sábado, 2 de diciembre de 2017

Citando a banderillas




Impresionante escena de ese gran pintor de toros que fue Manuel Castellano. El toro es de casta vazqueña, si no me equivoco marcado con el hierro del Duque de Veragua, crecido en la querencia del caballo muerto y de bellísima estampa.

lunes, 27 de noviembre de 2017

El toro de Urbina que mandó al equino y al torero a la enfermería


     Ocurrió el 30 de agosto en la plaza de Toro, en la provincia de Zamora. Sobrero de Sánchez Urbina lidiado en sexto lugar, anunciando, según la tablilla, 580 kilos. De nombre Desencanto. Le hizo frente David de Miranda, que sufrió un terrible volteretón del que pudo salir muy mal parado. El toro me llama poderosamente la atención por la escena que propició en el tercio de varas.

Las imágenes hablan por sí solas. 












No quedó claro si el caballo murió o no. Las imágenes, como ven, son de otra época. En La opinión de Zamora, E. S. Domínguez firmaba la siguiente reseña:

Desencanto se llamaba, 580 kilos de toro, alto, imponente, negro zaino, mal encarado y el sobrero que no tenía que haber sido lidiado. Fue el último astado de la tarde, el séptimo, y se convirtió en el protagonista para mal de la corrida de toros de las fiestas de San Agustín. Una dura cogida sobre David de Miranda dejó al joven matador inconsciente sobre el suelo, haciendo temer lo peor a todos los allí presentes. Instantes antes de la fuerte cogida sobre el de Huelva, el animal había derrumbado al caballo en el tercio de varas, dejando atrapada la pierna del picador durante más de un agónico minuto en la que el astado no dejó de embestir sobre el equino, que tuvo que ser arrastrado por los toreros fuera de la plaza sangrando abundantemente y prácticamente sin moverse. El Cid, que logró salir por la puerta grande, quedó opacado por la desgracia que protagonizó la última faena de la tarde en la que también toreó Juan José Padilla.  

No tuvo suerte David de Miranda con las reses ayer, el sexto volvió a toriles tras el tercio de varas, su pata trasera derecha estaba dañada y el astado cojeaba ostensiblemente. Y el séptimo, de 580 kilos, era un mal bicho. Con 70 kilos menos que el segundo de "El Cid" aparentaba todavía un tamaño mayor. En el segundo pase que le dio el joven matador el astado entró con una fuerza desmesurada, a diferencia del resto de animales, nadie hubiera pitado un duro castigo por parte del picador. Puntazo que no pudo ser porque el sobrero derrumbó al subalterno de Miranda y creó la primera escena de pánico de la tarde.  

El animal tenía una arrancada terrorífica, cargó contra el caballo y lo derrumbó casi de inmediato. El toro no atendía a llamada alguna y se cebó con el equino. "Fortuna" que permitió, tras un agónico minuto, liberar la pierna atrapada del picador, que estuvo a merced del de Sánchez Urbina si este hubiera dejado de embestir un solo momento. El caballo, totalmente indefenso y desprovisto de las protecciones desgarradas por el toro comenzó a sangrar abundantemente. Tras finalmente conseguir llamar la atención del animal, mozos y toreros evacuaron al caballo arrastrándolo, tras cubrirlo con una lona. El animal fue inmediatamente operado por el veterinario. Solo una coz al viento cuando salía por el ruedo mostró que en el equino quedaba vida, inmóvil sobre el albero minutos después de la horrible cogida. Desencanto no perdió peligro ni frescura tras el tercio de banderillas, repleto de tensión y miedo en los tendidos. David de Miranda no se achantó y consiguió, ya con la muleta, pegarle un par de derechazos al animal. Las ganas de agradar del joven matador hizo que se acercara bastante y en un desplazamiento lateral el toro forzó un tropiezo del torero, que al intentar recuperar la verticalidad sufrió un tornillazo del toro que le cogió de lleno, alzándolo en volandas hasta caer de una altura considerable. No hubo pitonazo, pero Miranda cayó con el cuello y quedó inconsciente al instante. La plaza enmudeció, para después sobrecogerse por el estado del matador, que indicaba a primera vista lo peor. El toro, embravecido con el capote, no se cebó sobre el cuerpo inconsciente del torero, que fue trasladado rápidamente a la UVI Móvil y de ahí al complejo hospitalario de Zamora, con un esguince cervical y pendiente de una revisión más exhaustiva, tal y como confirmaron las autoridades allí presentes. La ambulancia salió de la plaza arropada por un estruendoso aplauso. Fue Padilla el encargado de acabar con el séptimo toro de la tarde, tras varios intentos con la espada.






Analizando los detalles que nos proporciona el periodista, sin más versiones a mano y con la ligereza que tienen este tipo de opiniones, diría que sucedió lo que tantas veces sucede hogaño, y más en este tipo de plazas. Salió un toro duro, de patas y de cabeza, que nadie supo o ver, o que si vieron temieron seguir picando por el qué dirán y la consiguiente bronca del público iletrado que no quiere ver tercio de varas. El cornúpeta llegó entero a la franela (se ve muy poca sangre en la cerviz) y se quitó de en medio al matador de un tantarantán que le pudo provocar una lesión gravísima. O quizá no, si alguien sabe más o hay otra versión que lo diga, si sabe qué pasó con el equino, también.

A día de hoy, David de Miranda todavía se está recuperando de las lesiones que le provocó el revolcón. Desde aquí le deseo lo mejor y una pronta y satisfactoria recuperación. 


Novillos de Prieto de la Cal




Novillos de Prieto de la Cal en Pedrajas de San Esteban (Valladolid). Publicada en internet el 26 de agosto de 2017.

martes, 21 de noviembre de 2017

Última de la temporada de 1870


(cliquear para ver en grande)


PLAZA DE TOROS

EN LA TARDE DEL DOMINGO 30 DE OCTUBRE DE 1870,
Se verificará (si el tiempo no lo impide)

LA 20ª. CORRIDA DE TOROS, 
ÚLTIMA DE LA TEMPORADA.

A BENEFICIO
DEL HOSPITAL GENERAL.
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PRESIDIRÁ LA PLAZA LA AUTORIDAD COMPETENTE
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La presente función será definitivamente la última de la temporada, porque concluyen, en fin del corriente mes, las contratas con los lidiadores.
Por este motivo, y deseosa la Excma. Diputación provincial de manifestar al público su profundo agradecimiento, por la numerosa concurrencia que tan poderosamente ha contribuido al socorro de los pobres enfermos del Hospital General, ha dispuesto que esta corrida tenga todo el carácter de extraordinaria, y que en obsequio del público, y sin alterar los precios, se lidien

OCHO TOROS

de las más acreditadas ganaderías. También ha dispuesto la Diputación que la Plaza se halle adornada con una vistosa colgadura: que todo el servicio sea de gala; que las banderillas sean de guirnaldas, cintas, flores, plumeros, banderas y gallardetes, y por último los lidiadores se han ofrecido a demostrar en esta función de despedida, que son dignos del aprecio de los aplausos con que el público los ha distinguido constantemente.

Los ocho toros serán de las ganaderías y con las divisas siguientes:


DOS... del Excmo. Sr. Duque de Veragua... Madrid... Encarnada y blanca.
DOS... de D. Vicente Martínez... Colmenar Viejo... Morada.
DOS... del Excmo. Sr. D. Rafael Laffitte (antes Hidalgo Barquero)... Sevilla... Blanca y negra.
UNO... de Antonio Miura... Sevilla... Verde y negra.
UNO... de D. Joaquín Concha y Sierra, hoy de su sobrino D. Joaquín Pérez de la Concha... Sevilla... Celeste, rosa y verde.

