Parecía que iba a ser un buen encierro del hierro madrileño después de ver el juego del primero de la tarde, Camarito, negro, sacudido de carnes y apretado de pitones. Salió embistiendo codicioso en el capote de Robleño, acudió alegre al caballo, lo sacaron rápido, y aunque protestó una barbaridad en banderillas, tuvo varias embestidas para hacer las cosas con lucimiento. Robleño le dio distancias en las primeras tandas por el derecho, dejando ver el trote de Camarito, pero lo más lucido llegaría por la mano izquierda en una serie en la que el torero madrileño le buscó muy bien las vueltas, dando un paso para colocarse en la rectitud, pasándolo ceñido al natural. Quizá debió echarle antes la zurda, ya ha dejado patente más de una vez que borda el toreo por esa mano. Camarito rápidamente acortó el viaje, se quedaba a mitad de la embestida, pero, al fin y al cabo, fue un toro mediano.
Después se fueron torciendo las cosas. El segundo, un toro serio, de bellísima estampa, muy en el tipo de la casa, era de pelo colorado encendido y embistió humillando de salida con gran codicia. Tomillero. Galopó a los cites de Luis Miguel Leiro, que no tuvo su día tirando el palo, puesto que en el primer envite clavó en los pulmones del animal, corrigiendo tan horrendo puyazo seguidamente. Bolívar lo dejó largo para un segundo encuentro, acudiendo el morlaco al galope. Morreaba el peto Tomillero y salió sin huir de la pelea. Pensándolo mucho, embestió de largo y poderoso al capote de brega, y protestó como los mansos al sentir los rehiletes, sin apretar a los peones. Al llegar a la muleta arreció el viento y la lluvia. Bolívar lo intentó en el tercio pero Tomillero acudiá en oleadas, pegando brincos y soltando cabezazos al cielo, de principio a fin. Hubo una tanda de mucho mérito por la derecha en la que logró gobernar los arreones sin que le tocara la pañosa, el resto fue verdaderamente deslucido. Tomillero murió al abrigo de las tablas de media estocada, tendida y trasera. Fue bravo en varas pero bajó sobremanera el resto de la lidia, quizás acusó la infame lanzada que recibió en varas, nunca lo sabremos.
El resto del encierro no tuvo mucha historia, toros malos, con la particularidad que han acudido prestos a los cites de los picadores y no salían rajados, que ya es mucho decir en los tiempos -de coces- que corren. El tercero manso, descastado, se desentendía de la muleta de Rubén Pinar. El cuarto reculó en el segundo puyazo; aplomado y sin celo en el tercio postrer. Quinto inválido. El sexto hizo buena pelea en varas, luego muy a menos, sin codicia en la muleta.
La corrida perfectamente presentada, los más serios segundo, cuarto y el rematado sexto.
Destaca la brega y los pares de Ángel Otero, sin llegar al nivel de ayer. Gustavo Adolfo García brilló también pareando al quinto.
Bolívar hizo un quite providencial a Alberto Martinez al comenzar el tercio de banderillas del sexto.
La terna ha colocado los toros extraordinariamente para calibrar la bravura en los caballos. Se ha visto torear bien a casi todos los picadores aunque colocando muy mal los puyazos. Han pagado tanta generosidad, pues una parte del público ha aplaudido la mayoría de los toros al arrastre, premios que nunca merecieron.
Robleño dando distancias al primero, después todo se torció |