martes, 26 de agosto de 2014

Los empresarios de Madrid dicen no al Batán

   No habrá toros en el Batán. La empresa de la Plaza de Toros de Madrid, Taurodelta Sociedad Anónima, Simón Casas y Antonio Matilla han dicho no al Batán. Aficionados y algún colectivo como la Asociación El Toro de Madrid llevaban varios años luchando por reabrirlo insistentemente, sirva el último ejemplo; la CAM, en nombre de Carlos Abella, daba evasivas aduciendo incompetencia sobre el tema; el Ayuntamiento, en nombre de la concejala con atribuciones, Paloma García Romero, ha puesto lo que estaba en su mano, rehabilitando y acondicionando unas instalaciones que se encontraban abandonadas, transfiriendo las competencia de uso y administración a la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Llegados a este punto, la Escuela de Tauromaquia lanzó el órdago definitivo al triunvirato empresarial, que al ver la pelota en su tejado y antes de que se hunda, pues ya sabemos lo que pasa con las techumbres que los susodichos instalan, han redactado una misiva repleta de peregrinos argumentos, negándose al uso y exposición de los toros en la Venta del Batán.

Los genios que han dicho no a los toros en el Batán

  Dicen los empresarios:
Consideran como graves inconvenientes lo inadecuado de las instalaciones y de los corrales -“a pesar de las evidentes mejoras producidas”- y, sobre todo, la dificultad de garantizar la seguridad de todo el recinto de la finca. Máxime –añade la carta-, “teniendo en cuenta lo aislado del lugar y la difícil situación de contestación, muchas veces radical, con que se encuentra cualquier actividad relacionada, directa o indirectamente, con la Tauromaquia”.

   Parece ser que el problema viene de la seguridad y los antitaurinos. En Madrid, donde se ha declarado Bien de Interés Cultural (BIC) la Fiesta de los Toros para proteger su valor social, cultural, económico y ecológico y garantizar el derecho de todos los ciudadanos a la tauromaquia, como referente singular del patrimonio cultural tanto nacional como de la Región (sic), no se pueden exhibir toros por temor al ataque de cuatro chalados.
  ¿Por qué habrían de atacar las instalaciones en caso haber toros en los corrales, si todo el mundo sabe que ahí están desde los años 70 siendo un referente como escuela de toreros? ¿Tan complicado es proteger el perímetro y poner un vigilante de seguridad si fuera necesario? ¿Es la Casa de Campo un lugar difícil de garantizar la seguridad, en pleno Madrid, donde hay patrullas de policía constante todos los días del año, las 24 horas del día, por ser un lugar con numerosas instalaciones de especial protección y donde también hay varias dependencias policiales? ¿Debemos tener miedo los aficionados a los toros de Madrid y pensar en la contestación radical que pueda haber cada vez que iniciemos una nueva empresa relacionada con nuestra afición, de verdad nos debe cohibir esto? ¿No les parece, por esta regla de tres, que la Plaza de Toros de Las Ventas es un objetivo mucho más apetecible para una posible contestación radical, y ahí está viendo pasar el tiempo?

  Continúan diciendo los ínclitos:
Entre otras razones, Taurodelta alega también el rechazo de “una parte significativa” de los ganaderos a dejar los toros en El Batán por los riesgos del embarque y desembarque adicional de los animales, así como por las posibles “campañas” negativas en las redes sociales

