Con el hirviente resoplido moja
el ronco toro la tostada arena,
la vista en el jinete, alta y serena,
ancho espacio buscando al asta roja.
Su arranque, audaz a recibir se arroja
pálida de valor la faz morena,
e hincha en la frente la robusta vena
el picador, a quien el tiempo enoja.
Duda la fiera, el español la llama,
sacude el toro la enastada frente,
la tierra escarba, sopla y desparrama;
le obliga el hombre, parte de repente,
y herido en la cerviz, húyele y brama,
y en grito universal rompe la gente.
José Zorrilla
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