LIDIADORES.


PICADORES... A los cuatro primeros toros, JUAN ANTONIO MONDEJAR Y JOSÉ CALDERÓN, y a los cuatro últimos RAMÓN AGUJETAS Y MANUEL CALDERÓN.
Habrá dos reservas de picadores,y si hubiera necesidad se suplirán los de una tanda con la otra, sin que en el caso de inutilizarse los seis pueda exigirse que salgan otros.
ESPADAS... CAYETANO SANZ, FRANCISCO ARJONA REYES Y SALVADOR SÁNCHEZ (Frascuelo), estando a cargo de los tres sus respectivas y excelentes cuadrillas de banderilleros.
SOBRESALIENTE DE ESPADA... ÁNGEL FERNÁNDEZ (Valdemoro), sin perjuicio de banderillear los toros que le correspondan.


El apartado de los toros se verificará en la Plaza el día de la función a las once y media. Los billetes para verle desde los balcones del corral y toriles, se expenderán a cuatro reales, en la administración, contigua a las Caballerizas, desde las once en adelante.
Se observarán todas las prevenciones que la Autoridad tiene dispuestas para las corridas de toros, y se advierte al público, que según está previamente anunciado en los programas, no habrá perros de presa, y en su lugar se usarán banderillas de fuego, para los toros que no entren a varas, cuando lo disponga la Autoridad. Tampoco se lidiará más número de toros que los anunciados.

Los precios de las localidades serán los mismos de la corrida anterior.


Los niños que no sean de pecho necesitan billete y se advierte que una vez tomados los billetes no podrán devolverse al despacho sino en el caso de suspenderse la función y que no se darán contraseñas al salir. El despacho de billetes de la CALLE DE ALCALÁ, NÚM. 24, estará abierto el viernes y el sábado desde las diez de la mañana hasta el anochecer y el domingo desde la misma hora hasta las tres de la tarde. El despacho de la Plaza de Toros se abrirá el día de la corrida a la una.

LA CORRIDA EMPEZARÁ A LAS TRES EN PUNTO.

La banda de música del Hospicio tocará antes de la función y en los intermedios



AVISO A LOS SRES. ABONADOS. Los señores abonados que quieran favorecer a la Beneficencia, asistiendo a esta corrida, pueden servirse recoger sus respectivos billetes, en el referido despacho, presentando documento que tienen en su poder, el viernes hasta el anochecer y el sábado hasta las dos de la tarde.

Imp. a cargo de Montero, Plaza del Carmen, 5.


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NOTA. Nada como leer carteles antiguos y transportarse al mundo taurino decimonónico. Se podrían comentar muchas cosas de este fabuloso cartel, entre ellas, llama la atención que sólo hubiera 20 corridas de toros en toda la temporada, acostumbrados a las cifras de ahora, que a muchos les parecen pocas. Véase el San Isidro actual, motivo de conflicto entre los aficionados, por un lado los que lo ven con buenos ojos o incluso corto, por el otro los que les parece un gran disparate un mes continuado de toros. 
Ya podría copiar la actual empresa, que tanto alardea de innovación y tan de moda está lo vintage, este formato de cartel, aunque solo fuera para un festejo de temporada. Habrá que proponerlo, sería un bombazo.

jueves, 2 de noviembre de 2017

viernes, 6 de octubre de 2017

Gracias, Victorino

    
        Los 50 y los 60 fueron décadas ominosas para el toro de lidia, el tótem del rito era maltratado y la afición estaba de uñas. La edad no estaba controlada, nadie garantizaba que el animal que se lidiaba tuviera los cuatro años cumplidos, es decir, que se tratase de un toro. Había dudas muy fundadas de que así fuera en vista de lo que salía de toriles, hasta el año 1969 después de una larga lucha tras la que nació el Libro de Ganaderías y el acuerdo de marcar a fuego a todas las reses bravas con el guarismo del año de nacimiento. Por otra parte, el afeitado de las astas se había convertido en hábito y desencadenó una guerra entre aficionados, algunos periodistas y taurinos; entre estos últimos sobresalían algunos hombres del toro conjurados con los aficionados que ansiaban toros despampanantes, con sus pitones limpios, buidos y relucientes. Ahí están Antonio Bienvenida y, andando el tiempo, Victorino Martín. 

Allá por el año 1968 Manuel Benítez ejercía la tiranía del mandamás del toreo consuetudinaria desde los tiempos del Guerra. El Cordobés era pasión e icono de todo un pueblo, pero también se proyectaban sobre él las sombras del toro birrioso y afeitado, amén de los abusos en corrales y despachos. Fue el año en el que Miguelín se lanzó al ruedo de Las Ventas a desmerecer el toro que faenaba El Cordobés. Por la mañana, los mentores de Manuel Benítez cogieron para su poderdante las reses apartadas para el día siguiente, de Soledad Escribano, al ser rechazada la corrida que le correspondía, de Fermín Bohórquez, hijo de aquella. Sin ningún escrúpulo El Cordobés podía con todo. Los medios de comunicación advertían: aquello que parecía una anécdota podría ser el principio del fin si no se empezaba a respetar al toro. 


Aquel año de 1968 Francia vivía una escala de protestas con afán de mejoras sociales y laborales, un desenfreno liberador recorría París. Los aficionados de Las Ventas no imaginaban que, de algún modo, aquello se contagiaría y estaban a punto de contemplar la ansiada y peleada revolución torista entre tanta corrida de utreros desmochados. Cuarenta años de administración de la empresa Jardón daban paso definitivo al afamado Livinio Stuyck. En la prensa, Palomo Linares y El Cordobés pugnaban por una corrida de Galache para San Isidro, los bombones charros. En medio de este panorama apareció un desconocido de Galapagar que ofrecía sus toros a través de un periódico, una corrida cinqueña con toda la barba para que Palomo Linares y Manuel Benítez resolvieran sus diferencias en el ruedo. He aquí nuestro hombre, Victorino Martín Andrés ponía la corrida gratis y además donaba la carne de los morlacos a beneficio de los pobres. Se trataba de los toros de Escudero Calvo que fueron adquiriendo a partir de 1960, ahora en manos de la familia de Victorino, los viejos Albaserradas cuyos tiempos de gloria se perdían en la memoria. Nadie hizo caso a aquel tipo al que tomaron por loco y El Cordobés se salió con la suya matando la corrida de Galache. Victorino tenía aún frescas las gravísimas cornadas que le acababa de dar el semental Hospiciano en la orilla del río de la finca extremeña que consumía a deudas a la familia; para colmo, recién iniciada la aventura ganadera, los toros se acumulaban en los cercados de Galapagar y nadie hacía caso de ellos. La situación para el ganadero era crítica. 


Victorino había entablado buena amistad con Manuel García-Aleas, ganadero colmenareño de estirpe que por aquel entonces era el secretario de la Unión de Criadores de Toros de Lidia. Él confió en Victorino e instó a Livinio Stuyck, explicándole su desesperación, para que se acercase a los cercados de Galapagar aunque fuera por cortesía. Y así fue, junto con otro empleado de la empresa, Livinio se personó en el cerrado de saca de Victorino y al momento estaba profiriendo exclamaciones de sorpresa ante el admirable trapío del hato. El ganadero aguardaba unas palabras de esperanza mientras los empresarios observaban aquella piara de toros colosales. Al fin, adquirieron tres corridas de toros, de momento querían lidiar los más chicos a ver qué pasaba. Victorino estaba a las puertas de lidiar su primera corrida de toros en Madrid donde se iba a jugar su futuro como ganadero de bravo, eso, o volver al ganado de carne, al morucho y a la carnicería.


