sábado, 18 de mayo de 2024

La corrida de La Quinta

 

Crónica para la web y el libro de crónicas de la Asociación El Toro de Madrid


MÁS DISPOSICIÓN QUE TOREO

 

Feria de San Isidro, lleno de “no hay billetes” con las andanadas de los tendidos uno, dos y tres a medio llenar; con un público, como es costumbre los últimos años, que impone la dictadura de los beodos, recrudecida especialmente los viernes y fines de semana. Contra las promesas que la empresa hace en invierno la discoteca de la terraza del siete a pleno funcionamiento cuando los espectadores abandonaban sus localidades, teniendo que aguantar la música a todo volumen y el desorden y peligro de una salida en la que unos van y otros vienen.

Acudió al festejo el líder del Partido Popular, señor Feijóo, en una barrera del diez. Vivimos tiempos de politización de la Fiesta, unos la atacan y otros dicen que la defienden. Le brindó Perera la muerte del cuarto entre división de opiniones.

Tiempo fresco y algunas rachas de viento, se ha lidiado y estoqueado una corrida de toros de La Quinta, casta Santa Coloma – Buendía, cinqueña y bien rematada, de comportamiento dispar, destacó por encima de todos el quinto de la tarde, Periquito, mucho más alegre y encastado que sus hermanos. A varios de ellos no les vimos las puntas de los pitones por más que observábamos con los anteojos, otros sí venían más buidos.

 

Miguel Ángel Perera. Aviso antes de entrar a matar, pinchazo y media estocada en el hoyo tapando la cara del toro (dos avisos); SALUDOS. Estocada honda en el rincón entrando bien (un aviso); VUELTA AL RUEDO.

Emilio de Justo. Estocada caída; SALUDOS. Estocada trasera caída entrando al hilo del pitón, tres golpes de descabello (dos avisos); VUELTA AL RUEDO.

Ginés Marín. Dos pinchazos, estocada corta en el sitio (un aviso); SILENCIO. Estocada enhebrada, pinchazo y estocada contraria (un aviso); SILENCIO.   

 

Presidente: Presidió el festejo el excelentísimo señor don Eutimio Carracedo Pastor. Mantuvo el rigor y acertó no concediendo trofeos a la muerte del cuarto y quinto de la tarde, hubo más petición para Emilio de Justo pero en ninguna de las dos la pañolada superaba la mayoría. El señor Carracedo Pastor, en esta ocasión, no se prestó a seguir degradando la categoría de la Plaza de Madrid con trofeos depauperados, esperamos que siga manteniendo este criterio.

Tercio de varas: No se ha picado con especial saña para lo que suelen ser estos festejos. Ángel Rivas se agarró en buen sitio con el primero antes de hacer la mayonesa; y Germán González recibió algunos aplausos por su labor con el quinto, más por la emoción que ponía el toro que por su propio hacer.

Cuadrillas:  Con los palitroques hay que mencionar al Fini con el primero, El Algabeño con el que hizo segundo, y saludó Morenito de Arles tras parear al quinto.

 

 

Rompió plaza un torazo cárdeno anchote, redondo, bien puesto de cara, que trajo a la memoria de algunos aficionados las hechuras de los antiguos pablorromeros. Cedadero se llamaba el morlaco, al que recibió Perera a portagayola, de juego muy blandito y muy rajado, antes de que hiciera su aparición el picador ya mostró lo que iba a acabar haciendo en el último tercio. Poca historia, muy venido a menos el toro, Perera le dio una tanda de derechazos mala para empezar la faena, luego una en versión carrusel, sin solución de continuidad, que fue jaleada por la plaza como si fuera la apoteosis, y seguidamente se paró. Perera se lo llevó a terrenos de los mansos, a la enfermería, con buen criterio, y allí intentó aprovechar inercias por el lado izquierdo, consiguiendo algunos muletazos aseados, dos de ellos a pies juntos que resultaron vistosos. El cuarto de la tarde, Vidriero, un toro recogido de tamaño y muy guapo, parecía que iba largo en los capotes. Le dieron poco en varas, sin embargo cuando llegó a la muleta tenía tendencia a colarse y acortar el viaje, Perera se llevó un par de tantarantán que no pasaron a mayores. Hubo mucha disposición, desplantes por parte del espada, pero poco toreo, poco mando y poca imposición. Se puso por la mano izquierda, un pitón ciertamente complicado, parecía que iba a imponer el dominio de su muleta de otras tardes pero no, de uno en uno, perdiendo muchos pasos tuvo que desistir sin conseguir sacar al menos una serie en redondo en la que quedara por encima del toro. Como decimos, hubo más disposición que toreo. Si lo mata mejor puede que hubiera cuajado una petición como para conceder la oreja pero el trasteo, ciertamente, no lo merecía.