   Este problemón tiene tan fácil solución como dar libertad a los ganaderos. El que no quiera exponer sus toros, por las razones que crea convenientes, que no lo haga, y el que quiera llevarlos al Batán, adelante. Y me consta de primera mano que a muchos ganaderos no les importaría llevarlos, o volver a llevarlos, porque este no es un invento de hoy, El Batán estuvo funcionando desde el año 1950. Algunos incluso manifiestan abiertamente que El Batán beneficia a sus toros. Si, por ejemplo, de 30 tardes que tenemos en San Isidro hay 15 ganaderías que se ofrecen a mostrar sus ejemplares, bienvenidas sean.
  A los empresarios les parece que puede haber campañas negativas. Como si no las hubiera ya cada vez que se presentan los julis, manzanares o morantes de turno con sus toros de chichinabo y no paran de mover camiones, cambiar ganaderías a su antojo, o lo que sea necesario hasta que no tengan toritos de su apetencia. Esto es ley de vida desde que el Guerra empezó a mandar más que los ganaderos, es una guerra perdida. No teman por las redes sociales porque es un mundo virtual, y la realidad es que la afición de Madrid está muerta. Campaña negativa eran las de los aficionados antiguos, que recibían a gorrazos desde el paseíllo al mismísimo Joselito El Gallo si no les convencían los toros. Y no les hacía falta ir a los prados de La Muñoza, se podían ver en el apartado, como hoy, ¿o es que también nos van a prohibir la entrada al apartado por temor a campañas negativas?

  ¿Se habrán parado a pensar estos genios de la mercadotecnia taurina, que a lo mejor, en vez de campañas negativas, lo que se produce es el efecto inverso? ¿Habrán pensado los empresarios que no hay mayor fábrica de futuros aficionados que una Venta del Batán llena de vida? Uno empieza a pensar que no, que a estos señores el toro y la afición que a este sublime animal pueda hacerse les importa un pimiento y no les interesa lo más mínimo. La temporada venidera se cumplirán 10 años sin ver toros en El Batán y lo único que han hecho ha sido poner trabas, van contra su propio negocio, van contra el toro. Sin embargo, no tienen ningún inconveniente en poner una lúgubre techumbre que atenta contra la seguridad del público, tampoco intuyeron posibles campañas negativas cuando plantaron una carpa para el bebercio en la explanada del coso, ni han tenido ningún problema en hacer una discoteca en las galerías de la plaza para cuando terminan los festejos de San Isidro, cambiando la fisonomía de las mismas. Además de implantar una aplicación para pedir consumiciones durante el festejo desde el smartphone y de llenar la plaza de bares y camareros que pululan a sus anchas durante la lidia de las reses, cosa que prohibe el Reglamento y que hasta hace poco se respetaba en Madrid. Continúen así, les auguro un futuro sombrío, si en vez de hacer aficionados al toro, hacemos aficionados al alcohol para cuatro tardes de postín. Mal negocio es este para la Tauromaquia.

Este negocio no le interesa a Taurodelta y sus compinches

domingo, 24 de agosto de 2014

Bañuelos de mermelada en Las Ventas

  Hoy fui a Madrid porque anunciaban toros. No hace mucho el mes de agosto venteño se poblaba de ganaderías de armas tomar, diferentes hierros y encastes se citaban los domingos veraniegos y hacían las delicias de los sufridos aficionados de temporada, los de domingo a domingo, que nada tienen que ver con los de las tardes de campanillas. De aquellos dangerous summer, como diría el gran Hemingway, salía lanzado más de un torero, y cogían un puñado de carteles para las numerosas ferias que hay en los meses de septiembre y octubre. De eso ya no queda nada. Ahora vas a los toros en agosto y te encuentras en franca minoría frente a los guiris venidos de todas partes del orbe, y lo que es peor, del toro ni rastro.

   La corrida de Bañuelos no fue tal, en primer lugar porque hubo tres toros chicos, con el remate justo y mediocre presencia: primero, tercero y sexto. Y en segundo lugar, y lo que es más importante, porque los toros no fueron toros. Fueron un sucedáneo. No se crean todos los piropos que leerán en los portales taurinos y periódicos varios, sin duda con este encierro se pondrán de acuerdo y rellenarán las crónicas con una cantidad ingente de adjetivos pedantes que uno no sabe si hablan de toros de lidia o de bailarinas de flamenco. Mientras no salga uno de casta y condición brava no hay problema, en ese caso se produce el desvarío total y se encuentra uno con una amalgama de calificativos de toda índole, a cuál más disparatado. Es hilarante cotejar las barbaridades que cuenta la crítica de hoy cuando aparece la bravura por el ruedo. 

