Obra de Venancio Blanco
domingo, 26 de mayo de 2019
miércoles, 15 de mayo de 2019
Un puyazo para sacar las vergüenzas
Mi crónica para la web de la Asociación El Toro de Madrid.
Primera de feria de San Isidro, con tiempo caluroso y algo
menos de media plaza se ha jugado una corrida de La Quinta (encaste Santa
Coloma – Buendía), cinqueña, guapa, muy seria y generosa de carnes. El sexto
atacado. En general corrida encastada, que no brava, fuerte, empleándose en el
peto aunque agarrados y renuentes al cite del varilarguero. Primero pastueño y
chochón (silencio); segundo voluntarioso y complicado por el derecho (palmas);
tercero encastado con viveza (palmas); cuarto encastado de buena condición
(palmas); quinto espabilado, codicioso y a media altura (ovación); sexto
metiendo la cara, soso y a menos (silencio).
Rubén Pinar. Pinchazo y estocada pescuecera saliéndose,
silencio. Metesaca recibiendo y estocada, saludos con división de opiniones.
Javier Cortés. Estocada caída y tendida entrando con
telonazo, saluda con escasa petición. Estocada a la atmósfera, estocada corta y
dos golpes de descabello, silencio (un aviso).
Thomas Dufau. Estocada corta suelta, estocada pescuecera y
estocada trasera, silencio (un aviso). Estocada trasera y caída, silencio.
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito. Sin
complicaciones.
Tercio de varas:
Puyazos insistentes en la paletilla, traseros, algún navajazo y barrenar
fue lo que aconteció en los primeros toros, el cabreo era monumental porque
aquello tenía todos los visos de escabechina por parte de los del castoreño
contra la corrida de La Quinta, hasta que salió a picar, rumboso y torero, Juan
Francisco Peña, y puso la plaza en pie durante la lidia del quinto ejemplar por
lo que explicaremos más adelante. La corrida, como queda dicho, le costó mucho
ir al jaco una vez que ya habían tenido el primer contacto, pero al sentir el
hierro empujaban y no salieron de najas.
La primera de esta luenga e inflamada feria que nos espera
será recordada, por mucho tiempo, por el impresionante puyazo que agarró Juan
Francisco Peña, habiendo sido descabalgado previamente por el fuerte
encontronazo que propinó Fogoso a la
cabalgadura, haciendo honor a su nombre. Citó de largo, tiró el palo y picó
arriba, a la par que el cárdeno iba desde la distancia al galope y daba un terrible
topetazo, pudiendo Juan Francisco sujetar al bicho y aguantar a horcajadas a
duras penas con todo el peso de su cuerpo en el estribo izquierdo mientras el
toro recargaba y apretaba con pujanza. Extraordinaria ejecución. La gente en
pie aplaudiendo desaforados, manicomio en los tendidos. Luego movió el caballo
con soltura y citó dando los pechos. Al terminar el tercio, una vez comprobamos
que lo de Fogoso no era arrancarse de
largo y rechazaba por activa y por pasiva todas las invitaciones del bueno de
Juan Francisco, daban ganas de bajar al callejón y darle un abrazo. ¡Eso es
picar un toro, sí señor!
Aquello tuvo aún más mérito teniendo en cuenta los
antecedentes con los que se estaba desarrollando el festejo en varas. Juan
Francisco Peña puso valor y dignidad a su oficio sacando todo el brillo y la
grandeza al noble arte de picar toros, se distinguió frente al resto de sus
compañeros, los cuales parecía como si estuvieran confabulados y hubieran
venido hoy a Madrid a acabar con la corrida en el primer tercio.
Afortunadamente no fue así porque los toros de La Quinta resistieron bien las
sangrías de esos matatoros con castoreño y, para más vergüenza, chaquetilla de
oro. Los espadas no supieron aprovechar las posibilidades que dieron, que no
fueron pocas, y al finalizar el festejo la sensación es que no había habido una
sola tanda de auténtico dominio e imposición.
Rubén Pinar retomó su versión más vulgar de hace unos cuantos
años, transmitiendo apatía con el rompeplaza, un toro que tenía sus
posibilidades, sus veinte muletazos si se le buscaban las vueltas y se le daba
buen trato, pero ahí no pasó absolutamente nada. El cuarto fue el toro más
franco en la muleta, al menos por el pitón derecho, al que Rubén Pinar estuvo
enganchando continuamente al relance y por las afueras, dejando mucho espacio
entre ambos. Bisutería.
El segundo de la tarde fue un precioso ejemplar aldiblanco,
aplaudido de salida, con el que Javier Cortés dio algunos naturales estimables
sin terminar nunca de redondear y cerrar una serie de cabo a rabo. Por el derecho
se quedaba corto, y cerró la faena con un muletazo tan brusco que dejó al toro
echado. Estuvo generoso en demasía colocando en varas al asaltillado que hizo
quinto, también recibido entre aplausos. La distancia para la primera vara
superaba los diez metros así que en la segunda, el ya mentado Fogoso, terminó en la boca de riego y
nunca se quiso arrancar. Se movió mucho en la muleta sin terminar de humillar,
Javier Cortés puso ganas, pero aquello nunca tomó aire de toreo caro y en
ningún momento logró meterlo en el canasto.
