lunes, 26 de agosto de 2013

Mandador, de Isaías y Tulio Vázquez (2ª parte)

  En la anterior entrada, gracias a la memoria de Andres de Miguel, recuperábamos el honor que merece un toro de casta y bravura ejemplar, Mandador, el Tulio de la papada como Joaquín Vidal bautizó. Es condición sine qua non que nunca falta en todos los buenos aficionados que conozco, la memoria. Memoria para recordar grandes toros que para muchos pasaron desapercibidos, memoria que no deja en el olvido faenas heroicas de toreros sin renombre, memoria que mantiene grabados a fuego los agravios del empresario para con la afición, memoria para recordarle al crítico sus excesos con el torero humilde y el consentimiento con el poderoso, etc.
  Por eso, aprovechando las facilidades que twitter da para estas cosas, acudí a un aficionado con memoria a ver si conseguíamos más cosas acerca de Mandador, Antonio Pineda. Dicho y hecho, al rato, el bueno de Antonio ya había localizado en la hemeroteca del ABC el análisis de la terna y la ganadería que había de lidiarse, por José Luis Suarez-Guanes, más las fotos de los toros de aquel día, entre los que se encontraba Mandador, el protagonista de nuestra historia. Ahora, para rematar la faena, Antonio me tendrá que explicar cuáles son sus métodos de busca en la hemeroteca digital, porque uno se había hartado de mirar y remirar de todas las formas posibles y nunca llegó a este documento. Estas son las fotos:
 
Corrida de Isaías y Tulio Vázquez para el San Isidro de 1983
 
  Dice José Luis Suarez-Guanes en la reseña del ABC: Esta tarde reaparecen en Las Ventas los famosos toros de Tulio e Isaías Vázquez, que tanto cartel tuvieron en esta plaza durante la década de los cincuenta. Esta ganadería terrorífica fue el precedente de los célebres "victorinos" entre la afición torista de Madrid.
 
  Y en esto que apareció por allí Luis Miguel Parrado, se había cruzado con el documento que había encontrado Antonio. Rápidamente se percató que se trataba de la corrida de Mandador  y nos dijo que probablemente se trataba del toro de la fila superior, recuadro de la derecha. Volviendo al asunto de la memoria, hacemos un inciso para decir que Luis Miguel es un ser superior en este aspecto, su capacidad de retentiva en cuanto a ganaderías, reatas, toros célebres, desconocidos, devueltos, manipulados, sementales, corraleados, y de cualquier especie que quieran imaginar, está dos peldaños por encima del resto de los mortales. Cuando Luis Miguel supo que andábamos buscando más datos sobre Mandador, nos informó que el año anterior a su lidia fue sobrero en la plaza de Jaén y, para sorpresa de todos, nos dijo que tenía la foto de Mandador en el campo. En dos minutos se hizo con ella, la pasó por el escáner y he aquí el resultado: 

Mandador
 
   Ahí lo tienen, el célebre Mandador. Joaquín Vidal no andaba muy equivocado cuando hablaba de su "badanita". Los pliegues del testuz delatan la plenitud del animal. Quizá no sea el toro más bello, o la foto más favorecedora, su hocico es tan chato que evoca al ganado porcino. Pero sus entradas desde largo, derribando, hiriendo y dejando los huesos del caballo para harina, le hacen acreedor de todos los honores.

  Muy agradecido a Andrés de Miguel, Antonio Pineda y Luis Miguel Parrado. Gracias.

viernes, 23 de agosto de 2013

Mandador, de Isaías y Tulio Vázquez

El Tulio de la papada (Joaquín Vidal)

