domingo, 20 de diciembre de 2015

Coriano, de Pablo Romero


Coriano, de Pablo Romero.
En Aplausos, mayo de 1996. Foto: Arjona.

martes, 15 de diciembre de 2015

La profanación de Ceret

   Recientemente hemos escuchado a Manolo Molés diciendo que andan mirando la posibilidad de televisar la feria de Ceret, de cuadrar el calendario laboral de su equipo técnico para poder ofrecer este ciclo. La noticia me cayó como un jarro de agua fría. No estoy especialmente en contra de las corridas televisadas, pero si hay un lugar que no se presta a las trivialidades de la caja tonta es Ceret y su feria torista. Esta pequeña plaza situada en la falda del Pirineo Oriental, cuyas primeras estribaciones se observan desde algunas localidades, es un lugar mágico para el aficionado a toros, y perdonen la cursilada del adjetivo, pero es la definición más certera. Aficionados llegados de todos los rincones del orbe peregrinan hasta Ceret a fin de reencontrarse con su fe, igual que los devotos caminan hasta Santiago de Compostela en busca de su verdad interior. No resulta complicado toparse con colombianos, mexicanos, italianos, alemanes, ingleses y, por supuesto, españoles y franceses. Aficionados selectos, entusiastas del auténtico toro de lidia, se concentran en unos tendidos que, como todas las plazas con encanto, obligan a pagar el tributo de la incomodidad. En pocos lugares se da el caso de que la inmensa mayoría de los asistentes sean verdaderos aficionados, de ahí que las reacciones por los avatares que surgen en el ruedo sean inimaginables en el resto de plazas a las que estamos acostumbrados. Verbigracia Madrid, donde hubo un tiempo en el que los aficionados superaban en número al público ocasional, pero estamos hablando de hace muchos años, seguramente décadas. El toro es el eje, y para que un ejemplar sea arrastrado entre honores es condición sine qua non cumplir en el tercio de varas como corresponde a los de su estirpe; siendo que se valora con más estima el avisado que pone a prueba el valor del espada en cada lance que el almibarado que se presta a faenas largas, porque allí lo que interesa es el toro y no la mona. Hay un equilibrio cuasi perfecto ponderando lidia y lidiadores, a veces benevolente, a veces severo y, de vez en cuando, surge alguna voz sarcástica e indolente que recuerda a los de abajo quiénes son los que mandan. Se cuida hasta el mínimo detalle, hay vestimentas regionales, se exhiben los toros, se anuncian los caballos, tertulias... y todo ello aderezado por la banda tradicional, la Cobla Millenaria, que proporciona a la corrida un aura inconfundible. El rito llevado a su punto culminante.

  Ceret es un pequeño rincón soñado por el aficionado y, llegados a este punto, entenderán que no es de recibo que la televisión profane uno de los lugares que cuidan con más esmero la fiesta de toros, que lleguen allí Molés y su corte a hacer de Ceret una cosa banal, rompiendo nuestras ensoñaciones. Los toros son un espectáculo que solo se puede percibir en su totalidad in situ, la vida del hombre está en juego, y la televisión no hace otra cosa que mixtificar. La mejor feria torista del mundo no merece las sandeces de David Casas y Caballero, ni que llenemos las redes sociales de comentarios cainitas. Como en los templos monumentales, las cámaras y las grabaciones han de estar vetadas. El que quiera vivirlo que vaya. Y aunque no pueda ir, aunque me ahorre dinero viéndolo en el sofá, que se quede sin emisión, prefiero que los aficionados me lo cuenten en sus crónicas. Dirán que peco de romántico, que hay dinero en juego, ¿pero acaso hay mayor romanticismo que el encarnado por la ADAC durante todos estos años?


jueves, 10 de diciembre de 2015

Un garrochista

Un garrochista, Francisco de Goya y Lucientes (hacia 1795)

  El primer catálogo del Museo Real, de 1821, incluyó ya el cuadro, descrito entonces como "Retrato de un picador a caballo". La radiografía realizada en 1986 reveló una composición subyacente distinta, desvelándose como boceto incuestionable para un retrato ecuestre de Manuel Godoy, cercano al único conocido hasta entonces, en colección privada americana. Se reconoce con claridad la banda de la Orden de Carlos III, que le fue concedida a Godoy en 1791, y el tricornio de comandante de los guardias de Corps, grado que recibió junto al de duque de Alcudia en 1792. Se tienen noticias, sin embargo, de que Goya preparaba un retrato ecuestre de Godoy unos años después, en el verano de 1794, que pudo llegar a pintar, aunque no ha llegado hasta nosotros, tal vez por la destrucción de numerosos retratos del Príncipe de la Paz tras el Motín de Aranjuez.


  La procedencia real del Garrochista hace aún más enigmático el repinte de la primitiva figura y la sustitución por una imagen de género. Es posible que Goya retocara el cuadro, de pequeño formato, después de 1808, para salvarlo de la destrucción durante el período del reinado de José I, durante el cual él siguió siendo pintor de cámara, o bien al ingresar en el Real Museo en 1819. La imagen subyacente está utilizada con indudable maestría, aprovechando y al mismo tiempo disimulando los trazos originales, tanto en el caballo y la silla de montar como en el jinete. En el paisaje se añadieron los toros a la derecha, integrados con pinceladas que unen a la perfección unas zonas con otras, y las nubes a la derecha recortan ahora la nueva silueta del picador ocultando el uniforme característico de Godoy.

Fuente: Museo del Prado.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Clavel Blanco, de María Luisa Domínguez

Bravura en su máxima expresión.
(Si alguien ha visto algún toro más bravo en varas que lo diga)

jueves, 29 de octubre de 2015

Opinar de toros

Por Andrés Amorós, en la obra El Cossío.


  No es raro identificar la fiesta de los toros con la mentalidad castiza, cerril, antieuropea; con el golpismo reaccionario; con la pobreza intelectual. Todo eso puede ser verdad en muchos casos, pero no es necesariamente así.
  Al decir esto no hablo solamente como aficionado, sino con la serenidad del historiador que ha aportado un montoncito de fichas bibliográficas. En este recorrido por un tema literario nos hemos encontrado con nombres como los de Unamuno y James Joyce, Octavio Paz y Francisco Nieva, Michel Leiris y Hemingway, Álvarez de Miranda y Tierno Galván, Américo Castro, Bergamín y Francisco Umbral, además de todos los poetas del 27. Si los límites hubieran sido otros, habría añadido, entre otros, a Picasso y Orson Welles, a Antonio Machado y Valle-Inclán. Después de estos hombres, ¿se puede hablar, exclusivamente, de ideología derechista, de pobreza cultural?
  Parece claro que la fiesta ha impresionado fuertemente la sensibilidad de tantos grandes escritores, españoles o no. Y que la mayoría de nuestros pensadores han reflexionado sobre los toros como fiesta nacional -tópico y verdad, a la vez-, que algo debe de tener que ver con nuestra "vividura" hispánica.

