La ganadería del momento
miércoles, 30 de marzo de 2016
lunes, 28 de marzo de 2016
Mano a mano Morenito versus Fandiño
Frisó media plaza para la corrida del Domingo de
Resurrección en Las Ventas y aún la primavera, tímida, no termina de
enseñorearse. En el cartel un apetecible mano a mano entre dos toreros con
sustanciosa historia en Madrid, de contenido distinto aunque similar necesidad:
la urgencia de contratos.
La corrida de Martín Lorca y su hierro hermano,
Escribano Martín, mal presentada. Antiguamente se valoraban los encierros por
lo parejo de hechuras, por la igualdad en la báscula y cosas por el estilo. El
clasicismo de la época romántica. Ahora, entre los propios criadores quedan muy
pocos que miren este tipo de premisas, unas veces por la incontinencia de
encontrar un hato presentable en Madrid, otras por la presión de los
reconocimientos, o simplemente por pura desidia y falta de honra. Hoy, como
digo, una paleta de hechuras y conformación de pitones muy alejados entre sí.
Desde el cornidelantero corrido en primer lugar, pasando por el engatillado
segundo, el basto castaño que salió en quinto lugar y el que asomó para cerrar
plaza, finalmente devuelto, una mole de carne con la altura de un caballo. En
su lugar un sobrero de José Luis Pereda, que después de la inmensidad del
ejemplar devuelto, parecía una culebrilla. Y claro, se llevó la bronca.
De lo que llevaban dentro cabe destacar el
comportamiento del primero. Manso, sí, pero muy encastado y con poco de tonto.
Fandiño quedó a merced por el viento en un quite, se llevó una paliza y el toro
tomó buena nota. Embistió fuerte, codicioso, y acabó subiéndose a las barbas de
Morenito cuando tenía una oreja en el esportón, después de dos tantas de
naturales en las que destacaron dos lances profundos y mandones, con el empaque
personalísimo de este torero. Antes aguantó bien el brío del toro por el derecho,
pero como decimos intentó prolongar una faena que tenía su medida y lo acabó emborronando. Selló con un pinchazo y una estocada en las péndolas de fenomenal
ejecución, de lo mejor de la tarde, pidió a la cuadrilla con buen criterio que dejaran en paz al bicho,
que marchó de huida al burladero del cinco y tuvo una bonita muerte a los pies
del matador.
La muerte del primero |
El tercero fue el otro burel a destacar, el resto
suspende en bravura sin ningún paliativo. En el caballo se dejó pegar y el
piquero señaló en buen sitio, aunque barrenó descarada y vilmente, sin que la
afición lo advirtiera y lo censurara. Llegó entero y voluntarioso a la muleta
de Morenito y por lo que hizo con el anterior se presumía que iba a darle
fiesta, pero no. El viaje no era largo pero acudía con celo a las telas, repitiendo.
El torero castellano no consiguió que aquello cogiera vuelo y al final del
trasteo flotaba en el ambiente la superioridad del toro. Espejo de la faena
recién culminada, lo mató de estocada caída saliéndose.
Para agotar la última bala se las vio Morenito con un
toro desabrido que se orientó por el pitón derecho durante la lidia. Y hete
aquí que empezó el tercio de muleta por la mano izquierda, como requería el
bicho. Por causas de fuerza mayor, pero ya hemos visto a un coleta iniciar el
trasteo al natural, seguiremos informando... Dos pinchazos y una desprendida
remataron una tarde que apuntó alto de inicio para el torero burgalés y cayó en
picado.
Lo de Fandiño es otro cantar. Desde aquella mítica
encerrona anda bloqueado y hoy, en su primer acto de presencia, lidiándose el
que rompió plaza, quitó por saltilleras a uno que no se desplazaba y cuando
quiso salir de la cara, en un apretón, el viento le jugó una mala pasada y lo
dejó a merced, llevándose una fuerte paliza de la que milagrosamente salió sin
cornada. Presentarse en un mano a mano para poner la plaza a revienta calderas
y volver al callejón desorientado, con una paliza en el cuerpo. La dureza del
toreo.
Salió su toro y en la segunda tanda le arrebató la
muleta, fijo en la tela, costó arrebatársela. Todo se desarrollaba a la contra
y así iba a ser durante toda la función. Cuando tomó la de acero pinchó pasando
como una exhalación y, a continuación, dio una estocada con saltito, al estilo
Juli. Donde antes habíamos visto estocadas casi frascuelinas, ahora había
ardid, trampa. Malos tiempos para el fandiñismo.