 

El primero que sorteó Emilio de Justo nos pareció más feote que sus hermanos, hacía segundo de la tarde. Salía de los puyazos afligido, buscando el abrigo de las tablas. Fue un toro que se llevó dos quites por chicuelinas, uno de su matador y otro de Ginés Marín, lance que no nos parece el más indicado para un santacoloma con más cinco años. El conjunto de la faena de muleta se mantuvo en un tono bajo, el toro estaba muy agarrado a la arena, parado y soso, Emilio tampoco lo atacó en exceso, y solo le apuntamos una tanda de buen nivel por el lado derecho al inició de faena, quizá razón suficiente para que el toro se afligiera. El pasaje del quinto de la tarde contuvo la esencia de la corrida, fue este burel un animal bajo y astracanado, de un trapío intachable, que recibió algunas palmas de salida con toda justicia. Lo capea bien De Justo llevándoselo a los medios para rematar con una media verónica. En el caballo, al revés de como deben ser las cosas, lo dejo muy largo para el primer envite, al toro le costó mucho acudir, cuando lo hizo tuvo una arrancada espectacular. Luego en el peto peleó enrabietado. En el siguiente puyazo se vio que se quiso ir rápido de la pelea, desentendiéndose en el burladero de matadores. Tuvo este bonito ejemplar, apodado Periquito, una embestida con brío y alegría durante la lidia, yendo largo, muy superior a la de sus hermanos. En los primeros compases de faena le echó mano por el derecho, lo lanzó cayendo Emilio con la espalda, a continuación lo prendió por una pierna y lo volvió a revolcar. Este percance nos trajo los peores presagios y los peores recuerdos, conociendo las gravísimas lesiones de columna de las que Emilio se tuvo que recuperar. Volvió a la cara del toro con la muleta en la mano izquierda, consiguiendo un par de naturales que hicieron rugir Madrid, después hubo un par de series con la disposición y la colocación que caracterizan al torero extremeño, en los terrenos más comprometidos y por momentos adelantando la pierna, si bien no consiguió la brillantez en estos muletazos que su disposición y su verdad pretendían. Cogió el estoque de matar y se llevó el cárdeno a los medios, solos toro y torero en los terrenos que más pesan, se colocó Emilio un poco al hilo, cuarteando más de lo deseable y poniendo la muleta plana, cobrando una estocada trasera y algo caída. Una faena con mucha emoción, con mucha autenticidad y con menos toreo del que esperábamos.

Ginés Marín sale de este festejo perdiendo crédito en Madrid. Un torero que aquí ha dejado faenas memorables y ha sabido hacer el toreo grande, hoy se le ha visto realmente perdido, sin saber por dónde meterle mano a sus oponentes. Recibió al tercero de la tarde a portagayola, un toro de embestida sosa y vulgar, aunque se movió más que los dos toros anteriores. El toro sexto, el más feo del encierro, por su escasa cabeza y por avacado, tuvo un buen ramillete de arrancadas que nunca consiguió dominar ni templar, así que tanto toro como torero quedaron desapercibidos, como si no hubieran estado.