  Recurro -como todos, supongo- a mis recuerdos. En los toros he conocido, junto a muchos energúmenos, a Ernesto Hemingway y Deborah Kerr, a Orson Welles y Lauren Bacall. He visto alguna corrida junto a Domingo Ortega o Luis Miguel Dominguín: estaban callados o comentaban muy poco, en voz baja y con benevolencia para el torero.
  Hace unos meses, en el San Isidro de 1981, he comprobado cómo la fiesta parece renacer: he visto aguantar trombas de agua a José Bergamín y Rafael Alberti; a Fernando Savater, lector de Bergamín, redescubriendo en Paula la "música callada"; a Francisco Nieva, tomando apuntes en su diario dibujado; a Fernando Sánchez Dragó, trinando contra los funcionarios del toreo; a Juan Gómez Soubrier, discutiendo un ayudado por bajo; a Federico Jiménez Losantos, planeando viajes taurinos; a Félix Grande, reviviendo noches de flamenco, vino y rosas. He cambiado pullas con Alfonso Guerra sobre el eterno problema de Curro Romero. Y a la salida, después de una tarde gloriosa, a todos ellos, y muchos más pegando pases por la calle de Alcalá. 
  Algunos ensayistas y pensadores -creo- se acercan a los toros para escribir un artículo, por lo menos; por lo más para formular una teoría sociológica o filosófica de presunta validez universal. La sensibilidad de los poetas no suele permanecer indiferente ante la belleza plástica del espectáculo y el dramatismo de un momento irrepetible.

Orson Welles en Sevilla

  Después de resumir tantas teorías y opiniones, permítaseme, muy brevemente, resumir la mía. No me interesan demasiado las polémicas entre los partidarios y los enemigos de la fiesta. En definitiva, todo es cuestión de gustos. Y, para apreciar algo, hace falta conocer mínimamente sus reglas. A todos los españoles que hemos visto por primera vez un partido de béisbol nos ha parecido algo aburrido, repetitivo, sin ningún interés, pero millones de americanos se apasionan por ese juego y no hay razón suficiente para pensar que todos ellos son estúpidos. Podemos irnos del estadio a los pocos minutos, como los turistas americanos o japoneses que abandonan el tendido al terminar el primer toro, porque todos les parecen iguales (peor para ellos). Lo que no debemos -creo- es escribir sobre baseball solo por esos minutos que hemos pasado, a disgusto, en un estadio yanqui; y todavía menos, sacar de ellos conclusiones teóricas sobre la historia, la psicología o la antropología cultural de los norteamericanos.
  En realidad, cualquier espectáculo, visto desde fuera, sin conocer mínimamente sus reglas ("su código", dicen algunos), sin participar en él, resulta absurdo, un nonsense. Ver bailar a la gente a través de un cristal, sin oír la música, es algo decididamente cómico. No más, en todo caso, que ver correr a unos mozos, en calzón corto, peleándose por una pelotita; o ver a una joven, con faldita corta blanca, intentando mantener el equilibrio y dar vueltas sobre las puntas de los pies; o ver... (ponga cada uno lo que su libidinosa imaginación le sugiera).

  He mencionado la palabra "reglas": me parece evidente que, con demasiada frecuencia, se suele olvidar que el toreo las tiene. Porque no se trata, ante todo, de ponerse más o menos bonito, de revivir antiguos mitos precristianos o de expresar la eterna tragedia de nuestra raza. Lo primero es otra cosa. Simplemente, en el ruedo está un toro, un animal peligroso. Lo primero que hay que conseguir, para torear, es que no te mate ni te hiera. Eso -me parece evidente- es anterior a toda estética, a toda metafísica. Lo segundo, quebrantar la fuerza del toro para que, cuando llegue el momento, puedas matarlo. Lo tercero, lograr que te obedezca, para que puedas realizar la faena sin riesgo grave de cogida. Todo esto -tan prosaico, tan evidente- se llama lidia y se basa en unas reglas que no son caprichosas ni están hechas a priori, sino que han sido descubiertas y renovadas por los toreros, en su práctica, desde hace muchos años. Solo sobre este fundamento puede manifestarse la personalidad individual del torero, su inspiración para cumplir las reglas, renovarlas o destrozarlas. (Igual que la originalidad del escritor, quiéralo o no, porque detrás de él hay una tradición literaria). Y, así, crear belleza.

Toros de Cuadri en el campo

  Lo más interesante del caso es que el torero no se enfrenta a un teorema, a una cuestión fijada de antemano, sino a un animal singular, imprevisible. Cada toro es hijo de su padre y de su madre. Por eso, la cualidad más necesaria en un torero, la más difícil de poseer, es la intuición para ver claro y apreciar, en un segundo, las cualidades de ese toro, y así acomodar a ellas su forma de torear. Ahí, desde luego, un error se paga muy caro. 
  El verdadero arte del toreo no consiste en ponerse bonito, en andar con más o menos gracia, sino en darle a cada toro la lidia que necesita, la que está pidiendo. El buen aficionado es el que observa al animal, es capaz de apreciar sus condiciones y, en función de ellas, valora lo que hace el torero. El simple espectador -no aficionado- es el que pide, siempre, el mismo tipo de faena. El mal torero es el que trae la faena hecha, desde el hotel, sea cual sea el toro que le corresponda. 

  Entender los toros es muy difícil. Hace falta haber visto muchas corridas, no basta con ir el día de la fiesta de mi pueblo. Sobre todo, hay que saber ver las condiciones del animal. Y eso, en nuestra cultura urbana, no es fácil.
  Para apreciar buena literatura, además de la sensibilidad, hace falta haber leído bastante. No estorbará, tampoco, haber intentado escribir: aunque los resultados fueran mediocres, así se habrán podido apreciar, en vivo, las dificultades de este oficio.
  ¿Sucede lo mismo con los toros? Exactamente igual, creo. Por eso hay pocos auténticos aficionados en los miles que llenan una plaza. El turismo extranjero ha aumentado el problema, claro; pero no es solo culpa de los turistas. Entre los españoles que acuden a una plaza, muy pocos se han puesto delante de una vaquilla, alguna vez o, simplemente, han visto las reacciones de los toros en el campo; la mayoría, han acudido allí como otra diversión, sin saber demasiado de qué va la cosa.

  De todos modos, entender y valorar rápidamente las condiciones del animal es algo muy difícil. Ni siquiera muchos toreros saben demasiado de eso. Además de costumbre, oficio, se necesita una peculiar intuición. El buen aficionado sabe que hay que ir a la plaza con humildad, dispuesto siempre a aprender. Antes cité una frase del maestro Corrochano: "¿Qué es torear? Yo no lo sé. Creí que lo sabía Joselito y vi cómo le mató un toro".
  Lo que uno propondría -si le pidieran opinión- es muy sencillo: ver el toro. Intentar entenderlo y valorar lo que hace el torero con ese toro concreto. Callarse. De momento, al menos, no escribir. Si es posible, disfrutar. Y, si se tiene alguna oportunidad, intentar ver los toros de cerca, en el campo. 
  Con esto -y la dosis necesaria de amor, paciencia y suerte- podemos vivir, en cualquier plaza, tardes inolvidables, "momentos mágicos".

domingo, 18 de octubre de 2015

Se acabó, hasta el año que viene

La taquilla. El sol. La procesión. El quite que cambia la tarde. El puyazo que nunca llegas a ver. La sangre del toro. Lo auténtico. El pasodoble. El quite que salva una vida. El par con los pies en la arena. El incapaz. El presidente que adivina las intenciones del que no agita pañuelo. El natural. El toro que no teme a nada. El eterno recalcitrante. La lidia. La sardana. La vuelta al ruedo al manso. El miedo. El caballo ciego y blindado. El desdén con el tendido. El mugido. El bodegón en el ruedo. La sangre del héroe. El que huye. Las bostas. El empresario que conspira. La gloria. El indulto de la mona. La manguera. El presidente linchado. La emoción. Las mulas enjaezadas. El juicio permanente. Los txistularis. El medio toro con las figuras. La arrancada. El toreo. Los cascabeles. Lo impostado. El salto de la garrocha. El zortziko. La tragedia. Los taurinos del callejón. El valor. La verdad de la estocada. El toro de la jota. El optimista. La muerte gloriosa. El peón que no la respeta. El apretón de manos. La tertulia. 

