Reseña para la web y libro de crónicas de la Asociación El Toro de Madrid.
Domingo, 24 de septiembre
de 2023, se ha celebrado en Madrid una corrida de toros concurso de ganaderías
con un clima perfecto para ello. Y hay que especificar lo de “corrida de toros”
porque al margen de esta tenemos otros dos concursos más a lo largo de la
temporada, que son “corridas de novillos”, por obra y gracia del sacrosanto
pliego de Las Ventas, ese que unas veces es ley y otras papel mojado. Algo más
de ocho mil personas en el coso, podemos decir que además de guiris y
aficionados recalcitrantes para este festejo incluso había público en la plaza,
hay indicios para pensar que la masiva manifestación que hubo por la mañana en
contra de la sumisión del Gobierno con los nacionalistas tuvo gran culpa de
ello. Las ganaderías que se corrieron fueron las de Partido de Resina, Samuel
Flores, Victoriano del Río en sustitución de La Palmosilla, ganadora de la
concurso de 2022, Peñajara, José Escolar y Pedraza de Yeltes. Los toreros
anunciados:
Serafín Marín.
Dos pinchazos, estocada trasera y caída; TIBIAS PALMAS. Estocada con telonazo
que hace guardia; TIBIAS PALMAS.
Rubén Pinar.
Estocada, un golpe de descabello; SILENCIO. Estocada corta y un golpe de
descabello; SILENCIO.
Gómez del Pilar.
Tres pinchazos, estocada desprendida; SALUDOS CON DIVISIÓN (dos avisos). Media
estocada suelta y un golpe de descabello; SALUDOS CON DIVISIÓN (un aviso).
Presidente. Sr. José Luis
González González. Solamente el desatino mayúsculo acontecido en la lidia del
sexto toro, cambiando el tercio contra toda razón, tratándose para más inri de
una corrida concurso, es motivo suficiente para que no volviera a presidir un
festejo en Las Ventas.
Tercio de varas. Destacó
y fue muy aplaudido Antonio Peralta por su quehacer picando al cuarto de la
tarde, el de Peñajara.
Cuadrillas. Muy bien
banderilleando y lidiando al de Peñajara, Marcos Prieto y Diego Valladar con
los palos y Manuel Macias con el capote. Fueron obligados a saludar.
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Antes de pasar a reseñar
lo que pasó con cada toro hay que hacer un comentario contra la empresa,
veedores y personas responsables de las ganaderías y trapío que hemos visto en
esta corrida concurso. Una vez más la falta de originalidad a la hora de
reseñar y la desidia que transmiten. En este tipo de festejos, que solo se
demanda un ejemplar por hierro se podría abrir el abanico y traer cosas
distintas o ganaderías que carecen de ocasión para venir con seis ejemplares,
darle un toque extravagante que llame la atención de público y aficionados. Se
podrían exhibir los toros en el Batán, que para eso está, para darle mayor
resonancia. Pero nada. Luego está el toro que ha traído cada ganadero, solo
podemos salvar aquí el ejemplar de Partido de Resina y el de Peñajara, lo
demás, se ha visto claramente, eran las sobras de las sobras. Esto revela
claramente la dejadez de la empresa a la hora de reseñar y poner en valor esta
corrida. Creemos que Madrid merece una corrida concurso de categoría, un
acontecimiento para el mundo del toro que fomente la competencia entre
ganaderos, que recupere la esencia y el sentido que tuvieron este tipo de
festejos. Y ahora pasemos a lo sucedido en el ruedo.
La tarde dio inicio con aplausos
de salida para el toro de Partido de Resina que, ciertamente era guapo y
se daba un aire al concepto de Pablo Romero que tenemos en la cabeza: bien
puesto de pitones, hocico chato, lomo recto, grupa ancha y desarrollada…
también esa forma tan cansina de desplazarse y ese movimiento aparatoso de las
patas traseras. Tan cansino que el animal rozó la invalidez, por decirlo de
alguna manera, y podría haber sido devuelto perfectamente. Nos referimos a Cabañito
(nº 33, 510 kg, 04/19; arrastrado entre pitos), cuya salida dio buenas muestras
de mansedumbre, visitando toriles y mirando a los espectadores de barrera. Ya
en el primer puyazo el piquero tuvo que fingir el castigo, háganse a la idea de
la escasez de fuerzas que mostraba, transcurriendo el tercio de caballos entre
las protestas y las demandas de los tendidos porque Cabañito se fuera de
vuelta a los corrales. No lo tuvo a bien el presidente y la lidia continuó con
las pasadas en falso de los banderilleros y la atonía del morlaco. Cogió la
muleta Serafín Marín, cuya aparición nos traía recuerdos de juventud, y le ligó
una serie a media altura, templada, que era justo lo que pedía el animal.
