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domingo, 20 de abril de 2014

¡Ahí va la liebre!

  Cuando todos preveíamos una corrida de toros de Los Bayones para el domingo de Resurrección venteño, por ese birlibirloque taurodeltiano, al final fue que no. Los Bayones, esa ganadería en la que curan un jamón ibérico de bellota de primerísima categoría (según me cuentan pues no he tenido el gusto de catar), pero no se tienen noticias de un toro que haya embestido por derecho. Luego marearon la perdiz al bueno de Gerardo Ortega, con todo el perjuicio que conlleva menear los animales bravos como si fueran paquetes de mensajería. Y final y oficialmente, nos dijeron que iba a ser una de Gavira, que no se corría en Madrid desde el año 2012, en la festividad de la Virgen de la Paloma, donde vimos un encierro duro y seco, y un torero madrileño, de corte clásico, que sufrió una aparatosa y grave cornada: Fernando Cruz.

  No fue esta como aquella de 2012, toda ella igualada y de pelos zainos. Hoy, sin embargo, hemos visto una escalera de corrida, de dispares hechuras y cornamentas, con dos ejemplares de pelo colorado. Todos ellos, salvando el sexto, salían de chiqueros y huían del encuentro con los picadores al grito de "¡ahí va la liebre!". Una apabullante forma de escapar de la refriega que ya quisiera para sí Esperanza Aguirre cuando le dan el alto los agentes de movilidad en la plaza de Callao. Mansos sin paliativos.

  En la muleta no tenemos muy claro lo que llevaban dentro, ya que hemos tenido coletas, como Curro Díaz, que no han tenido su día. Muy acelerado y descentrado toda la tarde, sin dar tiempo a que los toros cogieran aire, ni ofrecer esa distancia que los hace crecerse. Como siempre, obcecado en torear con la muleta montada por el derecho, se le fue un tiempo maravilloso con el cuarto de la tarde, en vez de ponerse al natural por el único pitón potable. Eso sí, al inicio de faena dejó tres o cuatro lances por bajo, arrebatados, de esos que hacen rugir la plaza y que, por otra parte, le convierten en un consentido de la afición venteña.
  El que abrió plaza, un pavo de gran remate, pechos prominentes y pitones veletos que metía mucho miedo, a la postre fue el que más se movió -junto con el sexto- permitiendo a Curro dar un par de tandas por el lado izquierdo enroscándose el toro. Con la espada un sainete; se dio el curioso caso de matar al primero con un segundo estoque, pues el primero se hallaba envainado y no hubo forma de poder desprenderlo de la piel del toro. 

  Morenito de Aranda se las vio con un lote deslucido que nunca acometió con franqueza, descompuestos y con media arrancada. Siempre con la mansedumbre de argumento principal. Lo mejor fue el quite por verónicas que dejó en el primer toro de la corrida. 

  El colorado que hacía tercero andaba con la fuerza justa y perdía las manos a la mínima. Muy protestado por los tendidos, el señor presidente Javier Cano hizo caso omiso y al final se verificó que el público tenía razón; un inválido. Señor Cano, háganos caso a nosotros que usted es un neófito. Con el sexto, un ejemplar de pelo negro a punto de cumplir los seis años, escurrido de carnes, montado, bien colocado de armas y astifino; Antonio Nazaré cometió el error claro de echarse la muleta a la mano derecha cuando estaba calentando los tendidos con unos naturales de mano muy baja, corriendo la mano y embraguetados. Tirando mucho de lumbares y extendiendo el brazo en exceso, forzando mucho la figura, al estilo julianesco. Pero ya digo que el error fue flagrante. Lo mató de estocada trasera de ejecución hábil, que no ortodoxa, provocando petición de oreja, a mi entender no mayoritaria, con resultado de vuelta al ruedo sin apéndices cárnicos. 

  Todos los toros se han llevado dos rigurosos puyazos, no hubo simulacros. Exhibieron mansedumbre huidiza y tres de ellos tuvieron faena de lucimiento en la muleta. En la caballería: José Antonio Flor, medio toreando a caballo con el sexto y agarrándose en buen sitio. En la infantería: Francisco Javier Crespo, muy valiente y lucido pareando al cuarto. Luis Carlos Aranda clavó par y medio, una pena. Los coletas mal, vulgares y poco avispados; salvamos a Nazaré por disposición y ganas.