 
  Apareció pasito a paso, le decían dormido, pero en realidad era receloso; presentía lo que le iba a ocurrir en esa explanada de albero donde no había estado jamás. Era un Tulio hondo, de nombre Mandador. Tulio amazacotado, anchísimo de lomo y vueltas astas; la piel tirante por la presión de una musculatura que parecía iba a estallar. Pero lo que le caracterizaba era la papada; badantida papada, que le bamboleaba entre los brazuelos, casi le ocultaba la cara, y ésta emergía fosca, con una expresión demoniaca. El Tulio de la papada no quería embestir. Recelaba la fantasmagoría escarlata que se agitaba ante sus ojos aterrados. Gentes sin norte en la ciencia taurómaca lo protestaron con la audacia que la ignorancia conlleva, y arrojaban al ruedo botes y almohadillas. El presidente, que llaman señor González, acertó al desoir la algarada incivil y ordenó que salieran los picadores. Cuadrúpedos eran especie conocida del Tulio, y nada más ver al caballo se arrancó de largo, metió los riñones con tremenda codicia y lo estrelló contra las tablas.
 
  Ni un duro daría yo por los huesos de ese caballo si no son para harina, después del salvaje empujón. El toro se ganó una ovación, el presidente otra, y la masa desnortada en ciencia taurámaca, la rechifla de la afición. Más puyazos tomó el Tulio de la papada, que además derribó e hirió; todas desde muy largo; en todas le desbarataron los lomos.
 
  Las Tulio sufrieron el más desproporcionado, duro y rufianesco castigo que hayan recibido las corridas de la feria. Los destrozaron en varas. Deliberadamente apuntaban los picadores atrás y abajo, rasgando sus carnes de grosera forma y lacerando órganos vitales. Los picadores han convertido el hermosísimo primer tercio en una carnicería que avergüenza a cuantos la contemplan. Ellos son los verdugos de la fiesta y ellos tuvieron culpa de que los Tulio se quedaran sin embestida.
 
  El mismo toro de la papada, que era noble, perdió recorrido y José Luis Palomar se vio obligado a exponerle mucho, pisar su terreno, darle distancia -cuando se la dio; no tanto como convenía-, para sacar muletazos en redondo, Los instrumentó con mucho mérito y las veces que adelantaba al hocico las bambas del engaño, mejoraba el pase. El espada soriano hacía gala de reciedumbre y cuando se volcó en el volapié y salió prendido por un mullo, ni siquiera se miró el desgarro de la taleguilla. En su otro toro, que acabó absolutamente aplomado y reservón, porfió inútilmente; total, para sacar dos o tres pases limpios y algún peligroso gañafón [...]

***

  Es parte de la crónica que Joaquín Vidal escribió el 5 de junio de 1983, a propósito de la corrida celebrada el día anterior en la Feria de San Isidro, con toros de Isaías y Tulio Vázquez para los espadas Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar.
  El crítico, haciendo gala de su fantástico estilo, destaca sobremanera la bravura de Mandador en el caballo, uno de los ejemplares que más ha sobresalido en los últimos años en este tercio por su codicia y poderío; como nos recordó, a raíz de la lidia de Aviador de Cuadri, ese estupendo aficionado de Madrí, y abonado en los altos del siete, que es Andrés de Miguel.
  Por esas desgracias intrínsecas a la devastadora evolución de la Fiesta para con el toro de lidia, las ganaderías de Isaías y Tulio Vázquez y María Luisa Domínguez Perez de Vargas que tan bien representaban la Casta Pedrajas, se encuentran hoy prácticamente desaparecidas. Es un hecho sin vuelta atrás, los tulios que sembraron el terror en Madrid y los marialuisadomínguez que tantas alegrías dieron los lunes de resaca sevillanos, nunca más volverán por sus fueros.  Encontramos alguna excepción que lucha por la supervivencia de esta estirpe en la ganadería del Marqués de Albaserrada, a la que deseamos toda la suerte del mundo, y algún goterón aislado en otras familias ganaderas como los Guardiola.
  Vaya desde aquí este pequeño homenaje en memoria de Mandador, y por ende del toro bravo, duro y encastado que es lo que gusta en este blog, a la par que hacemos un llamamiento a los aficionados que puedan aportar más referencias sobre la lidia de tan sobresaliente ejemplar, escritas o visuales.
  Queremos contemplar cómo era la mirada de Mandador.