Entretanto, durante la lidia del tercero, Fandiño apareció para hacer el quite del mismo modo que se había llevado el revolcón, es decir, un desquite. Salió muy acelerado y revuelto, improvisó como pudo y perdió -o tiró- el capote al rematar los lances. Para colmo Morenito replicó y en los delantales sacó a relucir la torería, calentando al público. Otro palo para el torero de Orduña, la tarde era un calvario.
Entretanto, durante la lidia del tercero, Fandiño apareció para hacer el quite del mismo modo que se había llevado el revolcón, es decir, un desquite. Salió muy acelerado y revuelto, improvisó como pudo y perdió -o tiró- el capote al rematar los lances. Para colmo Morenito replicó y en los delantales sacó a relucir la torería, calentando al público. Otro palo para el torero de Orduña, la tarde era un calvario.
La segunda opción para Fandiño no fue tal. El
señor piquero, Rafael Agudo, se agarró en dos puyazos traseros que dejaron al
toro inválido. La gente se mosqueó y protestó, don Justo Polo no tuvo a bien
devolverlo y el resto ya se lo imaginan. A Rafael Agudo, si por un casual
llegara a leer esto, que no lo creo, se le recomienda encarecidamente
leer este documento.
Con el sobrero de José Luis Pereda, que se movía como
descoordinado, Fandiño puso voluntad. El animal se dejaba hacer pero el trasteo
resultaba hueco. Sin embargo a la hora de matar se tiró sobre el toro
encunándose, como hizo en otras ocasiones, solo que esta vez el animal se pasó a Iván Fandiño de un pitón a otro como si fuera un pelele. Al parecer no hizo carne. La estocada quedó muy
trasera y caída del lado contrario y parte del público sacó pañuelos, sin duda
sobrecogidos por la arrogancia y la temeridad del torero vasco.
¿Hasta qué punto es legítimo semejante temeridad, el desprecio por la vida, cuando se convierte en un habito? ¿Cómo podemos valorarlo los aficionados? Responder a estas preguntas daría para un tratado de filosofía.
¿Hasta qué punto es legítimo semejante temeridad, el desprecio por la vida, cuando se convierte en un habito? ¿Cómo podemos valorarlo los aficionados? Responder a estas preguntas daría para un tratado de filosofía.
martes, 22 de marzo de 2016
Gustavo Bueno habla sobre los toros
Uno de nuestros intelectuales contemporáneos y eminencia de la filosofía, don Gustavo Bueno, reflexiona sobre los toros
domingo, 20 de marzo de 2016
Primera del año, Curro por la Puerta Grande
Domingo de Ramos, primera de temporada con toros de Gavira y Puerta Grande para Curro Díaz. No pasa todos los días. Calentó los tendidos el torero andaluz en una tarde desapacible por el frío -la empresa puso un horario tardío para esta época del año- y nos dejó retazos de toreo caro, aderezados por la pinturería que atesora cuando se siente inspirado y ve los oponentes con lucidez. Tarde, por tanto, ideal para reencontrarse con la afición.
La divisa color merengue embarcó una corrida con cierta desigualdad, pero bien hecha, muy seria, imponente por delante y por detrás. Toros rematados de los cuartos traseros, que no es baladí. Ovacionado de salida el veleto y astracanado que rompió plaza y temporada, Varillo; de gran cuajo y trapío el tercero, largo como un tren, con un pitón derecho que era una guadaña. En este sentido no queda otra que felicitar al ganadero; otra cosa hay que decir si entramos en la parcela del comportamiento que desarrollaron en el platillo. Todos ellos mansos en varas, salían rebotados de la suerte y se marchaban de espantada al caballo de la querencia. De los que desorganizan la lidia y hay que banderillear en los terrenos de toriles. Corren tiempos de mansinobles, el bravo se cotiza caro.
El primero tuvo un viaje corto y tres o cuatro tandas en las que acudió pastueño antes de venirse abajo. Fue devuelto el segundo por un puyazo caído que hizo estragos, sustituido por uno de Torrealba (los sobreros de Taurodelta es un caso para estudiar aparte), un colorado mansurrón que no molesta a nadie y queda muy franco en la muleta. Tercero y cuarto igual de mansos que sus hermanos, desarrollaron nobleza atemperada. Y quinto y sexto descastados y aplomados, no valían un duro.
