lunes, 23 de septiembre de 2013

Concha y Sierra

  Novillada de Concha y Sierra sin apenas historia, una de tantas. No sé qué hemos hecho para merecer un pliego así, completamente del revés, ni estos "profesionales" de la gestión taurina que dirigen Madrid de forma tan nefasta, incapaces, por ejemplo, de redondear una feria a cuatro tardes con todo un abono cautivo guardándoles las espaldas. Cuarenta y nueve novilleros, 49, nada más y nada menos, son los que han pasado esta temporada por Las Ventas,  y sólo dos han conseguido tocar pelo: Luis Gerpe y Javier Jiménez. Incluso hubo uno, no recuerdo el nombre, que vino peregrinando centenares de kilómetros, mendigando una oportunidad en Las Ventas, la empresa se cargó de razón diciendo que no pueden poner a chicos con tan poca experiencia, y yo me acuerdo de estas palabras cada domingo que ojeo el programa y veo toreros de una, dos o tres tardes de recorrido a lo sumo, siendo algo normal ver debutantes que la temporada pasada toreaban erales en festejos sin caballos. Un auténtico despropósito.
 
Extraordinario trapío del 2º de la tarde, Florido
 
  Los animales que ayer vimos con el legendario hierro de Concha y Sierra supongo que dieron mal juego, y digo "supongo" por el condicionante de unos toreros que todavía desconocen los designios del oficio. Hay que hacer muchas hipótesis para saber qué animal tiene buena o mala condición con novilleros tan neófitos, si hasta desconocen cuál es el sitio a ocupar una vez colocado el toro en suerte para el tercio de varas y no falsear las condiciones de bravura de la res. Sin embargo, pudimos atisbar un buen novillo para la muleta, el primero, respondiendo a la voluntad de Fran Gómez cuando éste conseguía embarcarlo y conducirlo por bajo. Al natural dejó la mejor tanda de la tarde y fue el coleta más destacado.  

Juan Gil haciendo la suerte por derecho y Fran Gómez desorientado

  El encierro mereció la pena siquiera sea por la bonita estampa que presentaron los novillos. De armónicas y proporcionadas hechuras, sin dar mucho peso, tenían un gran remate. Hay que ver las culatas tan desarrolladas que da el toro Vazqueño, ya la quisieran para ellos ganaderos de otros encastes. Y la peculiaridad de sus pelajes, son autenticas pinturas, que ya sólo vemos en los incunables y en el Museo de Ciencias Naturales. Lo malo, como he comentado, fue el juego, más bronco y falto de codicia que verdaderamente encastado, mansurrones y aplomados en banderillas y alguno blando. Mediocres en varas. Sin duda, la novillada de la temporada anterior ofreció más posibilidades.

El primero, Pingüino, el de mejor juego en la muleta, aunque sin apenas castigo en varas y manso en banderillas
 
  Gallo Chico y El Pijorro, no sacaron nada en claro de sus oponentes, solo barullo, amontonamiento, sinrazón y brusquedad. Lo suyo sería que hicieran rodaje en pueblos y provincias en vez de usar la Plaza de Madrid como banco de pruebas. Pero así está montado esto.
  Juan Gil toreó a caballo con el cuarto novillo, tiró el palo e hizo la suerte de varas como mandan los cánones. Se llevó abundantes palmas, como Javier Arroyo en banderillas, que estuvo muy torero.

Bermellón, lidiado en 4º lugar, se acabó orientando
 
  Parece ser que este era el último festejo que los hermanos José Luis y Guillermo García Palacios lidiaban representando a la ganadería, pues hace un tiempo la vacada se encuentra en manos de Jean Luc Courtier, a quien deseamos mucha suerte y agredecemos la voluntad de continuar manteniendo esta vacada histórica. Así, los preciosos salpicados y berrendos de Concha y Sierra pastarán en tierras francesas, y tal y como está el patio, viendo la diferencia entre la España y la Francia taurina, quién se atreve a decir que la ganadería de Concha y Sierra no será una de las destacadas en los próximos años... lo veremos.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Riaza, pueblo taurino


 