domingo, 18 de agosto de 2013

Bravura en Cenicientos

Garbancero, 2º de la tarde, observa al montado con fijeza
 
  Se albergaban expectativas y mucha ilusión por ver cómo se comportaban los toros de Juan Luis Fraile, la herencia de aquel ganadero remoto y excepcional llamado Graciliano Pérez-Tabernero, pero nadie, ni los más optimistas del lugar hubieran sido capaces de predecir una tarde de toros como la vivida ayer en Cenicientos. Dos ejemplares desentonaron por falta de trapío, primero y tercero, y dos sobresalieron por su belleza y seriedad, segundo y quinto, no obstante el comportamiento fue homogéneo en todos ellos y se puede calificar, sin exageración ninguna y con todo el orgullo que supone para un aficionado a toros, de bravo, auténticamente bravos.
 
  Y es que llegaron hasta los burladeros y levantaron astillas, se arrancaron al caballo galopando sin que éstos hicieran nada por citarlos, siempre fijos en los montados; empujaron hasta ponerlos contra las tablas, y algunos, como el quinto, romanearon poniendo el jaco por los aires y el corazón en un puño a los aficionados allí presentes. Recibieron un castigo infame, se hicieron sangrías despiadadas pero se vinieron arriba en banderillas, y a pesar de todas estas perrerías y unas lidias trapaceras, con numerosos enganchones en el percal y multitud de pasadas en falso en banderillas, sacaron embestidas codiciosas en la muleta, nobles y humilladas. Todos con mucha personalidad y las complicaciones propias del Santa Coloma que se mete por los huecos en cuanto los encuentra o se vuelve demasiado pegajoso si no hay una muleta mandona. Boca cerrada y dureza de patas a la muerte. De un comportamiento verdaderamente serio y bravo, ese tipo de corridas que raramente vemos. Hasta tal punto, que de haber sido lidiados en Madrid, ante el grueso de la afición, si por un casual se encuentran con un torero capaz de exprimir la bravura que llevaban dentro con un mínimo de torería y majeza, hablamos de una tarde histórica, de las que pasan a los anales del toreo, y un torero convertido de inmediato en figura de época. No tengo la más mínima duda.  
 
  La terna no merece comentario, sólo cabe respetar a unos hombres que de estar en sus correspondientes quehaceres, alejados del toro, de repente se encuentran con una corrida de tamaña exigencia.
 
  Garbancito, Garbancero, Jaquetón, Jaquetón II, Caño y Cañerito. Enhorabuena, ganaderos.

jueves, 8 de agosto de 2013

Competencia

 
  Condición indispensable es continuidad en el propósito, perseverancia y no repartirse las corridas de una feria, sino torearlas juntos. No quiero asustarles con el vocablo agrio de competencia; no se trata de malos modos, ni de incorrecciones, ni de zancadillas, sino todo lo contrario; alegría en la plaza, buen gusto y buen toreo. Que las palmas de uno vaya el otro a multiplicarlas con buen arte y buenas artes. En el ruedo no caben zancadillas. El señor del ruedo es el quite. Entre los toreros que compitieron es donde vi más nobleza. El juego del toreo en el ruedo (no opino fuera del ruedo) es el juego más limpio que conozco. Judas no fue torero.
  Es muy importante ocuparse de una manera formal de los toros. Primero, que los toros sean toros, con edad y trapío, sin ningún defecto físico que le rebaje a novillo. Segundo, que a las ferias adonde vayan miuras, toreen la corrida de Miura, que no es ejemplar dejarla para los segundones. Joselito y Belmonte las toreaban.
  Tiene otro alcance el torear juntos, y es que, sin querer, marcarán una pauta al toreo, le orientarán, que anda bastante desorientado.
 Y que no se olviden de Madrid.

Gregorio Corrochano; Cuando suena el clarín.