Eugenio Lucas Villaamil (1858-1919)

viernes, 16 de octubre de 2015

Capirote, de Concha y Sierra


Capirote
de Concha y Sierra, lidiado en Madrid en quinto lugar la tarde del 10 de abril de 1882.

Después de proporcionar dos caídas y matar un caballo, en las diez veces que llegó a estos, enfrontiló al espada Ángel Pastor al dar el pase de tanteo con la muleta, derribando al diestro, quien, una vez en el suelo, fue enganchado y volteado por el toro. Retirado Pastor a la enfermería, estoqueó al de Concha y Sierra el notabilísimo torero Rafael Molina (Lagartijo).

jueves, 8 de octubre de 2015

¿Adónde nos llevan?

Entrevista en Mundotoro.com

José Antonio Martínez Uranga

  El empresario de Las Ventas, o uno de todos los que hay, el mismo que en los últimos años nos ha dejado frases como: "a esto le queda muy poquito, mi hijo será la última generación que viva del toro" o "veo el futuro muy corto", vislumbra un resquicio de salvación y propone adaptar el espectáculo de toros en función de las críticas de los antituarinos. Piensa el empresario que pegarle un tiro de gracia al toro después de varios descabellos, o devolverlo a corrales medio amorcillado para que le den matarile en el anonimato, apaciguará los ánimos abolicionistas de los fanáticos y de paso engancharemos a la gente joven. Ingenuidad que roza la estupidez, sirva como ejemplo el caso del país vecino, Portugal, donde matan al toro en la oscuridad y los antis protestan con igual vehemencia y mala educación en los alrededores de los cosos. Las palabras de Martínez Uranga son toda una declaración de intenciones que llevarán a cabo, no tengan duda, y atentan contra los principios fundamentales de la tauromaquia, que no es otra cosa que rito de vida y muerte. Después vendrá el velcro.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Señorío

Último paseíllo en Madrid como único espada. 1966
   
   En 1971, volvió a los ruedos y cuajó una tarde histórica en la alternativa de José Luis Galloso, en El Puerto de Santa María. El crítico Navalón había hecho comentarios desfavorables a su vuelta. Se anunció en Las Ventas con una corrida de Victorino Martín, le cortó las dos orejas a un toro y, cuando pasó delante de él, en la vuelta al ruedo, se las dejó en la barrera. Así hablan las figuras del toreo. (Andrés Luque Gago, Recuerdos de un torero)


Enlazo un interesante ensayo publicado en Taurología por Carmen de la Mata Arcos: Antonio Bienvenida, clasicismo y pureza en el arte del toreo.

40 años de la muerte de Antonio Bienvenida

    Un 4 de octubre de 1975, en un día de tienta en la finca Puerta Verde, término de El Escorial, una utrera de Amelia Pérez Tabernero regresó por su cuenta a la plaza donde había sido toreada un rato antes por Antonio Bienvenida. Entró y se llevó por delante al maestro, que se encontraba de espaldas cuando la vaca lo golpeó, cayendo de forma aparatosa. Lo trasladaron al Clínico de La Paz donde fallecía tal día como hoy, 7 de octubre, rondando las cuatro de la tarde. El mundo del toro y la ciudad de Madrid dio muestras de enorme dolor, arropando en todo momento a los familiares. Su funeral ha sido uno de los más sentidos que se han vivido en Madrid. Gloria eterna para Antonio Bienvenida, el torero de la sonrisa inmortal.


Cuenta José María de Cossío sobre él:

El calificativo que mejor cuadra a su manera de entender la profesión es el de maestro. De los toreros contemporáneos suyos, muy pocos han tenido la intuición taurina, la conciencia de los terrenos de la lidia, el conocimiento de las condiciones y tendencias de los toros. Esta maestría ha sido el cimiento solidísimo del edificio alegre y melancólico de su toreo. Porque si en sus medios tácticos, en su manera de entender el dominio sobre las reses pertenece a la especie de toreros generales y dominadores, en su estilo, en su sentimiento del arte de torear ha mostrado un equilibrio inalterable entre el patetismo, que siempre ha rehuido, la alegría andaluza y la sequedad y austeridad de que toreros suyos contemporáneos han sido exponente egregio. El toreo de Antonio Bienvenida busca su puesto en la aparente ligereza sevillana, pero con un matiz de melancolía que no llega al patetismo. Esta negativa a conducir su arte por los escapes que pudiéramos llamar románticos del arte de torear caracteriza su toreo y le dan pleno derecho a la consideración de clásico, de maestro de su arte.


Ya dije que huyó en su arte del patetismo, y que nada tiene que ver con el hieratismo de diestros eminentes con quienes alternara, pero lo mismo tras los adornos sobrios, y el ritmo de gracia y, sobre todo, de su permanente sonrisa en el ruedo, Antonio Bienvenida ha practicado un toreo escrupulosamente grave, en el que lo alegre muchas veces era tan solo la sonrisa permanente. Ha toreado ejemplarmente con el capote, ha sido un banderillero largo y entendido, y su muleta puede pasar por modelo y canon de buen toreo, sin que el más escrupuloso aficionado pudiera en sus grandes faenas tildar una sola concesión a la ventaja. Pocos nombres pasarán a la historia del toreo con ejecutoria más noble y varonil que el de Antonio Bienvenida. Su influjo en la fiesta, las posiciones por él adoptadas frente a claros abusos, no son sino reflejo fiel de su carácter entero, asentado sobre la bondad y simpatía más evidentes e indiscutidas.




Dejo el documental de Fernando Achucarro, disfrutadlo.

lunes, 5 de octubre de 2015

Otoño 2015

   Visto y no visto, la Feria de Otoño ya es historia, y para ella media docena de naturales de Paco Ureña a un toro noble de Adolfo Martín que cerraba el ciclo. Será lo que perdure. Tres días antes empezábamos con una novillada de El Torreón de las que hacen que el público salga de la plaza como si hubiera un incendio dentro, blasfemando entre dientes la detestable condición de los animales. Para más inri, vimos unos novillos demasiado anovillados para lo acostumbrado en esta plaza.

