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sábado, 16 de mayo de 2020

Centenario de la muerte de Gallito



Iré ampliando y editando esta entrada con el numeroso material que se viene publicando estos días. ¡Viva Joselito el Gallo!

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Porque no había toro que pudiera contigo ni existía ninguno ilidiable; porque hacías fácil lo difícil; porque dominabas todos los toros y todas las suertes; porque no hay vergüenza torera como la tuya; porque nunca se había toreado así hasta que tú llegaste; porque nadie ha puesto tanto riesgo en las suertes con la torería que tú lo hiciste; porque no habrá quien te iguale; porque eres y serás el Rey de los Toreros.

Dominguillos

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Boletín monográfico sobre Joselito publicado por la Asociación El Toro de Madrid



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Homenaje en los restos de la fachada de la Monumental de Sevilla.


16 de mayo de 2020


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Crónica de Gregorio Corrochano para ABC, testigo presencial de la fatal cogida


       Todo lo que ocurre me parece una pesadilla. Lo he visto y no lo creo. Me cuesta un esfuerzo horrible escribir: a Joselito le ha matado un toro. Pero es así, así ha ocurrido: a Joselito le ha matado un toro en Talavera de la Reina. Estoy bajo la terrible impresión de la tragedia. No quisiera ser el cronista a quien la fatalidad le reservó esta narración. Estoy entristecido y, sin embargo, tengo que escribir. Escribiré; sería mi sino: como el del pobre Joselito sería venir a morir aquí.
 
Lo que más me preocupa, lo que me obsesiona, es lo que hay de fatalidad en todo esto. Joselito, desde que supo que se organizaba una corrida en Talavera, no pensó nada más que en torearla. La Empresa no quiso traerle, porque esta plaza, de poca cabida, no admite presupuestos caros. Un íntimo amigo suyo tomó el negocio a base de Joselito, y quedó Joselito contratado en Talavera. Entonces surgieron más dificultades. La Empresa de Madrid le reclamaba para ese día, llegó a intervenir la Dirección de Seguridad, y anunció que no dejaría a Joselito salir de Madrid. Este se obstinó en venir; ofreció nuevas fechas, buscó combinaciones, dio toda clase de facilidades para el nuevo abono, a cambio del favor de que le dejaran venir a Talavera. Y vino, y murió casi en el ruedo, pues entró en la enfermería con un colapso, del que no volvió.

Le ha matado el toro quinto; se llamaba Bailador, era negro, tenía cinco años, era muy chico, era corto de pitones y pesaba sólo 260 kilos; pertenecía a la ganadería de la Viuda de Ortega, una cruza de Veragua y Santa Coloma.

La corrida se deslizaba alegre y animosa. Había un lleno imponente. Se le recibió a Gallito como reciben estos pueblos, con entusiasmo y gratitud; como se recibe al artista que hace el favor de ofrendarles su arte: dándose perfecta cuenta de su papel de favorecidos. Gallito brindó animoso, y aún recuerdo el brindis, que fue una evocación: «Brindo por el presidente, por su distinguido acompañamiento y por el pueblo de Talavera, adonde tenía muchas ganas de torear, porque esta plaza la inauguró mi padre, por cuya memoria brindo también».


CÓMO OCURRIÓ LA COGIDA

Salió el quinto toro, tan certero como suelen ser todos los toros cornicortos, y sin recargar, sin llegar apenas a los caballos, pues fue el menos bravo, mató tantos como varas tomó. Joselito me indicó con el gesto que el toro no le gustaba, yo le contesté que a mí tampoco me agradaba... Uno de tantos comentarios mudos como Joselito y yo hacíamos en las corridas. Más tarde le indiqué que el toro era burriciego, él me dijo que el toro había perdido la vista en los caballos. Y salió a matar. El toro se defendía y estaba bronco. José medio lo dominó con la muleta y el toro se fue a las tablas, cerca de mi barrera del 1. Oí perfectamente que le dijo al Cuco dos veces: «Quítate, Enrique, que está el toro contigo y por eso no toma la muleta». El Cuco se cambió de lugar. Joselito lo sacaba con pases de tirón, muy trabajosamente, pues el toro apenas le embestía. José, que estaba muy cerca, dándole con la muleta en la cara, se retiró, y entonces el toro, acaso porque le viera mejor por el defecto de la vista ya apuntado, se le arrancó fuerte y pronto, inesperadamente, en un momento en el que el torero no hacía nada, sino que se disponía a hacer. A José, a quién indudablemente, había sorprendido el toro, no le dio tiempo de nada, ni de darle salida ni de quitarse de allí, a pesar de sus facultades. No hizo más que adelantarse la muleta para taparle y parar el golpe. El toro le cogió de lleno, le enganchó por el muslo derecho, y en el aire le dio una cornada seca y certera en el bajo vientre, como las que había dado a los caballos. Cayó José mortalmente herido, se contrajo, y el toro le derrotó en el suelo pero no lo recogió.
 
Cuando le incorporaron me miró con cara de angustia, y me señaló con la mano la ingle, al mismo tiempo que se recogía los intestinos, que le asomaban. Al Cuco, que le llevaba a la enfermería, le dijo: «A Mascarell, que avisen a Mascarell». Y ya no hablo más, le dio el colapso.
 
Sus íntimos amigos Leandro Villar y Darío López salieron, sin perder un minuto, para Madrid en busca de los doctores Mascarell y Goyanes. Todo inútil. Apenas recorrerían unos minutos, ya su pobre amigo no tendría necesidad de la ciencia que iban a buscar. A Sánchez Mejías le ocultaron la gravedad, y lidió el sexto toro, vengativo, descompuesto, haciendo tantas y temerarias cosas, que ya temíamos por el segundo percance.
 
Mientras tanto, en la enfermería, los médicos Sanguino, Ortega, Muñoz, Luque, Pajares, y no sé si alguno más, cuidaban de reaccionarle con suero, cafeína, alcanfor...; nada, todo inútil porque el pobre torero no reaccionaba. Sólo hubo un momento de esperanza, en que movió los brazos, para caer nuevamente en el sopor, y cuando su cuñado, Sánchez Mejías, muerto el último toro, entraba corriendo en la enfermería ya alarmado por el rumor de la plaza y el ir y venir de la gente por el callejón, expiraba Joselito, de schot traumático.

