Corrida de toros de Baltasar Ibán, encaste propio de matriz
Contreras y Domecq y Díez, perteneciente a la Feria de San Isidro. Desiguales
de lámina, desarrollaron comportamiento variado, en general sosos y venidos a
menos en la muleta. Los más potables primero y tercero. El sexto fue devuelto
al lastimarse una mano, salió un toro jabonero barroso del hierro de Torrealta,
feo y terciado, que se movió alegre y descompuesto.
Tres cuartos de plaza en
tarde agradable y primaveral.
Agradecido, Provechito, Provechoso, Saltillo, Sartenero y
Desagradecido (sustituido por Milonga de Torrealta). Los tres primeros
cuatreños y los restantes cinqueños. Promediaron 524 kilos.
Una de las corridas que los aficionados esperan desde que
conocen los carteles y seguramente debido a esta esperanza muchos salían
decepcionados. Se esperaba más del hierro serrano, aunque fuera un ejemplar que
nos pusiera en vilo, pero nunca llegó a salir, al menos en la corrida de hoy. A
lo mejor era el sexto el bravo al que aferrarnos, uno de los más guapos y
serios de la corrida, salió rematando en burladeros, pero desgraciadamente se
lastimó y asomó el pañuelo verde.
La mejor cualidad de los ibanes fue que todos salieron del
encuentro con el picador pendientes de las telas que los provocaban, alguno
creciéndose como Provechoso en tercer lugar. No se vio ninguna espantada como
es costumbre todas las tardes, lo que demuestra el fondo de casta de esta
ganadería.
El primero, negro de capa y fino de cabos, salió mostrando su
buena condición desde el saludo capotero. Un toro blando, noble, con la codicia
justa. Robleño lo administró en series cortas, atacándolo por el lado derecho
llegó a los tendidos, pero el toreo profundo se atisbó en algunos lances al
natural. Los doblones con gusto precedieron la estocada de una faena
inteligente y bien medida. El cinqueño que sorteó en el cuarto capítulo,
abrochado de astas, desarrolló una embestida corta y en todo momento sabía lo
que se dejaba atrás. Robleño lo tapó bien en una faena que no pasó de aseada,
haciendo gala del oficio adquirido a base de vérselas con toros-toros.
Serafín Marín ha estado muy desdibujado toda la tarde. Lidió mal
el castaño jugado en segundo lugar, tundiéndolo a capotazos. Fue un ejemplar
soso y manso, con tendencia a marcharse. El torero catalán tardó en ver el
boyante pitón izquierdo que tenía, sacó una tanda notable al natural pero ya
estaba muy sobado y el toro no quiso más pelea. En quinto lugar se las vio con
un toro cornalón y veleto, desangrado en varas, que espera en banderillas y
queda aplomado en la muleta. Nada de provecho se podía hacer con él, no
obstante culpamos a Serafín de la escabechina en el caballo, si no lo hubiera
permitido es probable que el toro hubiera quedado más vivo.
Luis Bolívar, conocedor de esta plaza, ha traído consigo el
don de las distancias. Sin embargo ha faltado capacidad y poder para atemperar
y templar en los embroques, como se vio claramente en el trasteo con el sexto
bis. El ejemplar de Torrealta salió claro vencedor, no tenía una acometida fácil,
pero después de un par de desarmes y de continuos enganchones, no quedó ninguna
duda. Ahí quien mandaba era el toro. El anovillado Provechoso lidiado en tercer
lugar fue creciéndose continuamente, tenía una embestida humillada y vibrante,
pero se paró mediada la faena, después de una tanda por la izquierda muy larga,
en la segunda raya frente al nueve. Bolívar insistió en esos terrenos y la
faena quedo en nada.
Y esto fue lo que dio de sí una tarde que deja mal sabor de
boca a los aficionados.