Continuamos en la canícula de aquel verano sesentero. El debut llega el 18 de agosto; Pepe Osuna, Adolfo Rojas y El Paquiro en el cartel, en grande se leía “antes Albaserrada”, en pequeñito: “Victorino Martín, de Galapagar”. Los toros más chicos de la manada en comparación con lo que se lidiaba en ese momento resultaron un deleite para los aficionados. Cuajo y seriedad irreprochable, de pitón a rabo. Paquiro quedó fuera de combate por cogida dejando el festejo en un mano a mano y, atención, la corrida tomó 23 puyazos. El público y la crítica quedaron encantados, así que la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid advirtiendo que había gustado tanto la presentación de los toros decidió lidiar los más grandes para la jornada del 8 de septiembre, anunciando a Juan Antonio Romero, José Luis Barrero y Flores Blázquez. Toros de cuatro, pero también de cinco, seis o siete años. Esta es la corrida en la que se jugó el célebre toro Domadito; al finalizar, algunos aficionados veteranos comentaban que no se había visto una corrida con semejante estampa desde antes de la guerra. La cara amarga volvió a aparecer y Flores Blázquez se llevó un cornalón, los toros de Victorino no perdonaban. La tercera de las corridas que la empresa había comprado a Victorino se celebró el 22 de septiembre y fue de nuevo un éxito en presentación y casta, cortando una oreja El Paquiro. En apenas un mes Victorino lidió lo más granado de la camada con rotundo éxito, los aficionados y la crítica no cabían en sí, dudaban si aquel oasis era un espejismo e idealizaron durante el invierno aquellas tres corridas magníficas. Cuando iba a dar comienzo la temporada siguiente la buena nueva se había extendido como una mancha de aceite y ya todo el mundo hablaba de “los terroríficos victorinos”.


El resto es conocido por todos. En la primera corrida que lidia en 1969 después de aquel verano meteórico, dentro de un conjunto extraordinario, Andrés Vázquez hizo frente a Baratero; cinco entradas al caballo, cinco tumbos. De este famoso ejemplar dijo el torero castellano: “Los toros bravos a menudo tienen mal carácter aunque Baratero también era noble, de una nobleza relativa. Me miraba con un terrible aire de superioridad. Le di 19 pases, ni uno más. Era imposible. Al salir de un pase de pecho de pitón a rabo, levantó la cabeza y me miró a los ojos, los suyos eran muy grandes, parecía decirme: se acabó, si continuas te cojo”.

La ascensión fue imparable, Victorino no dejó de cosechar triunfos, de echar toros y corridas de premio, tantos que no caben en su museo. Manteniendo la ganadería en un punto de casta sobresaliente el tiempo que la administró, capitaneando con su gorrilla calada el barco de la fiesta verdadera. En medio de la pesadumbre que asolaba a los aficionados por los desmanes que devastaban la fiesta desde la posguerra emergió la figura de Victorino, encarnando los valores que muchos daban por perdidos: toros con edad, íntegros y bravos en todos los tercios. Su nombre en el cartel bastaba para llenar cualquier plaza. Él presumía -no sin razón- de que era un humilde hombre de campo de la serranía madrileña, no era un ganadero de herencia, de ahí la guasa de los aficionados capitalinos: “el paleto de Galapagar”. Se le puede acusar de complaciente, de populista, pero lo cierto es que cuando aparecía la bravura fiera auténtica o el toro cabrón, ahí estaba él con su sonrisa de oreja a oreja que nunca olvidaremos. Era uno de los nuestros. Nunca flaqueó en la defensa de la integridad del toro, el toreo sin trampas, y no tuvo inconveniente en desafiar a las figuras negándose a tolerar que le tocaran las orejas a sus toros. Un discurso atrayente que puede parecer fácil, de cara a la galería, lo difícil es materializarlo cuando tocan los clarines y saltan los toros al ruedo, así durante cincuenta años. Soy del que lo hace, diría Joaquín Vidal, y Victorino Martín Andrés lo hizo, vaya que si lo hizo.


Gracias por todo. Descansa en paz.



martes, 3 de octubre de 2017

El bajonazo de Miura


      Vaya por delante que entre las pasiones taurinas más acusadas de un servidor siempre ha figurado con especial devoción la ganadería de Miura, los que me conocen lo saben. La rusticidad, lo tornadizo y la inteligencia que caracterizan a los astados miureños son un reflejo fiel del toro decimonónico, cuando la expresión “rey de la fiesta” no era un tópico manido y vacuo. Era la época que algunos tratadistas han dado en llamar heroica, anhelo de todo aficionado a toros que se precie. Continuando hasta hoy, 175 después de que el sombrerero sevillano Juan Miura, en 1842, impulsado por la afición de su hijo Antonio, adquiriese un hato de Antonio Gil de Herrera origen Gallardo; 169 años si tenemos en cuenta la errata del diccionario de la Real Academia Española que nadie se preocupa en enmendar en cuya entrada sobre miura leemos: “Toro de la ganadería de Miura, formada en 1848 por Eduardo Miura, famosa por la bravura e intención atribuida a sus reses.” He aquí el toro que vieron nuestros abuelos en la Plaza Vieja de la carretera de Aragón, el mismo con el que se asombraron nuestros tatarabuelos en el coso de la Puerta de Alcalá, donde Goya se nutría de inspiración para sus obras. Porque Miura, con toda probabilidad, será la única ganadería que ha lidiado en las tres plazas más importantes que han ido sucediéndose en Madrid, siempre en manos de la misma familia. Ver una corrida de Miura es el privilegio de presenciar el toro antiguo, el que puso en aprietos al mismísimo Frascuelo, a Lagartijo… Un viaje que nos retrotrae en el tiempo. Siempre que el de la A con asas cumpla con las características atribuidas a esa fiera añeja, lo cual no sucede con la frecuencia que me gustaría, todo sea dicho. 

Ocho temporadas completas estuvimos sin ver un pitón de Miura en la recia arena venteña, desde El Toro de Madrid hicimos todo lo posible insistiendo una y otra vez a la empresa de aquel entonces, “los choperitas”. Yo mismo, a nivel particular, di la tabarra por tierra, mar y aire, demandando el regreso de los morlacos de Zahariche, consciente de que la unión de la Casa Miura con Madrid no es menos tradicional que la mantenida con otras plazas que ahora se entienden como seculares para ellos. Llegó el ansiado regreso en 2014 con una corrida aceptable, la del célebre Zahonero; a la que siguió en 2015 un encierro mediocre, bajo de presencia y sin fuelle; y en 2016 un gran toro, Tabernero, dentro de un conjunto discreto en el que se devolvió uno por inválido.