Luego vino el cacareado mano a mano entre López Simón, el de las tres puertas grandes del año sin que nos acordemos de un solo muletazo, y Diego Urdiales, aupado a los altares por una campaña mediática después de dieciséis años de alternativa. El mismo Urdiales que llevamos viendo todos estos años: el ausente, desaparecido y medroso, frente al genial, espontáneo y belmontino; a decir de sus panegíricos sería Antonio Ordóñez en caso de haber nacido en Ronda, y ocupa el cetro del mismísimo Curro Romero. Un desfase. Algún aficionado no digitalizado de mi grada, de los veteranos que fían toda su memoria en lo que ven sus ojos tarde tras tarde, solo recordaba al riojano por una faena poderosa a un ejemplar de Victorino, hace ya unos cuantos años. Recuerdos selectivos de aficionado que pocas veces marran. Con tanto elogio el subido es tal que fue Urdiales el que invitó a saludar a López Simón al romper el desfile, como si fuera él el que viniera de abrir dos veces la Puerta Grande y no de naufragar con una corrida de Victoriano del Río.

La corrida del Puerto de San Lorenzo echó todo al traste y toda la salsa se debió al arrojo de López Simón. Lo mismo de siempre, para qué voy contar. No hay encaste más exasperante para el aficionado que el de la familia Fraile, quitando, por supuesto, el de los gracilianos que anuncian a nombre de Juan Luis. O se quedan flojos y parados o se mueven blandengues, pero siempre con la estupidez y la mansedumbre de por medio; y los toreros encantados los siguen demandando. Llevamos varios años aguantando lisardos demasiado mediocres, los ganaderos deberían plantearse adónde quieren llegar.

Urdiales pasó de puntillas. Y López Simón salió por la Puerta Grande en una actuación con tintes melodramáticos, un torero nunca tiene que dar pena ni dar margen a ello. La primera oreja fue un regalo del palco, eso de tener un hijo torero debe de ablandar el criterio porque no había petición suficiente a todas luces. Hay que decir que la tarde del madrileño en el plano artístico fue muy escasa, todo sustentado en el derechazo y en la faena que le dio la segunda oreja abusando del recurso del pico, rematando con una gran estocada recibiendo, eso sí. Valor, temeridad y cercanías, los pilares del exitoso año de López Simón en Madrid. No es poco pero necesitará mucho más para mantenerse arriba, veremos... 

Ninguna historia los de Vellosino el sábado. Vacíos, anodinos, descastados. Otra ganadería mediocre en perpetuidad. Eugenio de Mora y Uceda Leal vinieron a poner el cazo, este último al menos dejó dos estocadas superiores de las que hace un tiempo tenía por costumbre. Y Gonzalo Caballero, además de la predisposición del novel, tiene trazas de buen torero. Cómo evolucionará no lo sabemos.

Rafaelillo parando al cuarto de Adolfo, Baratillo

Para terminar nos esparaba la corrida torista que se viene repitiendo los últimos años: Adolfo Martín. El encierro no defraudó en absoluto. Tres tobilleros que se orientaban a partir del tercer muletazo, como fueron primero, segundo y cuarto. Uno muy exigente y encastado en tercer lugar. Otro que apuntaba buenas cosas, castigado en exceso en el caballo acabó perdiendo demasiado las manos, el quinto. Le corría la sangre por el lomo como un canalón. Y el sexto que sacó nobleza y buena embestida. De presencia desigual, algún retaco y alguno sacudido de carnes, pero serios en general y muy aparatosos de velamen. En los caballos fueron a menos, el toro de Albaserrada nunca ha sido un dechado en este tercio. Todo lo que se les hacía tuvo mucha importancia, había que ganarles la partida en cada lance y conocer los condicionantes del encaste. De ahí que Rafaelillo y Robleño resultaran indemnes y Ureña zarandeado por sus toros en varias ocasiones.

Ureña, toreando

Como siempre que hay toros de verdad pasaron muchas cosas. Rafaelillo peleó con sus dos regalitos como un titán, es un torero ideal para estas lides y también para torear como el mejor de los artistas. Uno de los toreros del momento. Me quedo con algunos pasajes del trasteo con el primero de la tarde, si bien no logró imponerse siquiera una sola serie; y el saludo capotero al cuarto, por verónicas flexionado a la antigua. Robleño sin pena ni gloría, lo mejor fue el acierto a espadas y el aguante parando al quinto, que tuvo unas arrancadas brutales. Ureña escondió sus dos oponentes en el caballo y los metió debajo del peto en el segundo encuentro y, una vez más, como en Bilbao, demostró que aún está muy verde con el toro de Albaserrada. Al tercero lo fue estropeando a base de querer romperlo en redondo desde el principio, y de ahogarlo. El sexto se dejó hacer a pesar de los errores y le permitió dejar un ramillete de naturales de categoría, citando siempre en la rectitud, obligando al toro en redondo y pasándoselo por la faja. El toreo. Atendía al nombre de Murciano, así que entre paisanos no había otra que entenderse de buena manera. Siendo ligados, cada natural tenía personalidad propia, un principio y un remate. Ante semejante forma de torear la locura estaba servida en los tendidos y una estocada efectiva lo sacaba a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, pero mató pésimo, pinchando y envainando. Con todo, ahí queda eso, Paco Ureña bordó el toreo y firma lo mejor con la mano izquierda esta temporada, junto con Morenito de Aranda y Rafaelillo.

martes, 29 de septiembre de 2015

Bombito, de Miura




Gracias a @Descabellos y a @Pepe__Morata recuperamos el vídeo de la excepcional pelea que Bombito, de Miura, protagonizó en la Plaza de Pamplona en 1999, encelándose desaforadamente con el caballo. Mi agradecimiento más sincero por la disposición y generosidad de ambos, excelentes y apasionados aficionados, por subir a la red estas imágenes que habíamos perdido. Espero que no se vuelvan a extraviar, la pelea de Bombito, es esos ocho minutos, representa gran parte de la singularidad del toro de lidia y los atributos que encarna. La acometividad, el desprecio al castigo y crecerse a él, el poderío, la noble disposición de morir peleando, arrogante y vencedor hasta el último momento. La fiera al fin y al cabo. Bravura en todo su esplendor.

*

De la crónica que hizo el maestro Joaquín Vidal, entresaco unas líneas que refieren la lidia de Bombito:


Todo esto desvelaba una bravura excepcional del Miura llamada a levantar en su memoria un airoso monolito. La única reserva que podía hacerse -no baladí- era que todo se estaba produciendo en la querencia de chiqueros. El toro se arrancó allá, desde muy lejos, en cuanto vio aparecer al picador con su castoreño y su instrumental acorazado, y ya no dejó de recargar, metida la cabeza bajo el peto. Diez minutos así, aunque otros cronometradores aseguran que fueron cerca de 15. Un caso histórico, en efecto. Y, mientras, el capoteo, el coleo, el zarandeo e incluso la intervención de su matador Juan José Padilla, que debió ponerse nervioso y tras tirarle al toro de un cuerno sin ningún resultado, le dio de puñadas en la cara.


Uno duda de que un torero auténtico hubiese tenido jamás semejante ocurrencia, ni siquiera por lo nervios. Y esta flagrante falta de torería fue como una premonición. Cuando finalmente el toro acudió al espeso revoloteo de capotes que le sacudían las orejas, lo propio habría sido llevarle lejos de toriles y ponerle de nuevo en suerte para comprobar cuál era la verdad de su bravura. Y, sin embargo, Padilla pidió el cambio, el público también, la presidenta accedió y santas pascuas: nos quedamos sin ver al toro y sin la posibilidad de erigirle el airoso monolito.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Fraude en Las Ventas

Corrida de toros de Javier Pérez Tabernero, 27 de mayo de 2010; para Fundi, Sergio Aguilar y Luis Bolivar.


