miércoles, 28 de mayo de 2014

Decepcionan los ibanes

  Parecía que iba a ser un buen encierro del hierro madrileño después de ver el juego del primero de la tarde, Camarito, negro, sacudido de carnes y apretado de pitones. Salió embistiendo codicioso en el capote de Robleño, acudió alegre al caballo, lo sacaron rápido, y aunque protestó una barbaridad en banderillas, tuvo varias embestidas para hacer las cosas con lucimiento. Robleño le dio distancias en las primeras tandas por el derecho, dejando ver el trote de Camarito, pero lo más lucido llegaría por la mano izquierda en una serie en la que el torero madrileño le buscó muy bien las vueltas, dando un paso para colocarse en la rectitud, pasándolo ceñido al natural. Quizá debió echarle antes la zurda, ya ha dejado patente más de una vez que borda el toreo por esa mano. Camarito rápidamente acortó el viaje, se quedaba a mitad de la embestida, pero, al fin y al cabo, fue un toro mediano.

  Después se fueron torciendo las cosas. El segundo, un toro serio, de bellísima estampa, muy en el tipo de la casa, era de pelo colorado encendido y embistió humillando de salida con gran codicia. Tomillero. Galopó a los cites de Luis Miguel Leiro, que no tuvo su día tirando el palo, puesto que en el primer envite clavó en los pulmones del animal, corrigiendo tan horrendo puyazo seguidamente. Bolívar lo dejó largo para un segundo encuentro, acudiendo el morlaco al galope. Morreaba el peto Tomillero y salió sin huir de la pelea. Pensándolo mucho, embestió de largo y poderoso al capote de brega, y protestó como los mansos al sentir los rehiletes, sin apretar a los peones. Al llegar a la muleta arreció el viento y la lluvia. Bolívar lo intentó en el tercio pero Tomillero acudiá en oleadas, pegando brincos y soltando cabezazos al cielo, de principio a fin. Hubo una tanda de mucho mérito por la derecha en la que logró gobernar los arreones sin que le tocara la pañosa, el resto fue verdaderamente deslucido. Tomillero murió al abrigo de las tablas de media estocada, tendida y trasera. Fue bravo en varas pero bajó sobremanera el resto de la lidia, quizás acusó la infame lanzada que recibió en varas, nunca lo sabremos. 

  El resto del encierro no tuvo mucha historia, toros malos, con la particularidad que han acudido prestos a los cites de los picadores y no salían rajados, que ya es mucho decir en los tiempos -de coces- que corren. El tercero manso, descastado, se desentendía de la muleta de Rubén Pinar. El cuarto reculó en el segundo puyazo; aplomado y sin celo en el tercio postrer. Quinto inválido. El sexto hizo buena pelea en varas, luego muy a menos, sin codicia en la muleta. 

   La corrida perfectamente presentada, los más serios segundo, cuarto y el rematado sexto.
  Destaca la brega y los pares de Ángel Otero, sin llegar al nivel de ayer. Gustavo Adolfo García brilló también pareando al quinto. 
  Bolívar hizo un quite providencial a Alberto Martinez al comenzar el tercio de banderillas del sexto.

  La terna ha colocado los toros extraordinariamente para calibrar la bravura en los caballos. Se ha visto torear bien a casi todos los picadores aunque colocando muy mal los puyazos. Han pagado tanta generosidad, pues una parte del público ha aplaudido la mayoría de los toros al arrastre, premios que nunca merecieron. 

Robleño dando distancias al primero, después todo se torció

sábado, 24 de mayo de 2014

Isidrada

  Segunda tarde consecutiva de figuras, y segundo lleno de reventón en los tendidos. "No hay billetes para hoy", qué bonita frase taurina, pero qué incómoda coyuntura en la Plaza de Madrid. En 3 años se han perdido 5000 abonados, así que 5000 "públicos" de aluvión hemos ganado en carteles de figuras como el de hoy, la mayoría con un nivel etílico vergonzante. El aficionado cabal, el crítico y escrutador aficionado de Las Ventas queda reducido a la nada. Algún valiente todavía se atreve a alzar la voz, pidiendo más compromiso, demandando, comunicándose con el torero, pero rápidamente es recriminado con insultos por voces de beodos enfurecidos, seguido por el aplauso y la risotada del resto. Para un día que vienen a los toros, nada ni nadie va impedir el triunfo, menos aún el atrevido aficionado que acude religiosamente a cada festejo, el que exige; porque algo bueno hay que contar a los amigotes y no se han emperifollado como pavos reales para salir de vacío del coso, sin las pelúas, de ninguna manera. El isidro siempre ha sido así, con la diferencia que ahora soportamos 5000 efectivos más. Casi nada. El aficionado se ha ido o sencillamente no lo hay, es un bien escaso y maltratado. Y esto, al sistema, parece ser que le agrada.

