Juan José Padilla (Santana de Yepes) |
No vi la corrida reciente de Fuente Ymbro en Sevilla pero es indiferente para el tema que quiero exponer. Dice la opinión general que la Puerta del Príncipe de Padilla es la culminación del mérito, el premio de la lucha de un hombre contra la adversidad y cómo sobreponerse a ella. Y solo quería decir, sin extenderme en demasía y sin desmerecer su logro, que la más auténtica culminación del mérito, hablando en términos taurinos tradicionales, hubiera sido anunciarse de nuevo con toros de Santa Coloma, a poder ser en la Plaza de Zaragoza y con el hierro de Ana Romero.
Así lo hicieron numerosos toreros a lo largo de la historia: reencontrarse con la misma plaza, el mismo público, la misma ganadería, e incluso el mismo muletazo que lo apartó de los ruedos, espantando así todos los fantasmas en un alarde de valor verdaderamente heroico. Como tantos, un detalle que apenas se estila ahora. No es tiempo romanticismos.
Manuel Mejías Rapela (La razón incorpórea) |
Ya ha llovido desde aquella fortísima e indeseable cornada, en 2011, y quizá ya es tarde.
Uno de los casos más sonados es el de Manuel Mejías Rapela, el "Papa Negro", que un año después de encerrarse con toros de Trespalacios, reapareció en el mismo lugar, Madrid, con la misma ganadería y una prótesis en la pierna izquierda. Hablamos de los años 1910 y 1911.
En el blog La razón incorpórea, José Morente recordó lo sucedido extraordinariamente en dos artículos que podemos ver aquí y aquí.
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