—¡Altramuces! ¡Abanicos!
¡Naranjas! ¡El programa de la corrida! ¡La lista grande!
Alcahuetas y cesantes, pícaros y
bohemios, ciegos y lisiados, con donaires y lástimas, dan tientos a bolsa
ajena. El gentío de a pie, con el sol en la espalda, sube hacia la plaza
esparcido por las dos aceras. Endrina y garbosa, ondula la gitana prometiendo
venturas. Sobre un penco trota el picador, amarillo jinete, con el azul
monosabio a la grupa. Un ciego pregona el romance del Horroroso Crimen de
Solana. En la imperial de los ómnibus, chungas y algarabías, calañeses y
peinetas de teja, bastoneo y pataleo, luces morenas. El mayoral arrea el tiro
de mulas. Bailan borlones y cascabeles. Restalla la fusta. Avinados berridos
blasfemos. En torno de la plaza tumulto de ruedas y caballos. Humo de
fritangas:
—¡Agua, azucarillos,
aguardiente! ¡El programa de la corrida! ¡Agua, azucarillos, aguardiente!
¡Claveles! ¡Claveles! ¡Claveles! ¡Patitas de bailaor, déjame una mota!
Moscas y polvareda. Negrea el
tendido en las entradas de la plaza. Disputas taurómacas. Impacientes empellones.
—¡Naranjas! ¡Naranjas! ¡Fresa!
¡Fresquita!... ¡De la Fuente del Berro! ¡Aleluyas de don Perlimplín! ¡Risa para
un año! ¡El programa de la corrida! ¡El horroso crimen de la Solana!
Ramón María del Valle-Inclán. Viva mi dueño, 1928
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