios han sabido mantener, el toro aguantó en la muleta, y tras un par de series emocionantes por la derecha debido a las coladas y el cabezazo final del toro, Diego Urdiales se dejó de pamplinas y cogió la muleta con la mano natural para hacer el toreo fundamental que dictan las tauromaquias clásicas. Dos tandas de las que sacamos cuatro soberbios naturales, con ese estilo abelmontado que caracteriza al torero riojano, que al igual que el Monstruo de Triana, es de tal autenticidad que no necesita ligazón para levantar a los aficionados de la piedra y poner a todos los tendidos de acuerdo. Cuatro pinturas, cuatro carteles de toros. Tras ello, cogió Urdiales el acero y tardó en cuadrar al cornalón, la demora no era en balde pues se volcó en el morrillo del toro dejando un estocadón en toda la yema que puso la plaza como un hervidero. Cuatro naturales y una estocada, oreja de ley, y un recuerdo imborrable en la memoria de los aficionados. 

El toreo

  Por lo demás la corrida de Adolfo Martín en conjunto resultó mediana. Varios de ellos barbearon de salida y salieron buscando terrenos de la enfermería, cosa novedosa en esta ganadería. Otros flojearon y acometieron demasiado pastueños y adormilados. No quisieron saber nada de los pencos y se entregaron a la muerte demasiado rápido para lo que suelen ser estos toros. 
  Primero y segundo con poco fuelle y pastueños; tercero con genio y mirón; cuarto de arreones, con poder e inédito en la muleta; quinto devuelto por lesión; y sexto de media casta con un buen pitón derecho. 

  Uceda Leal estuvo horroroso y pegó su ya habitual petardo, maquillado por el acierto a espadas. Y Serafín Marín cortó una oreja generosa, en una faena de pundonor culminada con una gran estocada. 

   De sobrero salió un buey de El Puerto de San Lorenzo que huía de su sombra y si le abren la puerta se marcha de vuelta hasta El Puerto de la Calderilla, al trote cochinero por supuesto. Un ganadero como Dios manda, a estas horas ya debería de haber sacrificado a la madre de semejante borrón para el honor de la divisa.

viernes, 3 de octubre de 2014

Las monas del Sr. Cuvillo

Corrida de toros de Núñez del Cuvillo para Finito de Córdoba, Iván Fandiño y Daniel Luque.


  No, no ha salido del bache. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que los toros del Sr. Cuvillo continúan sumidos en un lamentable estado de casta y poder. Tres volvieron al corral y pudieron ser los seis, las protestas arreciaban desde salida, y es que los animalitos del Sr. Cuvillo no se tenían sobre las patas, derrotados antes de llegar al piquero. Tampoco imponían respeto, aquello que técnicamente se conoce por trapío, y eso que iban bien cargados de kilos y con generesosas arboladuras, pero tienen un modo de moverse, un estilo, que no infunde miedo. Los antiguos cronistas a los bichejos de esta ralea los tildaban de "monas", como es el caso que nos ocupa. 
  El petardo que ha pegado hoy el Sr. Cuvillo tiene su razón en una selección dirigida completamente al servicio de las figuras, totalmente sumisa. Es el precio a pagar cuando el ganadero se deja llevar por las comodidades del que se pone delante, como ya le pasó a otros muchos ganaderos anteriormente que acabaron en el ostracismo. Ahora veremos si es capaz de levantarlo, por cabezas de ganado para hacer criba no será. 

   Finito, una vez más, vino a echar la tarde y a matar a paso de banderillas. El arte de este torero es más complicado de ver que la aparición de un santo.

  Fandiño tuvo un Juan Pedro con buena embestida y blandurrón. Necesitaba mucho temple y buen hacer, cosa que Fandiño nunca le dio, así que la faena terminó en naufragio. En quinto lugar, después de que Florito luciera la parada de cabestros con uno de Cuvillo y otro de Bohórquez, terminó frente a uno de El Torero, con poder, violento y de arrancada corta. De esos que Fandiño, otrora, metía en el canasto, y hoy se le ha terminado yendo. Después de un comienzo bueno por el lado derecho, la faena se diluyó en la más absoluta vulgaridad, rematada con unas manoletinas finales que no venían a cuento. Para colmo ha matado mal, estocadas bajas y con el primero soltando la muleta. La tarde que ha echado es para reflexionar...

  Luque ha mejorado su estilo, ahora es un torero de los que "compone la figura". Seguro que  le da para cosechar muy buenos resultados por ahí, pero aquí, en Madrid, además de poner posturas para pasarse a las monas de aquí para allá, hay que ser inteligente y tener sentido del toreo. Hay que saber, por ejemplo, cuándo se pueden hacer los quites porque los toros y el público lo permitan, cuándo hay que brindar para que la afición lo tome con agrado, medir los tiempos de las faenas sin irritar a la parroquia y no alardear después de matar de un bajonazo. Son cosas básicas que Luque no domina después de tantos años de alternativa, aunque esto, como digo, es algo secundario viendo su evolución a fino estilista que le dará para cortar muchas orejas en provincias.

El estilismo de Luque, todo superficialidad

  El público estuvo fenomenal. Otoño es una feria agradable, cortita, a la que suelen acudir los titulares de los abonos y no se regalan entradas, por lo tanto hay un comportamiento más homogéneo y nos evitamos las reacciones variables, vergonzantes e incomprensibles de una feria excesivamente larga como es San Isidro. Hoy la sombra se mosqueó con tanta mona y con el palco presidencial, parecía que la plaza iba a echar a arder. Ya lo decía el maestro Chenel en aquellas retransmisiones del Plus que hoy nos parecen tan lejanas: "En mis tiempos el problema no era el sol, sino la sombra, cuando la sombra se cabreaba eran las peores broncas. Ardía Troya". 

jueves, 2 de octubre de 2014

Los bueyes del Sr. Gallardo

Principió la novillada con un morito blando, medio inválido, que no le hacía ascos a los jacos y se arrancaba a la mínima, incluso hubo una especie de derribo. Luego fue de más a menos, con buen estilo y franqueza, apagándose rápidamente. Esta medianía podría decirse que fue de lo mejor que vimos, en una novillada mansa de solemnidad, de tanta cobardía parecía que estuvieran capados. El de toriles, el que huye, el de arreones, el de los mugidos, el rajado, el de los tornillazos... mansos de todos los estilos y variedades. Además de blandurrones, medio lelos y chochones. Vaya tarde oiga. Salvamos las estocadas de Gonzalo Caballero, con mucho valor, despacio, en la rectitud. ¡Pero qué tarde! Váyase Sr. Gallardo, tómese un descanso, merodeé todo lo que quiera por el callejón, pero haga el favor de no atormentarnos con sus toros de chichinabo.

Gonzalo Caballero mojándose la mano

miércoles, 1 de octubre de 2014

Feria de Otoño

1982

Cuatro festejos de abono. Toros de Celestino Cuadri, El Torero y Victorino Martín. Novillada de Pablo Martínez Elizondo

1993 

Seis tardes de abono. Toros de Juan Antonio Romao de Moura, Puerto de San Lorenzo, Cebada Gago, Dolores Aguirre y Murteira Grave. Novillada de Juan Antonio Ruiz Román.

2004

Seis de abono. Toros de Adolfo Martín, Cuvillo, Puerto de San Lorenzo y Victorino Martín. Rejones de Julio de la Puerta y novillada de Román Sorando.


2014
Cuatro festejos de abono. Toros de Cuvillo, Puerto de San Lorenzo y Adolfo Martín. Novillos de Fuente Ymbro.

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¿Conclusiones?