martes, 20 de noviembre de 2012

Esplá y el toro

  Para reponerme del shock a raíz de las palabras de Juli, recupero unos vídeos del maestro (esto es, dominar todo tipo de toros y todas las suertes) Luis Francisco Esplá hablando de toros en el mismo programa y con el mismo periodista que Juli hacía. La profundidad y sabiduría del discurso induce a reflexión constante, podrá haber desacuerdo como es normal, pero no produce esa sensación de desconcierto, como si uno fuera víctima de un timo, que las palabras de Juli originaban. Disfruten:

Primera parte

Segunda parte


lunes, 19 de noviembre de 2012

Juli y el toro

 El Juli, desde su burbuja, en un ejercicio histórico de hipocresía y demagogia, reflejo fiel de la perdida tremenda de orgullo, vegüenza, y gallardía torera que predomina en la actualidad entre los que dicen ser mejores toreros; nos cuenta sus impresiones sobre las ganaderías que hace frente, en un alarde de extraordinaria oratoria según dicen sus acólitos.
 Transcribo literalmente sus declaraciones en Tendido Cero, podríamos comentar muchas cosas sobre ello, para qué, no importa lo que digamos, los aficionados importamos un pimiento. Él es el mejor, es sus manos estamos. Y yo me echo a temblar.

  Federico Arnás pregunta, Julián López "El Juli" responde; disfruten:

 
-Has toreado 39 corridas de toros. Vemos las ganaderías y son todas de distintas ramas de Domecq, no me gusta hablar de monoencaste porque no se ciñe a la realidad pero estamos hablando siempre del mismo tronco, del mismo árbol.
 
-Sí, creo que es verdad que pueda haber modas, que pueda haber oportunidad de momento, pero también hay que ser consciente de la realidad, al igual que yo entiendo que se matan muchas ganaderías de la misma rama, entiendo que es el toro que más se adecua a lo que el público quiere ver y la muestra es que las tardes más importantes del año, salvo algunas excepciones, los momentos históricos han sido con este tipo de toro y de ganaderías, y a eso no hay que darle la espalda ni hay que ser demagogo con lo que significa el toro de las figuras. Si hay un hecho histórico este año es la encerrona de José Tomás en Nimes, lo ha hecho con el toro de las figuras, con el toro que buscamos todos, y con ese toro ha sido capaz de emocionar y hacer una tarde histórica. Manzanares en Sevilla, Talavante, Perera, Morante, yo; todos los toreros que hemos hecho las grandes faenas de nuestra temporada han sido con ese tipo de toros. El rabo de Jerez fue con un toro bueno, con un toro que embiste como nosotros queremos.
Entonces, qué es lo que pasa, que sinceramente creo que muchas veces el toro de las figuras la gente lo quiere atribuir cuando sale el malo, cuando sale el toro parado, cuando sale el toro sin fuerza, cuando sale el toro que no vale, y ese toro a nosotros no nos vale ni nos gusta. No nos gusta. Para nada. Pero creo que sí hay que ser más justo porque el toro bueno de las figuras es el que crea ahora mismo más espectáculo.
 
 
 
-Pero permíteme que haga una corrección a esto. Estás hablando de triunfos de tus compañeros pero te voy a decir ganaderías con la que han triunfado otros compañeros: Toros de Alcurrucén, ha sido un año muy bueno de la familia Fraile, por ejemplo, hablamos no del Pilar, hablamos de Valdefresno, del Puerto de San Lorenzo, es decir hablamos de Atanasio con Lisardo. Ha sido un año muy bueno de Victorino Martín. Y si hay alguien que puede con todo absolutamente es Julián López "El Juli" y por eso hay muchos aficionados y muchos partidarios de Julián López "El Juli" que dicen: también me gustaría verle con esas ganaderías.
 