Por Andrés de Miguel


  En el pie de monte segoviano de la sierra de Ayllón, Riaza celebra sus fiestas teniendo al toro como eje de las mismas. Encierros mañana y tarde con corredores de postín, recortes y capeas de los vecinos en la plaza portátil fabricada a medida para encajar en la bella plaza del Ayuntamiento, una activa peña taurina y un gran respeto al toro que es la manera de respetar al público y a los vecinos que participan en sus fiestas.
  La corrida de toros de Alberto Mateos era el plato fuerte de las fiestas. Plato que a punto estuvo de hacerse añicos debido a la inexperta e ineficaz actuación del alcalde, incapaz de dar salida a una situación que a las 3 de la tarde había desembocado en la retirada de los toreros y cuadrillas por impago de las deudas contraídas el año anterior por un empresario que huyó con la caja en plenas fiestas.
  Los pagos se hicieron, el acuerdo se logró y la corrida se dio con cuatro cinqueños y dos toros cuatreños, estos más flojos, de encaste contreras mayoritario en la ganadería. Gordos, lustrosos, de irreprochable trapío e impresionante y astifina encornadura. Parece que hay que salir de Madrid para ver corridas bien presentadas y encastadas.
  Alberto Aguilar les dio fiesta a los dos suyos a base de exposición, temple y ritmo. Desarrolla las faenas de muleta con un ritmo que engancha al espectador y al aficionado, reduce los tiempos muertos en la faena sin caer en el barullo de las faenas de Ay y Uy, y si domina al toro aumenta su exposición,  provocando así la sensación, real, de ir de menos a más que tan grato resulta. Mató en las dos ocasiones arriba a la segunda después de sendos pinchazos y dejó la sensación en los aficionados de, con faenas distintas acopladas a las condiciones de los toros. Más interesante la del cuarto toro, cinqueño más bravo, que la del primero, un cuatreño manso y más flojo. Sin ser faenas redondas, pues los toros no lo eran, estuvo muy por encima de los que eran más oponentes taúricos, que colaboradores bóvidos.
  Víctor Barrio, arropado por sus convecinos, no parece encontrar el sitio que alguna vez tuvo de novillero y aunque mantiene su empaque, necesita algo más para intentar empresas mayores y Juan Manuel Jiménez, quien se ofreció a torear los seis toros de la corrida si persistían los problemas, demostró que habría sido una pena que lo hubiera tenido que hacer, pues los contreras de Mateos, muy encastados todos, bravos los cuatro cinqueños, aunque con las fuerzas demasiado justas para entregarse con alegría, se hicieron merecedores de las faenas variadas e interesantes de los tres toreros y cerraron con fuerza una fiestas de un bello pueblo que se enorgullece y disfruta de su tradición taurina.

Alberto Aguilar frente a un albertomateos (fotos Javier Salamanca)

viernes, 20 de septiembre de 2013

Modernizar la Tauromaquia

  Andan las cloacas del sistema empeñadas en lo que ellos entienden por modernizar el espectáculo del toro. Hacer el asunto más liviano, dar una imagen límpida, happy, moderna. Es un mensaje que cala en la masa, lo interioriza, participa en ello y de modo inexorable sigue su curso hacia el borde de un precipicio, obscuro y abominable para unos, paradisíaco y próspero para otros.
  Y no es porque Morante se presente con bigote hipster en esas plazas de Dios, ni siquiera el caso de algunos modernistas que se regocijaban con Madrid2020 como medio para difundir la fiesta a los guiris de los cinco continentes, a la par que se eliminan las corridas y se juega al baloncesto en esa maravillosa plaza vanguardista que iba ser Las Ventas, con sus videomarcadores, sus vestuarios, su cubierta climatizada con focos y asientos de plástico que pretendía hacer las maravillas del toreo moderno; a salvo del viento de una vez por todas, máximo culpable tras el tendido 7 de todos los males de la plaza, más aún cuando alguna de las llamadas figuras se digna a pasar por ella.

