Un servidor tenía entendido que la ganadería de Torrestrella es una casa de prestigio, matriz de un encaste propio, de renombre por la belleza y el trapío de sus toros, amén de una bravura codiciosa en todos los estados de la lidia. Y digo tenía entendido porque ayer pude atestiguar que se trata de todo lo contrario, una vulgaridad más de tantas que conforman ese inmenso muladar que es hoy la cabaña brava española. No han sido capaces en Los Alburejos de enviar seis toros con el trapío correspondiente a la Plaza de Madrid, cuatro ejemplares aprobó el equipo gubernativo y debieron ser tres, pues entremedias se coló una cabra montesa -en tercer lugar- que causó la rechifla de los aficionados. Primero flojo y noble por el izquierdo; segundo boyante, embistiendo a media altura; tercero con humillación pero sin brío; y quinto descastado. El encierro fue remendado con dos ejemplares de Torrealta; uno complicado y fuerte y el otro, último de la tarde, manso y descastado.
Urdiales lidió con un vendaval que no le dejó dominar las telas y un bombón blandengue que tuvo un buen pitón izquierdo; luego no supo acoplarse ni llevar dominado en ningún momento a un toro apretadísimo de la ganadería de Torrealta. Mala tarde para el riojano.
Gallo y Nazaré vinieron con disposición, incluso se replicaron en quites. El segundo de la tarde lució un bonito galope durante toda la lidia -en varas se repuchó- que Gallo no tardó en interrumpir con la franela, ahogando al bicho a las primeras de cambio. Un toro muy obediente a los toques, muy noble y quedado (nada que ver con aquel Cuadri que pedía el carné de matador con el que Gallo naufragó en Castellón hace unos días). Una tanda decente por el derecho y el resto citando desde la oreja, de uno en uno, para concluir con dos circulares pueblerinos con desarme incluido y un sainete a espadas que por lo visto ha sido calificado de faena importantísima en la carrera de este matador.
Nazaré se enfrentó al ejemplar caprino antedicho, que pasa a ocupar un puesto de honor entre los toros más feos que se recuerdan. Tuvo movilidad descoordinada en los primeros tercios, quedando pastueño y humillador en la muleta. Nazaré, a su manera, un tanto forzada y retorcida, sacó unos naturales largos y mandones, al final, algunos a pies juntos que desprendieron cierta torería. Mató de estocada arriba en suerte natural. Vuelta al ruedo tras petición de oreja. No voy a ser yo el que se la niegue, pero oiga, si queremos que las cosas se tomen en serio, estos animales de desecho no deben salir nunca en la plaza de Las Ventas.
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