Estuvo inteligente con el toro y lo toreó bien en dos o tres tandas redondas y
rematadas. Cabañito estaba entre alfileres como hemos dicho, Serafín no
sudaba con él, así que se empachó de toro y se pasó de faena conforme a la
costumbre y cánones actuales. Dos pinchazos y una estocada trasera y caída
pusieron a los carniceros a trabajar y ya no los volvimos a ver en la bocana
del dos. El presidente fue protestado por no devolver el toro.
En esta jornada de
domingo había más probabilidades de ver a votantes socialistas manifestándose
en contra del propio partido socialista que un toro de Samuel Flores
saliera bravo. Y así fue, puede que haya que remontarse al socialismo de Guerra
y González, a monterías borbónicas en El Palomar, para encontrar un ejemplar
realmente bravo en esta ganadería. El samuelón de hoy venía con la cornamenta
consuetudinaria, lo que no traía eran carnes que compensaran semejante
aparataje. El hombre que montaba a caballo le recetó una lanzada en el
costillar, cosa que vino a descomponer del todo la acometida de Triana,
pues así se llamaba el toro (nº 55, 520 kg, 12/18; pitos de despedida). De los
garapullos reaccionó dando cabezazos a diestro y siniestro y abriendo el hocico
en gesto de cansancio, y en la muleta pasaba sin humillar y siguió en la misma
tónica de soltar la cara. Rubén Pinar tardó algunos lances en cogerle el son
para que no le topara las telas, cuando lo hizo se lo pasó demasiado lejos de
la bragueta y los que tienen la perspectiva más cenital, en las gradas y
andanadas, se lo echaron en cara. Estuvo hábil cruzando exageradamente la mano
de la muleta y la de la espada, dejando una estocada a la primera y un golpe de
descabello.
Asomó por chiqueros el
tercero, de Victoriano del Río, un toro mal hecho, feo, una mole de
carne de pelo negro apodado Manisero (nº63, 580 kg, 09/18; aplausos en
el arrastre). Un toro corretón que se pasó la lidia haciendo hilo, en el
caballo se arrancó presto en el primer cite − puyazo en el costillar− y en el
segundo acortaron distancias, haciendo una pelea más bien discreta. Su
movilidad puso en aprietos a los banderilleros, si bien esta pujanza que ofreció
el ejemplar de Guadalix fue bien aprovechada en los primeros compases de faena
por parte de Gómez del Pilar, lo mejor el inicio genuflexo y algunos remates.
Basó su actuación en la mano derecha y exprimió todo lo que pudo al Victoriano,
que metía muy bien la cara no sin ciertas complicaciones. Al final de la faena
una tanda por derechazos haciendo el tiovivo agarrándose al lomo del toro, muy
jaleada, nos confirmó que, efectivamente, hoy había público en Las Ventas.
Después del primer pinchazo entrando a matar el de Victoriano se fue acobardado
buscando las tablas, detalle a tener en cuenta en una corrida de este signo. Sobre
esta faena concluimos que Noé no estuvo por debajo del toro, tampoco brilló al
nivel que Madrid demanda, su actuación fue agradable, correcta, y no pasó de
ahí. Eso sí, emborronada por la espada.
El de Peñajara fue
uno de esos toros que caldean el ambiente los días previos a su lidia, la
espectacularidad de su trapío propició debates y pronósticos, multiplicados por
el altavoz que otorgan las redes sociales. El suflé estaba en todo lo alto
cuando el de Peñajara saltó a la arena venteña, la bellísima capa ensabanada
botinera era coronada por dos pitones espeluznantes; su cuerpo, dada la
simiente contreras, carecía de exageraciones. La ovación para recibirlo estaba
servida. Atendía por Mexicano (nº 47, 518 kg, 11/18, algunos pitos de
veredicto) y desde los primeros lances se apreció que tenía poco interés por
acudir a los cites. Estuvo bien en la suerte de picar Antonio Peralta, Mexicano
acudió en tres encuentros con el varilarguero, tardeando en demasía, escarbando
y acortando las distancias, sin excesivo empuje en la pelea, no obstante ese
galope codicioso una vez que se arrancaba entusiasma a cualquiera. Siguió
parándose en banderillas y no fue por las mañas de la cuadrilla, pues
estuvieron de lujo intentando alargar la embestida con la capa, y Marcos Prieto
con los palitroques pareó con clasicismo a un toro que, como hemos reflejado,
tenía una cabeza pavorosa. Llegó completamente parado a la muleta, poco o nada
se podía hacer con tan escaso material. Serafín entró a matar con telonazo, la
espada cayó atravesada y asomó la punta por el costillar de Mexicano,
cuyo juego fue mucho más agitado los días previos que durante su lidia.