  Aquí el problema era el toro, pero eso ya está resuelto. Poco a poco el sistema taurino profesional, o la mayor parte de este, ha ido permitiendo o incluso favoreciendo, con toda naturalidad, que los distintos encastes del toro de lidia acabaran desapareciendo, moribundos en el mejor de los casos. Se da por hecho que las Castas son una lacra molesta, lo moralmente aceptable es mandar al matadero y tildar de caduco toda ganadería patrimonio de la Fiesta, patrimonio del antitoreo según estos profetas de la moral. Las hienas se abalanzan sobre Miura a nada que tiene un tropiezo, Samuel Flores ha sido víctima de esta clase de carroñeros gracias a una corrida brava en Albacete y Prieto de la Cal es objeto de vilipendio constante, sólo por la lucha tenaz y romántica de un ganadero tratando de mantener la sangre Veragua. Pero ya digo que esto a día de hoy no es un problema para ellos, la realidad es la que es, todos los años van cayendo encastes y, por mucho que se quiera, la inmensa mayoría de las ganaderías que se anuncian son Domecq de lengua larga, mirada lánguida y culo estrecho. Si no, id a la estantería y ojear los opus de Tierras Taurinas,  con el paso del tiempo son pasado, algunos han quedado como semblanzas de ganaderías desaparecidas, un auténtico muestrario remember. Y por supuesto, nadie de los que viste de luces ha dicho esta boca es mía mientras cobaledas, coquillas, urcolas o pedrajas han ido pereciendo. Los coletas son cómplices del desastre, pues nadie está a salvo de ese principio de más (dinero) por menos (trabajo), tan actual en la sociedad de hoy. Y después dicen que le deben todo al toro.

  Resuelto el problema del toro, con solo un empujón más, resolvíamos el problema de los caballos. Si no hay toro no hay tercio de varas, es sencillo. Y si lo hay, te jodes que no lo vas a ver, a menos que te encuentres en uno de esos cosos de las galias repleto de aficionados. Es un trance molesto en el proceso de modernización taurómaca, hay sangre y se trata de ser generosos con el animal, el hombre pierde protagonismo, lo cual no parece que agrade en demasía. Infinidad de veces me he desplazado a un pueblo para ver una ganadería de mi interés, y he vuelto a casa tras ver 6monopuyazos6, meditando sobre la bravura que podría haber tenido este o aquel animal; será que lo hacen así para que el aficionado trabaje la imaginación de lo que pudo ser y no fue. Luego están esos tipos que a gritos suplican ver un toro colocado en suerte, los más atrevidos mendigan a los toreros un par de entraditas al caballo, pobres, dan más la nota que un madridista de tribuna que se levanta para acompañar los cánticos del fondo sur, la gente los mira como si fueran marcianos. No ha habido una sola tarde de las centenares de veces que me he sentado en el 7 en un festejo de temporada en la que, llegando el caballo de picar a sus dominios, no se escuche una voz desde el tendido diciendo: "por favor, vamos a ver al toro"; seguramente no se enteran, por aquello de los ojos vendados y las bolas de algodón que taponan las orejas.

  Pues ya está, finiquitado el toro y la suerte de varas, era cuestión de tiempo que los mamadores del movimiento reivindicaran el indulto como último paso para que la Tauromaquia sea lo más. Hay que evitar la muerte del toro a toda costa, así tendremos una Fiesta cool. Lo comprobamos el día del cante de Talavante, presuntos aficionados se postulaban sin nigún pudor a favor de un indulto que ellos mismos calificaban de mamarrachada, y se alegraban porque toda España había visto que al toro se le perdona la vida. Ver para creer, seguro que hemos ganado decenas de miles de aficionados con semejante pantomima. Un inciso: a mi que un torero cante en mitad de la faena no me parece mal si este hecho se produce al menos una vez cada ciento cincuenta años. O sea, no contentos con arrebatarnos la variedad del toro y el tercio eje de la bravura, ahora pretenden borrar del mapa uno de los momentos más bellos y emocionantes para el aficionado: Ese toro bravo, herido de muerte, con la espada  en todo lo alto que, sujeto por la bravura y el ansia de embestir, sostiene su cuerpo todavía venteando desafiante... cayendo muerto, mas no derrotado. Es una emoción especial que el aficionado siente, difícil de explicar y diferente al resto de momentos que suceden durante la lidia, pero el Komando Anti-Toro es insaciable.

  Perdimos la genética del toro y esa cosa extraña del tercio de varas, también derechos y plazas señeras que hasta hace poco daban festejos, pero no importa, más ahora que nos hallamos inmersos en un proceso de modernización, en plena campaña de indultos provida, cuya máxima expresión y cenit se vio hace unos días en la plaza granadina de Baza. Indultaron un animal de Benjumea-nolosveas por el método del somnífero y traslado a corrales en una máquina futurista de obra, con todos los adelantos tecnológicos, conocida como excavadora. El súmmum. No se necesitan cabestros, perdemos glamour.

