Otra más. Como ya se sabía, jamás volveremos a ver la finura y la arrogancia sin igual de los toros de Sánchez-Cobaleda. En esta ocasión parece que la Unión Europea y sus políticas antitaurinas tienen gran parte de responsabilidad, tratando al toro bravo como si fuera ganado estabulado, sin hacer distinción alguna con la vaca lechera o los vacunos para hacer chuletones. Mucha Cultura y tal pero a la hora de la verdad, cuando se trata de defender un patrimonio único e irrepetible como es el toro de lidia, no ha habido institución en España capaz de revertir la situación y la sangría que estamos padeciendo con los diferentes encastes de la raza de lidia. Lo más cruel es que es el propio sistema-profesional-taurino el que parece más interesado en todo esto -salvando a unos cuantos locos y románticos aficionados que luchan por salvar la situación, empleados de asociaciones ganaderas o similares, que los hay- la realidad es la que es, y solo hace falta echar un ojo a los carteles de las ferias, no digamos de Despeñaperros para abajo, para darse cuenta hacia dónde nos llevan taurinos y profesionales.
Con su pan se lo coman.
Con su pan se lo coman.
{ fotos publicadas en esta clarificadora entrada de Josemi }
Noventa años después de la llegada de los patas blancas al seno de la familia Sánchez Cobaleda, su extinción está en marcha pero su tipo sigue siendo el mismo, al igual que su herencia genética, en la que se suman el físico macizo, la variedad de capas y la explosividad de los Veraguas, con la profunda bravura de los Ybarras y la viva nobleza de los Saltillos. André Viard