Carabinero, el primero de la tarde, un pavo

jueves, 3 de mayo de 2012

Los Bayones

   La seriedad del sobrero de José Luis Iniesta

    Dejo algunos retazos de la tradicional corrida goyesca del 2 de Mayo, ruinosa para la empresa debido al escaso público congregado con aproximadamente un tercio de plaza. El aficionado de todos los días al fin ha tenido una merecida tregua en lo que al clima se refiere: temperatura agradable y ausencia de viento para bien del toreo. El cartel muy del gusto de la plaza con Fundi, Sergio Aguilar y Morenito de Aranda.

   Se anunciaban toros de Los Bayones que tuvieron que ser remendados con dos ejemplares del hierro secundario de la casa, llamado Abilio y Ramiro Hernández. El primero no era apto para la lidia y fue devuelto por uno de José Luis Iniesta, un señor toro de capa castaña, cinqueño, aleonado y muy serio; aquerenciado en los tableros del 4 en los primeros tercios y con lo justo para la muleta.
  El resto muy desigual de lámina, feotes. Segundo y cuarto sin el trapío que corresponde a esto de Atanasio-Lisardo-Domecq ni el remate que debiera en esta plaza. Tercero y quinto más en el tipo: bastotes y cabezones. Cerró el encierro un toro de Abilio y Ramiro Hernández, con cuatro años recien cumplidos, cara de niño y falto de seriedad. Cuidados y mansos en varas, sin fuerzas, chochones, nobles y rajados rápidamente para la muleta.

  Exquisita la lidia del primero por el Fundi, que fue a buscarlo a sus terrenos de salida desconociendo las reacciones que podía tener el bicho, capeándolo con muy buenas formas. Atendiendo a las querencias del animal, ordenó cambiar los terrenos al picador de tanda aunque el toro no se dejó y el tercio resultó deslucido a pesar de la inteligencia y buena disposición del espada. Faena justa y medida con la muleta, con dos tandas muy templadas por el izquierdo rematada con una estocada en la yema al segundo intento, de despaciosa ejecución.
  No podemos decir lo mismo de su labor con el cuarto, un ejemplar manso en el caballo, con media arrancada por el derecho y revoltoso por el izquierdo al que Fundi no logró imponerse, siendo incluso desarmado por el bicho. Lo despena de una media en los bajos.


Fundi no manda con el cuarto


  Sergio Aguilar se llevó el peor lote, el primero rajado y el otro un buey de carreta, y fue una lástima porque las maneras que apuntó con el segundo de la tarde, en dos tandas al natural, fueron de verdadera categoría. Como siempre ocurre con este torero, por unas cosas o por otras, nos quedamos con la miel en los labios...


Las formas de Aguilar


  Morenito de Aranda trajo muchas amistades a la plaza y sus méritos fueron valorados en exceso, lo cual no es impedimento para reconocer lo buen torero que es, con capote y muleta, tratando siempre de gobernar la embestida de los toros en redondo con los engaños muy por abajo. Él y su cuadrilla estuvieron toda la tarde muy pendientes de la lidia, intentando extraer lo máximo del ganado. Firmó el mejor toreo de capa de la tarde cuando paró al tercero a la verónica, sin embargo, planteó la faena de muleta equivocadamente por el lado derecho, ya que el toro era mucho más claro por el izquierdo como se vio en dos buenas series muy ceñidas que a la postre resultó lo mejor del encierro con la franela. Aprovechando las querencias dejó algunos muletazos por bajo de bello trazo, al más puro estilo Morenito. Estocada contraria atracándose de toro.
  El sexto perdía las manos cada vez que Morenito trataba de llevarlo humillado por donde él quería, es un torero que exige muchísimo a los toros.



Morenito siempre por bajo
 


  Mención aparte merece el tercio de banderillas protagonizado por Luis Carlos Aranda en el tercero de la tarde, torero que el año pasado no vimos por nuestra plaza. Pero ayer se desquitó, vaya que si lo hizo, y la afición también se sacó la espina tributándole una atronadora ovación levantados de sus asientos, emocionados, en la que por un instante el ruido era tal que parecía que la plaza estuviera llena a reventar.
  Fue ponerse en la rectitud del toro palitroques en mano y Luis Carlos parecía decir "aquí estoy yo de nuevo y ahora lo váis a ver". Dos pares por el pitón derecho a cual mejor, con una torería sin igual, cuarteando con una despaciosidad pasmosa, dejando los palos en la misma cara del toro. Y como la perfección es casi imposible de alcanzar en el primero tuvo que refugiarse en la tronera y en el siguiente tomó la honrosa decisión de no saltar al callejón.


Luis Carlos Aranda, torero de Madrid


  Tanto Sergio Aguilar como Morenito de Aranda usaron estoques con la empuñadura similar a una pala de cavar agujeros, que seguro ayudan a imprimir más fuerza al meter el brazo pero son muy desagradables a la vista.