Los libros de toros que se editen a partir de hoy, deberán reseñar que Fundi ha sido, indiscutiblemente, uno de los mejores intérpretes de la historia ejecutando la suerte de matar, materia que no es baladí precisamente. Tengo un recuerdo marcado a fuego, no sé precisar la fecha, hará cuatro o cinco años, ocurrió en la plaza de Las Ventas. Andaba Fundi intentando sacar provecho de un toro cárdeno en vano, de Adolfo o de Victorino, tampoco lo recuerdo; el típico toro de ese encaste que pasa midiendo y busca las zapatillas, el torero tiene que corregir constantemente la posición, un toro muy complicado en redondo, más para lidiar que para torear. El público de Madrid acoge la faena entre pitos constantes, todavía perduran rencillas del pasado... Llega la hora de la verdad, Fundi toma el estoque, se perfila, y yendo recto a por el bicho, marcando los tiempos con admirable perfección, le asesta un espadazo en toda la yema hasta las cintas, mojándose la mano de sangre. Apenas tres segundos tardó el toro en caer desplomado, completamente muerto. ¡Ni los más viejos del lugar recordaban ver morir un toro de casta Albaserrada con tal celeridad! Fue en terrenos de la enfermería, a continuación, Fundi cruzó el platillo a paso marcial, con la cabeza bien alta, hacia el burladero de matadores, mientras sonaba una ovación seca, rotunda. En ese momento, lo miré y fue como ver un Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario