viernes, 30 de agosto de 2019

Yiyo


34 años de su muerte en las astas de un toro. Gloria eterna. 



domingo, 25 de agosto de 2019

Las "bolitas" de Fuente Ymbro


     Hablamos de Fuente Ymbro en este caso porque es una de las que más destaca en esto, pero podríamos hablar de otras muchas. A propósito de la corrida que lidió ayer en la feria de Bilbao, en la que nuevamente volvimos a ver -además de unos toros en general rematados y acorde a la exigencia de la plaza- unas puntas de pitones artificialmente redondeadas, prácticamente idénticas las unas a las otras, es decir, las famosas "bolitas"

Estamos cansados de repetir que las fundas son una forma soterrada de manipulación que el gran público no ha comprendido, en gran medida gracias a las monsergas que los ganaderos arguyen y han ido inoculando para defenderlas. "Que si no fuera por ellas apenas podría lidiar, que si no se me matan todos los toros..." Pues bien, el toro es manoseado, es movido para meterlo en un mueco, reducido o bien dormido con algún sedante para poner los apósitos; pierde el sentido de las distancias; recibe cornadas internas, muchas veces más lesivas; es despojado del uso libre de sus atributos axiales;  la materia córnea bajo la férula deja de recibir las inclemencias de la naturaleza, el viento, el agua, el sol... se pudre, se debilita; y, por fin, hay que quitarlas, momento que es aprovechado por la gran mayoría de ganaderos -de chichinabo- para hacer todo tipo de arreglos, esto es, bien sacar punta para las plazas de primerísima con carteles de toreros sin autoridad, bien dejando la punta prácticamente roma para las plazas de segunda, bien redondeando la punta sutilmente para las plazas de primera en las que se anuncian toreros con cierto mando, como es el caso de Fuente Ymbro que estamos comentando, y también el de otras muchas. No hace falta haber presenciado cómo lo hacen en la finca, ya lo veo en la plaza con mis propios ojos.

No nos cuenten milongas, se puede criar un toro sin ponerle fundas, hay varios siglos de recorrido que lo atestiguan empíricamente. Puede que se necesite más labor, mayores cuidados, prevenciones, un manejo mucho más esmerado, pero se pueden criar reses bravas sin tocarles sus defensas, garantía que debe tener todo aquel que paga por ver una corrida: "Los espectadores tienen derecho a recibir el espectáculo en su integridad" (art. 8.1 del Reglamento). Ya me dirán qué integridad tiene un toro que ha sido enfundado y desenfundado.

Hay una manipulación clara y flagrante de las astas de los toros, de sus defensas y atributos que lo definen como tal, porque un toro sin cuernos no es toro. Hay un vacío legal, pues no se regula de ningún modo de manera explícita, que muy pocos estarán pensando en resolver; y vacío también verbal, por parte de los profesionales del toro, por supuesto, estos siempre están del lado de la corruptela, del lado siempre del que ofrece más rédito por menos esfuerzo. Pero, lo que es peor, también hay un vacío verbal por parte de una gran mayoría de aficionados, que en vista del manido discurso de los ganaderos por coloquios y tertulias y de que muchas ganaderías idolatradas de las llamadas toristas han caído en la blasfemia de las fundas, muchos aficionados han caído junto con ellas. Y su silencio, el de muchos aficionados, se hace doloroso y temerario para la fiesta, es cómplice y traiciona los principios de una secular tradición de fieles integristas para los que el toro siempre fue un tótem intocable que ha de llegar al ruedo con toda su naturaleza inmaculada y perfectamente íntegra.

Aficionados integristas, espabilen. 


Lo volvemos a decir y no nos cansaremos: 

¡FUNDAS NO!