Para no saturar pongo tres toros, la corrida completa aquí.





Reseña:



Corrida de toros de Javier Pérez Tabernero, 10 de junio de 2011; para Antonio Ferrera, Sergio Aguilar y Rubén Pinar.


Tres toros, y los demás pinchando.





El sorteo con los datos:




Corrida de toros de Hermanos Fraile Mazas, según el programa de mano y lo anunciado por la empresa, de encaste Atanasio Fernández (vía Javier Pérez Tabernero), 27 de septiembre de 2015; para Fabian Barba, Pérez Mota y Miguel Ángel Delgado.


Lo mismo, tres toros y el resto en el enlace.





Los nombres (comparen con los anteriores):



En consecuencia me he quedado en casa, hoy no he ido a los toros.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Adiós a la Venta del Batán


  Los derechos de los animales, así, en general. Por más que insisto, la concejala de cultura, Celia Mayer, no me explica en qué consisten. Se intuye que estos animalistas de última generación, retóricos del buenismo y poseedores de una moral superior al resto (de personas, se entiende), pretenden arrebatarle al toro de lidia su naturaleza: Morir combatiendo bajo la admiración del público, arrogante hasta el último estertor y con la posibilidad de matar a su antagonista en todo momento. Ningún animal de la tierra goza de semejante privilegio. Los derechos del toro bravo, según los dictadores de la moral animalista, serán, en el mejor de los casos, rumiar en zoológicos mientras los niños arrojan trozos de pan.

  Del mismo modo que no tienen deberes, los animales no tienen derechos; igual que no pueden ser culpables, no son inocentes. Los derechos de los animales son los que el hombre los concede según los usos, costumbres y legislación de cada comunidad. No se parece, ni por asomo, la vida de una vaca en la India que en España, o la de un perro en China. Sin lidia, sin enfrentamiento con el hombre, el toro desaparecerá; como ha sucedido con el burro, ahora en peligro de extinción, cuando ha dejado de utilizarse para las labores del campo.

  El problema no es la subvención. Si pinchan en el comunicado del Ayuntamiento verán que la intención de Ahora Madrid, una vez expiren las obligaciones contractuales en junio de 2016, son "estudiar posibles usos del espacio municipal, valorar una cesión total o parcial del espacio". A buen entendendor... 

  El verano del año que viene, si el tiempo no lo impide y con permiso de la autoridad, la plaza de toros, escuela de tauromaquia y corrales del Batán, pasarán a tener un uso acorde con los derechos de los animales. Esto es: esconder la muerte, vivir entre barrotes o castrados en pisos de 50 metros. 

  A los profesionales del toro este fregado los ha cogido amasando billetes, estamos en plena temporada.

Aquí no hay nada que hacer, parece cavilar Bote

Cómo sufre, pobre animalito, sí, acabemos con esto. La señora concejala

martes, 22 de septiembre de 2015

Dos indultos improcedentes en menos de una semana

1. Jueves, 17 de septiembre. Albacete.


El Juli indulta un toro de Daniel Ruiz que pegá coces al sentir el hierro y salvo ese refilonazo no se le volvió a poner en suerte.



2. Lunes, 21 de septiembre. Villaviciosa de Odón, Madrid. 


Ángel Sánchez indulta un novillo de Flor de Jara. 

***

¿Qué dice el Reglamento?


1. Excelente comportamiento en todas las fases de la lidia.

2. En las plazas de toros de primera y segunda categoría.

***

Que siga la fiesta. 

martes, 15 de septiembre de 2015

Corrida de toros

Corrida de toros, Mariano Fortuny Marsal (hacia 1867/68)

  El carácter abocetado, casi esquemático, de la composición hacen de esta obra una de las más atractivas que sobre temática taurina pintó Fortuny. La pintura ofrece una panorámica de una plaza de toros, seguramente la de Madrid, en la que destaca muy especialmente el potente contraste lumínico entre el tendido de sol y el de sombra y la presencia bulliciosa de los espectadores, que el pintor trata como una masa informe a base de múltiples manchas negras y pequeñas pinceladas ocres, mostrando su preferencia por el lado más colorista del espectáculo y rehuyendo su intensidad más dramática. 

Fuente: Museo del Prado.

martes, 8 de septiembre de 2015

San Martín en Las Ventas

  El pasado domingo volví a la Plaza de Madrid, desde la encerrona de El Cid con victorinos me he pasado todo el verano desertando, en guerra fría con la empresa hasta que de verdad programe algo con vistas al aficionado. No piensen que el verano ha sido en balde, he visto toros en Ceret, Azpeitia, Cenicientos e incluso una corrida de Adolfo Martín en Miajadas, Badajoz. En todos estos lugares el toro por bandera, íntegro, de un modo o de otro siempre apareció su raza combativa. Como decía, regresé a Las Ventas y dejé a un lado mis particulares diferencias con la empresa, empeñada en echar a los aficionados a base de carteles baratos y carentes de atractivo, con toreros malos o sin rodaje y ganaderías todas en la misma línea; y lo hacía atraído por el que fuera uno de los últimos iconos ganaderos de la afición de Madrid, la ganadería de Hernández Pla, sus últimos representantes, anunciados en los carteles con el nombre de San Martín.

   El encierro resultó una vulgaridad. En general se dejaron pegar y cumplieron en el caballo, yendo siempre a menos en el segundo envite al que se arrancaron bien desde la distancia. Igual que en banderillas, se dejaban clavar y ninguno hacía hilo. Insulsos, suavones, de escasa codicia, justos de poder y muy nobles. De las que produce sopor en los tendidos. Por orden, dieron este juego: Primero manso y aplomado, agarrado al piso y con la cara a media altura; segundo de buena condición, blando y soso; tercero encastadito y boyante, venido a menos rápidamente; cuarto suave y pastueño, por el derecho era un caramelo; quinto sale vivo y fogoso, colándose por el derecho, se raja rápido y acaba mirando al tendido tras cada muletado; y sexto blando, descastado y parado.

  De la terna destaco la torería y el valor seco de Antonio Mendoza, sin alharacas. No son malas mimbres para forjar un torero. Al sexto lo mató prácticamente en los medios después de un buen revolcón.

En tercer lugar el de mejor juego. Antonio Mendoza con Maleta

martes, 1 de septiembre de 2015

Rafaelillo en Bilbao




 Después de una semana de toros bonitos, pastueños y nobles hasta la extenuación, fingiendo el tercio de varas con rutina funcionarial, llegó Victorino Martín a Bilbao y con él la emoción del toro de lidia. Se abrió el toril para el primero, Sobornado nº 44, un tío que atenazaba el cuerpo solo con la mirada. El picador, después de una semana de teatrillo, cargó el peso sobre el palo y puso al rojo el morrillo de Sobornado, que a pesar de ello fue creciendo en pujanza según transcurría la lidia, como hacen los toros auténticos, pidiendo un torero que gobernara todo ese caudal de casta. Apareció en escena el gran Rafaelillo, que resoplaba entre tanda y tanda de las que unas veces salía vencedor y otras vencido. Una faena de poder a poder. En esos instantes de victoria, con la plaza del Bocho enardecida, jaleando con olés propios de aficiones más meridionales, Rafaelillo dejó algunos naturales categóricos, en los que el hombre, con inteligencia, valor y torería, impuso su ley ante la fiera. Pinchó arriba y seguidamente dejó una estocada hasta la gamuza de la que Sobornado salía muerto de necesidad. No le concedieron trofeos, no le han dado portadas, pero quizá dentro de diez años, hablando con los aficionados en una tasca, alguno recuerde a los demás los naturales que dejó Rafaelillo una tarde en Bilbao, con un toro de Victorino. 