-Yo creo que muchas veces la perspectiva de las corridas depende de quién las mate, se le exige de una manera y se le exige de otra. Creo sinceramente que hay corridas de las llamadas figuras que si se mataran en carteles con un tinte torista darían un gran espectáculo. Pero lo que quiere ver el público cuando torean las figuras es una forma de torear que hace falta un tipo de toro. Es evidente que sale en muchísimas ganaderías y soy el primero en reconocerlo, y hay ganaderías extraordinarias pero nos movemos en base a un historial, a una serie de acontecimientos. Qué pasa, que a lo mejor muchas veces somos injustos también con algunas ganaderías, lo cual también lo reconozco, pero te da más confianza la regularidad porque nosotros somos los que más responsabilidad tenemos de triunfar. Tu imagínate yo en el mes de marzo que no tengo ninguna corrida firmada porque yo en el mes de marzo no tenía ninguna corrida firmada, o una en el mes de julio, cuando llego a Olivenza y tengo que solucionar lo poquito o lo mucho que pueda en Olivenza. Yo tengo una responsabilidad y yo busco el toro con el que más pueda emocionar al público y con el que más pueda hacer el toreo que yo quiero. Qué pasa, que cuando no sale, pues nos critican, pero es que cuando no sale, ese toro tampoco nos gusta a nosotros. No nos vale, ese toro no nos vale, nos vale el bueno. Y las exigencias con ese tipo de ganaderías es muchísimo superior a con otro tipo de ganaderías.
Hay corridas de las denominadas... yo no quiero entrar en toristas porque no creo en el torismo, ni creo en el torerismo, ni creo en lo comercial, ni creo en eso, creo en el espectáculo. Pero hay corridas de ese tinte que embistiendo un toro se justifican, y corridas de las figuras que embistiendo tres toros dicen que ha sido mala. Entonces, creo sinceramente que muchas veces no se es justo y entiendo que se juzga muchas veces el toro de las figuras por el toro malo y ese toro nosotros no lo queremos. El toro parado, cayendose, o sin moverse, o soso, el primero que no lo queremos somos los toreros.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Granizo, de López Navarro

  El domingo 9 de marzo de 1884 se celebró una novillada especial en la Plaza Vieja de Madrid, lidiándose cuatro ejemplares en puntas, dos de la apreciable ganadería de Boquete, en segundo y tercer lugar; y los restantes, de la torada de López Navarro. Los espadas, el Marinero y Fuentes (Hito), hermano de Bocanegra.
  Previo a los novillos en puntas, se lidió un novillo embolado para José Medrano, según el revistero: nuevo en la plaza de Madrid y creemos que en todas las del reino. El bicho fue devuelto a corrales bajo un foribundo escándalo y lluvia de naranjazos, pues Medrano tomó el olivo nada más principiar la faena de muleta y fue sustituido, no sin disputa, por un torerillo espontáneo llamado Arvelini, incapaz de finiquitar al de las bolas. Un espectáculo digno de Carabanchel. 

  En cuarto lugar salió nuestro protagonista, así cuenta la salida y el tercio de varas la pluma de El Toreo, con el pseudónimo de Juan de Invierno: 




 Es en la segunda parte de la reseña donde descubrimos la ajetreada lidia que protagonizó el burel de López Navarro, que hubo de aguantar media hora para recibir el cachetazo final, saltando al callejón un total de 19 veces más 6 intentos infructuosos. Hay que significar que la barrera de aquella plaza difería de la actual de Las Ventas en sólo 10 centímetros menos.
  Un acontecimiento sin parangón. El novillo Granizo ofreció una lidia, cuando menos, extraordinaria y singular:



  Sirva el novillo Granizo como ejemplo de animalidad salvaje y rusticidad que detentaba el toro decimonónico, sin ánimo de hacer afrenta a la ganadería de Carlos López Navarro, formada con reses de la Tierra, que previamente tuvo en su poder Francisco Arjona Guillén "Curro Cúchares" y anteriormente el Marqués de la Conquista; y que sirvió para formar, en buena parte, la vacada de Juan Manuel Sánchez Hernández "Juan Carreros".
  Qué clase de barbaridades sobre Granizo diría hoy la crítica especializada, esa que hace saltar todas las alarmas y se ve desbordada cuando presencia una corrida de comportamiento seco que vende muy cara la muerte, pidiendo matadero o tachándola de moruchada. Vaya usted a saber...