El tercero de la tarde, de nombre Coronel, fue un toro que embistió con fiereza toda la lidia,
haciendo hilo a los rehileteros y embistiendo con brío en la muleta de Dufau,
que solo sacó una tanda por el lado derecho de inicio y el resto estuvo a
merced de lo que Coronel quiso, sin
conseguir bajarle los humos ni hacer que entrara en vereda. Un toro encastado
al que había que castigar para después torear. Para concluir, un ejemplar
atacado de kilos y soso que al inicio de faena se vio que metía muy bien la
cara, para torearlo despacio las quince arrancadas que tuvo antes de apagarse
del todo, cosa que, como imaginan, Dufau no hizo.
El encierro tuvo las peculiaridades que distinguen al toro
cinqueño de Santa Coloma. Miradas torvas, listas y desafiantes. Se dejó poco
con el capote, se colaban en los de pecho o si veían el hueco, hacían hilo
cuando sentían posibilidades de coger, echaron la cara arriba a los
banderilleros y en la muleta había que tratarlos muy bien y ser muy ducho en el
encaste, ya que penalizaban los errores. Para especialistas en sangre cárdena,
pero, ¿los hay? La terna se empleó a la hora de matar, tratando a toda costa de
clavar sin dar muchas pasadas para que los animales no se pusieran imposibles.
Al final, nos llevamos un grandísimo puyazo que puso la plaza
a flor de piel. Esperamos que el resto de picadores que lo contemplaban desde
el callejón del tendido tres, al menos, pasaran vergüenza cavilando lo que
habían hecho ellos en comparación con Juan Francisco Peña, picador de toros.
lunes, 29 de abril de 2019
El coloradito de Cuadri para Madrid
Coloradito en sentido cariñoso, los que lo han visto en el campo aseguran que no es un toro para diminutivos sino un buen galán. Está marcado con el número 15, desconozco el nombre. A ver si llega y los hermanos no lo desgracian.
Para el 13 de junio está prevista la corrida de Cuadri después de un año de descanso debido a un par de corridas bajas de casta, poco voluntariosas.
Como todos sabréis Cuadri ha anunciado que se retira de los manejos de la vacada. Espero poder sacar un hueco para escribir unas líneas sobre este ganadero ejemplar al que tengo una admiración sincera y profunda. De los pocos ganaderos de verdad que hay, con todo el significado de lo que significa esta dedicación. Y se cuentan con los dedos de una mano y nos sobran dedos.
Dejo un par de entrevistas escritas y una radiofónica:
En Pureza y Emoción.
En El Mundo.
De radio, a partir del minuto 41, en EsRadio.
Un saludo a la afición.
domingo, 28 de abril de 2019
viernes, 26 de abril de 2019
Juan Ortega
Anda toda la afición venteña revuelta e impactada tras corroborar la grandeza del toreo de Juan Ortega, cuya actuación el 15 de agosto del año pasado hizo que se corriera la voz en los mentideros y el espada cogiera buen ambiente. Muchos no lo pudimos ver por la dificultad de la fecha o por presenciar la última corrida del Conde de la Maza en Cenicientos, como fue mi caso. Contrastados aficionados insistían que aquella actuación en plena canícula madrileña tuvo una categoría superior y diferente a lo acostumbrado, pero cuando uno no lo ve con sus propios ojos siempre tiene un margen de desconfianza.
El pasado Domingo de Resurrección Juan Ortega regresó a Madrid y aquellos que no le habíamos visto no tuvimos otra que congratularnos y dar la razón a los amigos que nos habían puesto sobre aviso. La corrida de El Torero no valió nada por falta de fuerzas a excepción del sexto. Las imágenes de la faena de Ortega no trasmiten lo que se vivió en la plaza porque el toro desluce todo con sus constantes caídas, y en la plaza también, dirán ustedes. No, la plaza estaba desbordada por la torería de Juan Ortega.
Es muy complicado explicar el toreo cuando cala, no obstante voy a intentarlo. Los argumentos que expuso Juan Ortega el Domingo de Resurrección se sustentaron en una torería añeja, propia de los tiempos de oro y plata del toreo, en una forma dramática de entrar y salir de la cara del toro, de improvisar el toreo de adornos, y una suerte de pureza, arte y clasicismo que cautivó a los allí presentes. Ganarse al público de esa manera con aquella birria de toro está al alcance de muy pocos, de hecho, si lo mata en condiciones hubiera cortado una oreja. La espada quedó caída y muchos no sacaron el pañuelo. La vuelta al ruedo fue a instancias de los aficionados.
Hacía tiempo que no quedaba así de impresionado con un torero, en verdad no sé si antes me había pasado. Seguiré atento su carrera, seguro que no son todo agasajos y se irán descubriendo debilidades. Solo pido, y no es poco, que esa torería que vimos el pasado domingo desemboque en garbo y naturalidad, cualidades que echamos tanto de menos; y no en manierismo y afectación superflua, tan habitual hoy día. Y otra cosa, respeto a la profesión, al toro y al aficionado, es decir, vergüenza torera.
Juan Ortega, un torero.
Saludos a la afición.
sábado, 30 de marzo de 2019
Gallito pareando (por Vandel)
Una foto que descubrí en una exposición del Centro de Asuntos Taurinos (entre el 28 de septiembre y el 7 de octubre de 2018) en la sala Antonio Bienvenida de Las Ventas en la que se exponían varias fotografías de Juan Pacheco Padial "Vandel" (1884/1935). Desde entonces quedé cautivado por ella. En la exposición, con la foto expuesta a gran tamaño, era como estar presente en la plaza. Una de las mejores fotos que he visto de un par de banderillas, ¡viva Joselito el Gallo!
Se desconoce la fecha exacta, a ver si algún gallista asiduo a este blog pudiera arrojar luz.
Saludos a la afición.
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