Con un tiempo loco y un público más loco todavía hemos empezado este san isidro marathon 2017. Mínimo diez mil personas diferentes todos los días hacen de nuestra queridísima plaza un manicomio donde lo mismo te dan una orejita con escasa petición por una faena de derechazos aprovechando inercias, más un pinchazo; que se lía una pajarraca de las buenas por apuntillar un toro tras los tres avisos. Lo mismo se pensaban que lo devolvían al careo de la dehesa, no me extrañaría. Los abonados se han dado a la fuga durante los años de crisis, a la par que iban aumentando el número de festejos ‒unos visionarios‒ así que estamos como estamos. El que tenga muy desarrollado el sentido de la vergüenza ajena lo va a pasar mal.
La Quinta
De esas corridas imposibles de calificar con un solo adjetivo debido a la complejidad de la misma. Conjunto que metía mucho miedo por su irreprochable trapío, si bien me sobró el sexto, pues descabalaba por una cabeza que hubiera hecho las delicias en La Vall de Uxó. Dura de pezuñas, cinqueña, desengañándose en cada lance, lo cual hizo que las lidias tuvieran un interés de esos que el aficionado a toros degusta interiormente. Si hubiera cumplido en varas estaríamos hablando de palabras mayores, lo cierto es que hubo no pocas dosis de mansedumbre en los primeros actos y todo un repertorio de espantadas, coces y peleas en los dominios del picador reserva.
El primero tuvo un pitón izquierdo pastueño, por el derecho peligroso, apagándose rápido, Aguilar, incomprensiblemente, se cambió al derecho cuando la gente estaba entrando en la faena. Segundo orientado, duro en la muerte, se quedó crudo por no saber qué hacer con él y mandó a la enfermería a David Galván cuando intentaba pasar en redondo a semejante prenda, gracias a ese sinsentido que predomina en el escalafón actual de torear a todos los toros igual, sin atender a las condiciones que desarrolle. El tercero cumplidor en varas, toro guapísimo, Matajaca, aprendiendo en banderillas y bajo de casta en la franela de Javier Jiménez, con un pitón izquierdo suave, donde vimos las maneras de este torero, intentando dominar, y dominando las embestidas con mucha verdad y ajuste, llevando toreado al toro al natural. En cuarto lugar un toro estrecho de sienes, veleto, con cara de loco, que se dejó por el izquierdo, siempre midiendo y con poco empuje, Alberto Aguilar no tuvo su mejor tarde. El quinto que estaba anunciado como sexto le costo muchísimo llegar a la caballería, por el derecho no tenía un pase y, sin embargo, por el izquierdo tuvo una embestida alegre, hasta el final; Javier Jiménez estaba construyendo una faena más bullanguera que otra cosa hasta que tuvo la inoportuna idea de echarle la derecha, ahí el toro cambió por completo y dijo que nones. El sexto se dejó dar con la cara alta, Jiménez nunca le cogió el aire, no era fácil, pues sabía lo que se dejaba en cada muletazo y aquello nunca tomó vuelo. Se mató mal y con muchas precauciones, a Javier Jiménez se le vio pegando el toque hacia el pitón izquierdo, en vez de meter la muleta en el hocico para entrar por derecho.
El Ventorrillo
Esta ganadería que pasta en tierras manchegas venía con buen cartel debido a las dos corridas que echó la temporada pasada. Los aficionados la esperábamos y pensábamos que podría salir una corrida, o bien dura, o bien embestidora. Nada de eso, salió una mansada de tomo y lomo, de nulas opciones salvo quinto y sexto. Muy bien presentada, corrida muy seria y rematada con diferentes pelos y hechuras, destacando el tercero, recortado de lámina pero con un cuajo indudable; y el quinto, un salpicado que era toda una pintura, aplaudido de salida en cada tendido por donde iba luciendo el tipo.
Eugenio de Mora sorteó un lote infumable y solo pudimos ver lo tramposo que es matando, estirando el brazo al máximo, inclinando el tronco, y sujetando la muleta de horrorosa manera para acabar tapando la cara al toro. Suele ser efectivo, esta vez ni eso. A Román las virtudes inherentes de la juventud y poco más, no se le ve concepto, torería, ni inteligencia. Con ese precioso quinto burel que comenté, de nombre Cetrero, Morenito de Aranda construyó una faena por el derecho aprovechando la inercia que dan las distancias, pero una vez que ligaba los pases fueron bruscos, trabados o por arriba. Cuando le echó la zurda se vio que el toro tenía media arrancada. Pinchó arriba entrando bien y en la siguiente lo mató. El pinchazo arriba haciendo bien la suerte resta lo mínimo, lo saben los buenos aficionados, el tema es que la faena no era de oreja, no había mayoría y el nuevo usía se arredró y sacó el moquero. Mal vamos si achanta una tarde así. Cetrero fue un toro voluntarioso de embestida corta, en absoluto para ovación tan sonora y ni por asomo de vuelta al ruedo como pidió algún insensato.