Juan Ortega no supo aprovechar las embestidas que le ofreció el toro de su confirmación antes de que se apagara, en ningún momento cogió vuelo el trasteo. El público lo sacó a saludar en una muestra de sensibilidad. Después se encontró con un marmolillo sin posibilidades.
David Galván no me convenció. Vino con la faena hecha desde casa. El mismo quite por chicuelinas en dos toros, perdiendo los trastos al rematar; el comienzo con el pase cambiado por la espalda con un toro que hasta el momento había sido incierto, resultando cogido en la pantorrilla derecha, de la que se veía perfectamente cómo le corría la sangre por la media. Cuando mejor estaba toreando, al natural, se puso a dar circulares, continuando con las manoletinas, como si estuviera en Cantalapiedra de Arriba. Dejó una estocada trasera pasando como un rayo, cortando una oreja ampliamente solicitada. No pudo salir de la enfermería y ahí quedó la historia.
Muy generoso el público con la primera oreja que le pidieron a Curro. La faena estuvo repleta de muletazos soberbios, de enjundia, pero todos ellos en lo accesorio. Los de pecho, las trincheras y los derechazos de perfil, ligados sin solución de continuidad, acompañando y componiendo figura torera. Mucha guarnición y poca carne. Mató de media en el hoyo y dos descabellos.
Otra cosa fue lo del cuarto. Transcurría el trasteo por los mismos derroteros de los chispazos, los remates excelsos, cuando se echó la muleta a la mano izquierda y ligó dos tandas entre las astas del bicho, mandando en la arrancada, pasándoselo por la femoral. Sensacional. Arreciaron los olés más graves. Curro miraba con complicidad a los aficionados que se encontraba en el siete, ahora sí. Se volcó en el morrillo del toro, la estocada fue de las que valen una oreja por sí sola. No dejó escapar la oportunidad y suma su segunda Puerta Grande en Madrid. Enhorabuena.
Para ir rematando consignamos que la torería de plata anduvo muy aseada, ligera, y en algunos pasajes brillante, para las complicaciones que plantearon los toros. Ya vendrán tardes de incapacidad y rechifla en esas desastrosas novilladas que programa la empresa...
Todas las faenas principiaron con la muleta montada por la derecha. Habrá que ir fijándose en esto, no puede ser que el 100% de los toros desarrolle mejores condiciones por la diestra. Hay que venir con más verdad a Las Ventas.
La nueva grada joven repleta, qué alegría tanta mocedad en los toros. De momento anduvieron fríos, como la tarde. Ya tendrán tiempo de calentarse.
Curro, a lo suyo |
sábado, 19 de marzo de 2016
Andrés Amorós en la revista Taurodelta
P | En ese aspecto hemos
evolucionado.
R | Sí, con la democracia hemos
aprendido que las aficiones no te marquen ni ideológica ni políticamente. Y
digan lo que digan, la Fiesta siempre ha sido de todos los españoles, ni de los
ricos ni de los pobres, de todos.
P | Ha escrito sobre la evolución
de los espectáculos en España, ¿cómo lo han hecho los toros?
R | Hablar de eso
es bien fácil. Si partimos de la época de Goya, a finales del siglo XVIII, es
cuando nace el toreo moderno, las plazas, también surgen las ganaderías, se
ordena la lidia y se redactan las primeras tauromaquias. Esto significa que el
toreo, en contra de lo que dice la gente, es fruto de la ilustración, de la
razón, no de la espontaneidad salvaje; eso es cultura, porque es regla,
orden... Durante el siglo XIX, los toros se convirtieron en una pasión nacional
hasta tal punto que, cuando el desastre del 98, sólo el teatro y los toros
movilizaban a la gente, sobre todo aquí, en Madrid. Y eso se puede demostrar.
Después llegará una edad de oro del toreo, con Joselito y Belmonte, luego una
edad de plata, con grandiosos toreros. Será tras la guerra civil cuando surjan
los problemas: baja el toro, se cometen una serie de fraudes y, además, la
tauromaquia como espectáculo se encuentra con la competencia de otros
espectáculos. También ocurre que la sociedad pasa de ser agraria a ser urbana, lo
que de alguna manera aleja a la gente de los toros.
P | ¿Afirmaría que la Fiesta, actualmente,
resulta un anacronismo?
R |... Bien, anacronismo, ¿qué estamos
queriendo decir con anacronismo?
P | Pues algo como ver una lata de Coca-Cola
en un decorado de la Edad Media.