Yo le he visto muerto, le he visto y no lo creo. He visto como le quitaban del cuello un retrato de su madre y una medalla de la Virgen de la Esperanza, deformada por un toro en San Sebastián. Me parecía dormido. No puedo creer que esté muerto quien unos minutos antes era la alegría de esta plaza y el sueño de todos las Empresas. Me parece mentira que haya muerto quién llegó hace unas horas conmigo, y al montar en la estación en un coche, como esos que van en Madrid con bodas a la Bombilla, empezó a cantar alegremente y fue hasta el hotel gritando como un chico: «Viva la novia». Me parece mentira, pero es la realidad, la trágica realidad: a Joselito le ha matado un toro y yo tengo que contarlo, que es otra dolorosa realidad. Porque lo terrible no es que a un torero le mate un toro, sino la manera, la forma, las circunstancias de este caso concreto. Con Joselito no ha muerto solamente un torero, sino la figura representativa del toreo, y quién sabe si la Fiesta misma.


Gregorio Corrochano


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Plaza de toros de Talavera de la Reina en la actualidad


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Artículo de Ángel Antonio Sánchez-Carrillejo para el Ateneo Orson Welles


El mismo cielo que a las seis y veinte de la tarde va a desplomarse amanece cerrado como una flor nocturna sobre Madrid y Petra, la misma Petra a la que tendrán que sujetar mañana para que no se desplome también al ver entrar por la puerta el cadáver de Joselito, ahora lo nota ausente tras dejarle una segunda infusión sobre la mesilla, y antes de retirarse, en un impulso, se gira y le dice: “no vaya, señorito”. ¿Habrá escuchado Joselito? Desvelado hace rato, dándole vueltas a la tarde anterior, a ese “ojalá te mate un toro en Talavera” que le había gritado uno del diez y eso sí lo había oído, porque todos los toreros escuchan lo que les vocean desde los tendidos pero a Gallito el amor propio le impide además olvidarlo enseguida. Se dice a sí mismo que si hubieran salido las sardinas de Albaserrada no se habrían caído tanto pero el público hubiera estado lo mismo, porque lo único que pasa es que se han cansado de Juan y él. Pero tanto da si ha escuchado a Petra o si anda todavía haciéndose cruces con lo que le gritaron la tarde anterior porque una voluntad superior no cede a la superstición. “No vaya” repite Petra, todavía sin acabar de irse, y ésta vez sí lo ha escuchado porque responde sin mirarla: “no tengo más remedio”. Los augurios son para los que ignoran que la muerte siempre es un burriciego que no falla, y Gallito esto ya lo tenía aprendido, cuando con veinte años explicaba a la prensa la grave cornada sufrida por su hermano en Algeciras, resumiendo que un toro ciego le había cogido “como le podía haber cogido un tranvía”. Desde la barrera había visto cómo el tranvía de la muerte pasaba al lado de Rafael aquella tarde pero El Divino Calvo, siempre haciéndose esperar, había preferido no subir. Pero lo que vale para Rafael no vale para José, porque él no acostumbra a hacerse esperar y además es de los que creen que nada hay más lejos de la muerte que el deseo y es su deseo torear por la tarde en Talavera.


Continúa aquí


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José Ramón Márquez en Salmonetes ya no nos quedan

II

Joselito Maravilla viene a Talavera tras sufrir la dureza de Madrid del día anterior. La insobornable dureza de la Plaza contra la sospecha del abuso, del acomodamiento, de la facilidad, del engaño. La actitud avizor y la exigencia suma de esta Plaza con el que todo lo tiene:

-Un día me voy a sentar en un pitón, dice Gallito.


III

José va a Talavera para congraciarse con el crítico don Gregorio Corrochano que le había retirado su apoyo. La corrida la organizan los primos del crítico, Venancio y David Ortega Corrochano. El ganado es de la señora viuda de Ortega, doña Josefa Corrochano, tía del crítico. Al fondo, el pleito con los Maestrantes sevillanos. Parece algo de hoy en día.



Texto completo aquí


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JOSELITO EN 1920

 

Rafael Cabrera BonetPresidente de UBTE y director del Aula de Tauromaquia de la Universidad CEU San Pablo

 

       Cúmplanse este año los 100 redondos que marcan el centenario de la tragedia de Talavera. Inopinadamente, esa tarde desaparecía de los ruedos, de la vida, el más grande de los toreros de la historia, José Gómez Ortega, Joselito. El asombro y la estupefacción recorrieron España, primero, y luego el orbe taurómaco por completo. El héroe de tantas tardes, el diestro más alabado, ensalzado, temido u odiado por algunos, caía en la toledana plaza víctima de un toro. 

De un toro, además, de ganadería secundaria, de un Bailaor, de la Sra. viuda de Ortega, del que nadie hubiese previsto mayor complicación. Mezcla de sangres, al intento de unir el comportamiento espectacular en el primer tercio de las reses del duque de Veragua con la bravura duradera de las del conde de Santa Coloma. Bailaor y Ortega, dos palabras que marcaron la vida y la muerte de José: su madre Gabriela Ortega, bailaora, fallecida apenas un año y cuatro meses atrás, y este toro camino de unas prometedoras patas blancas. Sin duda fue el sino... 

1920 no fue sólo el año trágico, aunque es cierto que hubo cierto desencanto, cierto hastío y alguna pesadumbre. 1920 fue una temporada brillante para José, con triunfos por doquier salvo, quizá, menores en Madrid y Sevilla donde sus resultados no fueron como deseara. Gallito chico se veía constantemente apremiado, casi perseguido y acosado, por su propia fama, por la gloria de sus propias hazañas, porque los públicos, siempre inmisericordes, pretendían que cada tarde estuviera mejor, más completo, inconmensurable ante cualquier toro y en cualquier situación. Lo que para otros diestros hubiera sido de aplauso, en él se censuraba a veces porque querían ver más, y algunos, ciegos por la pasión belmontista, le negaban aun el pan y la sal.

A todos los grandes toreros, de casi cualquier época, les ha pasado otro tanto. Los aficionados de más edad aun recordaban lo que se reclamaba a Lagartijo y Frascuelo, lo que echó de los ruedos a Guerrita, los recientes desencantos de Ricardo Torres Bombita. 