Fotografías de Ninja Elisa 

sábado, 29 de agosto de 2015

Sobre la caza y los toros

  En plena Feria de Bilbao los aficionados a toros estamos asistiendo al linchamiento público del presidente de su plaza, el ya célebre Matías. Este buen hombre, durante una corridita de Garcigrande, tuvo la infeliz idea de no conceder al Juli el segundo trofeo de la res, cumpliendo con lo dispuesto en el artículo 72.2 del Decreto 281/96, de 3 de diciembre, por el que se establece el Reglamento de Espectáculos Taurinos Generales de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Todos a una, taurinos de toda condición y ralea, matadores, novilleros, mozos de espadas, aficionados de los que barren el lomo a todo quisqui, empresarios, ganaderos y, por supuesto, periodistas taurinos, insisten en tildar a Matías de hijo de puta en adelante. Y lo hacen públicamente, en prensa digital, escrita, redes sociales, retransmisiones televisivas, miradas desde el callejón y todo lo que se nos ocurra, sin ningún tipo de miramiento. A estas horas no tenemos constancia de que el bueno de Matías haya presentado denuncia por amenazas o agresión en dependencias policiales, mas no se descarta. El afán orejil y triunfalista de los taurinos no conoce límites. 

   Es la cacería pública del señor Matías, pero de momento se zafa y aguanta estoicamente las arremetidas. Sin embargo la veda siempre está abierta para los taurinos e intentarán desbancarlo a toda costa y evitar que presida las Corridas Generales de la próxima temporada. En su afán por acabar con todo lo que tenga de dignidad el espectáculo taurino, Matías es una piedra en el camino, por lo tanto no van a parar hasta desbancarlo. Y eso que Matías les ha permitido acabar con el llamado toro de Bilbao, pues no ha tenido más remedio que tragar con los animalitos que han embarcado las figuras para estas Corridas Generales. Cuatro festejos seguidos con el toro armónico, el taco, el bonito que carece de remate y no tiene cabeza, no digo pitones. El mismo toro que podemos ver en Valencia, Málaga o Santander.  Era eso o montar el cirio, devolver los camiones conforme llegan, el baile de corrales y buscar otras corridas con cierto aspecto del gusto de los mandamases, escándalo que las élites bilbaínas no están dispuestas a permitir. 

  Pensábamos que nunca iba a suceder pero lo han conseguido: han borrado del mapa el toro de Bilbao, igual que han hecho con el de Pamplona. En consecuencia nos han arrebatado el tercio de varas, convertido en un trámite inútil puesto que no hay nada que ahormar en un toro chico, enclenque y tullido. La lidia es un correcalles incómodo a la espera de los ciento cincuenta muletazos que necesitan algunas figuras para convencernos de que ha pasado algo. Y lo mejor es que no contentos con ello, ahora se han propuesto acabar con la suerte suprema.

  Alegan los taurinos que el presidente es un señor caprichoso que hace lo que le viene en gana, que el Reglamento es un papel engorroso y caduco, que los sentimientos del público no se pueden acotar. Todo vale para depreciar la suerte de matar. Desdeñan la razón de ser del acontemiento y la ética que lo legitima. Dejó escrito Enrique Tierno Galván: El toro vive en el ruedo una gloriosa aventura coronada por la mayor concesión que el hombre puede hacer al animal: la lucha franca e igualada; al toro no se le caza, se le vence. Y eso que hace el señor Julián López no es matar al toro, es cazarlo. 

   Una cosa es que Antonio Bienvenida o el gran Joselito tuvieran por costumbre dejar medias estocadas pescueceras cuarteando en última instancia; y otra muy distinta es pasar como una exhalación, pegar un salto alejándose de los pitones, tirarle el trapo a la cara, y clarvar la espada a cabeza pasada. Esto puede servir en Cogolludos de los Montes, señor López, pero en plaza de primera jamás es válido para cobrar esa segunda oreja. Al toro se le mata de frente, con el cuerpo detrás de la espada, clavar a cabeza pasada -piedra de toque del toreo julianesco- es un truco y una cacería, la cacería del Juli. La tauromaquia tiene unas normas, una preceptiva y una ortodoxia que hay que estar dispuesto a asumir si que quiere alcanzar la gloria. Porque cuanto mayor es el peligro del torero, mayor es la amenaza de tragedia y más grande la manifestación de arte. Y los taurinos, en su último ataque contra la fiesta, pretenden hacer del arte un espectáculo anárquico, sometido al capricho de las figuras en pos de un triunfalismo que se diluye en la mediocridad.

  Aguante, Matías.
  
Fandiño vaciando la embestida, con el cuerpo detrás de la espada, matando un toro

El Juli, de caza


lunes, 24 de agosto de 2015

sábado, 8 de agosto de 2015

Subvenciones, ¿qué subvenciones?



No dejen de leer el artículo que ha publicado Juanma Lamet en Expansión. Clic aquí.

viernes, 7 de agosto de 2015

Crónica de una muerte anunciada

  Ya ven, un nuevo estudio viene a decirnos algo que de un modo o de otro, sin entrar en las profundidades de la ciencia, ya sabíamos. El toro bravo, patrimonio genético único en el mundo, científicos y genetistas no salen de su asombro, dándose el caso de que es más lejana la diferencia entre los encastes del toro de lidia que entre las propias razas de bovino. La riqueza genética del toro de lidia maravilla al mundo de la ciencia.

  Todo esto es muy bonito y suena fenomenal. Pero la realidad es la que es y los encastes en peligro de extinción seguirán en la misma situación sin que el sector mueva un dedo por ellos. Si no han tenido arrestos, en pleno siglo XXI y con la fiesta de los toros sufriendo ataques constantes, para formar una estructura que se dedique enteramente a la defensa de la tauromaquia, no vamos a pedirles que defiendan al toro de lidia, pues muchos de los que forman parte de ese poder se posicionan en contra del mismo, de la variedad de encastes y tienen demonizados a muchos de ellos. 

  Otro día hablaremos tranquilamente sobre el ridículo espantoso que están haciendo los grandes empresarios taurinos de este país, junto con algún que otro colectivo, ante el ataque vil que sufre la fiesta día tras día, abandonada completamente a su suerte. Hoy vamos a tratar otras cuestiones. 


El último representante del mítico hierro de la puya. Caperucito

  La peña taurina Agüelachos de la localidad castellonense de L`Alcora ha adquirido el último ejemplar de la ganadería de Alonso Moreno de la Cova. Desde hace años sabemos el funesto destino que le espera a esta gloriosa divisa, siendo una de las pocas representaciones que había del encaste Urcola. El ganadero, por diferentes razones, prefirió acabar con este hierro y centrarse en la otra línea que posee, encastada en Saltillo. Antes de vender y ver sus toros en posesión de otro ganadero prefirió su extinción, lo cual en los tiempos que corren no deja de ser una decisión romántica a la par que controvertida. Hablamos acerca de la ganadería de Alonso Moreno en esta entrada, una de las más exitosas de este blog. 