El Pilar
En esta corrida empezamos a ver cómo algunos de los toros flojearon de remos, tónica que desgraciadamente intuyo que va a continuar con Montalvo y Lagunajanda los próximos días. Mejor que entrar en harina con los toros y empezar a ponerlos pegas, decir que la terna estuvo nefasta, todos tuvieron su cartucho y estuvieron muy por debajo. Urdiales con el que rompió plaza, que ya en banderillas se puso pegajoso sin que "El Víctor" fuera capaz de encontrar soluciones. En la pañosa del torero riojano sucedió lo mismo, el morlaco sacó castita y este solo consiguió ligar una tanda, a media altura, el resto de la faena se diluyó de esa manera tan privilegiadamente urdialesca en la que el toro no parece tan buen toro, aquello toma un halo hipnótico y nadie sabe lo que ha sucedido allí.
Un manso con fuerza, huidizo, en segundo lugar para David Mora, con el que en vez de porfiar, buscarle las vueltas tratando de sujetarlo, torearlo por los adentros o llevárselo a chiqueros a ver si así, se dedicó a mirar al tendido encogiéndose de hombros. Luego vino el sainete con el quinto, que no paró de trotar en el último tercio y Mora lo muleteó periféricamente, dando solo medio muletazo, esperando que el toro se toreara solo. Una faena dantesca. Pero la bronca se la llevó por marrar una y otra vez con el descabello hasta que sonaron los tres avisos y el petardazo que había pegado con la muleta pasó de puntillas.
No puedo eludir el tercer par que colocó Ángel Otero a este segundo, y vuelvo a señalar, tercer par, con las complicaciones que esto conlleva. El valor de este torero y la capacidad que tiene para cuartear cuando le vienen los toros galopando es una cosa tremenda. El público se levantó de la piedra como un resorte, fue un momento de auténtica emoción. ¡Olé los banderilleros buenos!
Garrido en estas dos últimas comparecencias que hemos podido verle ha pecado de lo mismo: está más pendiente de componer la figura que de poder a los toros, construir faena y llevarlos toreados. Así de simple. Sumémosle que viene con las faenas y los quites hechos del hotel, salgan como salgan los animales. Espero evolución porque se atisbaban muy buenas aptitudes no hace mucho, no obstante el capote que tiene es de categoría. El tercero de la tarde fue un ejemplar descastado e inválido que se echó en mitad de faena, pero el que cerró plaza, dentro de la embestida sosa que tenía, tuvo cualidades para torearlo con más brillantez y se lo pasó muy lejos.
Seguiremos informando.
La Quinta
De esas corridas imposibles de calificar con un solo adjetivo debido a la complejidad de la misma. Conjunto que metía mucho miedo por su irreprochable trapío, si bien me sobró el sexto, pues descabalaba por una cabeza que hubiera hecho las delicias en La Vall de Uxó. Dura de pezuñas, cinqueña, desengañándose en cada lance, lo cual hizo que las lidias tuvieran un interés de esos que el aficionado a toros degusta interiormente. Si hubiera cumplido en varas estaríamos hablando de palabras mayores, lo cierto es que hubo no pocas dosis de mansedumbre en los primeros actos y todo un repertorio de espantadas, coces y peleas en los dominios del picador reserva.
El primero tuvo un pitón izquierdo pastueño, por el derecho peligroso, apagándose rápido, Aguilar, incomprensiblemente, se cambió al derecho cuando la gente estaba entrando en la faena. Segundo orientado, duro en la muerte, se quedó crudo por no saber qué hacer con él y mandó a la enfermería a David Galván cuando intentaba pasar en redondo a semejante prenda, gracias a ese sinsentido que predomina en el escalafón actual de torear a todos los toros igual, sin atender a las condiciones que desarrolle. El tercero cumplidor en varas, toro guapísimo, Matajaca, aprendiendo en banderillas y bajo de casta en la franela de Javier Jiménez, con un pitón izquierdo suave, donde vimos las maneras de este torero, intentando dominar, y dominando las embestidas con mucha verdad y ajuste, llevando toreado al toro al natural. En cuarto lugar un toro estrecho de sienes, veleto, con cara de loco, que se dejó por el izquierdo, siempre midiendo y con poco empuje, Alberto Aguilar no tuvo su mejor tarde. El quinto que estaba anunciado como sexto le costo muchísimo llegar a la caballería, por el derecho no tenía un pase y, sin embargo, por el izquierdo tuvo una embestida alegre, hasta el final; Javier Jiménez estaba construyendo una faena más bullanguera que otra cosa hasta que tuvo la inoportuna idea de echarle la derecha, ahí el toro cambió por completo y dijo que nones. El sexto se dejó dar con la cara alta, Jiménez nunca le cogió el aire, no era fácil, pues sabía lo que se dejaba en cada muletazo y aquello nunca tomó vuelo. Se mató mal y con muchas precauciones, a Javier Jiménez se le vio pegando el toque hacia el pitón izquierdo, en vez de meter la muleta en el hocico para entrar por derecho.