Pero, con ello y todo, hubo muchísimas más alegrías que pesares. La de 1920 fue una temporada de sonados triunfos y recompensas, que comenzó, atípicamente, en tierras americanas, en Perú, en cuya plaza limeña de Acho actuó en el tránsito entre 1919 y el fatídico 20. Fueron hasta once los festejos de aquella temporada invernal, y de ellos seis desde enero, logrando triunfos notables y reconocimiento general a su labor. Volvería a España a continuación para comenzar la temporada nacional en Sevilla, el domingo de Resurrección. ¡Vaya cartel el de aquella tarde! José, Juan, el valiente Sánchez Mejías y el incomparable Chicuelo. Solamente el ganado desdijo de aquella ocasión, preparada para mayor gloria del arte del toreo. Y luego diecinueve corridas más; veinte festejos en total para redondear con la fecha en un arcano trágico. Sólo los aceros le distrajeron de un recorrido glorioso. Los cortes de oreja abundaron también este año: en Madrid una oreja en la Corrida de Beneficencia el 5 de abril; en Sevilla otra el 28 del mismo mes; en Barcelona dos orejas en la corrida del 6 de mayo en la Monumental; eso sólo en plazas de primera categoría; hubo vueltas al ruedo en muchas de estas apariciones en cosos de importancia, como las cuatro de Sevilla, o aquella de Madrid del 5 de mayo. En Murcia cortaría dos rabos, otro y cuatro orejas en Játiva, trofeos obtiene asimismo en Jerez, en Andújar, o en Écija. Su temporada se va desarrollando –con el paréntesis madrileño- entre muchas actuaciones memorables y alguna tarde de menor relieve. 

Y lo verdaderamente trascendente para la historia taurina, su toreo ya manifiesta la inequívoca transformación, puesta en marcha en campañas anteriores, hacia la posteridad. Cuando comenzó su carrera, sus modos y formas se adecuaban al toreo preliminar, si bien a unos niveles que, en conjunto, nadie había alcanzado en la historia del arte de Montes. Su toreo evoluciona en consonancia con los nuevos tiempos, sin perder la gracia, la elegancia, los adornos o la variedad de sus primeros años. El público exige ya una mayor quietud, más exposición del diestro, más colocación y más dominio sobre la fiera. Y busca, además, mayor belleza estética en todo cuanto se hace, más reposo, más temple y ligazón. En apenas una década se han transformado las apetencias del respetable a la luz del toreo épico de José y Juan. Algo que apenas diez años antes no se podría haber solicitado, ni aun intuido. 

José ha sido capaz de transformarlo y de transformarse, ya no sólo se cuentan los pases ceñidos o los lances capoteros ligados; se pondera, además, la exquisitez con que se realizan, la belleza y la estética en la figura del lidiador y en el vuelo de los engaños. Y con el toro de entonces, nada que ver con las pastueñas y boyantes reses de hogaño. 

Su toreo de capote se suaviza, se prolonga sobre sí mismo, se curva para recoger la embestida y ligarla de inmediato, ya no despide los toros con el mismo alzamiento de brazos que realizara en sus años iniciales, a lo más se rematan los lances a la altura del hombro, porque es preciso ligarlos. En las crónicas aparecen con frecuencia cinco o seis verónicas, dos de ellas superiores, excelsas, bellísimas, como puede suceder hoy en día. La variedad en quites y lances es prodigiosa, nadie como él domina tantas suertes, y aun los galleos, capote sobre los hombros, o el bú, son lances que pueden contemplarse bellamente ejecutados por Gallito chico. El propio Antonio Fuentes, el de la elegancia innata, diría de él que “Había perfeccionado la suerte [a la verónica] hasta marcar los tiempos de manera matemática y de un temple y suavidad exquisitos”. 

Prodigioso también en banderillas, aunque los más entendidos echaran en falta algunas de las gallardías de Fuentes, la maestría del Guerra o la elegancia y dominio del gran Lagartijo. Solamente le faltaba practicar más los pares de poder a poder, dando todas las ventajas al toro, aunque la reunión con el toro y la colocación, según el propio Fuentes, eran inigualables.

Pero donde su importancia cobra auténtica trascendencia es en la transformación del toreo de muleta. Antes los pases se contaban por unidades: Fulano dio quince pases entre naturales, de pecho y por la cara. Pero en esta década, José y Juan y a su sombra varios más, han transformado la concepción de la faena de muleta.

 Los lances se cuentan ya por tandas o series; se describe la sucesión de la faena, se habla –por ejemplo- de cinco naturales ligados, o se comentan los tres pases de rodillas seguidos de cuatro con la derecha y tres al natural, rematados con un molinete y uno de pecho. José torea ligado y en redondo tantas tardes... Ya no despide al animal en cada muletazo, se remata el lance según el canon clásico –ahora sí hecho efectivo- para intentar ligarlo con el siguiente, y por ende, dejando al toro colocado a la espalda del lidiador. José, en esto, es el verdadero revolucionario, el diestro que empieza a comprender la necesidad de ligar y de llevar al toro en redondo, el primero también que lo ejecute con la necesaria continuidad y brillantez. Fíjense lo que de él dice Enrique Vargas Minuto: “...hoy no me encuentra usted un torero de más bonita figura, que más le diera el parón y que más cerca le pasaran los toros”, y “Empieza usted por el pase natural, esos los daba por series; se liaba a dar vueltas con el toro y lo mareaba”. Ligazón y toreo en redondo, con aquellos toros y en aquella época, algo que no había hecho nadie antes con la regularidad precisa. 

Manejó el acero con cierta desenvoltura, y aunque sus estocadas pecaron de caídas en muchas ocasiones; alcanzó a matar con seguridad y con un tranquillo que hoy no nos resulta extraño: el salto a la hora del embroque para superar el pitón derecho de la res. 

Todo, inexorablemente, se fue cumpliendo para la consagración del mito. Un torero singular, único, revolucionario, con un dominio tal de toros y lances como hasta entonces no se había conocido, un diestro alegre en las formas, trascendente en el fondo, que no rehuía los alardes temerarios de valor –de ahí que abundara en el toreo genuflexo y el agarre de pitones de aquellas reses, en desplantes constantes, en alardes mirando al tendido-, que era un prodigio banderilleando –especialmente al quiebro-, y que poseía un enorme repertorio tanto con el percal como con la franela. 

De ahí que la sorpresa de su muerte fuese superlativa y que algunos concibieran negros presagios para al arte de la tauromaquia. Pero al morir José en Talavera se convertirá en auténtico héroe y se le elevará a los altares del rito taurómaco. Héroe, mito, leyenda, siempre con una base de realidad palpable, fundada, fundamentada, pero al que la muerte envuelve en un aura luminosa y eterna que lo ensalza y realza por encima del común de los mortales. Joselito así, vive para siempre.