   El dia 1 de septiembre, en la calles de L`Alcora verán el último ejemplar de alonsomoreno; número 9, guarismo 1, atiende al nombre de Caperucito.

Sánchez-Cobaleda destinado a La Pobla Tornesa, Castellón

  Se ha hablado mucho de los toros de Sánchez-Cobaleda, otra ganadería con personalidad única, maltratada por autoridades sanitarias y administración, y marginada por los taurinos y los que se ponen delante. Parece que esta vez sí, ha llegado el triste momento, y los seis últimos ejemplares ya tienen destino, con ellos se nos va otro pedazo de historia del toro bravo.

  En este reportaje publicado por Paco Moya en Terra de Bous se pueden contemplar los últimos toros de Sánchez-Cobaleda. Algunos de ellos se encuentran con los pitones manipulados por lo que han dado en llamar fundas, advertidos quedan.

  Es una crueldad que dos ganaderías como Alonso Moreno y Sánchez-Cobaleda acaben sus días en las calles de algún pueblo recóndito de la Comunidad Valenciana, sin poder demostrar su bravura en lidia ortodoxa, sin la solemnidad de un día de toros, en presencia de miles de aficionados y con todos los honores. Es la última puñalada. Sin menospreciar los festejos populares, auténticos apasionados del toro bravo, donde en muchos casos se cuida más la liturgia que en las plazas españolas. Pero la lidia a pie, con sus tres tercios y la suerte de matar, es la cúspide de la tauromaquia, lo máximo.
   Como decía Enrique Tierno Galván: El espectador supone, con mayor o menor exactitud, que el toro vive en el ruedo una gloriosa aventura coronada por la mayor concesión que el hombre puede hacer al animal: la lucha franca e igualada.

Toro de Monteviejo para L´Alcora

  La pérdida de Sánchez-Cobaleda debería servir para fijarnos en algunas ganaderías que aún tenemos con sangre Vega-Villar, ya saben, con una información genética única en el mundo, como son Barcial o Monteviejo. En sábado 29 de agosto, en el mismo pueblo donde se correrá el último alonsomoreno, se van a soltar varios ejemplares de Monteviejo. Uno de ellos lo vemos más arriba, el resto en este reportaje del blog Enfoque Taurino.

  Me pregunto qué pinta la Unión de Criadores de Toros de Lidia, una organización nacida para la defensa de los intereses de los ganaderos y, por ende, del toro bravo, contra los pleitos y las marginaciones que sufrían algunos de ellos. Me pregunto qué ha hecho la Unión para aplacar está sangría de encastes y ganaderías de estirpe singular que padecemos; o qué hacen contra esos carteles que vemos repetidamente en los que solo aparecen hierros de una sola sangre, y poco a poco van minando la paciencia y el bolsillo de esos ganaderos que han cometido el pecado de luchar por algo que no le gusta a las figuras. Me pregunto si la Unión mantiene el mismo espíritu que la vio nacer y lo cierto es que no encuentro ningún motivo para creer en ello.

martes, 4 de agosto de 2015

Flamenco, de Miguel Reta


 Durante el pasado fin de semana en Azpeitia descubrí el cartel que ilustra este artículo. Es el duodécimo Congreso Nacional del Toro con Cuerda que se celebrará en Lodosa, y en él, por primera vez participarán los mozos de la localidad de Yuncos, Toledo. Se las verán, nada menos, con un toro de Miguel Reta, que al ver su imagen en el cartel me llamó poderosamente la atención. Flamenco, pues así se llama el toro, por su expresión y por sus hechuras atiende claramente al prototipo de ejemplar de Casta Navarra que hemos visto en las pocas fotografías que se conservan y hemos leído en los textos sobre el tema. Si además Flamenco se comporta como en los toros royos era característico no dudo que los yunqueros sudarán la gota gorda. Suerte.



Más sobre la Casta Navarra aquí.

martes, 28 de julio de 2015

Las medidas de Taurodelta

  Vamos a comentar las famosas medidas que nuestra queridísima empresa ha decidido implantar, o al menos poner en periodo de prueba. Como comprobarán, la mayoría son temas de urgente necesidad, no como la infumable programación que comentábamos en esta entrada, culpable del solar en que se ha convertido la plaza ante unos carteles que no interesan ni al que asó la manteca.

Madrí, Madrí, Madrííííí

1. Con carácter inmediato el Centro de Asuntos Taurinos analizará la posibilidad de incorporar al reglamento la limitación del uso del descabello y la puntilla en los espectáculos taurinos de Las Ventas, en cuanto al número de intentos que puedan practicar los matadores y sus cuadrillas. Se insta además a los matadores a la utilización del puntillero de plaza para lo cual Taurodelta facilitará su óptima preparación y su gratuidad para los matadores. 

  Fomentar el uso del puntillero de plaza me parece bien, era algo que se echaba en falta. Se supone que nadie mejor para hacer una suerte de matadero como esta. Limitar el número de descabellos y puntillazos es un absurdo y una medida en la que se intuye cierto complejo y concesión ante los animalistas y los partidarios acérrimos de Walt Disney, tufillo que, por otra parte, desprende todo el comunicado.

  El toro ha de morir en la plaza, es el principio fundamental del rito, a no ser que el presidente ordene el tercer aviso. Y no hay más. Convertir la muerte de un toro en un concurso televisivo con los espectadores contando intentos a coro es un absurdo. Dentro de los muchos azares e imponderables que tiene la lidia entra el desatino con el verduguillo, como otros tantos. Por otra parte, sacar los cabestros para retirar un toro herido y probablemente amorcillado no parece la mejor opción, con el tiempo que conlleva ahora que miran tanto la ligereza. Si se da el caso de que es el puntillero de plaza el que cumple con el número de intentos, después de un faenón, sale Florito con los mansos y echa un rato para retirar la res malamente herida, qué se supone que hace el público después de todo el ajetreo, cómo reacciona. ¿Pide la oreja diez minutos después, saca a saludar al torero? ¿Y el lugar para reconocer los méritos del toro si ha sido un buen ejemplar, cuándo se le aplaude, cuándo se pide la vuelta al ruedo?

2. Durante el próximo mes de agosto, de forma experimental, el caballo de turno en la suerte de varas accederá al ruedo por la puerta de Madrid (entre los tendido 7 y 8) en vez de hacerlo por la puerta de cuadrillas (entre los tendidos 3 y 4). El objetivo es  reducir la duración del espectáculo en alrededor de 10 o 12 minutos por corrida, no interrumpir  el ritmo de la lidia, no obligar al toro a un ejercicio y a un desgaste innecesario ni permitir la reiteración de derrotes en el burladero del 7. Los presidentes ordenarán la salida del caballo sólo cuando el toro haya sido parado por el matador y / o su cuadrilla.
  En los albores de la lidia los picadores aguardaban al toro en el ruedo antes de que asomara por el chiquero, una brutalidad de entonces, porque los sufridos piqueros aguantaban los primeros empellones encontrándose los toros en toda su pujanza y totalmente descompuestos, sin haber sido convenientemente fijados. Ahora pretendemos que el tercio de varas sea lo más fugaz posible, porque molesta. Aquí lo que hace falta es reducir las protecciones que hacen del caballo un acorazado, haciéndolas más livianas, poner un caballo bien domado, hacer una puya menos dañina, volver a los tres puyazos mínimos por ley, destapar el ojo izquierdo del penco y hacerles análisis de sangre después de cada festejo, que ya nos conocemos, taurinos... Lo demás, pamplinas.

