domingo, 27 de octubre de 2019

Cateto, de Ana Romero











Cateto, nº 11, de la ganadería de Ana Romero. Lidiado y estoqueado por Luis Bolívar el día 24 de septiembre de 2017.

Palmas en la plaza cuando el toro exhibe su trapío y su hermosura en el ruedo. Fue picado por Ismael Alcón, rehuyó la segunda vara de largo y tuvieron que acortar las distancias. Dio juego en todo los tercios y fue despedido con una ovación en el arrastre. La peculiaridad de este ejemplar reside en el apretón que protagonizó tras clavar Gustavo Adolfo García el tercer par. Cateto hizo hilo y asomó más de medio cuerpo detrás del rehiletero, que no pudo continuar la lidia. Como si fuera un toro decimonónico o una vaca vieja de esas que vemos en los concursos de anillas y suertes por el estilo. Una acción que raramente se ve en la plaza. 


Fotos de Las Ventas y de Javier Alvarado.


Saludos a la afición

jueves, 24 de octubre de 2019

Sobre el estoque simulado


       Terminada la faena, el torero tiene que ir a la barrera a cambiar la espada de juguete por la de verdad, la de acero. Con eso se consiguen dos cosas, a mi juicio importantes: primera, que no se mate casi nunca cuando el toro pide la muerte y en el lugar exacto donde la pide; segunda, que el público, entre el ir y el venir del matador, salga de la situación emocional en que estaba sumido. Ese viaje de ida y vuelta, pues, no beneficia ni a la técnica del toreo ni el interés emocional de la faena. No beneficia a nadie y eso está clarísimo. La espadita de madera es algo que hay que desterrar de las plazas de toros por perjudicial. No puedo entender como Chicuelo, o Manolo Bienvenida, o Armillita, o Joselito, por ejemplo, podían con el estoque de verdad y ante toros duros y encabritados, de sangres ardientes y fuertes como castillos roqueros, y que los toreros de ahora, salvo excepciones, no tengan fuerza para sostenerla durante seis o siete minutos ante toros muchísimo menos fuertes y poderosos...

Decía que el matador va a la barrera y cambia la espada de juguete por la de acero templado. A veces curva ese acero contra esa barrera para comprobar que está bien de temple. La espada brilla ante el sol de la tarde. Son los reflejos de la muerte, porque cuando el torero se dirige con la espada en la mano hacia el toro, alguien, toro o torero, va a morir. El rito ha sido tantas veces repetido y lo hemos visto cada uno de nosotros tantos cientos de veces que ya no nos damos cuenta de que acaban de tocar los clarines, de que acaban de tocar «a matar».

Guillermo Sureda, «Tauromagia», Espasa-Calpe, 1978, págs. 66 – 67.




Emilio de Justo (desconozco autor y plaza)


jueves, 17 de octubre de 2019

Toro de Victoriano del Río




Toro de Victoriano del Río que acabó este mismo año en las calles de Fontanar (Guadalajara)

Magnífica fotografía de Juan Pablo Cardona

martes, 15 de octubre de 2019

lunes, 14 de octubre de 2019

Fin de temporada





Se acabó. La temporada de toros de Madrid 2019 tocó a su fin con la sin caballos del domingo y la corrida de la Hispanidad de Valdefresno, cuyo juego me resultó manso, descastado y blando. La plaza superó la media entrada con un público a todas luces postizo, sin que todavía sepamos de dónde salió tanta gente joven. Por taquillas no tengo claro que pasaran porque tres minutos antes del festejo, con uno de los despachos cerrado, las colas eran las mismas que las que hay en una novillada con seis mil personas. Lo peor de la tarde el cornalón sufrido por Gonzalo Caballero, una vez más. Fue una faena muy asentada en la que le funcionaron los pies y el valor, pero estuvo mal con los brazos, con poco temple y poco toreo. Desde aquí todo mi ánimo. 

En los próximos meses espero seguir poniendo cosas por aquí acerca de lo que dio de sí este año de toros, de la actualidad, del pasado del toreo y de lo que está por venir. El caso es hacer lo que más nos gusta: hablar de toros. 


Saludos a la afición.

lunes, 7 de octubre de 2019

Última tarde de El Cid en Madrid


Viernes, 4 de octubre de 2019.













