Cuando llevas un lustro matando los mismos toros día tras día salvo contadísimas excepciones. Cuando el malo de esas ganaderías es "el que no sirve", el que se para o pierde las manos en cada muletazo. Cuando no recuerdas un toro de los que paralizan el cuerpo con la furia de su mirada, de esos que traslucen ira y deseos de coger. Cuando estás en esa tesitura pasan estas cosas.
El Juli en El Mundo
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