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Don Modesto, cronista taurino

 José de la Loma, Don Modesto (1860-1916), fotografía publicada en La razón incorpórea


   El 25 de marzo de 1915, José de la Loma, Don Modesto, en la "Charla Taurina" que dio en el Círculo de Bellas Artes de Madrid se encarga de aclarar taxativamente los términos "revistero de toros" y "cronista taurino". Estima Don Modesto que el revistero es un, llamémosle así, índice de los capítulos de la corrida. Un fiel o infiel (que hay de todo) narrador de los sucesos que tienen la arena como lugar de acción. Es un detallista. Debe, por imposición de sus obligaciones, anotar y consignar, para trasmitírselo al público, cada uno de los lances que en la fiesta se suceden. Hay una enorme masa de público que quiere saber al detalle lo que en la corrida ha ocurrido y el revistero debe satisfacer su curiosidad, no olvidando el más ligero pormenor. Resalta a continuación que, apenas concluida la corrida, se lanzan a la calle periódicos profesionales que relatan los incidentes de la fiesta. Luego, dos horas después, El Heraldo, La Correspondencia, La Tribuna, El Mundo, España Nueva y otros varios amplían estos informes y cuentan a sus lectores punto por punto, toda la corrida de toros. Aquí está el revistero. Esta es la misión del revistero: El Barquero, Claridades, P. Álvarez, Pepe Laña, Corinto y Oro han popularizado sus seudónimos relatando con escrupulosa sinceridad los lances del espectáculo. Luego, al día siguiente, surge el cronista taurino. Este no es un detallista. Sería ridículo que lo fuese. Aquí, dados los poderosos medios de comunicación que existen, saben los periódicos cualquier suceso ocurrido en Europa o América a las dos o tres horas. Y en ediciones ordinarias o especiales se lo dan a sus lectores. El aficionado de pura cepa -dice Don Modesto- compra los periódicos taurinos y los de la noche para leer la revista de toros. Ese no espera a mañana. Quiere saber lo que en la plaza ha ocurrido y consulta la opinión de los revisteros. Al indiferente, al aficionado templado, que sólo lee el periódico de la mañana, no le importa saber si el picador "H" puso una vara baja, o si el banderillero "M" clavó un solo palillo. Quiere una impresión de la corrida. Lo bueno o lo malo ocurrido en ella, comentado con más o menos gracia, con mayor o menor ingenio ¡Y aquí surge el cronista taurino! Este tiene el deber de comentar, con arreglo a su especial criterio, los lances más importantes de la fiesta. Debe juzgarlos y clasificarlos. Debe dar a cada lidiador el pago a que por sus faenas se haya hecho acreedor. Y es ahora cuando afirma Don Modesto:
  Yo, por escribir en El Liberal, diario de la mañana, soy cronista taurino, no revistero de toros. Y añade inmediatamente: Muchos se lamentan de que en mis crónicas omito incidentes de la fiesta que tienen interés, y creen que lo hago por olvido. No señores, lo hago deliberadamente. Porque creo que mi misión se circunscribe a comentar lo de más bulto, y a dejar en la sombra lo anodino, fútil e insustancial. Y para terminar, proclama:

"Cronista soy, pues, y cronista seré mientras las circunstancias no dispongan otra cosa. Los que intentan mortificarme, llamándome despectivamente revistero de toros, no consiguen su propósito. En primer lugar porque el cargo no es deshonroso, y después, porque todos los revisteros de toros, que yo conozco, son personas dignísimas, mucho más inteligentes y con más sentido común que esos ridículos, sucios y fracasados pedantuelos que los combaten".
  Sobre la crónica taurina impresionista de Don Modesto escribe José María de Cossío, en el tomo II de Los Toros:


