jueves, 24 de octubre de 2013

Chanito, picador de toros

Portada del 7 de diciembre de 1905 (obsérvese el lustre que luce el toro mexicano de la época, igualito que ahora)
 
  En esta ocasión vamos a dar unas breves pinceladas sobre uno de esos picadores heroicos previos a la instauración definitiva del peto en 1928, se trata de Manuel Fernández Santillana, conocido en el mundo taurómaco por Chanito. Manuel fue el menor de una familia de nueve hermanos nacidos en la calle Capitán nº 18 del Real Sitio de Aranjuez, el tercero de una saga de picadores con renombre y hermano de Antonio Fernández Santillana, el primer aviador de España, quien perdió la vida en un accidente de vuelo en diciembre de 1909 en Francia, cuando contaba con 43 años.
  El primero de los hermanos dedicado a la gallarda y, por aquel tiempo, sufrida profesión de picador de toros, y quizá el más conocido, fue José, motejado Pepe el Largo. Debutó en la Plaza de Toros de Madrid en el año 1988, y militó en la cuadrilla del señor Mazzantini y en la de Bonarillo. Hay más andanzas de Pepe el Largo relatadas brillantemente en este artículo de Festivales de España.
 
 
Vivienda de la familia Fernández Santillana en la villa arancetana. Foto actual tomada por un servidor
 
Cuadrilla del señor Mazzantini. Chanito destocado y Pepe el Largo con el castoreño calado, entre los peones (foto La razón incorpórea)
 
  Prosiguió la saga de los hermanos picadores Salustiano, anunciado en los carteles como Chano. Éste ejerció la profesión de varilarguero, tras algún escarceo como torero de a pie, en la cuadrilla de matadores de la talla de Mazzantini, Villita, Lagartijillo, Lagartijillo chico, Bombita, El Gallo, Belmonte, Armillita y Valenciano II, entre otros. Y según cuenta Cossío fue uno de los últimos, quizá el último picador que usó moña, añadido y coleta, y no ha abandonado jamás en la calle el llamado sombrero ancho, cordobés o sevillano. Sufrió duras caídas, con las consiguientes fracturas, y alguna cornada de importancia que, naturalmente, amenguaron sus facultades físicas. Falleció en Madrid el 28 de enero de 1945.
 
  Y llegamos a nuestro protagonista, Manuel, como todos sus congéneres nacido en la ciudad ribereña del río Tajo, el día 10 de mayo de 1878, quien según refiere José María de Cossío en su extraordinario tratado, llegó a la profesión por influencia de su hermano José Fernando, trabajando como monosabio en las caballerizas de la Plaza de Toros de Madrid, en cuyo oficio permaneció dos años. En ese tiempo consiguió hacerse un excelente jinete y comenzó a picar en provincias, trabajando por primera vez en una corrida organizada para librarse del servicio militar, en la que estoquearon Vicente Pastor y Joaquín Leonor. El 21 de septiembre de 1902 tomó la alternativa de picador de toros en Madrid de manos de Rafael Alonso, El Chato, día y corrida en que tomó la alternativa de matador de toros Vicente Pastor de manos de Luis Mazzantini.
  Sufrió varios percances a lo largo de su vida torera: una cornada de 12 centímetros en el axilar derecho, otra de 19 centímetros en el muslo derecho y la luxación del peroné de la pierna izquierda. Perteneció a las cuadrillas de Mazzantini, Lagartijillo, Litri, Quinito, Vicente Pastor y Regaterín. En el año 1908 figuró en la de Rodolfo Gaona, y en el último año de su vida, en la de Dominguín. Murió en Madrid el 30 de noviembre de 1920, cuando contaba cuarenta y dos años de edad. Manuel Fernández ha sido picador de grandes dotes físicas, buen jinete y gran dominador de los toros. La afición le aplaudió calurosamente sus faenas y tenía en ella grandes simpatías. 

Sol y Sombra del 15 de mayo de 1902. Instantáneas de Carrión. Este ejemplar, según el cronista, se colaba por el derecho y cogió a Guerrerito, siendo volteado y campaneado sin consecuencias, tras varios pinchazos y estocadas envainadas, el coleta escuchó los tres avisos

  Vemos una actuación de Chanito en estas fotografías, en la octava corrida de abono afectuada en la Plaza de Madrid el día 11 de mayo de 1902, a las cuatro y media de la tarde, con toros de Miura. Segun Cossío, Chanito tomó la alternativa de picador en septiembre de 1902, sin embargo, aquí le vemos desempeñando en el mes de mayo, y llevándose alguna costalada, bajo las órdenes del matador de toros Guerrerito.

  Reproducimos seguidamente, además de la historia de Chanito, los comentarios previos que Pascual Millán hace en la crónica del festejo, antes de entrar en materia sobre la labor de los toreros, con el título de Juicio Crítico; dos palabras éstas llenas de significado, que nos vienen a decir, por sí solas, porqué derroteros va el espíritu de la reseña. Juicio Crítico, igual que los toros de Atanasio, los Urcola o los Vega-Villar, en peligro de extinción a día de hoy.
  Pascual Millán en Sol y Sombra, con su fina y mordiente pluma:

  Se verificó la octava corrida de la serie y primera del segundo abono tal como se había anunciado.
  Aquí no hubo cambio ni transformaciones: no se indispuso ninguno de los toros ni se quedó por ahí ningún maestro.
  Fueron éstos Quinito, Guerrerito y Machaquito, todos itos como ustedes ven; es decir, todos diminutivos. Ahora no se estila otra cosa.
  Y es lógico que diminuteen los que tan chicos y tan poca cosa resultan con los trastos.
  Cuando existían toreros grandes, no se conocían estos itos e illos que denotan pequeñez. Los matadores se llamaban Montes, Chiclanero, Cayetano Sanz, Cúchares, el Tato, Lagartijo, et sic de coeteris.
  Si había algún ito, como el de Antonio Carmona, era una excepción, y el del diminutivo valía ciertamente un imperio.
  A torero chico, alias chico. Es de rigor.

De los picadores, Chanito. Este fue objeto de una verdadera ovación picando al segundo. No se echó al toro por delante, ni castigó ni practicó con el caballo esa especie de verónica que Montes exige; pero estuvo valiente, entró derecho, agarró corta la vara y se fue al toro como un hombre

  Pero volvamos al punto de partida: los tres itos que figuraron en la octava de abono corresponden a Joaquín Navarro, Antonio Guerrero y Rafael González.
  Los toros fueron de Miura.
  ¿Cómo aquellos de la primera de abono? Eso hubiéramos querido; pero ya dijo aquel filósofo que sabía más latín que el Buñolero: non bis in idem: "dicho" que andando el tiempo había de parodiar Napoleón con su frase de: los toros se suceden y no se parecen.
  Los miuras que tanto gusto dieron a los señores hace mes y pico, estaban recriaos por Niembro en La Muñoza; los del domingo viniveron al natural y D. Eduardo nos hizo un flaco servicio. Tan flaco, tan esmirriado y tan liviano como aquellas reses tísicas, feas, escuálidas y raquíticas que con un tupé digno de mejor causa envió a Madrid.
  Muy mal, señor ganadero: ni aquellos eran toros, ni toros parecían.
  Muy mal, Sr. de Miura: animaluchos así no se venden para una plaza de tronío.
  Muy mal, señor criador de reses: un hombre de un poquito amor propio vacuno (permítame usted la frase), antes de enviar eso a la capital de España, lo entrega al brazo del matarife y contribuye en la medida de sus fuerzas al abaratamiento de la carne.
  Aunque matarifes por matarifes, quizá haya usted preferido los que gastan coleta.
  En quinto lugar salió un feto indecoroso, mezcla de chiva y burra de leche, que partía los corazones.
  El público protestó escandalosamente y con justicia; pero como el escándalo de la protesta fue platónico, como todo se tradujo en gritos y en llamar curro al presidente (¡pobre señor!), como ya no hay agallas para otra cosa, la lidia siguió, el toro fue arrastado y hasta la primera.
  ¿Y el muy grande, ilustre y magnífico jefe de la provincia?
  Bueno; gracias: ahora le preocupa mucho eso de la crisis y no es ocasión de andarse con pitorreos.
  ¿Y el empresario? Ese no tiene la culpa; paga una enormidad los bichos, pide toros y le envían cucarachas. Es el primer chasqueado.
  Ahora, que si hubiera un buen reglamento o se cumpliese el que existe, otro gallo nos cantara. Y así todos cantamos la gallina.
  ¿Qué? ¿Que la chiva tenía la edad reglamentaria?
  No lo creo: venga la mandíbula a ver si me convenzo, y después de convencido diré:
  - Pues aunque aquel toro contase, no los cinco, sino los cincuenta, por su facha y por su pequeñez debió rechazarse.
  Y hemos terminado.
  Las seis alimañas corridas aguantaron 35 varas y 5 refilonazos, por 12 caídas y 5 soleres insepultos.


Al primer bicho se lo habían mosqueao los banderilleros a fuerza de entrarle con prudencia y salirle en falso una vez sí y otra también. Asi es que el Miura, que desde el primer momento anduvo descumpuesto de cabeza, llegó con ese feo vicio a la muerte

Siguió la brega malamente, fue el trapo dos veces por el aire y seguimos sin ver un torero. En cambio, vimos un matador: Machaco se tiró muy bien, y con aquello (le perdono el pasito) soltó una corta, en las mismas agujas, de éxito seguro

   En estas dos fotos añadidas vemos el trapío de las reses que tanta crítica llevaron por parte de Pascual Millán, aunque no vemos el toro quinto, el del escándalo, nos hacemos a la idea del tipo de toro que predominaba en Madrid en el intervalo que va del Guerra a José y Juan.
   Buenos tiempos para ver toros cuando no hay figuras quitando y poniendo, más de lo primero que de lo segundo. 

lunes, 21 de octubre de 2013

Fotografías de la retirada de Bombita

Buceando por la red he dado con algunas fotografías más de la retirada de Bombita pormenorizada en la anterior entrada, todas ellas extraídas del blog Historia urbana de Madrid. Por su interés las copiamos aquí para gozo y disfrute de la afición.
 