  Esta mañana, en el patio del desolladero, presencié con estupor cómo se descubría el azulejo "a la corrida más completa en presentación y bravura" del 2013, Victoriano del Río era el premiado. Una corrida en la que varios toros salieron pegando coces del caballo y uno de ellos mereció claramente una buena dosis de churrasco, o de las banderillas que lo sustituyen, por aquello de mantener calmados a los que se creen las películas de Walt Disney. Por la tarde observaba las reacciones del público, algunas ovaciones en el arrastre, y me preguntaba si esta corrida, que incluso se ha dejado pegar en el caballo, no sería merecedora de una estatua conmemorativa en la explanada de la plaza o algo por el estilo. Una cerámica va a ser poca cosa según está el nivel. Pero la realidad es que ha salido una corrida heterogénea de hechuras, edad y báscula; bien presentada en general, salvo un toro: el terciado que hacía segundo. Blandos, mansos, pastueños, dulces como el merengue y descastados.
  Primero devuelto por uno de Zalduendo, tremendamente manso y descastado, asustándose de su propia sombra; segundo blando, chochón y boyante; tercero blando, menos chochón, boyante y rajado; cuarto de arreones, brincos y cabezazos; quinto salió con brío, desangrado en varas y quedado en la muleta; y sexto manso, aplomado y bobalicón. Un corridón de toros, como se pueden imaginar.

En quinto lugar Jerezano, bella estampa


  Perera ha salido triunfador, los isidros necesitaban una víctima. La misma tauromaquia que siempre se ha rechazado en Las Ventas, exactamente la misma que se ha censurado severamente a Juli (de hecho yo dudada si era uno u otro el que estaba viendo triunfar), esa que deja la pierna atrás desde el primer cite, que retuerce el cuerpo antinaturalmente y lleva a los toros tirando líneas, es la que ha practicado Perera con el primero de su lote, un ejemplar almibarado y jabonoso. Muletazos largos, el toro cosido a la muleta, sí, pero, en qué lugar queda la ética y la estética, no hablemos ya de la naturalidad. La estocada, entrando con verdad, cayó muy pasada, y don Justó, el usía de turno, soltó con malas pulgas el pañuelo que concedía la segunda oreja, a todas luces indignado con los isidros
  Con el que cerró plaza, Perera, tras el clásico comienzo en los medios encadenando todo tipo de muletazos sin mover los pies -recuerdo un bonito cambio de mano seguido de uno de pecho- se ha pegado un arrimón, colocado entre los pitones, sintiendo los bufidos del animal y dando algunos muletazos mandones. No niego el mérito, tampoco la disposición, pero aquello, bajo los efluvios del humo del Cohiba a los isidros les pareció la séptima maravilla. Que vengan más días, se van a hartar de arrimones. Hay que decir que Perera lo remató de una fenomenal estocada.
  Tanto que ha despreciado a la afición de Madrid, o a cierto sector de la afición con declaraciones malsonantes, no creo que tenga queja el señor Perera, hoy lo han respetado como si fuera el mismísimo Marcial Lalanda.

  A Juli, tanto tiempo sin querer venir por aquí, lo he visto desorientado. No supo ni colocar los toros en suerte, puede ser la falta de costumbre, no es Julián un torero de Ceret precisamente. Ni tuvo lote para mostrar las maneras que Perera le ha plagiado, aunque al torero de San Blas sí se las hubieran censurado. Tampoco vimos ese poderío muletero con el que nos machacan sus panegíricos insistentemente, yo pensaba que iba a corregir el cabeceo del arisco cuarto, pero no. A este bicho lo mató de dos horrorosos julipies, uno detrás de otro, a los isidros les gustó aquello, batieron palmas con alegría.

  A media altura hubo de torear Manzanares al renqueante tercero. Yo le vi despegado y con ese peculiar estilo que no sabe uno dónde empieza el muletazo y dónde acaba. Los isidros estaban encantados. Imposible sacar nada del bonito y bien rematado castaño, por mucho brío que tuviera pocos animales aguantan la lanzada que le arreó "Chocolate" en el espinazo cuando el toro se le vino al galope desde el parquímetro situado en la división de los tendidos 6 y 7.

  Dos días de isidros y no se imaginan cómo echo de menos una tarde con los habituales, o una de esas con los "demagogos" toristas que acuden desde todos los puntos de España y del mundo entero.

