Pastelero, de Victorino Martín. Dibujo de Juan Pablo Cardona
Contemplamos el genial dibujo de Juan Pablo Cardona ilustrando a Pastelero nº 20, de Victorino Martín; 520 kilos, cárdeno, cuatro años y medio. Bajo, serio y cornalón. Jugado el día 6 de junio en la feria de San Isidro. De salida se queda en el burladero de matadores, sin dar rodeos, apretando en el capote de Ureña, obligado a sacarlo a los medios. Lo pica Pedro Iturralde cogiéndolo arriba en dos varas que toma empujando con la cara a su altura natural, mirando al caballo continuamente entre envite y envite. Lo sacan presto del segundo encuentro y va largo en el capote de Agustín de Espartinas, fijo en los cites y creciéndose tras la pelea. Pastelero se muestra pegajoso en el percal, dificultando el tercio de banderillas por ello y por cómo va aprendiendo de cada par, necesitando los rehileteros varias pasadas en falso mientras el bicho ignora el castigo de los arponcillos. La lidia más ordenada la proporciona el toro bravo gracias a su fijeza, claro, pero hay que poderlo. Ya en la muleta Ureña lo saca al tercio no sin algún trompicón, donde se desarrollaría toda la obra, es decir, en terrenos intermedios. En los medios hubiera pesado un mundo, también hubiera sido más meritorio. Casi toda la faena la plantea Ureña por el derecho, pitón más franco; por el izquierdo Pastelero se revuelve como un felino. Su fiereza requiere un sitio y un porqué en cada lance, valiendo su peso en oro cada uno de ellos. No está para monerías. El torero murciano le roba un par de tandas portentosas, en otras no tuvo otra alternativa que ceder terreno ante la pujanza del victorino. Cuando lo colocó para estoquearlo se vio la frescura del toro, signo de que no estaba vencido del todo. Dejó una tendida soltando la muleta, de la que tuvo que salir a la carrera por el acoso de Pastelero. Tres golpes de descabello necesitó y todavía seguía apretando y derrotando, y es que estaba para entrar a matar de nuevo. La plaza despidió a Pastelero con una fuerte ovación después de que el presidente, don Javier Cano, ignorara la petición de vuelta al ruedo para el toro. Paco Ureña sí la dio, acababa de vérselas con un auténtico toro bravo.
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