Desolador, infame, nauseabundo…
se nos acaban los epítetos para definir lo que están haciendo con nuestra plaza,
antaño, la más importante del mundo por su seriedad y su capacidad crítica,
ahora arrasada por hordas de borrachos que campean a sus anchas, alentados por
la empresa Plaza 1 que lo fomenta, y el Centro de Asuntos Taurinos que lo
tolera. Se habla mucho del 7 y el trillado respeto, pero, ¿qué respeto
hay poniendo una discoteca dentro del coso que se presume más importante del
orbe?, ¿dónde queda la honra de los toreros si mientras están jugándose la
integridad hay una discoteca funcionando en las dependencias de la propia
plaza? Porque a partir de las 21:00 h, todas las tardes, es lo que hay aunque
la corrida esté en liza. Música electrónica y reguetonera a todo trapo. Salir
del tendido cuando termina el festejo y encontrarse con semejante bacanal es
una losa y un golpe moral para el aficionado de esta plaza que, hasta hace no
tanto, empleaba las postrimerías de la corrida para juntarse y discutir sobre
la tarde, los típicos corrillos en las bocanas de los vomitorios, en las
galerías de gradas y andanadas, en la puerta grande, en el desolladero,
etcétera.
Ahora, con la discoteca, el
aficionado se ve compelido a salir huyendo de la plaza, entre otras cosas
porque es imposible mantener una conversación con ese ruido. A todas luces, tal
y como se está haciendo es una actividad completamente irrespetuosa con la
corrida de toros e invasiva con el aficionado que ha pagado una entrada para
ver un espectáculo taurino, un rito que incluye unos preliminares, un
desarrollo y las consiguientes postrimerías, y no tiene por qué verse expulsado.
Si quieren utilizar la plaza para estos menesteres que esperen al menos un
tiempo prudencial, a que la corrida termine y el público abandone el recinto,
que respeten a los toreros y a los aficionados que abandonan la plaza y quieren
hacerlo en paz y hablando de toros.
Y no me sirve eso que dicen
algunos: con la discoteca muchos jóvenes se van a hacer aficionados. Aficionados
había en la Grada Joven hasta hace bien poco, en la grada del 6, y como tal
exigían y protestaban lo que no les parecía correcto. ¿Saben qué paso? Que la
empresa, nuevamente con la anuencia del Centro de Asuntos Taurinos, los
disolvió y los desperdigó porque eran un foco de protesta. Por otra parte, cualquiera
que sea aficionado profesará un respeto tal por la fiesta y su ritual que
difícilmente concebirá Las Ventas como un lugar donde bailar, emborracharse o
flirtear con otras personas. A la plaza se viene a otra cosa.
Empezaron con una discreta
sala de fiestas en el bajo del 10 y han evolucionado montando un festival
en las terrazas del 5 y del 7 al que se puede acceder desde fuera mientras se
están lidiando los toros, ¿qué será lo próximo? Mientras tanto, el estado de
limpieza y mantenimiento del coso, proclamado monumento histórico-artístico,
está al mismo nivel que un barrio marginal del tercer mundo.
Este es el respeto que los
taurinos tienen por la fiesta de toros.
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