Domingo, 15 de septiembre
de 2024, se ha celebrado en Madrid una corrida de toros concurso de ganaderías
con un clima perfecto para ello. Unas siete mil quinientas personas en la
plaza, lo que significa, aproximadamente, que había un tercio de aforo. En
cambio, el año pasado acudieron más de ocho mil y no había ofertas de 2x1 como
ha sucedido este año. Las ganaderías que participaron fueron las de Concha y
Sierra, Palha, Partido de Resina, Castillejo de Huebra, Pedraza de Yeltes y
Salvador Gavira García.
Rafael de Julia.
Estocada caída con telonazo; SALUDOS con discrepantes. Estocada caída con
telonazo y saliéndose; VUELTA AL RUEDO con discrepantes tras petición de oreja.
Ángel Sánchez.
Estocada enhebrada y estocada corta en buen sitio, un golpe de descabello;
SILENCIO. Entra con pantallazo y saliéndose dejando una estocada honda, trasera
y rinconera; SILENCIO.
Amor Rodríguez. Media
estocada delantera, varios golpes de descabello; PITOS (tres avisos). Seis
pinchazos y estocada trasera; SILENCIO (dos avisos).
Presidente. Sr. Pedro
Fernández Serrano. Presidente neófito que tuvo un poco de todo. Acertó en la no
concesión de trofeo para De Julia con una petición dudosa en el cuarto tras
estocada caída; como sabemos es mucho más acertado dejarlo en vuelta al ruedo
que en oreja sin valía que desprestigia la plaza. Sin embargó se equivocó
cambiando el tercio en algunos toros con solo dos puyazos, especialmente en el
toro de Palha, cuyo comportamiento en varas quedó sin dilucidar. Podría y
debería haber devuelto al sexto, el ejemplar de Gavira.
Tercio de varas. Ricardo
Romero con el toro que hacía quinto citó de frente, dando los pechos y
levantando el palo. El resto de picas no me gustó, pues cometieron alguno de
los vicios a los que acostumbran, tan perniciosos para los toros.
Cuadrillas. Por encima de
los demás Andrés Revuelta, que fue obligado a saludar por los pares al cuarto;
y Juan Navazo, muy hábil pareando al primero y una fenomenal lidia al quinto de
Pedraza de Yeltes.
Antes de contar cómo fue
cada toro y lo que hicieron con ellos los lidiadores hay que consignar que el
“premio” al toro más bravo de esta corrida concurso fue a parar al ejemplar de
Castillejo de Huebra, de nombre Junerón; el “premio” al mejor picador
recayó en David Prados, que se encargó también del toro de Castillejo,
picándolo a base de cariocas y de levantar la vara; y el “premio” al mejor
lidiador fue para Andrés Revuelta. Escribo premio entre comillas porque nadie
sabe en qué consiste el premio y las bases no concretan nada, intuimos que es solo
un significante carente de significado, de hecho hemos visto casos de ganar la
corrida concurso merecidamente y que no te anuncien en la del año siguiente,
con La Palmosilla, por ejemplo. Así que ya ven el “premio”. Tampoco sabe nadie
quiénes componen los miembros del jurado que otorgan estos premios apócrifos.
Y, para concluir la digresión, una frase que recogen las bases de esta corrida
concurso que me ha desconcertado: En caso de INDULTO de un toro, se dejará a
la libre decisión del jurado otorgar el premio a dicho animal, o concedérselo a
otro más completo en los tres tercios. Es decir, en Las Ventas se puede
indultar un toro y que en esa misma corrida haya otro todavía más bravo, qué
cosas.