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Dibujos de Enrique Martín.


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miércoles, 1 de abril de 2020

Quite del galleo del bu y el maldito bicho




     Al final la -maldita- realidad arroya todo y es implacable. Un virus, del que pronto esperamos que los científicos encuentren remedio, ha conquistado todo el orbe, contagiando a millones y acabando con la vida de miles de personas, azotando con fuerte virulencia en España. Mi deseo es que esta tragedia pase pronto y que todos los amigos que he hecho durante todo este tiempo de correrías por las plazas de toros, así como sus familiares y amigos, superen esto de la mejor manera posible. Igualmente, mis mejores deseos para los generosos lectores de este blog. Toca pelear como los bravos. Volveremos a las plazas y lo apreciaremos más que nunca. 


La foto que veis arriba se corresponde con Gallito ejecutando el galleo del bu en la plaza vieja de Madrid, imagen que han tenido a bien publicar los empleados de Las Ventas, rescatada del archivo fotográfico del Centro de Asuntos Taurinos de la CAM. 

viernes, 30 de agosto de 2019

viernes, 18 de enero de 2019

Situación actual de la raza de lidia




Durante la década de los años setenta se lidiaban animales procedentes prácticamente de todos los encastes, siendo los mayoritarios el encaste Santa Coloma/Saltillo (20 %), seguido del encaste Domecq (13 %), del encaste Atanasio (10 %), del encaste Murube (6 %) y del encaste Núñez (5 %), aproximadamente. Sin embargo, tras 40 años el encaste Domecq avanza intensamente situándose como encaste predominante en detrimento del resto, llegando algunos a desaparecer de las plazas.

Artículo del veterinario Juan Manuel Lomillos publicado en Pureza y Emoción. Lo podéis leer aquí


Ejemplar de Antonio Silva. Ganadería anunciada en Boujan el próximo 29-30 de junio.
Foto: André Viard


Ejemplar de Barcial. Foto: Julián Barrera Miguel

jueves, 15 de noviembre de 2018

De nuevo, otra ganadería única que perdemos


    Era vox populi. Estábamos avisados desde hace unos cuantos años, aunque en los últimos meses corría la voz en los mentideros diciendo que esta vez si que sí. Don Leopoldo Sainz de la Maza, ganadero de la vacada del Conde de la Maza, advertía que la corrida de Cenicientos del pasado mes de agosto iba a ser la última de su ganadería. Y así ha sido. Acaba de anunciar que la última partida de ganado que queda irá al matadero el próximo viernes.




Esta ganadería daba unos toros -desgraciadamente ya podemos hablar en pasado- especialmente serios y atractivos. La verdad, tenía debilidad por ellos. En principio era una mezcolanza entre Núñez, principal dominante, y un goterón de Gamero Cívico, de ahí los tostados y los chorreados. Los colorados ojinegros eran también muy típicos. Resultaban muy finos de cabos, característico del toro Núñez -por el que también siento predilección-, sin prodigarse mucho el toro ensillado propio del encaste. Con unas miradas terroríficas, torvas, y con los pitones astifinos y buidos como bisturís.





Duros, correosos, broncos, pero también embestidores, nobles y bravos. Con mucho carácter. Una más que se nos va. El ganadero, me temo, prefiere verla en el matadero que en manos de otra persona. Ha pasado antes con otros, es un tema controvertido porque supone la pérdida de una ganadería que ha conseguido una sangre y un tipo únicos, reconocible frente a las demás. No nos confundamos, no tiene nada que ver con el típico arribista que se hace con una punta de ganado con desechos de desechos de desechos de una ganadería de encaste Juan Pedro Domecq.





La debacle sigue su curso. La desaparición de las castas del toro bravo viene sufriendo una especial sangría en los últimos años. Y, por mucho que digan algunos, no tiene que ver con que, supuestamente, en un sector de la plaza de Madrid se demande el toro grande. Esos están desenfocados, es pura sinrazón y cainismo. Ejemplos, a vuelapluma, puedo citar a Sánchez-Cobaleda (Vega-Villar), Alonso Moreno (Urcola), Conde de la Corte (parece que algo queda), José María Escobar (Graciliano), Guardiola (Villamarta), María Luisa Domínguez (Pedrajas)... y seguro que a ustedes se les ocurren unas cuantas más. Y estas no son precisamente ganaderías de toros chicos.




No hay ningún plan para atajar este problema. Especialmente por las asociaciones de ganaderos, que se crearon para defender al toro y a las ganaderías que los toreros querían arrinconar, recuerden, señores de la Unión. Es ridículo, los colectivos ganaderos no tienen absolutamente ninguna medida para paliar este problema. Ni por parte de la Administración Pública, que tiene un deber por conservar el patrimonio animal español. Ni, por supuesto, de las asociaciones de empresarios, que son los que confeccionan los carteles y podrían consensuar protocolos que favorecieran a este tipo de ganaderías. Los aficionados, aparte, predicamos en mitad del desierto, ese es nuestro poder a excepción de unas poquitas comisiones en Francia y España, que también las hay. 




En fin, tuve la suerte o la desgracia de estar en Cenicientos viendo la última corrida del Conde de la Maza junto con algunos amigos aficionados. Salió áspera, algunos dejándose dar de lo lindo en varas, siendo muy castigada, otros embistiendo, como aquel colorado con el que Alberto Lamelas estuvo como un titán. Pero el recuerdo imborrable es cómo nos cautivó la facha de aquel hato de toros. Estuve varios días dándole vueltas. Hubo al menos tres ejemplares que me emocionaron solo con verlos pavonearse de salida, tremendamente serios y, por supuesto, ovacionados ante la admiración de los que allí estábamos. 





Par nuestra desgracia las próximas generaciones de aficionados no tendrán la suerte de emocionarse ante la presencia de los toros del Conde de la Maza. 

Saludos a la afición. Ánimo.