Si hay una cualidad que ha de tener el aficionado es memoria. Y El Cid, aun con una carrera venida a menos, es un torero forjado en Madrid, en el Valle del Tiétar y en todo lo que se le ha puesto por delante. Una de las mejores manos al natural en lo que llevamos de centuria, con más de diez faenas de Puerta Grande. El torero de una generación de aficionados.
 Hasta siembre, Manuel. 




Imprescindible la pieza de despedida que le dedica José Ramón Marquez, aficionado a toros, en el blog Salmonetes ya no nos quedan.



sábado, 5 de octubre de 2019

Román y Sergio Serrano, dos toreros heroicos dos


    Ponerse delante de un toro de lidia en Las Ventas, por sí solo, constituye un acto de valentía que pone a los toreros en un plano superior al resto de los mortales. Es la actitud personal ante el juego de la muerte lo que los sublima, ahora bien, hacerlo como lo han hecho en la presente temporada Román en San Isidro y Sergio Serrano en los desafíos de septiembre son palabras mayores. La épica de sus actuaciones trasciende lo terrenal y los colocan en el olimpo de las grandes batallas que los aficionados siempre recuerdan y rememoran una y otra vez, en la gloria y el respeto eterno. Y esto vale más que nada. 

Román


Después de dejar buen sabor con la de El Tajo y La Reina y dar una fantástica impresión con la corrida de Adolfo, cortando una oreja, Román cogió el hueco que dejaba libre Emilio de Justo con el encierro, nada menos, que de Baltasar Ibán para el domingo 9 de junio. El tercero de la tarde, castaño y con una encornadura apabullante, se reveló como un auténtico barrabás que sembraba terror en cada acometida, Camarito se llamaba. El torero valenciano puso la plaza a flor de piel con un valor estoico y un toreo que, por momentos, se sobrepuso a la fiera. La tragedia sobrevino cuando Román se tiró a matar más derecho que una vela, sin trampa ni cartón, y Camarito cobró su tributo de sangre propinándole una cornalón de caballo. La ejecución de la suerte merecía trofeo por sí sola aunque el toro no le hubiera prendido. Por momentos el terror se apoderó del ambiente. Afortunadamente, a pesar de la gravedad, la cornada no hizo peligrar su vida. La estocada cayó en todo lo alto, no podía ser menos entrando a matar con tanta verdad. Los pañuelos afloraron y el presidente otorgó un trofeo, es lo de menos, la hombría de Román, la seriedad del San Isidro que echó y cómo caló su actuación en los aficionados, queda ahí para los restos. 




Lo de Sergio Serrano se lo perdieron muchos aficionados puesto que el festejo se celebró fuera de abono el pasado 22 de septiembre, y fue, sin duda, uno de los momentos de grandeza que hemos vivido este año. Con apenas dos festejos en su haber en las tres últimas campañas, el torero manchego se las vio de primeras con un torazo de Saltillo que por el izquierdo tenía dos doctorados y conocía cinco idiomas. Por tanto, no tuvo otra que ponerse por la derecha ante aquella alhaja, pero no de cualquier manera, lo hizo como si llevara cincuenta festejos este año, en los terrenos donde se hace el toreo que llega a todo el mundo. Consiguió sacar dos o tres derechazos mandones, sometiendo la embestida del bicho, fogonazos que hicieron rugir la plaza. ¡Impresionante! La dignidad de su actuación fue tal que le echó la mano izquierda a pesar de la malicia que había mostrado por ese pitón en todo momento. No cabía otra que doblarse con Palmito, pues así se llamaba el regalo. Un macheteo auténtico recibido con entusiasmo por los tendidos, y es que Palmito requería quebranto, bajarle los humos y dejar claro quién mandaba ahí. La espada impidió que Sergio Serrano cortara una oreja del toro, no obstante se tiró arriba, la vuelta al ruedo a demanda de los aficionados fue gloriosa y unánime. Su tarde tuvo tintes de gesta y un mérito extraordinario que merece recompensa. Debe regresar de nuevo a nuestra plaza, se lo ha ganado con creces en el ruedo frente a un toro de pavor. Que tome nota la empresa. 

Sergio Serrano




Artículo para el boletín de la Asociación El Toro de Madrid.