"Una concepción nueva de la revista taurina iba a implantarse por obra de un ingenioso revistero, que no fue, o acaso no quiso ser, sino eso: revistero taurino. (...) Don Modesto, que siempre ejerció su magisterio en las columnas de El Liberal, comienza a escribir hacia 1890, y ya en sus primeros tanteos procura encontrar una manera personal de enfocar la crítica de la fiesta. Coincide su época con la del Impresionismo, y esa intención periodística influye sin duda en la concepción de su menester periodístico y hace la crónica impresionista de la fiesta. De ella no escogió sino los momentos más expresivos para su relato y su ingenio aporta todo género de amenidades y anécdotas de distritos distantísimos para redondear el juicio. Este suele ser hiperbólico y desaforado, pero lo es viéndose la intención cómica del cronista, como se veía y con toda claridad en Sobaquillo (Mariano de Cavia), muy dado también a exageraciones jocosas. La crónica de Don Modesto no es siempre modelo de buen gusto literario, pero siempre es personal y apasionante. En su tiempo de plenitud, que fue el de la competencia de Bombita y Machaquito y posteriormente la de Bombita y Gallito, llegó a ser, sin disputa, el revistero de más prestigio y más leído de todos." 
María Celia Forneas; La crónica impresionista de Don Modesto  


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  Don Modesto fue el crítico que más pasiones desataba, el de más influencia y el que hacía subir la tirada del periódico cuando salían sus artículos de toros. Era irónico, beligerante y pendenciero y lo mismo usaba del estilo epistolar que del conversacional, del lírico que del escueto. LLevó a la crónica taurina rigor intelectual, agudeza de ideas, cierto conceptualismo y el gancho de sus titulares. Valga como ejemplo referido a la sosería de Vicente Pastor: "Es un huevo sin sal".
  Aunque José de la Loma se declare el primer cronista, la revista de Abenámar empieza a tener ya algo de crónica. Y no digamos la de Sobaquillo (Mariano de Cavia), con el que Don Modesto tiene muchas afinidades.
  Mariano de Cavia decía de sí mismo que no era un escritor taurino, sino "un modesto guisandero que da más importancia a la salsa que a los caracoles"; autoinculpación que, para desacreditarlo, aprovechó uno que firmaba sus revistas como Uno al Sesgo, diciendo que "Sobaquillo, hace sus crónicas como un estofado de conejo, pero sin conejo". El conejo, inexistente según Uno al Sesgo, eran, por supuesto, las peripecias de la corrida que Sobaquillo simulaba ignorar.
  De los reproches que se le han hecho a Don Modesto, el más acusado es la pluralidad de sus gustos y el de elogiar siempre al fenómeno de turno. Él lo atribuía al sentido común y a la obligación del periodista de seguir los vientos de la actualidad. Don Modesto no era crítico cambiante, sino acumulativo. Le cabían muchos toreros en la cabeza, como a los buenos aficionados les caben muchos toros. Sin que dejara de censurarlos cuando era menester, Don Modesto fue, sucesivamente, machaquista, pastorista, belmontista, gallista. Su unica pasión perdurable fue Bombita. José de la Loma es el claro precedente, lugar acaso compartido con Mariano de Cavia, de Gregorio Corrochano que excedió a sus precursores en estilo literario y en elegancia expresiva.

Javier Villán; La crítica taurina

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  Sobre su diversidad de gustos y alabanzas al figura de turno, no sin razón, Don Modesto escribió:

  Cuando Don Modesto contemplaba con el cabello erizado aquellas tremendas faenas de Bombita, con terribles bueyancones Don Modesto era bombista.
  Cuando a Don Modesto se le achicaba el corazón viendo a Machaquito acostarse en el morrillo como si se echara sobre un colchón de muelles, Don Modesto era machaquista.
  Cuando Don Modesto aclamaba frenético a Vicente Pastor, sereno, imperturbable, toreando y dominando con la izquierda como ninguno y arrancando a matar con los ojos clavados en las agujas para llegar a ellas con la mano, ¡ah!, entonces era pastorista.
  Cuando Don Modesto presenció aquella inenarrable faena de Belmonte el día 2 de mayo, y le vio de novillero dar cinco verónicas sin enmendarse, que no las había visto dar nunca, Don Modesto era belmontista.
  Y ahora que ve todas las tardes y en todas las corridas y en todos los toros, sean grandes o chicos, bravos o mansos, broncos o suaves, difíciles o inocentes, a Joselito, triunfar siempre, entendiéndolo todo, dominándolo todo, allanando obstáculos para otros, invencibles, como si fuesen leves montoncillos de arena, ahora es joselista, tiene que ser joselista; la razón, la lógica, el sentido común le impulsan a ser joselista.
  Este Don Modesto cambia de ídolo de día en día.


