Crónica para la web y el libro de crónicas de la Asociación El Toro de Madrid
MÁS
DISPOSICIÓN QUE TOREO
Feria de San Isidro, lleno de “no hay billetes” con las
andanadas de los tendidos uno, dos y tres a medio llenar; con un público, como
es costumbre los últimos años, que impone la dictadura de los beodos,
recrudecida especialmente los viernes y fines de semana. Contra las promesas
que la empresa hace en invierno la discoteca de la terraza del siete a pleno
funcionamiento cuando los espectadores abandonaban sus localidades, teniendo
que aguantar la música a todo volumen y el desorden y peligro de una salida en
la que unos van y otros vienen.
Acudió al festejo el líder del Partido Popular, señor Feijóo,
en una barrera del diez. Vivimos tiempos de politización de la Fiesta, unos la
atacan y otros dicen que la defienden. Le brindó Perera la muerte del cuarto
entre división de opiniones.
Tiempo fresco y algunas rachas de viento, se ha lidiado y
estoqueado una corrida de toros de La Quinta, casta Santa Coloma – Buendía,
cinqueña y bien rematada, de comportamiento dispar, destacó por encima de todos
el quinto de la tarde, Periquito, mucho más alegre y encastado que sus
hermanos. A varios de ellos no les vimos las puntas de los pitones por más que
observábamos con los anteojos, otros sí venían más buidos.
Miguel Ángel Perera. Aviso antes de entrar a matar, pinchazo y media estocada en
el hoyo tapando la cara del toro (dos avisos); SALUDOS. Estocada honda en el
rincón entrando bien (un aviso); VUELTA AL RUEDO.
Emilio de Justo. Estocada caída; SALUDOS. Estocada trasera caída entrando al
hilo del pitón, tres golpes de descabello (dos avisos); VUELTA AL RUEDO.
Ginés Marín. Dos pinchazos, estocada corta en el sitio (un aviso);
SILENCIO. Estocada enhebrada, pinchazo y estocada contraria (un aviso);
SILENCIO.
Presidente: Presidió el festejo el excelentísimo señor don
Eutimio Carracedo Pastor. Mantuvo el rigor y acertó no concediendo trofeos a la
muerte del cuarto y quinto de la tarde, hubo más petición para Emilio de Justo
pero en ninguna de las dos la pañolada superaba la mayoría. El señor Carracedo
Pastor, en esta ocasión, no se prestó a seguir degradando la categoría de la Plaza
de Madrid con trofeos depauperados, esperamos que siga manteniendo este
criterio.
Tercio de varas: No se ha picado con especial saña para lo
que suelen ser estos festejos. Ángel Rivas se agarró en buen sitio con el
primero antes de hacer la mayonesa; y Germán González recibió algunos aplausos
por su labor con el quinto, más por la emoción que ponía el toro que por su
propio hacer.
Cuadrillas: Con los
palitroques hay que mencionar al Fini con el primero, El Algabeño con el que
hizo segundo, y saludó Morenito de Arles tras parear al quinto.
Rompió plaza un torazo cárdeno anchote, redondo, bien puesto
de cara, que trajo a la memoria de algunos aficionados las hechuras de los
antiguos pablorromeros. Cedadero se llamaba el morlaco, al que recibió
Perera a portagayola, de juego muy blandito y muy rajado, antes de que hiciera
su aparición el picador ya mostró lo que iba a acabar haciendo en el último
tercio. Poca historia, muy venido a menos el toro, Perera le dio una tanda de
derechazos mala para empezar la faena, luego una en versión carrusel, sin
solución de continuidad, que fue jaleada por la plaza como si fuera la
apoteosis, y seguidamente se paró. Perera se lo llevó a terrenos de los mansos,
a la enfermería, con buen criterio, y allí intentó aprovechar inercias por el
lado izquierdo, consiguiendo algunos muletazos aseados, dos de ellos a pies juntos
que resultaron vistosos. El cuarto de la tarde, Vidriero, un toro
recogido de tamaño y muy guapo, parecía que iba largo en los capotes. Le dieron
poco en varas, sin embargo cuando llegó a la muleta tenía tendencia a colarse y
acortar el viaje, Perera se llevó un par de tantarantán que no pasaron a
mayores. Hubo mucha disposición, desplantes por parte del espada, pero poco
toreo, poco mando y poca imposición. Se puso por la mano izquierda, un pitón
ciertamente complicado, parecía que iba a imponer el dominio de su muleta de
otras tardes pero no, de uno en uno, perdiendo muchos pasos tuvo que desistir
sin conseguir sacar al menos una serie en redondo en la que quedara por encima
del toro. Como decimos, hubo más disposición que toreo. Si lo mata mejor puede
que hubiera cuajado una petición como para conceder la oreja pero el trasteo,
ciertamente, no lo merecía.
