[Crónica para la Asociación El Toro de Madrid]
8 de septiembre de 2019.
Primero de los llamados “Desafíos ganaderos” entre las ganaderías de Rehuelga y Pallarés, ambas procedencia Santa Coloma – Buendía. Se lidiaron tres ejemplares de cada casa, si bien hubo de salir un sobrero de Pallarés al lastimarse de los cuartos traseros el nº 4, de nombre Iluso, de la misma ganadería. Muy bien la empresa colocando un sobrero de cada hierro titular para que no se desvirtúe el “desafío” y, muy bien, como hicieron en temporadas anteriores, programando una tertulia con los ganaderos al finalizar el apartado, dándole la importancia que se merecen. La pena es que el festejo apenas convocó un cuarto de plaza, ¿dónde está la afición?, sencillamente no la hay. Añadir que la climatología fue ideal para el espectáculo taurino.
Primero de los llamados “Desafíos ganaderos” entre las ganaderías de Rehuelga y Pallarés, ambas procedencia Santa Coloma – Buendía. Se lidiaron tres ejemplares de cada casa, si bien hubo de salir un sobrero de Pallarés al lastimarse de los cuartos traseros el nº 4, de nombre Iluso, de la misma ganadería. Muy bien la empresa colocando un sobrero de cada hierro titular para que no se desvirtúe el “desafío” y, muy bien, como hicieron en temporadas anteriores, programando una tertulia con los ganaderos al finalizar el apartado, dándole la importancia que se merecen. La pena es que el festejo apenas convocó un cuarto de plaza, ¿dónde está la afición?, sencillamente no la hay. Añadir que la climatología fue ideal para el espectáculo taurino.
Arturo Macías.
Inédito con la espada, corneado cuando finalizaba el muleteo con el primero de
la tarde con pronóstico grave.
Oliva Soto. Estocada
en los blandos y un descabello alargando mucho, era el toro de Arturo Macías; silencio.
En el tercero de la tarde necesitó tres pinchazos saliéndose y una entera
contraria; silencio. En el quinto estocada trasera (un aviso); silencio.
Thomas Dufau. Un
pinchazo y una estocada caída para acabar con el segundo; palmas. En el cuarto una
trasera entrando bien; saludos con división de opiniones. Y en el sexto media estocada, caída, tapándole la cara,
y un golpe de verduguillo (un aviso); silencio.
Presidencia: D. Víctor Oliver Rodríguez. Bien en
el cuarto invitando al matador a que pusiera al toro de nuevo en el caballo
para verlo, a demanda de la afición. Mal retrasando tanto la devolución del
jugado en quinto lugar, claramente lesionado de la pata derecha.
Tercio de varas: Se
pintaron las rayas estilo corrida concurso, con las marcas de distancia incluidas,
para acabar viendo un espectáculo, en general, bastante lamentable. Los
picadores no estuvieron por hacer bien la suerte, ¡un día más! y los puyazos se
fueron a sitios muy lesivos, por decirlo suavemente. Barrenar, recargar el
castigo, poner varios puyazos en una entrada, tapar la salida… fueron prácticas
habituales.
Cuadrillas: Hubo
lidias notables con el capote. Con los palos sobresalió “El Monteño” en el
segundo de la tarde haciendo la suerte con toda pureza y obligado a
desmonterarse; así como un quite de Antonio Vázquez a una mano en el sexto
cuando el banderillero pretendía llegar a tablas, eficaz y de bellísima
factura.
Herido: El parte
médico de Arturo Macías rezaba lo siguiente: “Herida por asta de toro en 1/3
superior cara externa de pierna derecha de 25 cm. que produce destrozos en
músculos tibial anterior y perineos. Fractura de cuello de peroné, contunde
nervio ciático poplíteo externo con arrancamiento de rama colaterales del
mismo. Intervenido bajo anestesia general. Pronóstico grave que impide
continuar la lidia. Fdo.: Máximo García Leirado”.
Toros.
1º. Chamorro, nº 60, de Pallarés. Justo de
presencia sale blandeando. Dos puyazos, el segundo trasero, saliendo apagado de
los mismos. En banderillas protestón, enseñando la lengua. A media altura,
gazapón y despistado en la muleta. Toro bajo de casta y blando. Silencio.
2º. Artillero, nº 72, de Pallarés. Con
plaza, leves palmas de salida. Lo ponen tres veces al jaco pero solo acude dos
porque en la segunda, de largo, busca excusas y se va a capotes. Salió crecido
del primer puyazo bajando los humos en el segundo, empujando con la cara alta.
Galopa en el segundo tercio y persigue a los banderilleros. En las primeras
tandas embiste como un torbellino aunque rápidamente se aburre y empieza a mirar
al personal de los tendidos. Toro encastado venido a menos. Ovación.