Rompió plaza uno de los
toros más bonitos y más serios que hemos visto últimamente, una auténtica
pintura de Concha y Sierra con aires decimonónicos que, como no podía
ser de otro modo, recibió una ovación sincera de salida después de un
portagayola limpio de Rafael de Julia. Atendía al nombre de Granadino (nº
75, 521 kg, 08/19; arrastrado entre algunas palmas), era negro entrepelado,
salpicado, rabicano y caribello. Salió andarín, de aquí para allá, hasta que
Héctor Vicente le recetó un puyazo paletillero sin concesión que le hizo manar
sangre como un surtidor. En el siguiente encuentro el de Concha y Sierra,
renuente, se quería ir con los capotes, le pegan y se marcha sueltecito. No
paró de trotar con un galope noble en banderillas, ocasión que aprovechó Andrés
Revuelta para lucirse con la brega. Inició De Julia frente a la presidencia,
sacándolo al tercio con muletazos artísticos de cierto empaque. Brindó y se
puso a torear por derechazos, sin embargo el pitón del toro era el zocato, por
donde acometía con boyantía y buen aire. Tres tandas de naturales con buen
sabor pero inconstantes, toreando firme, natural y dando el medio pecho. Nos
quedamos con la sensación de que el toro tuvo condición para armar una faena
más solida. Granadino, con esa estampa inolvidable, no fue el toro más
bravo, salió suelto en varas, pero tuvo una condición muy buena, un galope y
una franqueza que realzó aún más tamaña gallardía. Me llevé una grata alegría,
he de confesar que no esperaba gran cosa de esta ganadería, cuya suerte
intuimos que pende de un hilo porque en los últimos años no hace más que pasar
de unas manos a otras.
Seguidamente abrieron el
portón al de Palha, un toro fuerte que no aparentó demasiado quizá por
la colocación de las astas, cornidelantero. Peluquero (nº 476, 578 kg,
10/19; ciertos pitos en el arrastre), nombre que nos recordaba a los Ibanes,
salió descompuesto en el capote de Ángel Sánchez, sin dejarse hacer ni torear,
comportamiento que desarrolló en la misma línea el resto de la lidia. El de
Palha fue un toro que se sentía muy cómodo en los terrenos del picador y,
aunque empujó con un pitón en la primera, en la segunda vara acudió de largo y
el toro quería. Estábamos deseosos por verlo pero Ángel Sánchez se desmonteró
pidiendo el cambio y el presidente lo tuvo a bien, así bronca para ambos. En
banderillas Peluquero se comportó áspero, dosificando las arrancadas, en
la muleta soltó mucho la cara y se defendió. Lo que viene siendo un toro con
genio. Tuvo fuelle y no abrió la boca, todo un regalito para Ángel Sánchez, que
no consiguió extraer nada reseñable y solivianto al personal a base de
innumerables enganchones.
El ejemplar de Partido
de Resina fue el tercero en orden de lidia, Tormentoso (nº 31, 631
kg, 02/19; algunas palmas de despedida), de cuyo nombre parecía sentirse
orgulloso y si no que se lo pregunten a Amor Rodríguez. Un toro precioso, con
el trapío de los Pablorromero, rematado de hechuras, estrecho de sienes
y con poco pitón. Recibió palmas de salida y originó un pequeño debate entre
los circundantes acerca del trapío, la encornadura y cómo han de conjugarse
ambas en opinión de unos y de otros. Desarmó en el saludo al matador, que se
vio obligado a tomar el olivo; cumplió bien en varas sin ser un dechado,
tomando tres puyazos, con cariocas incluidas. En el tercer envite se arrancó Tormentoso
de largo decidido y no salió suelto. En banderillas buscaba a los de a pie, se
enteraba de todo y cortaba un poco más en cada pasada. Toro y torero se
quedaron solos en el redondel, ahí fue cuando nos apercibimos de que Amor no
está preparado para estas lides y no sabía qué hacer con el de Partido de
Resina, un ejemplar de un comportamiento realmente serio y complicado. Acudía a
media altura, cosa normal en el encaste, pero además se quedaba corto y, si
veía el hueco, lanzaba el derrote, tan es así que el torero se llevó un
pitonazo en la axila. No era el de Palha, pienso que este tenía más en la
muleta, pero necesitaba delante un torero curtido en estas batallas. La media
estocada delantera que le recetó, que parecía en buen sitio, sacó a relucir el
poderío de Tormentoso que estaba como si nada, arrancándose en varias
ocasiones tras el golpe de descabello. Por la cabeza del matador no pasaba volver
a entrar a matar, que era lo que correspondía, así que el intento por tumbar al
toro con el verduguillo se fue prolongando hasta que sonaron los tres avisos,
justo en ese momento se echó, y le dio trabajo al puntillero de plaza: Juan
Antonio Domínguez, que lo despenó sin mayor problema. Duro y avieso, acusando
mucho los cinco años y medio, un señor toro.