Todas las corridas de esta última etapa vinieron con pelos cárdenos o negros, ni rastro en cuatro temporadas consecutivas de la variedad cromática del miura de no hace mucho, cuestión que no parece casual y que preocupa sobremanera a los aficionados. En cierta ocasión, encontrándome en el apartado mañanero, al preguntar por la monotonía de las capas, don Eduardo Miura me despachó con una larga, diciéndome: “Las camadas vienen así, son casualidades”. Y en noviembre de 2015 en una tertulia de nuestra asociación en Casa Patas, interrogado por el mismo tema, al mencionado don Eduardo se le escapó: “Los otros pelos (aquellos que no son cárdenos o negros) manchan mucho”, restando hierro al asunto. En frase tan breve dijo mucho. Los ganaderos sabrán lo que hacen en su casa, ahora bien, quitarle la variedad de pelajes a los miuras es desposeerlos de una de sus señas de identidad más representativas.

Ninguno de estos últimos años en Las Ventas presentaron una corrida de las que alegran la afición sólo por estampa y cuajo, más bien encierros pobres de trapío con un par de ejemplares serios, consiguiendo así engañar el ojo. El mismo ardid que, generalmente, han empleado en la presente campaña para lidiar en plazas tan comprometidas como Sevilla, Madrid, Pamplona, Ceret, Bilbao o Arles. A esta última llegaron con lo justo por falta de toros y sólo lidiaron tres, convirtiéndose en un desafío ganadero contra Baltasar Ibán. Dijeron que afrontaban el año de una efeméride tan longeva como uno más, que no querían hacer nada especial, y dudo que así fuera viendo la categoría de las plazas que acordaron. El resultado ha sido mediocre en cuanto a presentación salvando quizá la de Sevilla, rellenando el resto con un par de toros de respeto, como se ha dicho.

El cénit del desastre junto con Ceret posiblemente, y éste por cornúpetas razones, fue la tarde de San Isidro, el domingo 11 de junio, que para colmo atrajo a multitud de aficionados de otros puntos de España, desgraciados ellos que además del viaje aguantaron un petardo de proporciones siderales. Dos fueron al corral por inválidos y pudieron ser más, pero lo más grave fue el aspecto del encierro que los señores de Zahariche embarcaron para Las Ventas, un conjunto verdaderamente lamentable. Miuras de plaza de pueblo, con expresiones de novillo y cuerpos no agalgados, que aceptaríamos, sino raquíticos, especialmente los números 38, 21 y 39; primero, segundo y quinto respectivamente. Daba pena verlos, pensar en el hierro que llevaban marcado a fuego era descorazonador. Aquello transcurrió entre protestas y el lógico cabreo de los aficionados, algunos salimos de la plaza bufando. La mayoría de ganaderías no tienen capacidad para mosquearme más allá de media hora, otras, por admiración y respeto, como Miura, pueden dejar una espina clavada. Y es que, ¿dónde queda el crédito de la ganadería si presentan ese desecho de corrida en Madrid por el 175 aniversario? ¿Por qué, al menos, no emitieron un comunicado pidiendo disculpas a la afición?




Una máxima que todo aficionado sabe es que el nivel de casta de las reses no es tan achacable como otros factores que sí están en manos de los ganaderos, como la integridad de las reses y el trapío acorde a la plaza donde se lidia, cuestiones que en una ganadería señorial y de abolengo pensaba que eran tablas de la ley que no desdeñarían. Desconozco qué estima tendrá la familia Miura por la opinión de los aficionados, atrás quedó la relación cómplice, de respeto mutuo entre los fieles (fidelidad con la taquilla de la plaza, se entiende) y los profesionales de la fiesta. Romanticismos de la época heroica, viejo manual de valores tauromáquicos. Quiero decir: los actuales ganaderos de Miura, don Eduardo y don Antonio, han perdido la honra de su divisa para conmigo, la leyenda y la admiración por la historia de su Casa sigue intacta, pero la honra como ganaderos la tendrán que volver a conquistar. Y sospecho que no soy el único. 


Artículo para La Voz de la Afición de la asociación El Toro de Madrid.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Mala pero buena corrida de Lagunajanda

Por falta de tiempo solo voy a dejar constancia de lo que sucedió con el ganado en el día de ayer, que es lo que interesa en este blog. Tampoco hay mucho que decir de los espadas. Mala pero buena corrida de Lagunajanda porque se esperaba una hecatombe similar a la de Montalvo el día del patrón, toros rodando por el suelo y más tontos que Abundio. No se llego a tal extremo pero la corrida fue mala sin paliativos. Toda la corrida fue cinqueña. Me gustó la presentación en general, los toros tuvieron cuajo con hechuras y pintas variadas. El cuarto se tapaba por la cara y el quinto, todo un tío, pelín escurrido de atrás. Toro a toro:

1. Fue una babosa de principio a fin que el señor presidente no tuvo a bien devolver a corrales. Del Álamo se puso muy pesado, por momentos altanero con el público que le pedía que terminara con la vida de aquel animalito y además practicando el toreo rural con pases circulares, dejando constancia del pésimo gusto que atesora. 
2. De pelo negro, recortado de lámina pero serio. Se fingió la suerte de varas, echó la cara arriba en banderillas, y sacó más genio que bravura en la muleta, tirando cabezazos, posiblemente por falta de fuerzas. Fortes nunca dominó en redondo, se quedó quieto, eso sí, dio unas manoletinas, mató y la gente quedó muy contenta.
3. Negro listón. Largo y serio. Manseó en los caballos, El Sirio le puso un par con los pies en la arena. En la muleta embistió con nervio, tardeaba al arrancarse pero después repetía. Duro tres o cuatro tandas y ya. Román anduvo ahí, puso más el toro el tiempo que aguantó que él.
4. Negro zaino. Un poco abierto de púas, cornalón, recortado y escurrido de atrás. Ligeras protestas de salida. Descastado.
5. Castaño albardado. Toro que infundía respeto por la seriedad de la expresión, si bien desmerecía de los cuartos traseros. Empujó en el peto con la cara arriba y se arrancó presto. Sin salir huido, se quedaba mirando al jaco como pidiendo guerra. Una pelea estimable. En banderillas empezó a salir escupido de los lances y en la muleta duró un periquete antes de aplomarse. Hubiera estado bien exprimirlo en varas a ver hasta dónde llegaba. Faenas extra largas de muleta vemos muchas. 
6. De pelaje negro y bien presentado. Sangró mucho en la primera vara, en la siguiente puso muchas excusas para ir a pesar de que Pedro Iturralde lo provocó muy bien. Aminoró el empuje en ese segundo puyazo y se midió el castigo. Parece que se viene arriba en banderillas y galopa con alegría. Dura dos tandas y empieza a quedarse parado y a tirar cabezazos, dudo si por condición natural o por impericia de la muleta de Román.

Matraquero en quinto lugar. Hubiera estado interesante darle al menos una tercera vara

martes, 16 de mayo de 2017

Cinco inválidos y mal día para el currismo

Crónica para la web de la asociación El Toro de Madrid

Con tiempo agradable y la plaza prácticamente llena se ha jugado la corrida del día del santo patrón, San Isidro Labrador. Corrida de toros de Montalvo, encaste Domecq vía Daniel Ruiz y Zalduendo, más una pequeña reminiscencia de Martínez. Discretos de presencia en líneas generales, destacando positivamente el segundo, serio y rematado; y cuarto, aunque recogido de cuerna, de buen trapío.


Curro Díaz. Estocada trasera muy tendida, bajonazo sin pasar quedándose prendido de los pitones, dos descabellos; silencio. Bajonazo; pitos.
Paco Ureña. Estocada haciendo guardia y descabello; silencio. Pinchazo, estocada haciendo guardia; silencio.
López Simón. Estocada trasera rinconera; silencio (un aviso). Media estocada trasera y tendida; silencio.