Matajaca, de La Quinta. Precioso ejemplar |
El Ventorrillo
Esta ganadería que pasta en tierras manchegas venía con buen cartel debido a las dos corridas que echó la temporada pasada. Los aficionados la esperábamos y pensábamos que podría salir una corrida, o bien dura, o bien embestidora. Nada de eso, salió una mansada de tomo y lomo, de nulas opciones salvo quinto y sexto. Muy bien presentada, corrida muy seria y rematada con diferentes pelos y hechuras, destacando el tercero, recortado de lámina pero con un cuajo indudable; y el quinto, un salpicado que era toda una pintura, aplaudido de salida en cada tendido por donde iba luciendo el tipo.
Cetrero, una pintura de El Ventorrillo y la primera oreja regalada de la feria |
Eugenio de Mora sorteó un lote infumable y solo pudimos ver lo tramposo que es matando, estirando el brazo al máximo, inclinando el tronco, y sujetando la muleta de horrorosa manera para acabar tapando la cara al toro. Suele ser efectivo, esta vez ni eso. A Román las virtudes inherentes de la juventud y poco más, no se le ve concepto, torería, ni inteligencia. Con ese precioso quinto burel que comenté, de nombre Cetrero, Morenito de Aranda construyó una faena por el derecho aprovechando la inercia que dan las distancias, pero una vez que ligaba los pases fueron bruscos, trabados o por arriba. Cuando le echó la zurda se vio que el toro tenía media arrancada. Pinchó arriba entrando bien y en la siguiente lo mató. El pinchazo arriba haciendo bien la suerte resta lo mínimo, lo saben los buenos aficionados, el tema es que la faena no era de oreja, no había mayoría y el nuevo usía se arredró y sacó el moquero. Mal vamos si achanta una tarde así. Cetrero fue un toro voluntarioso de embestida corta, en absoluto para ovación tan sonora y ni por asomo de vuelta al ruedo como pidió algún insensato.
El Pilar
En esta corrida empezamos a ver cómo algunos de los toros flojearon de remos, tónica que desgraciadamente intuyo que va a continuar con Montalvo y Lagunajanda los próximos días. Mejor que entrar en harina con los toros y empezar a ponerlos pegas, decir que la terna estuvo nefasta, todos tuvieron su cartucho y estuvieron muy por debajo. Urdiales con el que rompió plaza, que ya en banderillas se puso pegajoso sin que "El Víctor" fuera capaz de encontrar soluciones. En la pañosa del torero riojano sucedió lo mismo, el morlaco sacó castita y este solo consiguió ligar una tanda, a media altura, el resto de la faena se diluyó de esa manera tan privilegiadamente urdialesca en la que el toro no parece tan buen toro, aquello toma un halo hipnótico y nadie sabe lo que ha sucedido allí.
Un manso con fuerza, huidizo, en segundo lugar para David Mora, con el que en vez de porfiar, buscarle las vueltas tratando de sujetarlo, torearlo por los adentros o llevárselo a chiqueros a ver si así, se dedicó a mirar al tendido encogiéndose de hombros. Luego vino el sainete con el quinto, que no paró de trotar en el último tercio y Mora lo muleteó periféricamente, dando solo medio muletazo, esperando que el toro se toreara solo. Una faena dantesca. Pero la bronca se la llevó por marrar una y otra vez con el descabello hasta que sonaron los tres avisos y el petardazo que había pegado con la muleta pasó de puntillas.
No puedo eludir el tercer par que colocó Ángel Otero a este segundo, y vuelvo a señalar, tercer par, con las complicaciones que esto conlleva. El valor de este torero y la capacidad que tiene para cuartear cuando le vienen los toros galopando es una cosa tremenda. El público se levantó de la piedra como un resorte, fue un momento de auténtica emoción. ¡Olé los banderilleros buenos!
Garrido en estas dos últimas comparecencias que hemos podido verle ha pecado de lo mismo: está más pendiente de componer la figura que de poder a los toros, construir faena y llevarlos toreados. Así de simple. Sumémosle que viene con las faenas y los quites hechos del hotel, salgan como salgan los animales. Espero evolución porque se atisbaban muy buenas aptitudes no hace mucho, no obstante el capote que tiene es de categoría. El tercero de la tarde fue un ejemplar descastado e inválido que se echó en mitad de faena, pero el que cerró plaza, dentro de la embestida sosa que tenía, tuvo cualidades para torearlo con más brillantez y se lo pasó muy lejos.
Otero iniciando el cuarteo de un par de los que dejan huella |
Seguiremos informando.
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