"Bojilla" ayuda a Bombita a enfundarse la chaqueta de torear. Foto Campúa


La tarde era espléndida, llena de sol y más estival que de Otoño. Y la entrada colosal y demostrativa de lo mucho que Madrid quería al que se retiraba. / Foto tomada por Alfonso desde un aeroplano pilotado por el Sr. Menéndez, miembro de la Escuela Nacional de Aviación



A la salida de las cuadrillas, Bombita fue recibido con una gran ovación, a la que correspondió Ricardo saliendo hasta los medios
 
 
Cogió después los trastos por vez postrera en su vida de lidiador; brindó a la reina; hizo lo propio frente al 1, y luego, en el centro de la plaza, despertando honda emoción y dejando allí la montera, lanzó su último brindis, empezando la faena con un gran pase cambiado...
 
 
 Pero lo esencial, como ya hemos dicho, lo que hubo de verdadero relieve, fue el momento emocionante de la despedida, cuando los toreros con traje de calle, con trajes de luces, se precipitaron a saludar a su compañero
 

sábado, 19 de octubre de 2013

Centenario del adiós de Bombita

Cartel de la despedida. Publicado en La razón incorpórea

 

Plaza de Toros de Madrid


Corrida extraordinaria a beneficio de la Asociación Benéfica de auxilios Mutuos de Toreros, celebrada ayer 19 de Octubre de 1913

 
  Despedida de Ricardo Torres (Bombita), que llevaba por compañeros en el último paseíllo de su vida torera a Gallo, a Regaterín (en sustitución de Belmonte, antes anunciado) y a Gallito el menor. La corrida se celebraba a beneficio del Montepío de la Asociación de Toreros, fundada por el diestro que se va, y que después de las horas consagradas a su organización, por puro compañerismo, le dedicó también sus últimos éxitos, sus gallardías postreras, el último centelleo de su cetro de gran lidiador y sus grandes amarguras también, que muchas y muy grandes debieron producirle el arrancar el último y diamantino broche de su brillante túnica de vencedor, para vestirse en definitiva los oscuros arreos del olvido y abdicar de su gloria taurina y entrar en el pardo burdel de los retirados y de los viejos prematuros.
  Bombita dijo en otra y ya lejana ocasión que se iría de los toros cuando estos le dejaran inútil o cuando se encontrara sin facultades. Hay que creerle. No las tendría muy seguras ya, y la lucha cansa, sobre todo a los fatigados, cuando ha de sostenerla con mozos que llegan de refresco y con bríos.
  Se va por no perecer con la lucha; se va... se fue; pero lo hizo con pundonor, mirando fríamente a la muerte para no tener la vergüenza de inclinar confuso la frente cuando se acuerde de este día.
  A partir de hoy, sus amigos irán desfilando, mermándose la masa de incondicionales, ya que el tiempo abre su brecha profundísima en todo, quedándole solamente el recuerdo de lo bien o mal que haya quedado en su función de despedida.
  Los toros eran ocho; cuatro de la vacada de Concha y Sierra y otros cuatro de la de Benjumea, una de cuyas reses dio a Ricardo su primera cornada, su bautismo de sangre; pero a última hora, estos fueron sustituidos por otros cuatro de García Lama.
  La plaza estaba engalanadísima con pañuelos de Manila en los palcos, y las colgaduras de rigor en las sobrepuertas y en el sitio de los timbaleros ostentábase un precioso tapiz de Goya, así como en el palco regio primorosamente adornado.
  La tarde era espléndida, llena de sol y más estival que de Otoño.
  Y la entrada colosal y demostrativa de lo mucho que Madrid quería al que se retiraba.
  En algunos palcos de la grandeza, veíanse también tapices.
  La plaza estaba como jamás se vio.
  La lidia debió llevarse por este orden: Bombita y Gallito para los toros primero; cuarto, quinto y último. Gallo y Regaterín para el segundo, tercero, sexto y séptimo.
  Esto no es excusa de hacer constar en la reseña, quienes eran los que figuraban en cada toro como jefes de ruedo.
  Bombita vestía azul celeste; Gallo, de negro; Regaterín, de salmón, y Gallito de grana, y todos, como es sabido, con guarniciones de oro.
  Momentos antes de empezar la corrida apareció la reina Victoria en el palco, siendo saludada entusiastamente por los aplausos de todos los espectadores. Acompañábala la infanta Isabel.
  A la salida de las cuadrillas, Bombita fue recibido con una gran ovación,  a la que correspondió Ricardo saliendo hasta los medios.