3º. Torrelarga, nº 15, de Rehuelga. Cárdeno
claro, zancudo y estrecho. Bruto de salida. Tardea mucho en la segunda vara y
se lleva cinco heridas en dos encuentros, sangrando en una de ellas por el
costillar. El autor de semejante escabechina fue Rafael Galán. A partir de ahí
el toro se fue apagando, como es lógico, y quedó aplomado en la muleta. Tercio
de varas toricida que acabó con el morlaco, inédito. Tibias palmas en el
arrastre.
4º. Guanaguato, nº 7, de Rehuelga. Guapo,
sin exageraciones. Embiste bronco de salida. Empuja con codicia en los dos
primeros puyazos, Dufau pide el cambió, el público otro puyazo, lo admiten. En
vez de pararlo y dejarlo de largo, a regañadientes por no admitírsele el cambio
de tercio, el torero francés lo deja pegado la segunda raya, el picador sale a
buscarlo y Guanaguato se arranca
derecho para un tercer puyazo, ¡trasero! Con fijeza en banderillas, en la
muleta fue un toro encastado y boyante que no se toreaba solo. Encastado en
bravo. Ovación.
Guanaguato, de Rehuelga. Gran toro
5º. Dichoso, nº 82, de Pallarés (sobrero).
Con lucero en el testuz, recortado de lámina, bien hecho y rematado. Sale muy
vivo. En las puyas apuntó muy buenas maneras por cómo empujó en el peto, pero
Oliva Soto lo escondió en el segundo encuentro. Se protestó que no dejaran ver
un tercer puyazo. Galopa y muestra un gran pitón izquierdo en la brega. El
torero lo encima en las rayas por el lado derecho en la primera serie y en la
segunda le toca continuamente la tela. Con semejante muleteo, el toro cambia y
se pone reservón y apagado. Sin ver en varas y a menos en la franela,
probablemente por la impericia del matador. Silencio.
6º. Tejero, nº 10,
de Rehuelga. Negro entrepelado, calcetero de las patas, aldiblanco y caribello.
Veleto de pitones y de gran trapío, palmas de salida. Sale con poco celo,
coceando y saliendo huido del picador de contraquerencia. Le dan dos buenos
leñazos en frente de la enfermería, saliendo el picador a buscarlo a las
afueras en el segundo encuentro con buen criterio. Persigue a tablas a los
rehileteros, en el último tercio pasa con tendencia a ceñirse y con media
embestida. En los medios, permitió estar en la cara y una faena larga. Manso en varas y
mediano en la muleta. Silencio.
Tejero, de Rehuelga, precioso animal
El primero de los
desafíos de los atractivos carteles ganaderos que la empresa viene programando
en época septembrina quedó empañado por la escasa capacidad y la impericia de
la terna. En estas corridas hay que anunciar otro tipo de toreros porque si no
no vemos nada. Arturo Macías no es matador para este tipo de lides, el
rompeplaza ya le avisó a inicios de faena que hacía hilo si no dominaba la
situación y, al final de la misma, en los mismos terrenos, lo volvió a hacer y
le pegó una cornada seca por detrás cuando el torero huía a la espera de que la
cuadrilla se lo quitara de encima.
Oliva Soto es un
torero puro de muchísima clase, tan puro como temeroso. Vino sin rodaje y eso
en la plaza de Madrid y ante este tipo de corridas suele pasar factura, como
así fue. El tercero de la tarde fue aniquilado por el picador y al quinto le
recetó un inicio de faena perfecto para neutralizar las capacidades del toro,
todo a la contra. Mató a paso de banderillas emulando a su paisano, el gran
Curro Romero en las tardes de bronca y alboroto. Eso sí, dejó su impronta en un
saludo capotero de arte ante el quinto, que al final acabaría devuelto, unas
verónicas excelsas.
Oliva Soto haciendo un quite a Artillero, de Pallarés. Nótese dónde tiene la herida de un puyazo
Del francés sólo me
gustó el recibo al segundo de la tarde, rodilla genuflexa, recetando unos
preciosos lances de capa. A este toro ni siquiera le echaría la izquierda,
abreviando rápido, y eso que no se comía a nadie. Con el más propicio de la
corrida, Guanaguato, estuvo despegado
y anodino, si bien aquello tuvo más alegría y ritmo gracias al toro. Con el
precioso burel que cerró la corrida anduvo por ahí, sin que nadie le echara
cuentas, y es que el personal andaba un tanto mosca por cómo se había
desarrollado la tarde, por la falta de actitud de los toreros y, especialmente,
por unos tercios de varas verdaderamente desastrosos, un día marcado para
realzar esta suerte, al final lo que se vio fue un completo desastre. Así
llevamos todo el verano y el domingo próximo espera una corrida concurso.
Señores picadores: un poco de vergüenza torera.
Dufau frente a Guanaguato, de Rehuelga. Foto: Ana Escribano
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