Baltasar Ibán es siempre recibida con expectación por los aficionados, no solo por ese tótem llamado Bastonito, venerado por los aficionados más que la mismísima virgen, sino porque todos los años echan toros que derrochan casta. No suele fallar. El Cortijo Wellington es una maravillosa factoría que no deja de producir toros bravos, como el jugado ayer en segundo lugar: Camarín.
Dentro del conjunto fue el más proporcionado, el más en Ibán, aunque andan diciendo desde tierras charras que proviene de un semental de Pedraza de Yeltes, la ganadería que trajo un toro afeitado hasta las orejas. No han tardado en colgarse la medalla. En conjunto, el primero excesivamente aleonado, el tercero un retaco de astas veletas, y los tres últimos grandullones.
Camarín de salida. Foto Álvaro Marcos |
Lo de Camarín fue bravura auténtica, en puridad. La bravura que explicaba en esta entrada, definida llanamente con la frase "hasta aquí hemos llegado". La RAE sólo necesita una palabra para explicarlo, dicho de un animal: fiero o feroz. Porque Camarín, después de cinco tandas en las que Aguilar le dio distancia y se lo dejó llegar de largo, sin esconderlo, intentando gobernar las imparables acometidas del funo sin terminar de conseguirlo, como los bravos de veras, en vez de mirar con tontuna a los tendidos y huir a tablas, Camarín dijo que se acababa la historia y que no le pegaban ni uno más. A esas alturas de faena Camarín no embestía, cazaba. Aguilar se percató, cogió la espada y se lo llevó a los adentros con varios muletazos por bajo que tanto gustan en esta plaza, sin lucimiento, y se tiró de verdad, con el cuerpo tras la espada, llevándose un pitonazo en el pecho y colocando el estoque arriba, donde merecía tamaño toro. Podría haber sido una vuelta al ruedo en vez de una oreja, pero no era, ni mucho menos, para protestar al torero. El presidente no se enteró de nada, otros días sacan el pañuelo azul por cuenta propia, sólo si se cortan las dos orejas en faenas que hierve la plaza; si lo pide la afición tras una lidia intachable, no parecen capaces de verlo.
Aguilar iniciando el trasteo por bajo |
Porque Camarín acudió de largo a la pelea, fijo en el caballo. En el primer envite empujó con todo y en el siguiente lo sacaron rápido. Pedía pelea y no vimos el ansiado tercer puyazo porque no se administra el castigo, se lidia malamente. En banderillas no hizo ningún ademán de manso y persiguió a Rafael González. Todo ello con viveza, con brío de bravo, codicia y galope que era todo un deleite.
Primera vara |
El resto de la corrida no tuvo mal tono, en general con fondo de casta, de toro de lidia. Iván Vicente y Víctor Barrio no estuvieron a la altura, especialmente el último. El primero del encierro fue de largo al caballo, pastueño, pero de buena condición; tercero escondido en el jaco, encastado, no se cansó de embestir; cuarto manso encastado; el quinto desangrado en varas, aplomado, con clara tendencia de manso; y el sexto de buen juego en los primero tercios, se paró pronto, aunque los terrenos que escogió Barrio, junto a las tablas, seguramente no fueron los adecuados.
Camarín volverá a sonar, estamos ante uno de los toros de la feria y de la temporada. Un toro de premio.
Camarín volverá a sonar, estamos ante uno de los toros de la feria y de la temporada. Un toro de premio.
para mi la mejor de la feria baltasar iban como mas completa un saludo
ResponderEliminarNo estuvo nada mal David, desde luego.
ResponderEliminarUn saludo, gracias por pasar por aquí.