Pensábamos que el de Escolar
era un candidato para poner las cosas en su sitio, pero al verlo asomar la
gaita decayeron gran parte de las ilusiones. Otro toro feo, sin cara y sin
aparentar, protestado de salida. Eso sí, humillando desde el inicio, la pelea en
el caballo no dijo nada y tomó un segundo puyazo a menos. En banderillas
cortaba el viaje y los banderilleros se dedicaron al arte del rejoneo a pie. El
Escolar, de nombre Castellano (nº 58, 503 kg, 12/18; palmas de
despedida), regaló varias embestidas al paso arando con el hocico por el lado
izquierdo, la gente lo vio, pero Rubén Pinar no pudo exprimir ese pitón e
insistió por el lado derecho. El de Valdetiétar se puso áspero rápidamente y Rubén
Pinar lo pasaportó de una estocada corta y un golpe de descabello.
Para finalizar esta
concurso otro toro recibido entre rumores de protesta, Sombrero (nº 25,
597 kg, 09/18, arrastrado en medio de una ovación), de Pedraza de Yeltes.
Esqueleto grande y agalgado como corresponde, pero una carita y una expresión
de niño chico que desmerecía el conjunto. Tocan para que salga el caballo y
aquí vino todo el meollo de la corrida. El toro cogió una primera vara, por
parte de Sangüesa, de una manera sublime, agrandándose, echándose sobre las
patas traseras para dedicarse a meter riñones que aquello era una epifanía.
Luego se fue disimuladamente a tablas buscando a los capoteros. Lo ponen para
un segundo envite, se arranca al galope y se pone a meter riñones del mismo
modo que había hecho anteriormente, definitivamente, algunos estábamos viendo a
la Virgen de la Paloma. De repente, miramos al palco y asoma el pañuelo blanco,
Noé había pedido el cambio y el presidente, el inefable presidente y sus
magníficos asesores, lo habían concedido inmediatamente. ¡Qué era aquello, por
qué! Nadie entendía nada, quedamos en estado de shock, por fin un toro
que se crece de verdad en el castigo y, ahí estaban, poniéndole las
banderillas. Se suponía que estábamos en una corrida concurso de ganaderías. No
vimos el segundo tercio porque seguíamos en trance, las protestas arreciaban,
Gómez del Pilar, el torero lidiador que acompaña al caballo metro y medio
cuando sale al ruedo había pedido el cambio y, el presidente… ¡qué podemos
decir del presidente! Siguió la bronca cuando el torero, después de todo
aquello, brindó el toro al público. Sin más preámbulo, se puso de rodillas y
ligó una tanda de derechazos en una cuarta de terreno y, los mismos que lo
habíamos abroncado hacía unos instantes, batíamos palmas entusiasmados.
Siguieron dos tandas emocionantes, en gran medida gracias a la arrancada
poderosa del ejemplar de Pedraza de Yeltes, recordándonos a aquel tremendo Huracán
lidiado el San Isidro del año pasado. Se vino muy a menos, puede que cerrarlo
en tablas y acortar las distancias no le sentara bien. Para culminar Gómez del
Pilar dejó media estocada soltándose rápido la espada, con el obstinado e
indeseable acoso de los banderilleros tratando de derribarlo, el burel necesitó
un golpe de descabello. Gómez del Pilar saludó entre palmas y pitos, y no era
para menos. El mal sabor de boca que dejó esta lidia no se olvidará fácilmente.
El galardón para el toro más bravo de esta corrida concurso de ganaderías fue para Sombrero, ejemplar de Pedraza de Yeltes. Esperamos que regrese el próximo año y que nos dejen ver lo que los toros dan de sí en el tercio de varas.