Cenicientos, 15 de agosto de 2018. Última corrida de toros de la ganadería de los Herederos del Excelentísimo Señor Conde de la Maza.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Otra ganadería única que perdemos


   La gran tragedia zoológica de la tauromaquia de las dos últimas décadas es la cantidad de ganaderías, encastes enteros en el peor de los casos, que estamos perdiendo. Por supuesto no hay una única causa, no obstante la más acusada es la moda que imponen los toreros, principal demandante de ganado bravo, además del aficionado, cuyo peso es minúsculo comparado con el de los toreros, con mucho más poder. Pues bien, la última pérdida, ya intuida y, seguramente, conocida por muchos aficionados, es la de los gracilianos de la familia Escobar con sus dos hierros:  Herederos de don José María Escobar y don Mauricio Soler Escobar




Me lo confirma el aficionado francés Florent Moreau a través de twitter después de leer (usando el traductor) una entrada en su blog "Afición a los Toros" que les enlazo aquí.




Las dos últimas oportunidades que he tenido de ver estos hierros, y creo que las únicas, fueron en Ceret, en una novillada en 2012,  y en Madrid, en otra novillada en 2014.

De la novillada de Ceret tenemos crónica de Rubén con fotos de Josué. La pueden leer aquí.


Dejo imagen de dos novillos de aquella tarde ceretana. El de abajo muy en la línea ibarreña del encaste, la que en teoría ha de prodominar en Graciliano.


De la novillada de Las Ventas yo mismo hice crónica que pueden leer aquí, aunque ya les adelanto que tuvo dureza y salió mala en el sentido de desaborida:
Tenían tendencia a ceñirse cuando no iban directamente al cuerpo de los toreros, el viaje corto, la cara por las nubes o a media altura en el mejor de los casos, eran reservones y con grandes dosis de inteligencia. En el caballo en general se dejaron dar de lo lindo, con la cara arriba, teniendo que salir los picadores a buscarlos. El mejor el serio quinto, boyante, permitió una faena larga. 

No busquen fotos en la web de Las Ventes porque con el cambio de empresa y remodelación de la página se han perdido muchos festejos y este de Escobar ha desaparecido de las reseñas de aquel año. 

En fin, otra ganadería que perdemos con una sangre en peligro de extinción, la gran tragedia del campo bravo. 

Saludos a la afición.



lunes, 24 de abril de 2017

Cogida mortal de Florentino Ballesteros

Y crítica severa para Gallito.



Semblanza biográfica

    Florentino Ballesteros nació en la calle del Caballo, de Zaragoza, el día 11 de enero de 1893. A los treinta y siete días fue depositado en el torno de la Inclusa del Hospicio provincial, criado hasta los cinco años en Loscos, pueblo de Teruel; y desde esa edad hasta los diez estuvo en el Hospicio de Calatayud, regresando al de Zaragoza. Dura infancia en la que mostró aptitudes para el dibujo y la pintura, aprendiendo el oficio de pintor, hasta que el 24 de septiembre de 1905 presenció una corrida de toros en la plaza de Zaragoza en la que actuaban Quinito y Antonio Montes, desde entonces sintió afición por el toreo y se dedicó a forjar la carrera de matador de toros. Lo hizo según costumbre de la época: actuando en capeas que se celebraban después de las novilladas, yendo de banderillero, o tirándose al ruedo en festejos de resonancia, como hizo en varias ocasiones. 

   En 1912 se presenta de novillero en el coso de la Misericordia, triunfando plenamente. Y la empresa, en ese año y en el siguiente, organiza varias novilladas más en las que la base del cartel es el nombre de Florentino Ballesteros. Zaragoza lo proclama su ídolo. En aquellos momentos apareció en el cartel otro torero maño que despertó grandes esperanzas, Jaime Ballesteros "Herrerín", por lo que la pasión taurina se divide en dos bandos hasta 1914, año en que "Herrerín" sufrió una cornada mortal en la plaza de Cádiz. La afición zaragozana, repartida hasta ese momento en ballesteristas y herrerinistas, fue toda ella partidaria de Ballesteros a partir de entonces. 

   Su primera toma de contacto con la afición de la villa y corte fue el 15 de agosto de 1913, si bien en lo primeros lances del primer ejemplar que le correspondía fue corneado en la axila derecha y quedó fuera de combate. En 1914 toreó veinticuatro novilladas, alternando en todas ellas con lo más granado de la novillería. Y en 1915 consiguió treinta y una actuaciones, tomando la alternativa como matador de toros el 13 de abril de 1916, de manos de Gallito, alternando con ellos Francisco Posada. Aquella temporada se puso el vestido de torear cuarenta y cinco tardes, hasta que el 18 de septiembre, toreando en Morón ganado de Urcola, sufrió una gravísima herida en el pecho. A comienzos de la temporada de 1917 el propio Florentino Ballesteros se lamenta de no estar completamente repuesto y no llegar con la fuerza y resistencia necesarias para la lidia de toros. El domingo 22 de abril de 1917 alterna con Gallito y Manuel Mejías Rapela "El papa negro", se lidian tres toros de Gamero Cívico y tres de Benjumea. En el sexto, de nombre Cocinero, de pelo berrendo en castaño, ocurrió la desgracia cuando Ballesteros "veroniqueó erguido, artísitico y ceñido, y fue al tercer lance tropezado, enganchado y agitado, con el pitón hundido en el pecho, cerca o en el mismo sitio de la tremenda cornada que sufrió en Morón". Desde el primer momento la opinión del público que presenció la cogida, y la más importante de los médicos, se sintió pesimista. Tras larga y penosa agonía falleció a las 2:25 horas del martes 24 de abril, tal día como hoy hace cien años, en la Fonda de los Leones, sita en la calle del Carmen, de Madrid, que era el hospedaje habitual y adonde fue trasladado desde la enfermería de la plaza después de hecha la primera cura. Murió con veinticuatro años.

  Según Cossío: "De su valía en conjunto puede formarse idea el lector apreciando la rapidez con que llegó a uno de los primeros puestos en aquella época de oro de la tauromaquia; puesto en el que seguramente se hubiera consolidado si la fatalidad no lo hubiera impedido. Con el capote puede calificarse de notable y muy cerca le andaba en el manejo de la muleta. Nunca banderilleó de matador. Con el estoque cumplía, sin buen estilo y sin fealdades. Dejó una estela de simpatías y afectos nacidos desde su iniciación a la vida del arte. Contribuían a ello, seguramente, los antecedentes de su vida desgraciada desde que se inició naciendo fuera del calor de una familia, desarrollada en sus primeros años en el ambiente melancólico del hospicio, en el que es cierto que fue tratado siempre con tanto cariño, tan querido, que Florentino tuvo para él sus atenciones más delicadas, no olvidándose nunca ni de la Casa, ni de sus hermanos en desgracia, en los momentos más felices de su abundancia y de su gloria. Únase a esto su natural extremada modestia; su carácter afable, siempre sonriente, con una sonrisa algo triste, pero muy atrayente; su innata bondad; el haber llegado al puesto distinguido que ocupaba en su profesión por sus propios méritos, por su valor, luchando contra la adversidad mostrada, en todas formas, desde su modestísimo nacimiento, y se comprenderá lo que antes decíamos del ambiente de simpatía que le rodeaba". 