  Epílogo: No hay más que ver las condiciones en las que los isidros han sacado a Perera por la Puerta Grande de Madrid para entender todo lo que les he contado; parecía el Cristo de la Buena Muerte.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Cinqueño no es lo mismo que cuatreño

  Me vais a tachar de ventajista, y seguramente tengáis razón, pero todo lo que sucedió ayer se iba barruntando desde el tendido. No se comprende, y así se lo hice saber a los vecinos de localidad, por qué razón un torero con la solera de David Mora va a la puerta de toriles. No parece el gesto más necesario para un torero rodado como él, demasiada exposición para tan poco reconocimiento. Menos explicación tiene el lugar donde se colocó para recibir a un toro cinqueño, tan alejado de la puerta de toriles. Un morlaco de esa edad no suele salir con el brío y la inocencia de un cuatreño, se espera que salga midiendo desde un principio, como así fue. Cuanta más distancia, más tiempo para pensar. Mora recibió una tremenda paliza, el bicho lanzó una ristra de cornadas en un segundo y, a Dios gracias, llegó con el corazón latiendo a manos de los sanitarios.

  El de Los Chospes fue un toro serio en todos los aspectos, no era grande, pero estaba bien hecho y tenía remate. El hocico chato y la cara muy ofensiva. Cuatro meses para cumplir los seis años. De salida cantó instinto homicida por el pitón derecho, como se vio en el saludo capotero de Jiménez Fortes cuando fue volteado y zarandeado por el toro. Cumplió sobradamente en varas, arrancándose alegre y empujando por derecho. Nazaré acudió al quite por chicuelinas, con un toro que ya había avisado claramente que cortaba, no me parece, ni mucho menos, la suerte indicada. Se libró en todos los lances pero en la media de remate, cuando se echaba el toro a la cadera (!), este hizo por él y milagrosamente el bicho no hizo presa, pero sí causó lesiones musculares. La chicuelina es una suerte que de por sí corta el viaje, no indicada para toros con sentido ni encastes como Albaserrada, propenso a tobillear. Inexplicablemente vemos a los coletas hacerlo con todo tipo de toros, tengan la condición que tengan, también con albaserradas, lo cual no favorece nada para las condiciones del animal o se corre un riesgo innecesario. 
  Jiménez Fortes estuvo jugándose el pellejo toda la faena de muleta por el lado derecho, fue una locura, la plaza respiraba ambiente trágico. Por el pitón asesino se llevó la cornada, perdiendo el equilibrio cuando intentaba librarse de los hachazos que lanzaba el animal y perdía pasos. Aun así continuó por ese lado y saco una tanda medianamente limpia, de puro valor y aguante. El cinqueño desarrollaba sentido en cada lance. Aquello era incomprensible. Se tiró a matar o morir, sin cruzar, con el cuerpo detrás de la espada, directo al morrillo del toro; el animal lo cogió y se lo pasó de un pitón a otro como un muñeco de trapo. El capote salvador de José Antonio Carretero volvió a aperecer, como en todos los revolcones que se llevó Jiménez Fortes. Un torero de valor, poca inteligencia y técnica justa, más cercano a la temeridad.

  Ayer vivimos la cruda realidad de la Fiesta de Toros, rito de vida y muerte, arte supremo que ningún espectáculo alcanza, cuya grandeza radica en su verdad y autenticidad. Ya lo dijo Cúchares brindando un toro al famoso actor Julián Romea, después de que este le increpara constantemente toda la corrida: “Le brindo a usted este toro, para que vea que aquí, en el ruedo, uno puede morirse de verdad. Y no de mentirijilla, como hace usted cada tarde en el escenario”.

  Solo cabe agradecer a la providencia que no sucediera una desgracia de mayor rango y desear una pronta recuperación a los toreros heridos.

Fetén, de Los Chospes, sembró el pánico en la plaza

miércoles, 14 de mayo de 2014

Se salió con la suya

  Buena tarde de toros en Las Ventas. Los ejemplares del segundo hierro de Juan Pedro sacaron codicia en el último tercio, se han ido creciendo a lo largo de la lidia, lo cual ha propiciado la primera Puerta Grande de la feria y de la temporada. Iván Fandiño, a base de no ceder un paso ante los exigentes toros de Parladé, se ha salido con la suya y ha convencido a la parroquia. Al fin se ha abierto esa Puerta Grande tan buscada y que tantas veces rozó. Esperemos que no sea flor de un día, no lo parece desde luego, sabemos cómo ha sido el camino hasta llegar aquí. Habrá más. Estoy seguro que por la mente de Fandiño en estos momentos solo ronda una idea fija: cortarle las dos orejas al próximo morlaco con el que se cite en Las Ventas.