  Después de estas disertaciones, como estaba contando, la corrida de Bañuelos ha sido terriblemente blanda, no recibió apenas un puyazo en regla y se anduvieron cayendo constantemente toda la tarde. Simulacro en los caballos con todos los toros. Una birria de corrida. Nobles rayando la beocia, obedientes y de buena condición. Quitando el tercero, aplomado y con algo de nervio, que rápidamente ahogó Serafín Marín. 

  Ricardo Torres confirmó la alternativa, al parecer nada tiene que ver con el insigne Bombita, torero valiente y muy querido por la afición de Madrid. No pasó ni un agobio, los toros eran de una condición tan sumamente noble que no planteaban ninguna exigencia. Tundió a pases a sus dos ejemplares, sin ton ni son. Leandro toreó de capa superiormente al segundo de la tarde, y también por naturales en dos tandas muy redondas. Por el pitón derecho toreó desmayado. Estocada honda que escupe el toro, aviso, un descabello y oreja para el esportón. El quinto, además de caerse constantemente, se rajó rápido y no hubo oportunidad de lucimiento. Serafín estuvo espeso con su primero, acortando distancias a las primeras de cambió. Al sexto le cortó la oreja después de una faena de altibajos, de escasa categoría, con las consabidas caídas del toro y una estocada baja entrando bien y perdiendo la muleta. Pero en Madrid no tenemos a Matías, como en Bilbao, y don Julio Martínez concedió el apéndice.

Leandro saludando al segundo de la tarde

domingo, 17 de agosto de 2014

José Escolar vuelve a Cenicientos

   Volvía José Escolar a una de las plazas donde forjó su leyenda, Cenicientos, que junto con el Valle del Tiétar y el agosto venteño serían los principales lugares donde el campechano ganadero consolidó su fama de ejemplar criador de reses bravas, trampolín donde saltaría a la élite de las grandes ferias y las plazas de España y Francia donde sienten predilección por el toro auténtico. Y volvió con una corrida fenomenalmente presentada, con tres toros de Madrid (1º, 5º y 6º) y tres para cualquier capital de provincia. Es una forma de hablar, ya quisieran en la mayoría de capitales de provincia... El juego ofrecido, en conjunto, podríamos decir que no pasa de mediano, bueno para los generosos. A la segunda parte de la corrida le faltó empuje y codicia para seguir las telas y llegar con más vibración a los tendidos. En el caballo, una vez más, los lidiadores nos han escamoteado el tercio, con la salvedad de Iván García que ha echado una gran tarde, ha vuelto ha dejar patente su poderío con el capote, colocando los toros en suerte y comportándose como un auténtico director de lidia toda la tarde, con una generosidad inusual para con sus compañeros en los tiempos que corren; desde aquí mi más sincera felicitación. Hubo un toro excepcional en la muleta que persiguió los vuelos humillado hasta el final y permitió una buena faena artística a Salvador Cortes, el corrido en segundo lugar. Demasiado desentendido el primero, y los tres últimos nobles y pastueños, cada uno con su personal estilo, porque si algo tienen los toros de José Escolar es personalidad, no como en esas torofactorías en la que visto uno, vistos todos. A la muerte se comportaron con una dureza despiadada, engallándose y viniéndose arriba al recibir la estocada.

 Fuera las fundas. Afición francesa en Cenicientos, ¡chapeau! 

 El día anterior todos soltaron la capa para saltar al callejón. Así se para un toro

 Aleluya. Pensábamos que la suerte de varas había emigrado definitivamente a Francia


  Cántito, un cuatreño de espectacular trapío y seriedad. El único ejemplar que en dos días de toros fue puesto en suerte, gracias a Iván García, por lo que podemos decir sin miedo a equivocarnos que fue manso en el jaco y cantó la gallina en el segundo puyazo, desentendiéndose, como hizo en la muleta. Iván García, lo paró sin amilanarse con unos lances genuflexos de bella factura.