   Según Don Ventura: "Ballesteros fue torero finísimo con la capa y la muleta. De amplio repertorio, acertaba a imprimir en su labor un bello conjunto artístico, con inconfundible sello propio, muy personal, realzado por su airosa figura". 

Momento en el Cocinero, de Benjumea, cornea mortalmente a Florentino Ballesteros

Comprobando la cornada
   

Crítica a Gallito

   En el número 60 de la publicación "Toros y toreros", correspondiente al 24 de abril de 1917, que se puede ver completa aquí, aparece la crónica de la luctuosa corrida, firmada por "Relance" con el seudónimo de Montera (Joaquín Bellsolá), y una crítica durísima a Gallito por sus tropelías y abusos por la posición de mandamás que ocupaba. No entro a valorar, solo decir que a partir del Guerra sabemos que los toreros dejaron de ser tan heroicos para empezar a aliviarse y mandar en todos los ámbitos y particularidades de la fiesta, con la salvedad de Bombita y Machaquito, que se vieron en otra tesitura. 

    "Relance" escribió lo que sigue: 

    Las exigencias de Joselito.

    El menor de los Gallos cobra mucho dinero para sí, y cobra para su apoderado, para el Montepío de toreros, para coches, para capotes, impone diestros y ganado, rechaza ganado y diestros, etc. etc. etc.
   "Celita" y la corrida de Pablo Romero eran dos de los elementos para la tercera de abono. Ni ese espada ni esos toros le han convenido a José, y por este se puso a Bienvenida y a Gamero Cívico, sustituyendo a aquel coleta y a aquellos astados.
   La explicación es que Joselito protege a Bienvenida y quiere que de los Pablo Romero "participen" los otros "ases".
   Es decir, que Gallito perjudica a un compañero y usurpa a la Empresa su facultad de organizadora de carteles. Como toda la coletería anda huyendo de los de Pablo Romero, en los compañeros débiles se apoya José el fuerte. Uno por otro, la casa sin barrer. Y ahí se quedan esos seis bureles, que no tienen nada de particular, metidos donde nadie los vea, y a ciencia y paciencia de la flamante e inútil "Unión de criadores". 
   Ayer se presentó "Maravilla" en los Madriles. ¿Serían para él los aplausos que sonaron en el paseíllo? Ya digo yo que el público es lo más bueno que hay en el mundo.


Viendo el trapío en fotos de otros toros del mismo festejo, Relance no anda muy desencaminado

   Nosotros agregaremos ahora y como ampliación a esas líneas, que si de los seis Parladés (cuya ganadería manejada por el Sr. Gamero Cívico, va desmejorándose, dicho sea en honor de la verdad y con arreglo a los hechos) se desecharon solamente tres, debieron serlo los seis, sin que pueda culparse a la Empresa, que ahora, como en la mayoría de los casos, ha sido víctima del criador y del torero, que en esta ocasión se llaman Gamero Cívico y Gallito. 
   ¿Que por qué alcanza la culpa a este último?
   Pues, sencillamente, porque el representante de la Empresa en Sevilla es Juan Soto, conocido por "Juanillón", protegido del menor de los Gómez Ortega e impuesto por éste para tal cargo, y como a él compete el embarcar o no embarcar la corrida, según su presentación, de ahí que se justifique nuestra imputación. "Juanillón", con daño de los intereses del que paga y del público, ayuda a su padrino, amo y señor de sus acciones. 
   Hay quien afirma, que en esta corrida no ha habido sorteo, y si lo hubo o no, lo ignoramos, pero la humildad de los diestros que alternaron con Gallito; el torear Bienvenida por recomendación de aquel, cuyo apoderado es el mismo de Ballesteros, y otras circunstancias, hacen presumir que puede ser verdad el hecho, que parecen confirmar algún tanto el que el maño cargase con el peor lote, pues el toro que le dio la cornada fue el mayor, de más poder y con más pitones de todos, Gallito en cambio tuvo por enemigos dos carneros sin respeto y sin poder y cuyo peso no excedería de veinte arrobas cada uno. 
   ¿Pero, y el Reglamento, Sr. La Barrera?
   Bienvenida no hizo nada de mérito ni de lucimiento. Mostró buena voluntad, sí, pero ella no supone nada cuando la decisión brilla por su ausencia. 
   Tuvo que despachar, a más de sus toros, el que cogió al aragonés pero en ninguno de ellos se destacó ni un rasgo interesante ni merecedor de aplauso.
   Gallito, según calcularía, venció fácilmente; sus dos compañeros no "eran gentes", el uno porque pasó, el otro porque no ha llegado y ambos por haber sentido la sensación y dolores que produce la puñalada de una cuarta de pitón cuando se introduce en el cuerpo. Si Joselito se encontrase en ese caso, tengan la evidencia (conocemos el género) que haría mucho menos que Bienvenida y Ballesteros. 


   El féretro con los restos de Florentino Ballesteros, ya en Zaragoza, camino del cementerio


En El Heraldo han dedicado una especial a Florentino Ballesteros de extraordinaria calidad. Dejo el enlace pinchando aquí.

jueves, 10 de marzo de 2016

La contradicción del Juli



   Entresaco en este artículo una pregunta con la correspondiente respuesta de Julián López en un encuentro digital de esos que organizan ahora los medios, en este caso El Mundo, en el que cualquiera, de forma anónima si prefiere, puede interpelar al invitado de turno. Otra cosa es que la pregunta pase el filtro y llegue a su destino, vaya usted a saber quién y cómo las canalizan... En cualquier caso es una buena oportunidad para averiguar, meter el dedito en la llaga, y reflexionar sobre cuestiones que quizá no haríamos frente a frente.  
  A pesar de la inquina que se me pueda atribuir con respecto al Juli, por todo lo que le exijo y le atizo; por su toreo, a veces tan impostado, heterodoxo cuando menos; no escribo hoy para cebarme con el torero. Mi intención no es otra que dejar patente la aflicción que siento por lo que significan sus palabras, por el futuro que nos espera y por lo que más me gusta de todo esto: los toros. Nada más y nada menos.