 Con esta medida supongo que cambiaremos el aparcamiento de cornúpetas, del burladero del seis al burladero del diez, lo siento por los aficionados de la solanera que aprovechaban ese tiempo para tirar fotos de los morlacos. 
  Las labores del director de lidia acompañando al picador de tanda a su sitio pasaron a mejor vida, aunque esto no lo echaremos mucho de menos, pues muy pocos cumplían con sus obligaciones.
  Veremos si es compatible esta medida con que los caballos dejen las bostas en las inmediaciones de la enfermería...

3. A partir del próximo domingo los presidentes exhibirán un pañuelo blanco por cada trofeo concedido y lo mantendrán visible hasta el arrastre de la res. Igual práctica se producirá con la exhibición de otros pañuelos, como el verde que ordena la devolución, que deberá permanecer visible hasta que la res vuelva a corrales.
  Bien está, pero el señor Cano Seijo ahí sigue, con una vuelta al ruedo a un toro y una segunda oreja contrarias al Reglamento. El pañuelo verde hasta que el morito vuelva a corrales es una exageración, pero bueno.

4. Los presidentes extremarán el cuidado en la valoración de la petición de trofeos por parte de los espectadores en el caso del primer trofeo, teniendo en cuenta que esta petición no siempre se realiza mediante la exhibición de pañuelos blancos, y en su pronta concesión siempre que exista mayoría en la petición.
  Ah, es que ahora los presidentes tienen que valorar si el señor que está en la otra punta de la plaza haciendo aspavientos está pidiendo la oreja o está suplicando para que no la concedan. Esta es una medida que entra claramente en conflicto con el Reglamento de Espectaculos Taurinos, en oposición al mismo, y por tanto ilegítima. Todavía estamos esperando una respuesta por parte de la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros de España, quince días han pasado y seguimos sin noticias. Las orejas se conceden por la exhibición de pañuelos, los presidentes no pueden interpretar voces, silbidos o aspavientos, y si tanto le gustan las matemáticas y contar puntillazos y descabellos, habiliten un aparatito para que el público vote las orejas desde su localidad. Los presidentes lo que han de hacer es ponderar la gente que no exhibe pañuelo, no solo los que los agitan, como decía Joaquín Vidal. 

  Esta medida suponemos que la haría el mismísimo Miguel Ángel Perera en persona, abogando por el triunfalismo que según él tanta falta hace.


5. Se descarta por amplia mayoría la solicitud de algunas peñas y asociaciones de aficionados en el sentido de que el criterio para abrir la puerta grande de Madrid requiera de dos trofeos en la misma res. Se entiende que la apertura de la puerta grande debe seguir siendo un acto democrático y producirse como consecuencia de la petición mayoritaria del público (a quien corresponde la concesión del primer trofeo) en vez de depender de la decisión de una sola persona.
  Otro clásico. Y me parece una decisión acertada. Soy un romántico de los toros, creo en las puertas grandes de una y una a ley, en la verdad de Madrid. Aunque las últimas hayan sido auténticas birrias. El problema es que el público le ha ido comiendo el terreno a la afición a pasos agigantados. Donde antes había conocimiento, seriedad, juicio crítico; ahora hay paloselfie, gintonic e ignorancia. El publico ocasional y festivo domina, ya no hay ese sentimiento de "esta es mi plaza". Y es lo que buscan los taurinos, gente que no moleste y muchas barras de bar, de ahí que las ferias cada vez sean más largas y el resto de la temporada (donde se hacen aficionados y no gente que va a posturear un día a los toros) parezca diseñada por Pilar Rahola. Por muy difícil que pongan la puerta grande, si no cambia el signo de los tendidos, pedirán la segunda, el rabo y lo que haga falta. 

  Aquí quiero tener una mención especial para la vuelta al ruedo, esa gran olvidada por el público de San Isidro. De la nada a la oreja, pobre vuelta al ruedo, con el buen sabor que dejabas entre toreros y aficionados, y el señorío que ostentabas.


6. Se volverá a estudiar y valorar técnicamente la disminución en la elevación del centro del ruedo de Las Ventas para atender la demanda de matadores, picadores y banderilleros en este sentido, siempre que se garantice la óptima evacuación de agua para evitar encharcamientos y, en su caso, suspensiones.
  Todo el mundo sabe que cuando quiten el cerro de los medios del platillo, Morante pegará quince naturales como Dios manda. Y a lo mejor hasta consigue una puerta grande, que ya va siendo hora.


7. Con carácter inmediato se sustituirá el vestido de torear que lucen el torilero y el chulo de banderillas en Las Ventas por una vestimenta adecuada, que respete el hecho de que sólo quienes participan en la lidia pueden vestir de luces.

   Vieja petición de picadores y toreros de a pie, desconocedores de la tradición y la costumbre en la plaza de Madrid que, desde tiempo inmemorial, e incluso regulado por Reglamento, el torilero ha vestido traje de torero. Para otras cosas no se ponen tan puristas.

  Dice el profesor Luis del Campo en su capítulo titulado “El Traje en la Fiesta Nacional” que “la prosa del legislador muestra un espíritu tendente a dar realce a la Fiesta y, plausiblemente, orienta al empresario para que vista al torilero con el traje de luces. Es lástima que sean contadísimas las plazas donde aceptan su indicación trajeando al torilero en forma especial. Resulta vistoso y agradable, tras los sones agudos del clarín anunciador de la salida del toro y después de abrir la puerta correspondiente de barrera, ver asomarse al ruedo a una persona ataviada con vestimentas alegres y brillantes, cerciorándose de que el ambiente es propicio para que pueda salir la fiera astada".

  Otra tradición que mandamos al garete. A ver si a alguno de estos subalternos, tan castos ellos, les da por parar un toro y correrlo a una mano, en vez de atosigarlos entre varios, orientarlos, y estrellarlos contra las tablas. Ni uno, me moriré y no lo veo.

El célebre Carlos Albarrán, el Buñolero, pintado por Zuloaga. Ejerció de torilero desde 1843 hasta 1903

8. Los presidentes se encargarán de que el trofeo que se concede a los matadores deje de ser la exhibición de la oreja completa de la res, limitando el tamaño y del trofeo.
  Tal y como está la plaza no teníamos otra medida que tomar, y todo por tratar de disfrazar la realidad, por complejo. ¡Menudo disparate!

  Propongo que en vez de mini orejas les den el crotal y lo paseen en la vuelta al ruedo.


9. Los presidentes extremarán la vigilancia en la diligencia de los mulilleros en el arrastre de las reses para evitar tiempos muertos y presión artificial en las decisiones del equipo presidencial.

  Lo siento por el bolsillo de los mulilleros, es un gremio que me cae simpático. Bye bye propinas.