Presidencia: D. Justo Polo Ramos. Cinco inválidos, los bueyes de Florito sin aparecer y muy ligero para sacar el pañuelo blanco cambiando de tercio. Lamentable actuación.
Tercio de Varas: La corrida ha aminorado notablemente el empuje en el segundo puyazo. Tito Sandoval provocó con torería la arrancada del tercero de la tarde, moviendo el caballo con soltura y tirando bien el palo, aunque los puyazos cayeron traseros. Se marchó entre aplausos.  
Cuadrillas: Saludaron Domingo Siro y Jesús Arruga tras parear al tercer toro con elegancia y ortodoxia.
Incicencias: Manuel Muñoz, tercero de la cuadrilla de Curro Díaz, fue corneado al salir de un par durante la lidia del primer toro, el parte refleja lo siguiente: Herida por asta de toro en tercio medio de cara posterior de muslo izquierdo de 20 cm. alcanzando el fémur, contusiona nervio ciático y causa destrozos en los músculos isquiotibiales. Intervenido bajo anestesia general se traslada a Clínica San Francisco de Asís a cargo de la Fraternidad. Pronóstico grave. Firmado Dr. García Padrós. 



    Las broncas son tan taurinas como las ovaciones y están presentes en la plaza de toros de Madrid desde los tiempos del triunvirato Costillares, Pepeíllo y Romero; que ya ha llovido. Hoy, para celebrar el día del patrón y por aquello tan castizo de las broncas, no se ha parado. Se montó el follón desde que Curro Díaz recibió a la verónica al cuatreño que rompió plaza, viéndose lo limitado de sus fuerzas y cómo echaba las manos por delante, y no cesó hasta que López Simón acabó con el último del encierro. Toda la tarde ha transcurrido entre improperios y frases de desaprobación contra el ganadero y, especialmente, el palco presidencial, ya que no devolvió ninguna de las babosas a pesar de las protestas, no me digan cómo ni por qué. La corrida fue un muestrario de toros al límite de fuerzas a los que no se les puede pegar cuatro muletazos seguidos por abajo sin que pierdan las manos, exceptuando el que se lidió en cuarto lugar.

Pedro Iturralde agarrándose con el segundo. De lo mejor que se puede ver entre los del castoreño


Precisamente la lidia del cuarto fue una pausa para el palco y el ganadero, que andaría sufriendo lo suyo, y las iras desviaron el objetivo, en esta ocasión contra Curro Díaz, torero muy querido en Madrid. El bicho, Escandaloso de nombre, con un pelaje que recordaba a lo de Martínez, no hacía caso de las provocaciones por el lado derecho, colándose descaradamente, y Curro fundamentó toda la intentona al natural, empezando frente al diez, continuando en los medios, en las proximidades del cinco y finalizando frente al siete. No porque el toro correteara de un lado para otro, sino porque Curro no sabía cómo ni dónde meterle mano. El toreo de desmayo hoy no servía, la parroquia quería ver torear, demandaba colocación, dominio, y muletazos con trazo de principio a fin; y no el medio pase sin ajuste, descolocado, que se vio constantemente. Intercaló algún muletazo bueno entre todo aquel despropósito, chispazos que no tuvieron eco, la afición sabe que Curro puede hacerlo mucho mejor, como también sabe que es un torero de altibajos. Desde luego que hoy no tocaba el Curro de altas cotas.
Lo más valioso, sin lugar a dudas, fue el quite a cuerpo limpio que le hizo a su banderillero, Manuel Muñoz, durante la lidia del primero. Gesto de gallardía y valor espontáneo por parte de Curro Díaz en una situación dramática, ya que el toro tenía al banderillero a placer contras las tablas y ni aun así se libró de la cornada. Correspondió este primer capítulo de la corrida con un toro que pendía de un hilo, blandito y de embestida chochona, que deslucía cualquier posibilidad del torero de Linares.

El único potable de la corrida en cuarto lugar, Escandaloso


Ureña tuvo enfrente un inválido en el segundo episodio de la tarde. La faena, como es normal, se desarrolló entre el mosqueo del personal, pasaportándolo, para mas inri, de una estocada haciendo guardia. El colorado que hizo quinto salió con muchos pies, se le cruzó de mala manera cuando se disponía a pararlo, soltó el capote y fue empotrado contra la barrera sin que tuviera tiempo de escaparse. Milagrosamente se libró de la cornada, rehaciéndose del golpe, pero el trasteo de muleta resulto insípido por las ostensibles carencias del animal, ayuno de casta, y el planteamiento del torero murciano, que nunca pasó de voluntarioso. Por si fuera poco, volvió a matar enhebrando la espada en la piel del toro.

Parecía que el castaño que sorteó López Simón en primer lugar iba a tener más fuelle y puede ser que el buen hacer de Tito Sandoval primero, y de la cuadrilla después, nos engañara. Lo cierto es que en el tercio de muerte acometió mortecino y apenas se tenía. Simón trasteó muy desigual, entre caída y caída, y solo se entendió con el burel al final de la faena, en dos tandas de naturales despaciosas. A esas alturas pocos le echaron cuentas. Cerró un toro feote de pelo colorado que se movió como si estuviera descoordinado, blandeando como el resto de sus hermanos… la afición trinaba. No salió nada lucido del tercio de muleta y lo mejor que pudo pasar es que Jesús Arruga acabara con tan desastrosa tarde de un certero cachetazo en la segunda intentona, mandando el toro al desolladero, al gremio de carniceros. Sin duda, la corrida de Montalvo dará más juego en la cocina que en la arena de Las Ventas.

lunes, 15 de mayo de 2017

Las tres primeras de San Isidro

   Con un tiempo loco y un público más loco todavía hemos empezado este san isidro marathon 2017. Mínimo diez mil personas diferentes todos los días hacen de nuestra queridísima plaza un manicomio donde lo mismo te dan una orejita con escasa petición por una faena de derechazos aprovechando inercias, más un pinchazo; que se lía una pajarraca de las buenas por apuntillar un toro tras los tres avisos. Lo mismo se pensaban que lo devolvían al careo de la dehesa, no me extrañaría. Los abonados se han dado a la fuga durante los años de crisis, a la par que iban aumentando el número de festejos ‒unos visionarios‒ así que estamos como estamos. El que tenga muy desarrollado el sentido de la vergüenza ajena lo va a pasar mal.


La Quinta

   De esas corridas imposibles de calificar con un solo adjetivo debido a la complejidad de la misma. Conjunto que metía mucho miedo por su irreprochable trapío, si bien me sobró el sexto, pues descabalaba por una cabeza que hubiera hecho las delicias en La Vall de Uxó. Dura de pezuñas, cinqueña, desengañándose en cada lance, lo cual hizo que las lidias tuvieran un interés de esos que el aficionado a toros degusta interiormente. Si hubiera cumplido en varas estaríamos hablando de palabras mayores, lo cierto es que hubo no pocas dosis de mansedumbre en los primeros actos y todo un repertorio de espantadas, coces y peleas en los dominios del picador reserva.