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Madrid, tarde del 16 de octubre de 1913, en principio se anunciaron toros de Bañuelos para Machaquito, Rafael El Gallo y Juan Belmonte


 Para finalizar, un escrito recogido el día después de tomar la alternativa Juan Belmonte en Madrid, en El Liberal del viernes 17 de octubre de 1913. Tras la crónica de una tarde agitada, con invasión del ruedo incluida, titulada "Lo que se temía ¡Once toros en el redondel!", a modo de conversación, Don Modesto deja una muestra de su extraordinaria clarividencia taurina reflexionando acerca de la labor de Juan y sus insólitas cualidades como torero. Ahí va:
  ¡Ya es matador de toros Juanito Belmonte!
  De la solemne ceremonia de su doctorado guardará el simpático trianero perdurable memoria.
  Todos sus mayores enemigos, en apretada piña y sabiamente aconsejados, no le hubieran logrado preparar una ratonera más hábil ni más astuta. Si ayer no cayó Belmonte desde su pedestal y se rompió la frente contra el suelo, fue precisamente por ser fenómeno. Fenómeno en lo suyo, no pretendan ustedes que ahora nos borre Belmonte a Salvador dando estocadas.
  Me dirijo a los que niegan el agua y el fuego al diestro de Triana. A los que con los lentes empañados por el uso, no ven, o no quieren ver, lo que es realmente fenomenal en este torero.
  Esa su manera de torear de capa y ese su modo de jugar la muleta, todo ello en lucha franca, cara a cara con el bruto, que "le lame" cien veces los alamares de la taleguilla, ni tiene ni ha tenido igual en la lidia de los toros. Es un asombro; es un caso increíble si no se viera. Es un fenómeno.
  Los rutinarios, los tradicionalistas, los enamorados del ayer, ponen el grito en el cielo cuando se nombra a Lagartijo y Frascuelo hablando del ayer.
  -¡Es un profanación!
  -¡Es un sacrilegio!
  -¡Es una herejía!
  Yo confieso que no me acuerdo de Rafael ni Salvador cuando veo torear de capa a Belmonte. ¿Para qué? ¡Cómo me he de acordar de Juan Pérez o de Pedro López oyendo una obra colosal de Wagner!
  Ni hay herejía, ni hay sacrilegio, ni hay profanación.
  Al hablar de Belmonte toreando de capa, no se puede uno acordar de nadie. Porque torea como nadie.
  Si Guerrita, Fracuelo y Lagartijo ganaban seis mil pesetas cuando se retiraron, Belmonte, sólo por torear de capa, debía ganar sesenta mil.
  ¡Cómo se reirán los viejos aficionados!
  -Este "Don Modesto" ha perdido el poco juicio que tenía -dirán.
  Sí, sí. Ríanse lo que quieran, pero díganme una cosa.
  ¿Quién ha toreado de capa como toreó ayer Belmonte el último toro?
  Un nombre. Venga un nombre.
  -El último era un choto. Con un toro de muchos cuernos le hubieramos querido ver.
  Bien. Admitido el argumento.
  ¿Es que Guerrita no ha matado muchos toros más pequeños que el último de ayer?
  Bueno; ¿pues a que toro pequeño de los muchos que ha matado Guerrita, le toreó nunca de capa, como toreo ayer Belmonte al suyo?
  Venga una fecha. Venga el nombre de ese torete.
  No se empeñen ustedes de que los ríos vayan cuesta arriba.
  La verdad, cuando es tal verdad, se impone por encima de todos los obstáculos que sobre ella se amontonen.
  Belmonte torea de capa como no ha toreado nadie. Y tanto es así, que los buenos toreros de hoy dicen que, como torea Belmonte no se puede torear. Que es lo mismo que decir que el trianero torea como no se ha toreado nunca.
  Que habrá otros toreros que entretengan y diviertan más porque son más largos de conocimientos y pueden lucir en cualquier momento de la lidia, eso es indudable.
  Pero torero que toreando de capa o de muleta llegue al fondo del espíritu del espectador y le emocione y le asombre y le estupefacte, eso uno solo. Uno hoy. Juan Belmonte.
  En fin, señores; si será grande el poder de este fenónomeno, que ayer, después de una desesperante corrida de bueyes, con el ánimo echando lumbre, al sentir en la piel la burla que de la afición se estaba haciendo, cuando al público le faltaba poco para estallar como un triquitraque, Belmonte, con un choto, hizo tales cosas toreando de capa y otras tales toreando de muleta, tan estupendas, tan maravillosas, tan enormes, que casi se olvidó el público de la "tardecita" que había pasado, y rompió a aplaudir, y sus mejillas enrojecieron de alegría y entusiasmo.
  -¡Muy bien! Pero eso que lo haga con un toro grande, si lo hace diré que es un fenómeno nunca visto, gritaba un tradicionalista.
  Vamos, menos mal que "aquéllo" le parecía bueno.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Toro