   Dice El Juli que hay que ser autocríticos con eso de la desaparición de encastes y seguidamente arremete sin contemplaciones contra el público y la prensa que ha demandando el toro mastodonte. ¡Menuda autocrítica! 

   Vamos por partes. La teoría de la exigencia de un sector de la plaza de Madrid, una minoría ruidosa, y la crítica implacable de la que Joaquín Vidal (qepd) era cabeza visible, está muy pasada de moda, caduca, y resulta bastante rancia y demagoga. De esto hace más de quince años y entretanto han seguido cayendo sangres únicas, muchas con morfología para plaza de primera. Hay que echarle bastante morro al asunto para salir ahora con esas. Es un problema mucho más profundo, cada casta, cada ganadería, tiene una historia particular, reducir la extinción del ganado a un grupito de aficionados furibundos y a unos cuantos escribas es un argumento muy pobre. Lo cierto es que el público medianamente entendido está cada vez más concienciado con la sangría de encastes y agradece sobremanera todo lo que salga del guión establecido, esto es el toro monotema. Solo hay que ver en San Isidro el aspecto de la plaza los días de corridas diferentes, por no hablar del llenazo de Fandiño con ganaderías de las no blandas.

  Por otro lado, habla Julián como si en todas las plazas que actúa exigieran el toro de Las Ventas, como si en cualquier plaza que no fuera Madrid, Pamplona, Zaragoza, Bilbao y, apurando, Sevilla, no admitieran toros de cualquier tipo de casta que no sea esa que ha conseguido dar toros gigantes, la del monotema por supuesto. 

  Me preocupa, y me duele, que nos pasemos el día defendiendo la riqueza del toro de lidia, su singularidad, el patrimonio de su genética, y una de las máximas figuras que a todas horas repite que le debe todo al toro, no sienta el mínimo miramiento con los encastes que poco a poco vamos perdiendo y que nunca más van a volver. Lo peor es que esta desidia no produce otra cosa que degradación para el toro. Poco a poco lo van minando. Es la culminación de una serie de figuras que han ido sucediéndose, que fueron cercando el abanico hasta llegar a esta situación caricaturesca en la que nos encontramos, donde un espada limita su temporada a tres o cuatro ganaderías con el mismo patrón de comportamiento, nos dice que son las que sirven, y pretende que sintamos atractivo.

  Es el fin, el monotema se impone. Los que vienen, salvo milagro de un Gallito redentor van por los mismo derroteros. Esto no lo salvan cuatro tardes en Vic, tres en Céret y dos en Cenicientos, perdonen el cataclismo. El artista ha reducido su temática a pintar siempre el mismo cuadro, uno facilón, no le interesan otro tipo de composiciones más complejas o simplemente diferentes. Yo no voy al museo a ver siempre al mismo artista pintando el mismo cuadro. Algunos incitamos al desafío, pero nadie nos oye, el torero vive en su mundo, aislado, sin apenas contacto con el aficionado de a pie, con su jerga del "pulsear", el "sentirse a gusto", "el sirve o no sirve" y el "expresarse" que todos debemos acatar y comprender. Como también debo asimilar y sentirme culpable por la desaparición de encastes debido a una situación que no viví. Como si no pudiéramos buscar un remedio a este disparate y proceso de autodestrucción. 

viernes, 7 de agosto de 2015

Crónica de una muerte anunciada

  Ya ven, un nuevo estudio viene a decirnos algo que de un modo o de otro, sin entrar en las profundidades de la ciencia, ya sabíamos. El toro bravo, patrimonio genético único en el mundo, científicos y genetistas no salen de su asombro, dándose el caso de que es más lejana la diferencia entre los encastes del toro de lidia que entre las propias razas de bovino. La riqueza genética del toro de lidia maravilla al mundo de la ciencia.

  Todo esto es muy bonito y suena fenomenal. Pero la realidad es la que es y los encastes en peligro de extinción seguirán en la misma situación sin que el sector mueva un dedo por ellos. Si no han tenido arrestos, en pleno siglo XXI y con la fiesta de los toros sufriendo ataques constantes, para formar una estructura que se dedique enteramente a la defensa de la tauromaquia, no vamos a pedirles que defiendan al toro de lidia, pues muchos de los que forman parte de ese poder se posicionan en contra del mismo, de la variedad de encastes y tienen demonizados a muchos de ellos. 

  Otro día hablaremos tranquilamente sobre el ridículo espantoso que están haciendo los grandes empresarios taurinos de este país, junto con algún que otro colectivo, ante el ataque vil que sufre la fiesta día tras día, abandonada completamente a su suerte. Hoy vamos a tratar otras cuestiones. 


El último representante del mítico hierro de la puya. Caperucito

  La peña taurina Agüelachos de la localidad castellonense de L`Alcora ha adquirido el último ejemplar de la ganadería de Alonso Moreno de la Cova. Desde hace años sabemos el funesto destino que le espera a esta gloriosa divisa, siendo una de las pocas representaciones que había del encaste Urcola. El ganadero, por diferentes razones, prefirió acabar con este hierro y centrarse en la otra línea que posee, encastada en Saltillo. Antes de vender y ver sus toros en posesión de otro ganadero prefirió su extinción, lo cual en los tiempos que corren no deja de ser una decisión romántica a la par que controvertida. Hablamos acerca de la ganadería de Alonso Moreno en esta entrada, una de las más exitosas de este blog. 

   El dia 1 de septiembre, en la calles de L`Alcora verán el último ejemplar de alonsomoreno; número 9, guarismo 1, atiende al nombre de Caperucito.

Sánchez-Cobaleda destinado a La Pobla Tornesa, Castellón

  Se ha hablado mucho de los toros de Sánchez-Cobaleda, otra ganadería con personalidad única, maltratada por autoridades sanitarias y administración, y marginada por los taurinos y los que se ponen delante. Parece que esta vez sí, ha llegado el triste momento, y los seis últimos ejemplares ya tienen destino, con ellos se nos va otro pedazo de historia del toro bravo.