   El primero tuvo un pitón izquierdo pastueño, por el derecho peligroso, apagándose rápido, Aguilar, incomprensiblemente, se cambió al derecho cuando la gente estaba entrando en la faena. Segundo orientado, duro en la muerte, se quedó crudo por no saber qué hacer con él y mandó a la enfermería a David Galván cuando intentaba pasar en redondo a semejante prenda, gracias a ese sinsentido que predomina en el escalafón actual de torear a todos los toros igual, sin atender a las condiciones que desarrolle. El tercero cumplidor en varas, toro guapísimo, Matajaca, aprendiendo en banderillas y bajo de casta en la franela de Javier Jiménez, con un pitón izquierdo suave, donde vimos las maneras de este torero, intentando dominar, y dominando las embestidas con mucha verdad y ajuste, llevando toreado al toro al natural. En cuarto lugar un toro estrecho de sienes, veleto, con cara de loco, que se dejó por el izquierdo, siempre midiendo y con poco empuje, Alberto Aguilar no tuvo su mejor tarde. El quinto que estaba anunciado como sexto le costo muchísimo llegar a la caballería, por el derecho no tenía un pase y, sin embargo, por el izquierdo tuvo una embestida alegre, hasta el final; Javier Jiménez estaba construyendo una faena más bullanguera que otra cosa hasta que tuvo la inoportuna idea de echarle la derecha, ahí el toro cambió por completo y dijo que nones. El sexto se dejó dar con la cara alta, Jiménez nunca le cogió el aire, no era fácil, pues sabía lo que se dejaba en cada muletazo y aquello nunca tomó vuelo. Se mató mal y con muchas precauciones, a Javier Jiménez se le vio pegando el toque hacia el pitón izquierdo, en vez de meter la muleta en el hocico para entrar por derecho.


Matajaca, de La Quinta. Precioso ejemplar


El Ventorrillo

   Esta ganadería que pasta en tierras manchegas venía con buen cartel debido a las dos corridas que echó la temporada pasada. Los aficionados la esperábamos y pensábamos que podría salir una corrida, o bien dura, o bien embestidora. Nada de eso, salió una mansada de tomo y lomo, de nulas opciones salvo quinto y sexto. Muy bien presentada, corrida muy seria y rematada con diferentes pelos y hechuras, destacando el tercero, recortado de lámina pero con un cuajo indudable; y el quinto, un salpicado que era toda una pintura, aplaudido de salida en cada tendido por donde iba luciendo el tipo.


Cetrero, una pintura de El Ventorrillo y la primera oreja regalada de la feria

   Eugenio de Mora sorteó un lote infumable y solo pudimos ver lo tramposo que es matando, estirando el brazo al máximo, inclinando el tronco, y sujetando la muleta de horrorosa manera para acabar tapando la cara al toro. Suele ser efectivo, esta vez ni eso. A Román las virtudes inherentes de la juventud y poco más, no se le ve concepto, torería, ni inteligencia. Con ese precioso quinto burel que comenté, de nombre Cetrero, Morenito de Aranda construyó una faena por el derecho aprovechando la inercia que dan las distancias, pero una vez que ligaba los pases fueron bruscos, trabados o por arriba. Cuando le echó la zurda se vio que el toro tenía media arrancada. Pinchó arriba entrando bien y en la siguiente lo mató. El pinchazo arriba haciendo bien la suerte resta lo mínimo, lo saben los buenos aficionados, el tema es que la faena no era de oreja, no había mayoría y el nuevo usía se arredró y sacó el moquero. Mal vamos si achanta una tarde así. Cetrero fue un toro voluntarioso de embestida corta, en absoluto para ovación tan sonora y ni por asomo de vuelta al ruedo como pidió algún insensato.


El Pilar

  En esta corrida empezamos a ver cómo algunos de los toros flojearon de remos, tónica que desgraciadamente intuyo que va a continuar con Montalvo y Lagunajanda los próximos días. Mejor que entrar en harina con los toros y empezar a ponerlos pegas, decir que la terna estuvo nefasta, todos tuvieron su cartucho y estuvieron muy por debajo. Urdiales con el que rompió plaza, que ya en banderillas se puso pegajoso sin que "El Víctor" fuera capaz de encontrar soluciones. En la pañosa del torero riojano sucedió lo mismo, el morlaco sacó castita y este solo consiguió ligar una tanda, a media altura, el resto de la faena se diluyó de esa manera tan privilegiadamente urdialesca en la que el toro no parece tan buen toro, aquello toma un halo hipnótico y nadie sabe lo que ha sucedido allí.
   Un manso con fuerza, huidizo, en segundo lugar para David Mora, con el que en vez de porfiar, buscarle las vueltas tratando de sujetarlo, torearlo por los adentros o llevárselo a chiqueros a ver si así, se dedicó a mirar al tendido encogiéndose de hombros. Luego vino el sainete con el quinto, que no paró de trotar en el último tercio y Mora lo muleteó periféricamente, dando solo medio muletazo, esperando que el toro se toreara solo. Una faena dantesca. Pero la bronca se la llevó por marrar una y otra vez con el descabello hasta que sonaron los tres avisos y el petardazo que había pegado con la muleta pasó de puntillas. 
   No puedo eludir el tercer par que colocó Ángel Otero a este segundo, y vuelvo a señalar, tercer par, con las complicaciones que esto conlleva. El valor de este torero y la capacidad que tiene para cuartear cuando le vienen los toros galopando es una cosa tremenda. El público se levantó de la piedra como un resorte, fue un momento de auténtica emoción. ¡Olé los banderilleros buenos!
    Garrido en estas dos últimas comparecencias que hemos podido verle ha pecado de lo mismo: está más pendiente de componer la figura que de poder a los toros, construir faena y llevarlos toreados. Así de simple. Sumémosle que viene con las faenas y los quites hechos del hotel, salgan como salgan los animales. Espero evolución porque se atisbaban muy buenas aptitudes no hace mucho, no obstante el capote que tiene es de categoría. El tercero de la tarde fue un ejemplar descastado e inválido que se echó en mitad de faena, pero el que cerró plaza, dentro de la embestida sosa que tenía, tuvo cualidades para torearlo con más brillantez y se lo pasó muy lejos. 


Otero iniciando el cuarteo de un par de los que dejan huella


Seguiremos informando.

martes, 2 de mayo de 2017

Regreso de Dolores Aguirre cumpliendo a medias

Crónica para la web de la asociación El Toro de Madrid.

Fotos Ana Escribano.


En tarde primaveral y con un cuarto de entrada se ha celebrado una corrida de novillos de la ganadería de Dolores Aguirre, correspondiente a la Feria de la Comunidad de Madrid. Desigualmente presentada, mansos en varas, abantos; los cuatros primeros ofrecieron muy buen juego en el último tercio, con alegría, el primero muy encastado el tiempo que duró; el quinto quedó lastimado e inválido y sexto descastado, de escasa codicia.

Miguel Maestro. Media estocada en los bajos, estocada atravesada; PITOS. Dos pinchazos, estocada rinconera; SILENCIO.
Javier Marín. Estocada trasera y rinconera; SALUDOS CON PROTESTAS. Estocada tendida; SILENCIO.
Fernando Flores. Dos pinchazos, estocada haciendo guardia y descabello; SALUDOS (un aviso). Metesaca en los bajos; SILENCIO.

Presidencia: D. Jesús María Gómez. Tercero y cuarto sin remate, estrechos como un galgo, no debieron ser aprobados. Cambió a banderillas sin que el quinto recibiera el segundo puyazo ya que se partió la vara. Por la mañana hizo público el acta de pesaje de los caballos así como las reses aprobadas y rechazadas, lo cual agradecemos todos los aficionados.
Tercio de varas: Antonio Jesús Apresa agarró dos puyazos en buen sitio al segundo novillo, toda una noticia. Por lo demás los de Dolores fueron muy corretones en varas y no permitieron lucimiento.
Cuadrillas: No han estado tan sobrepasadas como vemos en otras novilladas, hoy había toreros de plata curtidos. Pedro Lara pareó brillantemente al novillo que cerraba el encierro.