"Bojilla", el mozo de estoques de Bombita, haciendo a éste la trenza por última vez para ir a la Plaza el día en que se despidió del público de Madrid
 
  Primer toro, de Concha y Sierra. Calderero, núm. 70, cárdeno obscuro, girón, lucero, gordo y bien puesto.
  Salió haciendo ascos a los capotes y aunque Bombita le presentó el suyo, la res se fue describiendo círculos en su carrera como un milano atontado; su mansedumbre era manifiesta.
  Ricardo le capoteó muy bien dejándole en suerte, y después de otra huída ante un picador, el bicho tomó una vara de Cipriano Moreno y otra vara de Formalito, sin demostrar la menor bravura ni dejarlos caer.
  Moreno practicó otra sangría y terminó Formalito con un puyazo.
  Los matadores bien en los quites.
  Murieron dos caballos.
  Patatero puso un par de las de lujo, bueno, y Morenito, que salió con su jefe la primera vez en que éste vistio el traje de luces, y con él se retira, clavo otro par al cuarteo.
  Patatero dobló, después de una salida en falso, con un par caído y delantero, de las comunes, al relance de un capote.
  Bombita pronunció un largo brindis de despedida, y el público aplaudió. Brindo después a un amigo de la barrera del 9, y después frente al 7 empezó a pasar, llevándose el bicho hasta cerca de los medios, donde después de dos naturales, dos altos y uno cambiado, atizó un pinchazo en lo duro.
  Continuó toreando al manso, obligándole a fuerza de valentía y, perdiendo la muleta en el encuentro, largó frente al 10 una gran estocada que derribó al toro sin puntilla.
  Menos merecía el buey.
  Ovación y petición de oreja y ramos de flores, entre los que descolló un gran bouquet que le arrojaron desde el 7. Sobre un palco apareció un cartel que decía: "La Peña taurina de San Sebastián saluda a la afición madrileña y se despide del Bomba".

Se dió el caso insólito en la plaza de Madrid que, cuando Bombita muleteaba brillantemente a su último toro, sonase la música en su honor, caso que solamente se ha repetido cuando Antonio Bienvenida, en su triunfal despedida de Octubre de 1966, brindó un par de banderillas a la banda
 
  [...]
 
  Quinto. Cigarrón, núm. 37, de García Lama, negro, bragado y delantero de cuerna.
  Salió con muchos pies y Bombita se los paró con cinco verónicas, un farol, una navarra y un recorte.
  Aplausos.
  Arriero soportó un coscorrón y Bombita se llevó al toro, distinguiéndose también por su alegría y arte Gallito corriendo al animal.
  El propio Arriero picó cuatro veces más, y el presidente al final mandó tocar a banderillas que cogió Ricardo.
  Andando hasta la cara dejó un par algo desigual de las lujosas y otro lo mismo de las comunes, cerrando el tercio y colocando su último par con los terrenos cambiados.
  Muchas palmas.
  Cogió después los trastos por vez postrera en su vida de lidiador; brindó a la reina; hizo lo propio frente al 1, y luego, en el centro de la plaza, despertando honda emoción y dejando allí la montera, lanzó su último brindis, empezando la faena con un gran pase cambiado. Más cerca, más valiente que nunca, con un gran silencio en el público y sonando la música, dio Ricardo dos pases seguidos de rodillas, un molinete, uno de pecho, y junto a las tablas del 1 quiso entrar, desistiendo y sacando al toro con pases de tirón, para acabar frente al mismo tendido con una estocada entera bien puesta.
  De los tendido cayeron algunas palomas, cogiendo el matador cariñosamente una blanca, muy bonita.
  Luego descabelló al primer golpe.
  Un grupo compuesto de toreros, llevando en alto el cartel de la Asociación, se apoderaron de Bombita, paseándole en hombros alrededor de la plaza.
  La ovación fue ensordecedora.
  El presidente le concede la oreja, que arroja el diestro al tendido 5.
  Fue un momento verdaderamente emocionante.
  Entre los toreros se veían a Chano, Pacomio, Africano, Aguilita y Hablapoco.
  Toreros con trajes de luces, picadores a todo correr, cuantos compañeros había en la plaza, acudieron presurosos a despedir al diestro que, agitando conmovido el pañuelo, se despedía a su vez del público.
  La reina le arrojó un regalo.
 