Completaba el lote de
Rafael de Julia el toro que, desde la dehesa salmantina, nos trajo la ganadera
de Castillejo de Huebra, bautizado en el herradero con el nombre de Junerón
(nº 5, 560 kg, 04/20; ovación en el arrastre). Las hechuras, tan levantado y
aleonado, bien puesto de cara, eran más ofensivas de lo que nos tiene
acostumbrados el encaste murubeño. Se fue otra vez De Julia a portagayola y de
salida ya vimos que el toro se dejaba hacer sin muchas complicaciones. En las
dos primeras varas David Prados levantó la vara haciendo la “mayonesa” e hizo
la carioca en ambas, cosa que le debió de gustar mucho al jurado y le dieron el
premio por ello. Lo pusieron para una tercera, se arrancó pronto desde la media
distancia y solo señalaron el puyazo. Se lucieron los banderilleros en su
tercio y fueron obligados a saludar. El de Castillejo de Huebra fue un toro más
templado por el izquierdo que por el derecho, el espada empezó por el lado malo
y, cuando su obra estaba más en alza después de tres tantas de naturales, se
cambió al lado derecho haciendo que decayera el valor de la faena. De nuevo lo
vimos torear con un corte clásico, el toreo que convence a todos, pero de nuevo
las series no tuvieron la rotundidad que merecía la buena condición y el temple
del astado. La forma de entrar a matar, tan ventajista, además de la colocación
de la espada, desmerecieron todo lo anterior, cosa que no le pareció importar a
muchos puesto que flamearon pañuelos pidiendo la oreja. El ejemplar de
Castillejo de Huebra fue un toro notable, con un comportamiento muy franco y
templado, que a mí, particularmente, no consiguió removerme.
El quinto toro de la
tarde correspondió con el de Pedraza de Yeltes, un toro castaño,
quebrado de lomo, veleto, de nombre Guantero (nº 37, 588 kg, 02/19;
silencio). De salida perdió las manos y parecía descoordinado, aflorando las
protestas para que lo cambiaran. Como dije antes, Ricardo Romero citó con arte
en la suerte de varas, donde hubo solo dos puyazos que transcurrieron sin pena
ni gloria. Se rehízo el castaño de Pedraza dejando de blandear y en el capote
de Juan Navazo mostró una embestida que daba esperanzas. Fue una ilusión porque
en el último tercio fue un toro con mucha guasa, con la cara por arriba y sin
recorrido. Lo intentó Ángel Sánchez por la derecha sin conseguir lucimiento. El
de Pedraza de Yeltes fue un toro malo, mediocre para lo que se espera de este
hierro.
Terminó esta corrida concurso con el ejemplar de Salvador Gavira García, aplaudido de salida. El remate, la conformación de las astas y una generosa badana daban lustre y acrecentaban el trapío del toro, registrado como Librero (nº 21, 533 kg, 01/20; silencio). Se quedó cortó en los primeros lances siguiendo los vuelos de la capa de Amor Rodríguez que, de nuevo, perdió los trastos. Blandeó durante toda la lidia y, perfectamente, podría haber sido protestado. De forma que hubo que cuidarlo en varas y fingieron la suerte en el segundo encuentro con el del castoreño. Tuvo una embestida pastueña y noble por el pitón izquierdo, Amor Rodríguez lo toreó muy despegado, a medio metro de la bragueta, supongo que todavía tenía en su cabeza el mal trago de Tormentoso, de Partido de Resina. Necesitó seis o siete pinchazos, en la misma suerte y en los mismos terrenos, antes de dejar una estocada trasera. El de Gavira fue demasiado blando para una corrida concurso en Las Ventas.