La suerte de varas, hacia 1855. Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870)
Entre las múltiples fuentes de inspiración que Eugenio Lucas
encontró en la obra de Goya, el mundo de los toros protagonizó una parte muy sustancial
de su carrera como pintor. Fue además buen aficionado a esta fiesta y amigo de
toreros, reflejando su conocimiento del arte de la tauromaquia en una enorme
cantidad de pinturas de la más diversa envergadura, ambición e interés,
resueltas siempre con la factura enérgica y apasionada de su personal estilo,
de toque vibrante y abocetado, que le identificó ya en su tiempo como el más
legítimo seguidor del lenguaje goyesco entre la reducida clientela que apreció
su obra en los años centrales del siglo XIX. De esta faceta del arte de Lucas
es espléndido testimonio el presente cuadro. Representa un cruento episodio en
el que un fiero toro berrendo, después de haber cogido al matador, atendido a
la izquierda por su cuadrilla, embiste al caballo del picador -quien se apresta
a realizar la suerte de varas-, desgarrando las entrañas del animal, que sangra
abundantemente. Otro picador a caballo acude al galope a auxiliar a su
compañero, mientras el resto de los subalternos intentan llamar la atención del
astado con sus capotes. La corrida tiene lugar en la amplia plaza de un pueblo,
formados los burladeros del improvisado ruedo con carretas y barricadas delante
del caserío, dispuestas en círculo.
Fuente: Museo del Prado.
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