 Palomita II tenía una facha más santacolomeña

 Hombre al agua


  Palomita II, fue un toro sobresaliente, solo con la objección de algo de falta de fuerzas al final de la lidia. Puede que sea primo de un gran Palomito que vimos en Las Ventas, no puedo afirmarlo con certeza porque el Tío Pichorronco juega al despiste con las reatas. Un tumbo en el primer envite y un puyazo largo empujando con los riñones, en banderillas no quiso nada por el derecho y embistió como un tejón en la muleta por los dos lados, gran ovación en el arrastre con leve petición de vuelta al ruedo. Cortés se lio con el estoque, saludos desde el tercio. Dejó algunas tandas rematadas de principió a fin.



 Iván García en director de lidia con un toro que no le corresponde, una imagen atemporal

Estocada enterrada en el morrillo, hocico cerrado

  El tercero tuvo un pitón izquierdo de aviesas intenciones que enseñó a las claras desde el principio, cuando Gómez del Pilar tuvo que tomar el olivo evitando la inminente cornada. Incomprensiblemente pidió el cambio con un solo puyazo, e incomprensiblemente el señor Gonzalo de Villa Parro, delegado del callejón en Las Ventas concedió. Poca vista y afición por parte de ambos. Cocinero, con casi seis años, llegó fresco como una rosa a banderillas, con sus instintos homicidas en plenas facultades. Ivan García asumió la lidia ante el desconcierto, y menos mal, porque si no aún estamos en la Plaza de Cenicientos. Gómez del Pilar, como incomprensiblemente hacen la mayoría de matadores con esta clase de toros, se intentó poner en redondo en vez de tratar de dominar y castigar, sin ningún lucimiento por supuesto, con más posturas que otra cosa porque aquello estaba imposible para ponerse guapo con los derechazos. Lo mejor fue la estocada en la yema entrando derecho.




  Iván García con el cuarto, Armensito II, un toro blando que solo admitió un puyazo y acabaría metiendo en el canasto, cortándole la oreja tras una buena estocada tirándose con decisión.


 Os quejabáis de que los subalternos ya no paran los toros a una mano, ahí tenéis a uno


  El torazo que saltó al ruedo en quinto lugar, Chupeteno II, quedó muy soso después de un dos en uno en la paletilla por parte del picador. Salvador Cortés tampoco puso la alegría que le faltó al burel, que no se comía a nadie y acometía pastueño y noble. 


 Un toro con plaza

  Pidiendo el cambió antes de probar el Escolar, cuánto hay que aprender...

   Al toro sexto Gómez del Pilar le pegó como quinientos muletazos, así que tan malo no sería. No dijo nada, absolutamente nada. Para colmo Cazador I se vino arriba con la estocada y casi le dan los tres avisos. Iván García salió a echar una mano para culminar su sobresaliente actuación.

sábado, 16 de agosto de 2014

Juan Luis Fraile en Cenicientos

 Por segundo año consecutivo, después de aquella corrida tan brava del 2013, Juan Luis Fraile volvía a Cenicientos. Merecía un coso de mayor rango pero al menos volvió donde triunfó, que no es poco tal y como se las gasta el mundo del toro. El encierro ha sido una escalera, desigual de lámina, y ha ofrecido un juego variado, siempre con el denominador común de la casta, la acometividad, el poderío, la viveza, el sentido, la nobleza a pesar de todas la perrerías y las lidias desastrosas que se hicieron -con algunas honrosas excepciones- y la dureza a la hora de morir. En resumidas cuentas: lo que viene siendo el toro de lidia.

  Todos dieron juego en mayor o menor medida y quisieron caballos, quitando el cuarto que quedó inválido, blandurrón, quién sabe si por condición intrínseca o por la lidia y el puyazo asesino que le dio el picador, recargando en el morrillo del animal con alevosas intenciones. Y es que la corrida tuvo un punto que originaba desazón: El Toro, el Señor Toro del Valle del Tiétar; los aficionados de sombra, del pueblo, de serranía, de todos los puntos de la Región, de diferentes lugares de España e incluso de Francia, serios, circunspectos; el sol con su bulla y sus charangas; la banda de música y el pasodoble taurino. Sumémosle unas cuadrillas y unos matadores como sacados de una película de la posguerra, lívidos, sin saber dónde meterse y qué hacer con aquellos animales, llenos de furia, y nos da como resultado un ambiente esperpéntico. Esas fueron las primeras sensaciones observando cómo banderilleaban al primero aceleradamente, pasando el falso una y otra vez, sin que las cuadrillas se percataran que el caballo de picar que tenían delante de sus narices aún no había salido del redondel y sin que nadie en el ruedo encontrara soluciones a este desatino. Una vez acostumbrado a este clímax de fiesta nacional en las profundidades de esta piel de toro llamada España, me fui centrando en la corrida.