-o-


        La novillada que hemos visto ha tenido el borrón de la presentación, de ahí lo de cumplir a medias, porque con la mansedumbre en los primeros tercios ya contábamos. Muy desigual, los ejemplares que han saltado en tercer y cuarto lugar se han llevado una buena bronca de salida. Altos y grandes, con esqueleto, no tenían ningún remate y estaban abecerrados a pesar de su tamaño. Por otra parte, se han visto cuatro novillos que han sacado a relucir el fondo de casta de esta ganadería y no han parado de embestir en el último tercio, para hacerlos faena y cortarlos las orejas.

   El primero, bajo y bien hecho, ha sido el más prototípico de la ganadería. Entre idas y venidas huyendo de los caballos le clavaron la puya hasta cuatro veces. Pero no se arredró y metió bien la cara toda la lidia, con el rabo enhiesto, como también hicieron algunos de sus hermanos, poniendo en apuros a los de plata en banderillas, apretando hacia los adentros con ganas. En la muleta tuvo mucha querencia a tablas pero ofreció un buen ramillete de embestidas fuertes y poderosas, de las que gustan en Madrid y en cualquier plaza, Miguel Maestro ha sido incapaz de entenderse con él y la faena ha sido todo un barullo. El animal murió intentando cazar al puntillero. Buen novillo este Clavetuerto II, despedido con aplausos por el respetable.

Miguel Maestro con Clavetuerto II. Manso, sí, pero encastado

   De pelo colorado melocotón era el cuarto, Clavetuerto I, grandullón y escurrido, se ganó la reprimenda de los aficionados. Buscando excusas y huido, dejó clara su condición de mansedumbre en el tercio de varas. En la muleta embistió con brío y franqueza mucho tiempo y Miguel Maestro nuevamente cuajó una faena completamente deslavazada, sin ningún guión, acogida con un silencio que debería hacerle meditar sobre su futuro en la fiesta, pues lleva más de quince años en el escalafón de novilleros.

   El segundo se fue sueltecito de la pelea y en banderillas parecía dormido, sin embargo en la muleta sacó nobleza y boyantía. Se apodaba Guindoso II, y Javier Marín nunca lo toreó con el temple y la armonía que demandaba, la sensación fue de vulgaridad. Dio unas manoletinas finales de cara a la galería, se tiró a matar derecho dejando una estocada trasera y algunos pidieron la oreja, que el presidente, acertadamente, no concedió. El quinto, Guindoso I, quedó inválido, parecía dolido de la pata delantera derecha. Marín se puso pesado con el inválido, desorientado, se creería que con este tipo de animales se puede hacer algo en Las Ventas. Afortunadamente no hemos degenerado hasta ese extremo.

   El tercero, muy protestado de salida, fue de esos que no paran de dar vueltas al ruedo en los primeros tercios, incansable. Incluso hubo que banderillearlo a toro corrido, Tosquetito se llamaba. Tampoco paró en la muleta y daba la impresión que el novillo se estaba haciendo la faena a sí mismo de tantos pies que tenía. Por ello se protestó a Fernando Flores en las primeras tandas, Tosquetito iba y venía y el joven torero no ponía ningún mando por su parte. Cuando el ímpetu del animal fue aminorando, Flores se ajustó más y sacó algunos muletazos correctos, metiéndoselo para adentro, mandando en la embestida. Pero las probabilidades de triunfo se esfumaron con el sainete a espadas.
   Para terminar la corrida salió un novillo generoso de carnes y escaso de armas, Malagueño. Poco castigado en varas y manejable en banderillas, permitió lucirse a Pedro Lara con los palos. En la muleta le costaba repetir y era más bien descastadillo. Fernando Flores estuvo voluntarioso, el novillo le pegó una voltereta sin consecuencias, pero aquello no dijo nada, sellando su actuación con un reprobable metesaca. Novillero joven que hoy se presentaba en Madrid con toda una carrera por descubrir.

Fernando Flores iniciando la faena de Tosquetito

   Desde el 9 de mayo de 2010 llevaban los de Dolores sin aparecer por nuestra plaza, mucho tiempo. Entretanto, la ganadera, doña Dolores Aguirre Ybarra fallecía en abril de 2013. Ha sido, y será, una personalidad sin parangón en el mundo de la crianza del toro bravo, paradigma de integridad y compromiso con los atributos más auténticos que definen al toro bravo: su poderío y su casta brava. Por encima de todos, nunca perdió la senda de la autenticidad y fue una verdadera señora del campo bravo. Su muerte ha causado un dolor irreparable, los aficionados a toros no la vamos a olvidar jamás. Descanse en paz.  

lunes, 24 de abril de 2017

Cogida mortal de Florentino Ballesteros

Y crítica severa para Gallito.



Semblanza biográfica

    Florentino Ballesteros nació en la calle del Caballo, de Zaragoza, el día 11 de enero de 1893. A los treinta y siete días fue depositado en el torno de la Inclusa del Hospicio provincial, criado hasta los cinco años en Loscos, pueblo de Teruel; y desde esa edad hasta los diez estuvo en el Hospicio de Calatayud, regresando al de Zaragoza. Dura infancia en la que mostró aptitudes para el dibujo y la pintura, aprendiendo el oficio de pintor, hasta que el 24 de septiembre de 1905 presenció una corrida de toros en la plaza de Zaragoza en la que actuaban Quinito y Antonio Montes, desde entonces sintió afición por el toreo y se dedicó a forjar la carrera de matador de toros. Lo hizo según costumbre de la época: actuando en capeas que se celebraban después de las novilladas, yendo de banderillero, o tirándose al ruedo en festejos de resonancia, como hizo en varias ocasiones. 

   En 1912 se presenta de novillero en el coso de la Misericordia, triunfando plenamente. Y la empresa, en ese año y en el siguiente, organiza varias novilladas más en las que la base del cartel es el nombre de Florentino Ballesteros. Zaragoza lo proclama su ídolo. En aquellos momentos apareció en el cartel otro torero maño que despertó grandes esperanzas, Jaime Ballesteros "Herrerín", por lo que la pasión taurina se divide en dos bandos hasta 1914, año en que "Herrerín" sufrió una cornada mortal en la plaza de Cádiz. La afición zaragozana, repartida hasta ese momento en ballesteristas y herrerinistas, fue toda ella partidaria de Ballesteros a partir de entonces. 