  El encierro, como suele ser habitual por parte de este ganadero y de todos los que han acabado monopolizando su clientela en las figuras, ha sido muy mal presentado. Toros chicos, de poco tamaño, con escaso remate, y algunos con hechuras de vaquilla, como el sexto, que nunca debió ser aprobado. No tienen ese cuajo que impone, esa musculatura del toro en pleno apogeo. Las culatas son estrechas y los ijares bien pronunciados. Para compensar pitones ofensivos y buidos, disimulando el resto del paupérrimo envoltorio. El primero y el castaño oscuro que hizo quinto los mejor presentados.

  La mala presencia ha quedado en un segundo plano según avanzaba la tarde. El movimiento fiero de los toros los hace más grandes, a ojos del aficionado pasa a ser un toro serio. Que se lo pregunten a Bastonito. Tampoco fue una corrida brava en el caballo, ni los lidiadores han puesto interés en enseñarla, quitando esa segunda vara que tomó el cuarto arrancándose de largo, decidido y empujando con buen estilo, el resto o ha sido fingido en el segundo envite, o los toros han pasado sin pena ni gloria, algunos coceando, otros saliendo sueltecitos. Por algunos bichos no dábamos un duro en los primeros tercios, pero el caso es que se han ido viniendo arriba y la corrida anduvo a medio camino entre el genio y la bravura auténtica, esa que ataca con decisión y fijeza, repitiendo incesante. El hachazo constante, el escarbar, el cangrejeo, los arreones, incluso el berrear, debe ser el resultado de encastar una ganadería cuando la materia  prima de la misma ha sido -o es- la nobleza borreguil rayana con la mansedumbre.

  No me convenció la primera oreja de Fandiño, tuve la sensación que el premio era excesivo. El toro era harto complicado, de arreones y descompuesto. Fandiño estuvo firme, no perdió la compostura en ningún momento, pero no terminó de imponerse, de mandar sobre el bicho. Fue un toma y daca, un intercambio de golpes, cada serie tenía diferente ganador. Culminó con una estocada caída de fenomenal ejecución, muy de Fandiño.
  Al quinto lo dejó crudo en el caballo, no le dio en la segunda vara. El toro se fue creciendo y Fandiño ha cuajado una faena de muchísimo mérito por el lado izquierdo, en un palmo de terreno, sin descomponer la figura con un toro que lo citabas una y se arrancaba cinco, seis o las veces que fuera, hasta que lo despedía con un pase de pecho. No fue la perfección en cada muletazo, pero está vez sí, Fandiño dominó en cada serie a un ejemplar pegajoso que se movía con mucho nervio. Se tiró a matar o morir sin ninguna ayuda, solos su espada y él, encunándose, saliendo despedido por los aires y dejando la espada en buen sitio. La plaza fue un hervidero, en ese momento ya no había ninguna duda. Fandiño se salió con la suya.

  El Cid se ha visto superado por sus dos oponentes. El primero, protestado por blando en los primeros tercios sacó codicia en el tercio postrer y humillaba que daba gusto. El cuarto, fue el más bravo, se hizo el amo y sacó cierto genio al ver que no encontraba muleta que le bajara los humos.

  Ángel Teruel sale mal parado después de dos tardes. Transmite algo diferente, tiene buen porte, pero no estuvo a la altura. Una babosa en primer lugar y una cabra indecente de buena condición, para cerrar la tarde, con la que no dijo nada. Este bichejo, mucho más pastueño que sus hermanos, tenía faena.

sábado, 3 de mayo de 2014

Gallito (el verdadero)

En efecto, daba este torero una impresión tal de dominio, de maestría, de ciencia taurómaca, de conocimiento perfecto del toro, de exacta noción de las distancias y, al propio tiempo, hacía tanto alarde de facultades, de agilidad de músculos en tensión, que su labor aparentaba no tener importancia. Poseía la difícil facilidad. También el verso fluido de Zorrilla parecía brotarle de la pluma sin esfuerzo. También el arte de Velázquez, sin explicación ni trastienda, parece que consistía en buscar al Bobo de Coria y retratarle con el pincel. Todo sea dicho sin tratar de establecer comparaciones, que son odiosas, y por lo mismo cuando a algunos de los toreros modernos los comparan con Joselito, yo pienso que tratan de ponerles en ridículo o, por lo menos, de tomarles el pelo. Entre otras cosas, porque estos toreros de ahora echan "mucho teatro" y de José pudo decirse lo contrario: que "quitaba teatro..."

Luis Fernández Salcedo