Apreciación

 
  Ayer terminó su historia taurina una de las figuras más gallardas con que el toreo pudo contar, y la terminó como los hombres dignos y grandes, con decoro y con pundonor, sosteniendo hasta última hora su fama, y jugándose a cara o cruz la vida, con tal de que el renombre ganado a costa de esfuerzos y sangre, no se enturbiara con una mala faena al final. De Ricardo Torres Bombita, tan traído y llevado bien a pesar suyo, solo queda ya el recuerdo.
  La fiesta de ayer fue más bien que una despedida, un apoteosis. Hubieransele perdonado hasta lo malo, si hubiera sido malo lo que hizo, porque el público, el buen público, el ajeno a discordias y malas artes entre bastidores, quiso hacer ostensible al torero sevillano y valiente, al torero señorito, al lidiador aficionado al oficio que tan alto le puso, el aprecio sincerísimo que siempre le profesó el pueblo de Madrid, en cuya plaza vino al toreo y en cuyo redondel quiso dar la última estocada, despidiéndose en definitiva.
  No recordábamos cosa igual en espectáculos de esta índole; los tapices colgados de los palcos, daban idea de la majería grande de otras épocas, y los pañolones de Manila con los flecos de seda, tenues como cabellos, engañando al aire que los columpiaba y el brillante plantel de mujeres cubiertas con sus más vaporosos atavios y sus mantillas blancas y sus peinas de concha, y el espectáculo del palco real, con la bellísima soberana, en quien caen tan bien los trapos españoles, y la infanta, de neto españolismo, y el redondel tan lleno, tan vistoso, tan cosa nuestra, sin extranjeros a quien agradar, o rendir pleitesía de disculpas por miedo a su horror a la sangre, despertaban en nosotros recuerdos de tiempos mejores. 
  Los héroes de la tarde fueron Ricardo y Joselito, y los actores que no descompusieron el cuadro, Gallo y Regaterín.
  Bombita extremó la nota de su valentía y se hizo aplaudir por su arte, por su despedida y por su historia; Joselito, por su faena colosal en el último toro y por lo que dejó entrever para el porvenir.
  Vióse que se iba un coloso dejando a un heredero privilegiado.
  Alguien dijo que Joselito era un Bombita que mataba.
  Yo añado que Joselito es un Bombita sin cicatrices.
  Los dos el mismo amor al arte, la misma ardiente afición, la misma prodigalidad en recursos y en inspiraciones; no hay más que una diferencia: la que va de los dieciocho años a los treinta y cinco.
  [...]
  En resumen, fue una corrida buena, en que por rara coincidencia toreros y toros parecían empeñados en hacer que desapareciera el recuerdo del jueves [alternativa de Juan Belmonte].
  Pero lo esencial, como ya hemos dicho, lo que hubo de verdadero relieve, fue el momento emocionante de la despedida, cuando los toreros con traje de calle, con trajes de luces, se precipitaron a saludar a su compañero, y la faena magistral, enorme de Joselito, que ayer por vez primera en todo lo que lleva de matador de toros, logró convencernos de lo mucho que vale y puede.
  El brindis postrero de Bombita en el centro del redondel; los dos pares de banderillas de Bombita y Gallito; el magnífico primer pase de Joselito a su último toro frente al 1, con los pies clavados y el cuerpo más derecho que un huso.
  He aquí la síntesis.

Paco Media Luna, en la publicación El Toreo
 
"La Asociación de Toreros, agradecita a su presidente Bombita". Él creó la Asociación de Auxilios Mutuos de Toreros, conocida por el Montepío de Toreros, de vital importancia en aquel tiempo, esta Asociación se ocupaba de las necesidades de los toreros que caían heridos o quedaban inútiles para su profesion, ya fueran médicas o económicas
 
*** 
 
  En el periódico El Liberal, Don Modesto, ferviente partidario del Papa Blanco, como él bautizó a Bombita, escribe un apasionado artículo de la tarde postrer, y deja constancia de algunos detalles curiosos que transcribo a continuación.
 

Los brindis de Bombita

 
  A título de curiosidad, publicamos los brindis de Bombita en la corrida de ayer:
 
  A la reina. "Señora: Ya que vuestra majestad se ha dignado honrar con su presencia la corrida de mi despedida, sería yo muy descortés si no tuviera el alto honor de brindaros mi último toro. Brindo, pues, a la preciosa salud de vuestra majestad, a la de vuestro augusto esposo y a la del príncipe y los infantes".
  A D. Manuel Eulate. "Eres mi amigo desde que empecé a torear y conmigo has ido a infinidad de corridas. Sin embargo, nunca te he brindado un toro. Lo hago con éste, que es el penúltimo que torearé en mi vida. Un poco manso es..., pero procuraremos por todos los medios quedar lo mejor que se pueda".
  A D. José Becerra. "Querido Pepe: Tú eres el mejor aficionado de mis amigos y, a pesar de que me has visto torear desde que comencé mi vida taurina, jamás te había brindado un toro. Fue porque te reservaba este, el último. Te lo brindo con muchísimo gusto, deseándote mucha salud".

Bombita se enfrentó al toro más grande y serio de la historia. A pesar de haber sido un muletero experto, lo fue sólo a costa de feroces cornadas. Junto con Carnicerito de México y Luis Freg, ha sido el torero más constantemente castigado por los toros. De novillero los años 1897 y 1898 sufre cuarenta y cinco cogidas, resultando herido dieciocho veces. La estadística de sus cogidas durante el tiempo en que fue novillero es tan grande que sus amigos es fama que en vez de desearle "buena suerte" le decían "que no sea mucho"
 