La corrida de La Quinta satisfizo a los aficionados por su presentación, remate y trapío; el juego fue diverso, en general sin terminar de romper, ni en varas ni en la muleta. Estuvo bien enlotada porque fue de menos a más en su desarrollo y, como nota muy resumida, podría decirse que fue una corrida mediana.



El precioso Periquito



Emilio de Justo, con la verdad por delante

miércoles, 1 de mayo de 2024

Hay que picar

 

   Estamos comprobando últimamente que hasta en las plazas repletas de aficionados, no digamos en las otras, cuando llega el tercio de varas, lo que se le pide con ansia al picador desde los tendidos es aquello que tanto se escucha de "¡levanta la vara!". No se tolera que el del castoreño se aplique en su función, y lo que se demanda a toda costa es que el picador acabe en la postura que pueden ver a continuación. Es decir, lo que muchos aficionados denominan "hacer la mayonesa", esta es la suerte que ahora se lleva, la que gusta, la que el público y los aficionados exigen y cierta mayoría no deja de protestar hasta que la ejecutan.

 

La mayonesa, la baticao, el puyazo de hogaño


Los incautos más desaforados gritan aquello de "¡levanta la vara!" incluso cuando el toro está empujando, poniendo en un brete al pica y su jaco. Así que, por unas o por otras, los tercios de varas de las corridas actuales, la mayor parte, se resuelven con esta "mayonesa" o "baticao", postura o suerte infame, que trasmite debilidad del toro, superioridad inmensa del acorazado, desigualdad en la lid, y no atesora nada de torería. Se da la paradoja que los picadores, si gustan y créanme que suelen gustar, con esta "suerte" pueden hacer muchísimo daño a los toros. Muy sencillo, mueven el brazo de un lado a otro, generando nuevos cortes con la pirámide de la puya, haciendo un boquete al animal; o giran la muñeca que sujeta la vara como si empuñaran un destornillador y apretaran y desapretaran un tornillo, es decir barrenando. Y el público tan feliz porque el picador "ha levantado la vara". 

Sí, estoy harto de esta aberrante suerte, si es que podemos llamarlo de este modo. A los toros hay que picarlos, el picador tiene que sujetar la vara, no debe recargar percutiendo, esto es, sacar y meter el palo repetidamente ni, por supuesto, barrenar. Hay que instar a los matadores para que saquen a los toros del castigo cuanto antes, no a los picadores, y mucho menos pedir que levanten la vara cuando los toros están empujando porque la puya es su única defensa y la de la cabalgadura. 

Es motivo de gozo para el aficionado y síntoma de bravura que los astados se crezcan al castigo, metan los riñones y empujen en el peto. Si esto sucede el picador no tiene porqué "levantar la vara" y adoptar la infame postura que motiva este artículo. El jinete se puede defender en todo momento, ojo, decimos defender no masacrar, contando con que el puyazo haya caído en buen sitio de manera que el animal no se lastime. Si el toro se encela en el caballo por bravo, véase un Bombito (Miura), un Fusilito (Palha) o un Bastonito (Ibán) podrá quitar el palo para que le metan el capote al hocico o, llegado el caso, lo coleen. Ojalá pasara esto más a menudo, porque es gloria bendita para el aficionado. 

La puya sirve para ahormar al toro, no para ejecutarlo, no para masacrarlo, el picador ha de sujetar el puyazo midiendo la intensidad y la fuerza con que lo hace bastante lesiva es de por sí la puya que se utiliza y desmedida la dimensión del caballo, contando con que en Madrid el cornúpeta podrá entrar varias veces al jaco, es decir, no hay que cebarse en el primer puyazo, cosa que vemos muy habitualmente. Hay que ir calibrando la fuerza y la casta del toro, administrando el castigo en consecuencia.

“Levantar la vara” es una pantomima que sirve justo para lo contrario de lo que muchos piensan. Exijamos una suerte de varas bien hecha, pulcra y bien medida. Hay que picar, ¡basta de mayonesas!


Estética de picador, estética torera


Sujetar, no machacar, no barrenar, no percutir, simplemente sujetar al toro y medir el castigo