  Es el primero, Jaquetón, ¡qué gran nombre para un toro! De salida ya se comió al matador, como a sus compañeros de terna, pues todos ellos soltaron el capote de salida y salieron de najas. Así es como daba comienzo la lidia de cada toro. Este en concreto recibió los puyazos mejor señalados de la corrida, en el hoyo, eso sí, al relance. El tercio de varas no ha existido en toda la corrida, tercio de desangrar es como apropiadamente hay que denominarlo. Imposible calibrar de este modo la verdadera bravura de los toros. La faena fue a base de latigazos, tirones y mucho espacio entre toro y torero. A mi me pareció un buen toro pero, con semejante lidia, ¡vaya usted a saber!

  Se me olvidaba: observen el detalle del mono. Por lo visto no es suficiente con que metan los toros debajo del peto, con que el picador monte una mole como un elefante, protegido con material antimisiles, ahora, como novedad, se auxilian en todo momento de un mono que amarra las riendas, da golpes con la vara en el hueco del estribo y sujeta y dirige ese gigantesco conjunto que son caballo y picador. Ya basta de adulteraciones.






  Rondino, el segundo. Recibió un señor puyazo trasero en el tercio de desangrar. Decenas de pasadas sembraron el ruedo de banderillas y, como ven, dos capotes ofreciéndose simultáneamente, incumpliendo una de las máximas de la lidia. No pareció gran cosa en la muleta, cualquiera sabe...







    Cuando mis pensamientos empezaban a divagar sobre la cuestión del toro ilidiable que un servidor ya empezaba a barajar, apareció Raúl Cervantes en el ruedo para desmontar el discurso de los villasusos de turno, la estupidez más gorda que dicen los del mundillo: el toro que no tiene lidia. A este Rondero que hacía tercero le pegaron un puyazo largo en el que empujó codicioso, saliendo como una locomotora, y otro al relance, sin colocarlo en suerte. Embestía con pujanza, pero eso no fue ningún problema para Cervantes, sino todo lo contrario, deleitando al personal con una lujosa lidia, cada capotazo jaleado por los aficionados, así que la cuadrilla tuvo que desmonterarse. José Manuel Mas le pego dos o tres tandas cadenciosas, de más a menos, y al final parece que Rondero se aburrió e hizo ademán de rajarse. Estocada tendida y oreja. Buen toro.




  Ahí ven a Caño, que despúes del tercio de desangrar y el espectáculo cómico-taurino en banderillas quedó blando y parado en la muleta.





  El quinto dio un gran espectáculo en el caballo, derribó en el primer encuentro y recibió otros tres o cuatro puyazos sin ningún orden ni concierto. Rondero, qué gran toro. Esta vez andaron ligeros en banderillas y a pesar de la sangría en el caballo el animal siguió embistiendo unas cuantas series en la incapaz muleta del matador. Un toro guapo y serio, aunque tenía un bulto en la axila izquierda que hubiera impedido su lidia en plaza de categoría.




  Ahí está Cardillero cerrando el encierro. Un toro grande, muy rematado. Recibió dos puyazos verdaderamente asesinos en el tercio de desangrar, el picador barreno y recargó hasta la saciedad. Aún así embistió codicioso y con nobleza en la muleta de Mas, permitiéndole redondear varias tandas. El más puesto de la terna con diferencia. Un pinchazo y una estocada entrando en la rectitud, oreja. Y ovación para Cardillero, un toro de primera.