 Regalos a Bombita

 
  La reina Victoria Eugenia, que por su hermosura fue aclamada ayer en la Plaza de Toros, regaló a Bombita, que la brindó el último toro, un precioso alfiler de corbata con enlace de A. V., con la cifra XIII en rubíes y brillantes y la corona real.
  D. José Becerra regaló a Bombita un alfiler de esmeraldas y brillantes y 500 pesetas para el Montepío de Toreros.
  Igual cantidad y con el mismo fin don Manuel Eulate.
  D. Juan Corrales, una moneda austriaca de cien coronas, rodeada de brillantes, con la fecha y la dedicatoria en esmalte.
  Los Sres. Sánchez Hermanos, de Albacete, una puntilla de plata repujada, en artístico estuche.
  José Cordero (El Gordo), conserje de la Asociación de Toreros, y Paca Muñoz, un estuche de aseo de plata repujada.
  Y el Sr. Lezcano, veinticinco pesetas para el Montepío.
  Bombita recibió anoche multitud de telegramas felicitándole por su triunfo. Entre ellos uno muy sentido de varios toreros, saludando (textual) a su padre, protector y rey del toreo.
  Recibió tres cablegramas de Buenos Aires, dos de Méjico, uno de la Habana y varios telegramas de Londres, París, Burdeos, Touluse, Bayona, Dax, Lisboa y Oporto.
 
Cuadro estadístico de la tarde. Se vieron 33 entradas a los caballos, 4 caídas y 5 quedaron para el arrastre. Teniendo en cuenta que se jugaron 8 toros, la corrida no tuvo mucho poder en la caballería 

 

Adiós

 
  ¡Bombita se fue!
  Aquel gran lidiador, que ocupó a la retirada de Guerrita, el solio pontificio del toreo, se ha despojado voluntariamente de sus augustas vestiduras para sumergirse en las delicias de la vida burguesa, endulzada con unos cuantos millones y un gran caudal de buena salud.
  Ayer el pueblo soberano, a pleno sol, le hizo la despedida más grandiosa, más entusiasta y más sincera que se hizo jamás a torero alguno.
  Y es que Bombita se va cuando no debía irse, porque el toreo sin él cae en un estado de postración y agotamiento alarmantes.
  No debía irse y se va, y hace bien.
  El pueblo lo entiende así, y por eso le tributó ayer un gigantesco homenaje de admiración y simpatía.
  ¡Ya se ha ido Bombita señores!
  ¡Pueden ustedes dormir tranquilos!
  Tocaba la música una solemne marcha triunfal. Caían al redondel flores y palomas. Bombita, con el rostro lívido, sonriente, decía "adiós" con el pañuelo.
  Luego, en la calle, la multitud corría tras el coche. Guardias a caballo le rodeaban.
  La gente, apiñada en los bordes de las aceras, palmoteaba y daba vivas al gran lidiador. Desde los balcones, las señoras flameaban nerviosamente los pañuelos. Los chicos corrían, gritando, a los lados de la jardinera. Los hombres se descubrían a su paso...
  Bombita, de pie, con la montera en la mano, siempre con el color cadavérico, lívido, saludaba y sonreía...
  El sol se iba también.
  La muchedumbre continuaba vitoreando al espada, que ayer mató su último toro.
  ¡Cuánta luz! ¡Cuánto júbilo! ¡Cuántas flores!
  Y, sin embargo...
 
Dicen  que no son tristes
las despedidas...
Dile al que te lo ha dicho
que se despida
 
¡¡ADIÓS, BOMBITA!!
 
Don Modesto 

"¿Qué va a ser de mi vida a partir de ahora? Ya no volveré a ver a Bombita. Se ha acabado mi juventud". Ramón Pérez de Ayala
 

miércoles, 16 de octubre de 2013

En el centenario de alternativa de Juan Belmonte

  Hoy, 16 de octubre de 2013, no quería dejar pasar el día sin hacer un pequeño tributo al genial y revolucionario -sic Ayuntamiento de Madrid- Juan Belmonte. Se cumplen 100 años del día de su alternativa en la Plaza Vieja, agitada y polémica alternativa en medio de una bronca constante debido, principalmente, a la birriosa presentación de las reses, mansedumbre boyar, y encarecimiento de los billetes que alteraron los ánimos de aquella apasionada afición. Si leemos bien las crónicas de aquel día y sabemos interpretar a los fabulosos cronistas de la época, vemos que el toreo de Juan resplandece y su singularidad no pasó desapercibida en medio de aquel maremágnum.
  Hoy rescato el "Álbum del abono de Madrid, 1914". Juan era el torero de más reciente alternativa entre todos los espadas contratados. Y esta era la reseña que Corinto y Oro dedicaba al Pasmo de Triana. 

Foto Alfonso y Compañy

  Nació en Sevilla, calle de la Feria, el día 14 de abril de 1892 y fue bautizado en la parroquia de Omnium Sanctorum el 17, "tres" días después. Corrió prisa la ducha de agua bendita. Por lo visto nació ya "con todas las fechas comprometidas" y había que aprovechar el tiempo. A los dos años de venir al mundo fue a vivir a Triana, en cuyo popularísimo barrio tenían sus padres una tiendecilla de quincalla.
  Creció, fue a la escuela y en cuanto pudo "arrimar el hombro", su padre le puso en comunicación directa con los cachivaches de su pequeña industria. Un "historiador" belmontista dice que "Juaniyo", cuando tenía unos doce años, fue colocado en un comercio de Huelva, y que a la simpática y cumplida clase de "horteras" perteneció hasta que el virus taurómaco se le inyectó en las venas y empezó a "apuntar" las verónicas, los faroles y los molinetes, asombrando a los chavales con quienes se reunía.