El primero que sorteó Emilio de Justo nos pareció más feote
que sus hermanos, hacía segundo de la tarde. Salía de los puyazos afligido,
buscando el abrigo de las tablas. Fue un toro que se llevó dos quites por
chicuelinas, uno de su matador y otro de Ginés Marín, lance que no nos parece
el más indicado para un santacoloma con más cinco años. El conjunto de la faena
de muleta se mantuvo en un tono bajo, el toro estaba muy agarrado a la arena,
parado y soso, Emilio tampoco lo atacó en exceso, y solo le apuntamos una tanda
de buen nivel por el lado derecho al inició de faena, quizá razón suficiente
para que el toro se afligiera. El pasaje del quinto de la tarde contuvo la
esencia de la corrida, fue este burel un animal bajo y astracanado, de un
trapío intachable, que recibió algunas palmas de salida con toda justicia. Lo
capea bien De Justo llevándoselo a los medios para rematar con una media
verónica. En el caballo, al revés de como deben ser las cosas, lo dejo muy
largo para el primer envite, al toro le costó mucho acudir, cuando lo hizo tuvo
una arrancada espectacular. Luego en el peto peleó enrabietado. En el siguiente
puyazo se vio que se quiso ir rápido de la pelea, desentendiéndose en el
burladero de matadores. Tuvo este bonito ejemplar, apodado Periquito,
una embestida con brío y alegría durante la lidia, yendo largo, muy superior a
la de sus hermanos. En los primeros compases de faena le echó mano por el
derecho, lo lanzó cayendo Emilio con la espalda, a continuación lo prendió por
una pierna y lo volvió a revolcar. Este percance nos trajo los peores presagios
y los peores recuerdos, conociendo las gravísimas lesiones de columna de las
que Emilio se tuvo que recuperar. Volvió a la cara del toro con la muleta en la
mano izquierda, consiguiendo un par de naturales que hicieron rugir Madrid,
después hubo un par de series con la disposición y la colocación que
caracterizan al torero extremeño, en los terrenos más comprometidos y por
momentos adelantando la pierna, si bien no consiguió la brillantez en estos
muletazos que su disposición y su verdad pretendían. Cogió el estoque de matar
y se llevó el cárdeno a los medios, solos toro y torero en los terrenos que más
pesan, se colocó Emilio un poco al hilo, cuarteando más de lo deseable y
poniendo la muleta plana, cobrando una estocada trasera y algo caída. Una faena
con mucha emoción, con mucha autenticidad y con menos toreo del que
esperábamos.
Ginés Marín sale de este festejo perdiendo crédito en Madrid.
Un torero que aquí ha dejado faenas memorables y ha sabido hacer el toreo
grande, hoy se le ha visto realmente perdido, sin saber por dónde meterle mano
a sus oponentes. Recibió al tercero de la tarde a portagayola, un toro de
embestida sosa y vulgar, aunque se movió más que los dos toros anteriores. El
toro sexto, el más feo del encierro, por su escasa cabeza y por avacado, tuvo
un buen ramillete de arrancadas que nunca consiguió dominar ni templar, así que
tanto toro como torero quedaron desapercibidos, como si no hubieran estado.
La corrida de La Quinta satisfizo a los aficionados por su
presentación, remate y trapío; el juego fue diverso, en general sin terminar de
romper, ni en varas ni en la muleta. Estuvo bien enlotada porque fue de menos a
más en su desarrollo y, como nota muy resumida, podría decirse que fue una
corrida mediana.
El precioso Periquito