  En este reportaje publicado por Paco Moya en Terra de Bous se pueden contemplar los últimos toros de Sánchez-Cobaleda. Algunos de ellos se encuentran con los pitones manipulados por lo que han dado en llamar fundas, advertidos quedan.

  Es una crueldad que dos ganaderías como Alonso Moreno y Sánchez-Cobaleda acaben sus días en las calles de algún pueblo recóndito de la Comunidad Valenciana, sin poder demostrar su bravura en lidia ortodoxa, sin la solemnidad de un día de toros, en presencia de miles de aficionados y con todos los honores. Es la última puñalada. Sin menospreciar los festejos populares, auténticos apasionados del toro bravo, donde en muchos casos se cuida más la liturgia que en las plazas españolas. Pero la lidia a pie, con sus tres tercios y la suerte de matar, es la cúspide de la tauromaquia, lo máximo.
   Como decía Enrique Tierno Galván: El espectador supone, con mayor o menor exactitud, que el toro vive en el ruedo una gloriosa aventura coronada por la mayor concesión que el hombre puede hacer al animal: la lucha franca e igualada.

Toro de Monteviejo para L´Alcora

  La pérdida de Sánchez-Cobaleda debería servir para fijarnos en algunas ganaderías que aún tenemos con sangre Vega-Villar, ya saben, con una información genética única en el mundo, como son Barcial o Monteviejo. En sábado 29 de agosto, en el mismo pueblo donde se correrá el último alonsomoreno, se van a soltar varios ejemplares de Monteviejo. Uno de ellos lo vemos más arriba, el resto en este reportaje del blog Enfoque Taurino.

  Me pregunto qué pinta la Unión de Criadores de Toros de Lidia, una organización nacida para la defensa de los intereses de los ganaderos y, por ende, del toro bravo, contra los pleitos y las marginaciones que sufrían algunos de ellos. Me pregunto qué ha hecho la Unión para aplacar está sangría de encastes y ganaderías de estirpe singular que padecemos; o qué hacen contra esos carteles que vemos repetidamente en los que solo aparecen hierros de una sola sangre, y poco a poco van minando la paciencia y el bolsillo de esos ganaderos que han cometido el pecado de luchar por algo que no le gusta a las figuras. Me pregunto si la Unión mantiene el mismo espíritu que la vio nacer y lo cierto es que no encuentro ningún motivo para creer en ello.

viernes, 30 de enero de 2015

Agustín García Malla, el torero de Vallecas


  Agustín García Malla, matador de toros nacido en Vallecas el día 28 de agosto de 1886, fue labrador en la hacienda de sus padres y aunque sintió interés por la fiesta siempre, se aventuró a los ruedos más bien tarde para la costumbre de la época. Sus primeras actuaciones datan de septiembre de 1907, actuando en su pueblo junto con su paisano Tomás Fernández, El Alfarerito, y resultó con una herida en la boca. El 27 de marzo de 1910 toma la alternativa en la plaza de toros de Carabanchel, de manos de Lagartijillo Chico, el toro respondía al nombre de Mirando y era de Manuel García Aleas. Confirma en Madrid el 25 de mayo de 1911, con reses de Miura, siendo el padrino Machaquito y los testigos Vicente Pastor y Rafael El Gallo, pues se trataba de un festejo de ocho toros. De ahí en adelante toreó en las plazas más importantes de España e hizo varias excursiones a las repúblicas americanas. Desde 1912 figuró en el abono madrileño en todas las temporadas en las que estuvo activo, pero sus éxitos no pasaron de ser muy medianos.

En Madrid tratando de parar al toro (archivo ABC)

  Fue Agustín un torero de los llamados de valor, que destacaba por su empuje, amor propio y sobriedad en sus maneras. Toreaba con soltura de capa y solía estar oportuno en quites. Banderilleando destacaba al quiebro. Y de muleta era un torero defensivo.
  Fruto del valor que en ocasiones rozaba la temeridad, Mallita recibió numerosas y graves cornadas a lo largo de su carrera.

En Madrid el 16 de mayo de 1915, pase de la muerte (archivo ABC)

  Donde destacaba nuestro torero era a la hora de matar, y probablemente gracias a ello se mantuvo en el candelero, llegando a ser considerado uno de los mejores estoqueadores de su época, certero, con estilo y marcando minuciosamente los tiempos. Si bien, José María de Cossío dice que le costaba mucho igualar a los toros.

Recogiendo una ovación en Valencia, el 22 de junio de 1913 (archivo ABC)

  Fue un torero habitual en las plazas del sur de Francia y en uno de sus cosos encontraría la muerte. El 4 de julio de 1920, en la plaza de Lunel, alternando con José Gárate, Limeño. Los toros pertenecían a la torada francesa de Lescot. La corrida resultó mansa en parte y casi todos llegaron reservones a la muerte. Agustín recibió una ovación al finiquitar a su primero de una corta. El quinto toro, negro zaino, tomó cuatro varas codiciosamente y mató dos caballos, quedando reservón en la muleta. El torero vallecano lo citó de rodillas tras el brindis, no acudió el animal y se acercó el torero temerariamente, y de repente derrotó el toro sobre el espada, lo enganchó por el pecho y lo corneó bárbaramente. Expiró un momento después en la enfermería, ya que la cornada, situada en el pecho, de abajo hacia arriba, interesaba el corazón.


  El cadáver fue trasladado a Vallecas, donde recibió sepultura arropado por su familiares, vecinos y toreros de la época. El infortunado matador fue una persona modesta, de trato afable, muy querido por su pueblo. Tres años antes de recibir la cornada mortal contrajo matrimonio con una mujer de Vallecas, tras siete años de noviazgo, con la que tenía el propósito de vivir en una retirada que ya planificaba puesto que la mella de las cornadas que había sufrido no eran en balde.

  El archivo de Baldomero y Aguayo da fe de la magnitud del cortejo fúnebre que dio la última despedida a Agustín García Malla en su pueblo de Vallecas. Por la calidad de las imágenes e intensidad que trasmiten reproducimos varias de ellas.

Entierro de Mallita en Vallecas










  La historia no termina aquí, porque Agustín García Malla ha recibido justo homenaje de la localidad que lo vio nacer, hoy una barriada absorbida por la gran urbe madrileña, y tiene una calle a su nombre entre las estaciones de tren de Vallecas y Santa Eugenia. Aquí las fotos que lo atestiguan, de cosecha propia.




Gloria a todos los toreros que entregaron su vida en las astas de un toro