  Disfrútenlo:

viernes, 13 de septiembre de 2013

El taxista que fue sobresaliente de Las Ventas

  25 de mayo de 1975. El cartel, un mano a mano entre Ruiz Miguel y Antonio José Galán. En los chiqueros un encierro de Alonso Moreno, remendado al final con un toro de El Jaral de la Mira que haría sexto.
  Ruiz Miguel resulta herido por el tercero, con que la tarde queda para Galán. Quién iba a pensar que él también caería herido por el quinto. Y es entonces, al llevarlo hacía la enfermería, cuando se cae en la cuenta de que estas eventualidades se resuelven con un sobresaliente.
  ¿Y el sobresaliente?... ¿Dónde está el sobresaliente? ¿Quién es el sobresaliente? El sobresaliente es un tal Julián de Mata, uno que quiso ser torero y que se "enganchó a la rosca" (al taxi), que dicen los castizos cuando vio que no podía, pero que mantenía vivo su carné profesional para estos casos. De sobresaliente, se apañaba unas pesetas para ayudarse, que nunca vienen mal, y de paso mataba el gusanillo.
  Pero ¿y ahora? Julián de Mata, fracasado pero digno en su pundonor torero, se va para el toro. Sin sitio. Sin recursos. Sin oficio. Lo mata como puede pero aún queda el sexto por salir. Apenas un trasteo es suficiente para que todo el mundo se dé perfecta cuenta de que aquel hombre no está en condiciones de enfrentarse a la lidia de un toro de los de Madrid.
  Se masca la tragedia. El público pide al presidente que exima a aquel hombre de la obligación de cumplir lo que debía ser su deber. La fiesta se convierte en tragedia anunciada. ¡Que no saque el pañuelo, que no lo saque!
  Un espectador llamado Jaime Ostos, desde el tendido, intenta hacer valer la tácita autoridad que le otorga su prestigio profesional y pide que la corrida se suspenda. En vano. El palco no le hace caso. Otro matador, Bartolomé Sánchez Simón, salta al ruedo. "Si hay que matar al toro, lo mato yo", se ofrece. Pero es detenido. Con el Reglamento en la mano, lo ha infringido. Técnicamente es un espontáneo con carné de profesional. El presidente confunde el sentimiento con el sentido, sobre todo con el común; la evidencia de lo que no es posible con la aplicación irracional del sacrosanto Reglamento. Pañuelo blanco y el del Jaral salta a la arena.
  No hay más que tirar para adelante. Capote en ristre, el torero metido a taxista, o el taxista metido a torero, asume su responsabilidad. No da tiempo a más. El del Jaral sí que cumple con su misión. Julián de Mata es un pelele entre los pitones. Gravísimo según el parte médico. El Reglamento se cumplió. El torero para el quirófano y el toro para el corral después de los tres reglamentarios avisos.
  Julián de Mata entró en la historia de San Isidro por la puerta triste, por la de la tragedia y la sinrazón. Al menos sus heridas sirvieron para que entonces se replanteara el papel y la disposición de los sobresalientes en los festejos mayores.
  Al día siguiente Ruiz Miguel volvía a Las Ventas, y Antonio José Galán reaparecía a las cuarenta y ocho horas. Mientras tanto, Julián de Mata seguía en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte.
 
Diego Lechuga en San Isidro 50 ferias 50.
 
Julián González de Mata, cogida en Madrid el 25 de mayo de 1975 (foto El Cossío)

  Según José María de Cossío, Julián González de Mata (Cehegín, 3 de junio de 1933) no llegó a tomar la alternativa como matador de toros, compaginó su profesión torera de matador de novillos con la de taxista en Madrid. La tremenda cornada que he rememorado es una de las más graves que han sucedido en la plaza de Las Ventas (cornada en la cara posterior del hemitórax derecho penetrante en la cavidad torácica, que produjo grandes destrozos en los lóbulos inferior y medio del pulmón derecho, de pronóstico muy grave), como ha recordado el doctor Máximo García Padrós en más de una entrevista, hijo del ángel de la guarda que salvó la vida del torero, el doctor García de la Torre. Este episodio trágico supone un punto de inflexión, pues hizo recapacitar al mundo del toro sobre los mínimos necesarios y la preparación exigida a la figura del sobresaliente.