Se acabó ese peregrinar invernal del aficionado, alimentado por los libros de toros, las conferencias, las tertulias, las conversaciones virtuales interminables y las visitas a los blog, algunos de ellos de mejor calidad que muchas publicaciones taurinas que vemos por ahí. Empieza la temporada y lo hace a lo grande. Iván Fandiño con seis toros, en Madrid. Seis ganaderías de diferentes hierros, distintas pero iguales, porque todas ellas mantienen la rusticidad del toro de lidia, su animalidad, su poderío, su fiereza y las complicaciones propias de la casta se hacen muy presentes en todas ellas y aún no han sido del todo devastadas por lo artificioso del toro que se deja, endeble, de tal nobleza que raya con la estulticia. Estas cualidades habrán o no de aparecer, no lo puedo anticipar, incluso cabe la posibilidad de que peguen un petardo. Pero los ganaderos no tienen impedimento en pronunciar la temida palabra casta públicamente, que ya es un logro importante y dice mucho sobre la honorabilidad de todos ellos.
Palha, Partido de Resina, Victorino Martín, Cebada Gago, José Escolar y Adolfo Martín. Casi nada.
Un hombre asomará por el patio de cuadrillas en solitario. Toda una tauromaquia por mostrar, seis fieras esperando en los chiqueros y los tendidos repletos de inquisidores. Sugiero prestar atención a la salida del torero con toda la plaza aguardando, la grandeza se palpa en ese momento.
No sabemos qué sucederá, el compromiso con el aficionado, la hombría y la vergüenza torera está en el cartel. La gloria aguarda tras él.
Suerte, Fandiño.
Apartado de toros en La Muñoza; Eugenio Lucas Villaamil. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
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