  Como Juan no tenía el privilegio que tuvieron, tienen y tendrán los niños de abolengo taurino o los que han la suerte de tropezarse con un providencial protector, y pueden dar sus primeros pasos en los tentaderos con becerros y vaquillas de casta con que "dar clase y educar el miedo", los comienzos de su carrera constituyeron un calvario para la pobre y famélica criatura, que apenas comía, ni tenía salud, ni podía tenerse en pie. Y si quiso torear tuvo que cruzar a nado muchas noches el Guadalquivir, meterse en los "cerraos", actuar con su raída chaqueta, contender con "catedrales", tragar el paquete de los vaqueros -dispuestos a partirle los huesos a estacazos al golfillo que se sienta Curro Cúchares- ¡empezar jugándose su mísero pellejo!

  Juan salió a torear por primera vez en una corrida sin picadores y armó el escándalo, efectivamente..., pero por la "cruz" de la moneda. ¡Se dejó un toro vivo; además, salió vestido como un adefesio y estaba "esmayao"! ¡"Pa" los restos! Y la tomarón a chufla.
  Pero "Calderón", su protector y apologista, terne que terne, decía entusiasmado que "allí" había un estilo colosal y que "Juaniyo" tenía que ser, y si no ¡al tiempo!
  El muchacho se fue a Valencia desesperado y allí consiguió salir en una moruchada de mojiganga... y ¡allí triunfó "Calderón"!
  Belmonte armó el alboroto, por la cara de la moneda y volvió a torear; entusiasmó a toda Valencia taurina; toreó nuevamente en Sevilla -con picadores- puso cátedra, levantó al público de sus asientos... ¡fue desde entonces hasta el día: ¡Belmonte! ¡Belmonte! ¡Belmonte!...

  ... Al abandonar Méjico, donde ha actuado durante la emporada invernal, Belmonte ha dejado una estela de admiración, como los periódicos de allá dicen que no dejó diestro alguno. La labor realizada por el trianero en la plaza de la Capital de la tierra de Moctezuma ha sido verdaderamente estupenda. El toreo de Belmonte ha sido la suprema aspiración de los aficionados mejicanos, que ven, saben y exigen. Belmonte ha conseguido que la baba corra por los tendidos de la plaza de "El Toreo" y ha salvado a la Empresa, metiendo en sus arcas muchos miles de pesos y quitando a Pepe Rivero "un peso de encima"...

  ... Unos días faltan para que comience en España la temporada de toros. La expectación que hay por Juan Belmonte es verdaderamente brutal. Las gentes esperan con ansia el "crujío". Como Juan tenga un poco de salud, otro poco de suerte y siga queriendo coles... ¡Jesús, María y José!

Maximiliano Clavo, Corinto y Oro

 


Ganaderías contratadas para la temporada de 1914:


martes, 8 de octubre de 2013

Cambios otoñales

Por Andrés de Miguel

  La faena de crepuscular belleza de El Cid a Berbenero, ha oscurecido toda la feria de otoño en la que también han pasado cosas interesantes para el futuro de la fiesta de los toros.
  A modo de resumen comento algunas en tres apartados:

Público  

  El fin del abono que colmataba la plaza ha supuesto que la media de edad de los espectadores baje. Por fin los tendidos se rejuvenecen, quizá no en exceso, pero al menos permite que nueva gente se aproxime a las corridas de toros. Supongo que la bajada del abono será una mala noticia para la empresa, pero creo que es una buena noticia para la fiesta de los toros. Puede entrar nueva gente en los tendidos de los que algunos o muchos serán aficionados, la plaza no estará siempre llena o al menos vendida, por lo que los carteles tendrán que mejorar si quieren completar el aforo y los discursos siempre repetidos y anquilosados de los mismos darán paso a nuevas opiniones y nuevas miradas sobre la fiesta. Bueno o malo, el cambio siempre es interesante en una situación tan sombría como la que recorren las corridas de toros.

Toros 

  El batacazo de Adolfo Martín que tiene una ganadería demasiado corta y desigual para sostenerse toda la temporada y la pesadez del trote de los atanasios de El Puerto de San Lorenzo y familia, tantas veces repetidos en Madrid y con éxitos tan escasos, ha dejado a la ganadería de Victoriano del Río el interés de la feria con tres toros (1º, 3º y 4º), nobles y no tontos en la muleta, aunque escasos de bravura. Más allá de la defensa de los encastes singulares, como apropiadamente los denomina Rafael Cabrera, si queremos defender la bravura deberemos pedir otra organización de la suerte de varas, que luzca a los toros en el caballo y convierta este tercio en una parte más vistosa de las corridas de toros. El peso del espectáculo lo lleva la actuación con la muleta, y la reivindicación de la lidia como espectáculo integral que ha llevado a cabo Javier Castaño con su cuadrilla, genera rechazos, para mi incomprensibles, entre gran parte del público y de los aficionados.

