jueves, 24 de septiembre de 2015

Adiós a la Venta del Batán


  Los derechos de los animales, así, en general. Por más que insisto, la concejala de cultura, Celia Mayer, no me explica en qué consisten. Se intuye que estos animalistas de última generación, retóricos del buenismo y poseedores de una moral superior al resto (de personas, se entiende), pretenden arrebatarle al toro de lidia su naturaleza: Morir combatiendo bajo la admiración del público, arrogante hasta el último estertor y con la posibilidad de matar a su antagonista en todo momento. Ningún animal de la tierra goza de semejante privilegio. Los derechos del toro bravo, según los dictadores de la moral animalista, serán, en el mejor de los casos, rumiar en zoológicos mientras los niños arrojan trozos de pan.

  Del mismo modo que no tienen deberes, los animales no tienen derechos; igual que no pueden ser culpables, no son inocentes. Los derechos de los animales son los que el hombre los concede según los usos, costumbres y legislación de cada comunidad. No se parece, ni por asomo, la vida de una vaca en la India que en España, o la de un perro en China. Sin lidia, sin enfrentamiento con el hombre, el toro desaparecerá; como ha sucedido con el burro, ahora en peligro de extinción, cuando ha dejado de utilizarse para las labores del campo.

  El problema no es la subvención. Si pinchan en el comunicado del Ayuntamiento verán que la intención de Ahora Madrid, una vez expiren las obligaciones contractuales en junio de 2016, son "estudiar posibles usos del espacio municipal, valorar una cesión total o parcial del espacio". A buen entendendor... 

  El verano del año que viene, si el tiempo no lo impide y con permiso de la autoridad, la plaza de toros, escuela de tauromaquia y corrales del Batán, pasarán a tener un uso acorde con los derechos de los animales. Esto es: esconder la muerte, vivir entre barrotes o castrados en pisos de 50 metros. 

  A los profesionales del toro este fregado los ha cogido amasando billetes, estamos en plena temporada.

Aquí no hay nada que hacer, parece cavilar Bote

Cómo sufre, pobre animalito, sí, acabemos con esto. La señora concejala

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