  Para un español la palabra "toro" no significa un concepto tan genérico como Bull para un inglés o Strer para un alemán. Me refiero a un español que lleve en las venas la tradición nacional. Los españoles de hoy, que en su mayoría, por causas muy curiosas mas no oportunas aquí, hace un cuarto de siglo perdieron la continuidad de la tradición, andan cerca del inglés o del alemán al usar la palabra "toro": la envaguecen y la dilatan.
  Mas para un español de cepa -repito- "toro" no significa cualquier macho bovino, sino precisa y exclusivamente el macho bovino que tiene cuatro o cinco años y del que se reclama que posea estas tres virtudes: casta, poder y pies. Si no tiene cuatro años no es toro, es novillo o becerro. Si no posee, en una u otra dosis y combinación, aquellas tres virtudes, podrá llamársele "toro", pero comprometiéndose a agregar "malo" -será un toro malo-, donde malo significa lo que, cuando había duros de plata, llevaba a decir: "¡Hombre, hoy me han dado un duro malo!", donde "malo" significaba que, por haches o por erres, no era un duro. Esto le pasa a un toro que no posea ni casta ni pies ni poder. Aparte los cuernos, ligero detalle que va ya anticipado y presumido en el vocablo "bovino", son estos los tres ingredientes sine quibus non de la estupenda realidad que los españoles castizos llaman "toro". Más aún, esos tres componentes constituyen, en sus varias dosis y modos, los términos que nos permiten precisar la ecuación que es cada toro.
 (Respecto a los años: cuando de ellos se habla se suele entender que se refiere uno al tamaño. ¡Esto es una tontería! Un toro que tuviese las tres virtudes, aun siendo diminuto, le sobraría tamaño para hacer las fechorías imaginables. Es más -vaya como paradoja frente a la preferencia actual por pequeños supuestos toros-, hubo un momento en que fue preciso eliminar de la fiesta a los toros navarros, precisamente porque eran pequeños.)
  Da un poco de vergüenza haber tenido que tomar la precaución de definir rigurosamente al toro cuando hablo no sólo ante españoles, sino ante aficionados a toros. Pero si sois sinceros reconoceréis que no sobra. Además me era imprescindible para esto que necesito decir a porta gaiola.
  El asunto de que voy a hablar no es el toreo en el sentido que casi todos los que están aquí dan a la palabra y en que se basan casi todas las discusiones actuales entre los aficionados. Si yo digo que los buenos y mejores aficionados de hace cincuenta años discutían muy poco sobre el toreo dirán ustedes que no lo entienden, y, sin embargo, es la pura verdad. Con la palabra "toreo" ha pasado lo contrario que con la palabra "toro". A ésta se le ha ensanchado el sentido, a aquella se le ha constreñido.
  José Ortega y Gasset; Sobre la caza, los toros y el toreo.