Toreros 

  La naturalidad y torería de El Cid que creo que ya no tiene nada que ganar ni perder en la fiesta, salvo reivindicarse sentimentalmente tras varios años de declive, ha marcado esta feria, en la que se ha visto que el valor de los toreros no basta para generar espectáculo y cuando el valor raya en la temeridad puede provocar un efecto de rechazo, si el torero queda a merced del toro como Joselito Adame. La decisión de Fandiño le ha permitido convertirse en un torero de relumbrón, es el favorito de muchos aficionados, pero hay muchos que esperamos que todavía pueda dar un salto de calidad con un mayor entendimiento de los toros y planteando unas faenas más basadas en la pureza que en la decisión. Fandiño es la gran esperanza al tiempo que siembra dudas de que consiga dar ese salto.
  Todas estas breves ideas y más que están en la cabeza de todos, nos darán abundante munición para las charlas y comentarios de este invierno.

domingo, 6 de octubre de 2013

La Venta del Batán no pertenece a nadie

Lo que dice el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad Autónoma de Madrid:



 El Ayuntamiento de Madrid:


Son extractos de las misivas que la Asociación el Toro de Madrid ha intercambiado con el Ayuntamiento y la CAM demandando la rehabilitación y apertura de la Venta del Batán, tal y como se encontraba entre 1955 y 2005. Se leen completas aquí.

sábado, 5 de octubre de 2013

Belleza crepuscular


Foto Tierras Taurinas

 

Por Andrés de Miguel


Cuan bello es el toreo puro, ejecutado con convencimiento y con relajación, seguido con asombro en los tendidos, jaleado por aficionados y público. Quizá sorprendente para muchos como yo, que no creíamos capaz a El Cid de remontar su toreo de dudas e inquietudes, y deslumbrante para otros que quizá no alcanzaron a ver su época esplendida hasta 2007.
Un resplandor de belleza de una completa faena de muleta montada con la izquierda, sin pruebas, que empieza citando con distancia, recogiendo al toro con riesgo y rematándolo para no tener que rectificar ni perder pasos. Naturales largos, ligados y no hilvanados, esplendidos de factura y colocación. Para mi percepción, el último de la segunda serie un auténtico monumento. Con la única concesión de una tanda, quizá la cuarta, de prueba con la derecha, que no era ni el pitón bueno del toro, ni la mano buena del torero.

Una faena ejecutada para él, quien ya no tiene que reivindicarse ante nadie, que no va a modificar su carrera, su imagen, ni su cotización, que sólo vale, sólo ¡que barbaridad!, para ser paladeada por los aficionados que siempre hemos esperado a El Cid con el agradecimiento debido al torero que ha ejecutado el toreo más puro en la plaza de Madrid en todo el siglo XXI, aun con la desesperanza de que lo volviera a repetir.

Lo hizo, vaya si lo hizo, con un colorado victorianodelrío, Berbenero de mote según el programa, de noble naturaleza y codiciosa embestida, con dos impresionantes pitones. Con la belleza añadida de ver torear a un toro bien armado, impresionante de arboladura, con dos ganchos colocados en el testuz y  que resultan caber en la muleta movida con temple y mando, con ligereza de látigo y precisión de orfebre, con convencimiento de artista y relajación de héroe.

Claro que hubo más en esta corrida, en la que El Cid se acartelaba como convidado de piedra, entre el héroe del momento Ivan Fandiño y la alternativa de Ritter que sólo tiene justificación en el negocio y no en el oficio. Hubo un tercio de quites de más movimiento que belleza, afortunadamente rematado por una media de El Cid. Hubo una faena movida y vulgarota de Fandiño. Hubo una corrida de mejor presentación que casta, fuerzas justas, general nobleza y escasa emoción.
El Cid que por reeditar todos sus demonios acabó matando a la tercera de un providencial sartenazo, que nos libró de seguir conteniendo la respiración cuando entrara con la espada, sólo ha tenido que pelear con su propio recuerdo, con la falta de novedad que supone haberle visto ya y que provoca inevitables comparaciones, con la muleta que  ha sido capaz de rematar más abajo, con la muñeca que ha tenido más recorrido en el remate y por tanto en el dominio del toro. Esa falta de novedad convierte esta faena, sea canto del cisne o inicio de una espléndida madurez, en una imagen crepuscular de reencuentro con una afición que es capaz de vibrar con el toreo puro, ejecutado con verdad, sin gesticulación, con capacidad y entrega, donde la belleza surge inevitablemente en el bello dominio del torero sobre la embestida del toro. La esencia de la fiesta de los toros.

miércoles, 2 de octubre de 2013

El primero de la Plaza Vieja


Toruno

de Veragua, fue el primer toro que pisó el ruedo al inaugurarse la Plaza de Madrid el día 4 de Septiempre de 1874.
 
El diestro "Villaverde" le dió el primer capotazo * "Chuchi" le puso la primera vara * Lagartijo hizo el primer quite * De los picadores, cayó al suelo, el primero, Calderón (Curro) * Mariano Antón, le correspondió banderillear por delante, y "Bocanegra" fue quien primero mató en la actual Plaza de Toros.