   Su primera toma de contacto con la afición de la villa y corte fue el 15 de agosto de 1913, si bien en lo primeros lances del primer ejemplar que le correspondía fue corneado en la axila derecha y quedó fuera de combate. En 1914 toreó veinticuatro novilladas, alternando en todas ellas con lo más granado de la novillería. Y en 1915 consiguió treinta y una actuaciones, tomando la alternativa como matador de toros el 13 de abril de 1916, de manos de Gallito, alternando con ellos Francisco Posada. Aquella temporada se puso el vestido de torear cuarenta y cinco tardes, hasta que el 18 de septiembre, toreando en Morón ganado de Urcola, sufrió una gravísima herida en el pecho. A comienzos de la temporada de 1917 el propio Florentino Ballesteros se lamenta de no estar completamente repuesto y no llegar con la fuerza y resistencia necesarias para la lidia de toros. El domingo 22 de abril de 1917 alterna con Gallito y Manuel Mejías Rapela "El papa negro", se lidian tres toros de Gamero Cívico y tres de Benjumea. En el sexto, de nombre Cocinero, de pelo berrendo en castaño, ocurrió la desgracia cuando Ballesteros "veroniqueó erguido, artísitico y ceñido, y fue al tercer lance tropezado, enganchado y agitado, con el pitón hundido en el pecho, cerca o en el mismo sitio de la tremenda cornada que sufrió en Morón". Desde el primer momento la opinión del público que presenció la cogida, y la más importante de los médicos, se sintió pesimista. Tras larga y penosa agonía falleció a las 2:25 horas del martes 24 de abril, tal día como hoy hace cien años, en la Fonda de los Leones, sita en la calle del Carmen, de Madrid, que era el hospedaje habitual y adonde fue trasladado desde la enfermería de la plaza después de hecha la primera cura. Murió con veinticuatro años.

  Según Cossío: "De su valía en conjunto puede formarse idea el lector apreciando la rapidez con que llegó a uno de los primeros puestos en aquella época de oro de la tauromaquia; puesto en el que seguramente se hubiera consolidado si la fatalidad no lo hubiera impedido. Con el capote puede calificarse de notable y muy cerca le andaba en el manejo de la muleta. Nunca banderilleó de matador. Con el estoque cumplía, sin buen estilo y sin fealdades. Dejó una estela de simpatías y afectos nacidos desde su iniciación a la vida del arte. Contribuían a ello, seguramente, los antecedentes de su vida desgraciada desde que se inició naciendo fuera del calor de una familia, desarrollada en sus primeros años en el ambiente melancólico del hospicio, en el que es cierto que fue tratado siempre con tanto cariño, tan querido, que Florentino tuvo para él sus atenciones más delicadas, no olvidándose nunca ni de la Casa, ni de sus hermanos en desgracia, en los momentos más felices de su abundancia y de su gloria. Únase a esto su natural extremada modestia; su carácter afable, siempre sonriente, con una sonrisa algo triste, pero muy atrayente; su innata bondad; el haber llegado al puesto distinguido que ocupaba en su profesión por sus propios méritos, por su valor, luchando contra la adversidad mostrada, en todas formas, desde su modestísimo nacimiento, y se comprenderá lo que antes decíamos del ambiente de simpatía que le rodeaba". 

   Según Don Ventura: "Ballesteros fue torero finísimo con la capa y la muleta. De amplio repertorio, acertaba a imprimir en su labor un bello conjunto artístico, con inconfundible sello propio, muy personal, realzado por su airosa figura". 

Momento en el Cocinero, de Benjumea, cornea mortalmente a Florentino Ballesteros

Comprobando la cornada
   

Crítica a Gallito

   En el número 60 de la publicación "Toros y toreros", correspondiente al 24 de abril de 1917, que se puede ver completa aquí, aparece la crónica de la luctuosa corrida, firmada por "Relance" con el seudónimo de Montera (Joaquín Bellsolá), y una crítica durísima a Gallito por sus tropelías y abusos por la posición de mandamás que ocupaba. No entro a valorar, solo decir que a partir del Guerra sabemos que los toreros dejaron de ser tan heroicos para empezar a aliviarse y mandar en todos los ámbitos y particularidades de la fiesta, con la salvedad de Bombita y Machaquito, que se vieron en otra tesitura. 

    "Relance" escribió lo que sigue: 

    Las exigencias de Joselito.

    El menor de los Gallos cobra mucho dinero para sí, y cobra para su apoderado, para el Montepío de toreros, para coches, para capotes, impone diestros y ganado, rechaza ganado y diestros, etc. etc. etc.
   "Celita" y la corrida de Pablo Romero eran dos de los elementos para la tercera de abono. Ni ese espada ni esos toros le han convenido a José, y por este se puso a Bienvenida y a Gamero Cívico, sustituyendo a aquel coleta y a aquellos astados.
   La explicación es que Joselito protege a Bienvenida y quiere que de los Pablo Romero "participen" los otros "ases".
   Es decir, que Gallito perjudica a un compañero y usurpa a la Empresa su facultad de organizadora de carteles. Como toda la coletería anda huyendo de los de Pablo Romero, en los compañeros débiles se apoya José el fuerte. Uno por otro, la casa sin barrer. Y ahí se quedan esos seis bureles, que no tienen nada de particular, metidos donde nadie los vea, y a ciencia y paciencia de la flamante e inútil "Unión de criadores". 
   Ayer se presentó "Maravilla" en los Madriles. ¿Serían para él los aplausos que sonaron en el paseíllo? Ya digo yo que el público es lo más bueno que hay en el mundo.


Viendo el trapío en fotos de otros toros del mismo festejo, Relance no anda muy desencaminado

   Nosotros agregaremos ahora y como ampliación a esas líneas, que si de los seis Parladés (cuya ganadería manejada por el Sr. Gamero Cívico, va desmejorándose, dicho sea en honor de la verdad y con arreglo a los hechos) se desecharon solamente tres, debieron serlo los seis, sin que pueda culparse a la Empresa, que ahora, como en la mayoría de los casos, ha sido víctima del criador y del torero, que en esta ocasión se llaman Gamero Cívico y Gallito. 
   ¿Que por qué alcanza la culpa a este último?
   Pues, sencillamente, porque el representante de la Empresa en Sevilla es Juan Soto, conocido por "Juanillón", protegido del menor de los Gómez Ortega e impuesto por éste para tal cargo, y como a él compete el embarcar o no embarcar la corrida, según su presentación, de ahí que se justifique nuestra imputación. "Juanillón", con daño de los intereses del que paga y del público, ayuda a su padrino, amo y señor de sus acciones. 
   Hay quien afirma, que en esta corrida no ha habido sorteo, y si lo hubo o no, lo ignoramos, pero la humildad de los diestros que alternaron con Gallito; el torear Bienvenida por recomendación de aquel, cuyo apoderado es el mismo de Ballesteros, y otras circunstancias, hacen presumir que puede ser verdad el hecho, que parecen confirmar algún tanto el que el maño cargase con el peor lote, pues el toro que le dio la cornada fue el mayor, de más poder y con más pitones de todos, Gallito en cambio tuvo por enemigos dos carneros sin respeto y sin poder y cuyo peso no excedería de veinte arrobas cada uno. 
   ¿Pero, y el Reglamento, Sr. La Barrera?
   Bienvenida no hizo nada de mérito ni de lucimiento. Mostró buena voluntad, sí, pero ella no supone nada cuando la decisión brilla por su ausencia. 
   Tuvo que despachar, a más de sus toros, el que cogió al aragonés pero en ninguno de ellos se destacó ni un rasgo interesante ni merecedor de aplauso.
   Gallito, según calcularía, venció fácilmente; sus dos compañeros no "eran gentes", el uno porque pasó, el otro porque no ha llegado y ambos por haber sentido la sensación y dolores que produce la puñalada de una cuarta de pitón cuando se introduce en el cuerpo. Si Joselito se encontrase en ese caso, tengan la evidencia (conocemos el género) que haría mucho menos que Bienvenida y Ballesteros. 


   El féretro con los restos de Florentino Ballesteros, ya en Zaragoza, camino del cementerio


En El Heraldo han dedicado una especial a Florentino Ballesteros de extraordinaria calidad. Dejo el enlace pinchando aquí.