R | Sí, lo he entendido, pero a
ver cómo me explico... Mi respuesta es ‘no’, a pesar de que Luis Miguel repetía
mucho, medio en broma, que él era un “anacronismo viviente”, cosa que pensó un
día que, estando vistiéndose de torero, vio pasar un reactor. Y yo lo que suelo
hacer es preguntar con frecuencia si hoy, por ejemplo, es un anacronismo un
soneto, la ópera o la danza clásica. Estas manifestaciones, como el toreo, son
un arte y en arte no existen anacronismos. Hay que pensar que en el arte no se
avanza, es intemporal, está presente siempre. Así como Las Cuatro Estaciones de
Vivaldi la consideramos una obra actual, o el Quijote, escrito en el XVII, no
podemos afirmar que Delibes sea mejor autor que Quevedo.
P | Y si hablamos sólo de toros.
R | Si hablamos sólo de toros,
que es algo que todo el mundo identifica con lo español, citaría a mi
maestro, don Américo Castro, quien decía que para expresar la peculiar
‘vividura’ hispánica nada mejor que la Fiesta Nacional. Él, precisamente, no
era aficionado. Tampoco lo fue Madariaga y reconoció que el toreo era el arte
más completo, o Tierno Galván que definió a la Fiesta como el mayor
acontecimiento nacional.
lunes, 14 de marzo de 2016
Historia de una falla de Valencia
Insisto, pues, en instarle a que reflexione sobre la responsabilidad que le alcanza. En sus manos está el presente y el porvenir de la fiesta nacional y su salvación depende del camino que emprenda usted de aquí en adelante: si toma por el de la derecha, trabajoso y empinado, ella y Dios se lo premiarán; pero si se decide usted por la perfumada, ancha y llana carretera de la izquierda, R.I.P. el toreo.
Tengo anotado, y si me atreviese le diría que clavado en el corazón, su final de temporada anterior, tan triunfal para usted como sospechoso para mí. El anverso es radiante: volvió usted tarumba a la afición valenciana, matando, no ya seis, sino siete toros de Guadalest, entre clamores de frenético entusiasmo, y fue usted felicitado y bendecido por cada uno de los clubes gallistas existentes en las ciudades, villas, pueblos, caseríos y parroquias de la península ibérica. Pero por el reverso pintan bastos, y se asegura (y yo me inclino a creerlo por aquello de "piensa mal y acertarás") que los toros del prócer andaluz no fueron precisamente toros, sino gatos, auténticos mininos, que en lugar de mugir, maullaban, y en vez de cornear sacaban las uñas. Por algo ha tenido usted el honor de verse juncalmente reproducido en las Fallas de este año; los artistas valencianos, testigos de sus heroicidades con los siete oriundos de Cámara (aquellos cámaras que tanto apetecía el Guerra), han descorrido el velo y ha aparecido la realidad en forma de caracoles.
F. Bleu. Antes y después del Guerra
Valencia, 1914
jueves, 10 de marzo de 2016
Cuando no recuerdas lo que es un toro
Cuando llevas un lustro matando los mismos toros día tras día salvo contadísimas excepciones. Cuando el malo de esas ganaderías es "el que no sirve", el que se para o pierde las manos en cada muletazo. Cuando no recuerdas un toro de los que paralizan el cuerpo con la furia de su mirada, de esos que traslucen ira y deseos de coger. Cuando estás en esa tesitura pasan estas cosas.
El Juli en El Mundo
La contradicción del Juli
Entresaco en este artículo una pregunta con la correspondiente respuesta de Julián López en un encuentro digital de esos que organizan ahora los medios, en este caso El Mundo, en el que cualquiera, de forma anónima si prefiere, puede interpelar al invitado de turno. Otra cosa es que la pregunta pase el filtro y llegue a su destino, vaya usted a saber quién y cómo las canalizan... En cualquier caso es una buena oportunidad para averiguar, meter el dedito en la llaga, y reflexionar sobre cuestiones que quizá no haríamos frente a frente.
A pesar de la inquina que se me pueda atribuir con respecto al Juli, por todo lo que le exijo y le atizo; por su toreo, a veces tan impostado, heterodoxo cuando menos; no escribo hoy para cebarme con el torero. Mi intención no es otra que dejar patente la aflicción que siento por lo que significan sus palabras, por el futuro que nos espera y por lo que más me gusta de todo esto: los toros. Nada más y nada menos.
