EL PREMIO DEL AYUNTAMIENTO AL TORO MÁS BRAVO DE LA FERIA (I)
Hagamos un poco de memoria. En
1946, por fallecimiento del gerente de la empresa Jardón −Nueva
Plaza de Toros de Madrid− se le encomienda este cargo a un joven que,
principalmente, había sido contratado para los asuntos jurídicos y apenas tenía
conocimientos taurinos, se llamaba Livinio Stuyck, que a la sazón pasaría a la
historia de la tauromaquia por su agudeza y deslumbrante gestión al frente del
coso de la calle de Alcalá. Don Livinio fue el creador de la Feria de San
Isidro, cuya primera edición se celebró en 1947 y tuvo cuatro corridas de toros
y una novillada de abono, siendo también el impulsor de la Venta del Batán, que
abriría sus puertas por primera vez en 1950.
Los festejos taurinos alrededor
del día del Patrón fueron un éxito y continuaron los años siguientes, de manera
que en 1950 se instituye, por parte del Ayuntamiento de Madrid, el premio al
toro más bravo de la Feria. El galardón venía acompañado de un pergamino para
el ganadero y de un obsequio económico, cinco mil pesetas de la época, para el
mayoral de la ganadería. Este fue el primer premio que surgió alrededor de San
Isidro, precisamente en torno al toro y a sus capacidades sobresalientes para
la lidia, una prueba más de que Madrid siempre fue una plaza de cariz torista. Otro
dato interesante es que en esa misma temporada de 1950 las banderillas negras
de castigo sustituyeron a las de fuego y el olor a pelo chamuscado −como
en la matanza del cerdo− desaparecía de las plazas de toros.
El 14 de junio de 1950, la
Comisión de Festejos del Ayuntamiento de Madrid hizo público el acta con el
resultado del Jurado, el premio al toro más bravo de los lidiados con ocasión
de las corridas de San Isidro, en su primera edición, recayó en el toro Fuentes,
número 22, lidiado en sexto lugar el día 21 de mayo de 1950 por el torero
portugués Manuel dos Santos, perteneciente a la ganadería de Felipe Bartolomé.
No está muy clara la actualidad
de la ganadería de Felipe Bartolomé, las últimas noticias que tenemos es que
mantiene muy pocas cabezas y lidia principalmente en novilladas. En el año 2014
tuve la fortuna de asistir a una corrida de este hierro en la icónica plaza
torista de Ceret, se anunciaron Frascuelo, Alberto Lamelas y Esaú Fernández.
Todavía recuerdo la faena de Frascuelo a uno de los ejemplares de esta
ganadería, su maravilloso temple y la torería por bandera, entrando y saliendo
de la cara del toro. Acerca del juego de esta corrida de 2014, tengo anotado lo
siguiente: Mansos y de poco poder en varas; en la muleta vimos dos boyantes
y nobles, dos de condición mular, uno blando y pastueño, y uno duro y avieso. En
cuanto a la historia de la ganadería y su sangre, Felipe Bartolomé Sanz,
proveniente de Soria, entabló negocios con Juan Buendía en la provincia de
Sevilla, relacionados con el agro, y el periplo comienza cuando compran la
ganadería al conde de Santa Coloma en 1932. Buendía se quedó con el hierro de
Santa Coloma y Felipe Bartolomé con el que tuvo previamente de Rafael Surga.
Durante mucho tiempo la selección de ambas ganaderías fue a la par y la llevó a
cabo el hijo de Juan, Joaquín Buendía y después su hijo José Luis. En 1959
fallece Felipe Bartolomé, desde entonces sus herederas, las hermanas Sanz de
Andino, así como alguna de las hijas de estas, se hacen cargo de la vacada, estableciéndose
una suerte de matriarcado en la dirección y selección de la ganadería. La de
Felipe Bartolomé, por tanto, es una casa pareja a la de la familia Buendía, el
encaste es puro Santa Coloma – Buendía.
Durante la década de los
cincuenta, sesenta y setenta la vacada de Felipe Bartolomé gozó de años de
gloria, ejemplo de ello es esta corrida y el toro que conmemoramos hoy. En los
años ochenta todavía se lidiaban corridas de este hierro en nuestra plaza, por
ejemplo, el excelente conjunto presentado el 2 de junio de 1988 para Julio
Robles, Ortega Cano y Sánchez Puerto, la corrida en la que compitieron en
quites Robles y Ortega Cano; el mayoral de Felipe Bartolomé salió a hombros de
la plaza junto con Ortega Cano. En los noventa llegó el declive, después una
disminución de cabezas por problemas de saneamientos, no obstante, las
herederas continuaron luchando por el crédito de su ganadería, consiguiendo
lidiar en una plaza de la exigencia de Ceret, como hemos comentado, o el premio
al toro más bravo de la corrida concurso de Zaragoza del 2011, que fue a parar
a un ejemplar de esta casa de nombre Gargantillo.
Sobre el toro que ponemos hoy de
relieve, el escritor y genial taurófilo Alberto Vera, Areva, escribió en
las páginas de El Ruedo: Con tipo ibarreño que, por su bravura y codicia,
por su temple y nobleza, por su celo y alegría, fue un bicho digno de los
mayores elogios y, para nosotros, el toro mejor de cuantos se lidiaron en la
semana de San Isidro. Fuentes, nº 22, negro y precioso de lámina, resultó bravísimo
con los caballos, recargando en tres varas. En las mismas apretó de forma
impresionante, durmiéndose en la suerte, mientras el picador le castigaba a
placer. Desangrándose mucho, llegó el bicho a la muerte bravo, alegre,
codicioso, noble y suave hasta más no poder.
Los premios del Ayuntamiento
fueron una constante desde entonces y, con ellos, los azulejos o lápidas para
rememorarlos en el patio de mayorales de la Venta del Batán. Recientemente hubo
un lapso en el que este premio se pierde y luego se recupera, coincidiendo,
probablemente, con la alcaldía de la señora Manuela Carmena. Lo que sí tenemos
claro es que desde el año 2014, en el que el toro Zahonero de Miura
recibió su homenaje en el Batán, no se ha vuelto a colocar una lápida
honorífica al toro más bravo de San Isidro, tradición que nunca debió perderse
y que desde El Toro de Madrid luchamos por recuperar. Salvo el caso del toro Duplicado,
de Victoriano del Río, lidiado en 2022, al que le pusieron un azulejo en el
patio del desolladero de Las Ventas, lo que censuramos en el número 53 de este
boletín, en junio de 2023, porque su colocación no tenía ninguna lógica, rompía
con lo establecido y no marcaba ninguna pauta de cara al futuro.
Esperamos que esta pieza haya sido del agrado de la afición, de manera que podamos continuar la serie y rememorar grandes momentos de bravura ahondando en la historia y en los entresijos del toro en Las Ventas. Sirva de homenaje a los toros bravos, a sus ganaderos y a los toreros que se enfrentaron a ellos. Por mi parte, solo me queda felicitar a las ganaderas de Felipe Bartolomé, agradecer su trabajo y su tesón por seguir manteniendo una de las ganaderías señeras y más puras de la estirpe que dejó tras de sí don Enrique Queralt y Fernández-Maquieira, conde de Santa Coloma.
Azulejos en el Batán
Frascuelo en Ceret
Manuel Dos Santos con el bravo Fuentes
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