Dice El Juli que hay que ser autocríticos con eso de la desaparición de encastes y seguidamente arremete sin contemplaciones contra el público y la prensa que ha demandando el toro mastodonte. ¡Menuda autocrítica!
Vamos por partes. La teoría de la exigencia de un sector de la plaza de Madrid, una minoría ruidosa, y la crítica implacable de la que Joaquín Vidal (qepd) era cabeza visible, está muy pasada de moda, caduca, y resulta bastante rancia y demagoga. De esto hace más de quince años y entretanto han seguido cayendo sangres únicas, muchas con morfología para plaza de primera. Hay que echarle bastante morro al asunto para salir ahora con esas. Es un problema mucho más profundo, cada casta, cada ganadería, tiene una historia particular, reducir la extinción del ganado a un grupito de aficionados furibundos y a unos cuantos escribas es un argumento muy pobre. Lo cierto es que el público medianamente entendido está cada vez más concienciado con la sangría de encastes y agradece sobremanera todo lo que salga del guión establecido, esto es el toro monotema. Solo hay que ver en San Isidro el aspecto de la plaza los días de corridas diferentes, por no hablar del llenazo de Fandiño con ganaderías de las no blandas.
Por otro lado, habla Julián como si en todas las plazas que actúa exigieran el toro de Las Ventas, como si en cualquier plaza que no fuera Madrid, Pamplona, Zaragoza, Bilbao y, apurando, Sevilla, no admitieran toros de cualquier tipo de casta que no sea esa que ha conseguido dar toros gigantes, la del monotema por supuesto.
Me preocupa, y me duele, que nos pasemos el día defendiendo la riqueza del toro de lidia, su singularidad, el patrimonio de su genética, y una de las máximas figuras que a todas horas repite que le debe todo al toro, no sienta el mínimo miramiento con los encastes que poco a poco vamos perdiendo y que nunca más van a volver. Lo peor es que esta desidia no produce otra cosa que degradación para el toro. Poco a poco lo van minando. Es la culminación de una serie de figuras que han ido sucediéndose, que fueron cercando el abanico hasta llegar a esta situación caricaturesca en la que nos encontramos, donde un espada limita su temporada a tres o cuatro ganaderías con el mismo patrón de comportamiento, nos dice que son las que sirven, y pretende que sintamos atractivo.
Es el fin, el monotema se impone. Los que vienen, salvo milagro de un Gallito redentor van por los mismo derroteros. Esto no lo salvan cuatro tardes en Vic, tres en Céret y dos en Cenicientos, perdonen el cataclismo. El artista ha reducido su temática a pintar siempre el mismo cuadro, uno facilón, no le interesan otro tipo de composiciones más complejas o simplemente diferentes. Yo no voy al museo a ver siempre al mismo artista pintando el mismo cuadro. Algunos incitamos al desafío, pero nadie nos oye, el torero vive en su mundo, aislado, sin apenas contacto con el aficionado de a pie, con su jerga del "pulsear", el "sentirse a gusto", "el sirve o no sirve" y el "expresarse" que todos debemos acatar y comprender. Como también debo asimilar y sentirme culpable por la desaparición de encastes debido a una situación que no viví. Como si no pudiéramos buscar un remedio a este disparate y proceso de autodestrucción.
martes, 8 de marzo de 2016
Aquella fiesta brava del vivir y el morir
miércoles, 2 de marzo de 2016
Donaciones para la Fundación, ahora sí
Entradas que guardo de Céret 2015, con el sello que acredita donativo de 50
céntimos para el Observatorio nacional de las culturas taurinas de Francia
La empresa Taurodelta anuncia los precios de las localidades (aquí) para la
temporada 2016 que seguirán estables. Ni suben ni bajan, se mantienen. Ahora es
el momento, señores profesionales del toro, empresarios, toreros y ganaderos,
de tirar de dignidad y donar a la fundación Toro de Lidia del taquillaje y
honorarios percibidos. Sería una ocasión estupenda para empezar a creer en
ustedes. Aprovechando la suculenta recaudación de las taquillas de Las Ventas
demuestren que el modelo francés sí es imitable. No sangren más el bolsillo del aficionado, como hicieron en Castellón, y encima se las den de mesiánicos. Ya que solo contamos para hacer número en las
manifestaciones, amén de pasar por taquilla, por supuesto, apechuguen con la defensa de su negocio, con la defensa de la
tauromaquia. Ahora sí, es el momento.