viernes, 28 de septiembre de 2012

En homenaje a Gallito

 Tal día como hoy hace una centuria, como sabeis, Joselito el Gallo era investido matador de toros a manos de su hermano Rafael. Tan magno acontecimiento sucedió en la plaza de toros de Sevilla, dando muerte a un toro de la ganadería de Moreno Santamaría, de nombre Caballero. No quería dejar pasar una fecha tan ilustre sin conmemorarla de algún modo en este blog, para ello, he escogido un texto relacionado con Madrid porque este, principalmente, es un blog de toros y Madrid. Un texto, como decía, escrito por un ferviente gallista: D. Luis Fernández Salcedo, donde relata lo acontecido en la plaza de toros de Madrid día 3 de julio de 1914, con sólo diecinueve años y sin llegar a cumplir dos como matador de toros, Gallito se encerró aquel día con seis toros de la ganadería de Martínez, propiedad en ese momento de D. Julián Fernández Martínez, padre de D. Luis Fernández Salcedo. Gallito fue un torero excepcionalmente capaz y se prodigó con abundancia en corridas como único espada, sin embargo, la fecha citada fue su única encerrona en Madrid, estoqueando finalmente no seis sino siete toros de Martínez, con resultado de éxito inapelable y un trasfondo en la carrera de tan insigne torero que no voy a profundizar porque no es el caso que nos concierne. 
  Vaya por delante que las fotografías que ilustran la entrada no corresponden necesariamente con la tarde que D. Luis narra, las cuales han sido "hurtadas" sin ánimo de lucro y con fe gallista de los blog de D. José Morente y D. Mariano Cifuentes.
  Porque no había toro que pudiera contigo, ni existía ninguno ilidiable; porque hacías fácil lo difícil; porque dominabas todos los toros y todas las suertes; porque no hay vergüenza torera como la tuya; porque nunca se había toreado así hasta que tú llegaste; porque nadie ha puesto tanto riesgo en las suertes con la torería que tú lo hiciste; porque no habrá quien te iguale; porque eres y serás el Rey de los Toreros:

Gloria a ti, Gallito


El cartel 

  "Desde el número 9 de la fila tercera, de la grada décima, que valía 5,75 y lleva puesto el sello de Contaduría", Don Luis Fernández Salcedo nos cuenta cómo discurrió aquella histórica tarde:


  Los que nunca habían visto corridas de un solo matador, se figuraban que el diestro únicamente aprovecharía las buenas oportunidades, y en los toros que no se prestasen al lucimiento tendería a salir decorosamente del paso. Los que además sabíamos la repugnancia con que Joselito se avino a torear los berrendos, pensábamos que la lidia de ambos sería puramente de trámite. Todavía no conocíamos hasta dónde llegaban la afición y el amor propio de aquel torero excepcional.


Los toros

  Había despachado muy lucidamente a "Descarao" y "Comedido", cuando se abrió el portón para dar salida a "Barrabás". Con aquella alegría que le caracteriza, apenas el berrendo pisó la arena, le saludó con cuatro garbosos recortes capote al brazo, consumando a la perfección la suerte favorita de Reverte. Tomó el toro cuatro puyazos, y José, tirando una vez más de repertorio, hizo todos los quites diferentes y artísticos, escuchando grandes ovaciones.


Le saludó con cuatro garbosos recortes capote al brazo

  Como la pelea del toro, muy brava y noble, le había gustado desde el primer momento, sin dejarse arrastrar por ideas preconcebidas, tomó las banderillas espontáneamente, al uso de entonces (en efecto, los matadores solamente banderilleaban aquellos toros que, por sus condiciones, permitían un segundo tercio lucido, a base de parear de distinta manera que los peones. No se concibe por qué razón hoy los espadas se prodigan para poner pares al cuarteo, sin preparación vistosa, como un banderillero cualquiera, y con el inconveniente de tardar mucho más, accediendo a hacerlo por otra parte de mala gana, ante el palmoteo del público, que les llama como el sereno). Gallito, después de prepararse el toro, cambió sin clavar, marcando los tiempos de modo admirable. A continuación, jugó materialmente con "Barrabás" antes de ponerle al cambio un par magnífico. Clavó después uno bueno de frente, que quedó un poquito trasero, y un tercer par magnífico, de dentro a afuera, aprovechando una arrancada tremenda y resultando los palos algo desiguales.


Jugó materialmente con Barrabás antes de ponerle al cambio un par magnífico

  Con la muleta, tras un pase cambiado, dio una magnífica serie de ayudados por bajo y por alto, de kikirikí y de trinchera, intercalando también un molinete. Hubo después una segunda parte de adornos -¡esa escuela sevillana, movida y retozona, según la frase de don Natalio!- uno de los cuales consistió en pasar el pañuelo, con auténtico mimo, por la cara del enemigo, dominado a las primeras de cambio, el cual ni pestañeó siquiera. El momento, vistosísimo, fue captado por muchas máquinas fotográficas, entre ellas la de Cortés, que preparó con ella una portada para La Lidia de entonces... ¡Se llegó a decir que en el pañuelo de bolsillo echaba unas gotas de cloroformo para atontar a los toros!


Dominado a las primeras de cambio

  Agarrado José al cuerno del toro, acabó de prepararle para la muerte en la suerte natural, consiguiendo una media estocada ligeramente trasera y desprendida, que al mismo matador ahondó con eficaces pases de muleta, hasta que dobló el noble "Barrabás", escuchando por toda su lidia una gran ovación, con insistente petición de oreja, que no llegó a cortar, aunque sí en el toro siguiente, "Coralino".

  Para dar un descanso al quinto, "Nevadito", se sento un momento en el estribo del 10, después de un gran tercio de banderillas. El éxito del joven matador había ido "en crescendo"; pero a estas alturas tenía completamente empapada de sudor la taleguilla celeste y oro. Muchos pensaron que ya no podía más y que aquella brega incesante, a base de hacérselo todo, y aquel calor de espanto, agotaban sus fuerzas. ¡Cuál no sería el general asombro cuando, al salir el sexto lugar el otro berrendo, mandó imperativamente que todos los peones se quedasen en el callejón, a excepción de Blanquet!... Y si a lo largo de toda la corrida fue la dirección de lidia quizá lo mejor, la proeza de lidiar entre los dos aquel toro ahí quedó, en espera de que alguien la iguale. ¡Cuántas tardes de ahora, viendo a los matadores rodeados de toreros, viene a mi imaginación esta escena! Las mejores verónicas de la tarde se las dio a "Presumido", con los pies mucho más juntos que de costumbre y con más temple y suavidad. El toro fue muy bravo, aunque de poco poder. En una de las varas derribó al caballo que tenía prendido y, por no poder sacar el cuerno cayó el toro también, y tumbado en el suelo aún seguía corneando. Recuerdo bien este detalle.


Se sentó un momento en el estribo del 10, después de un gran tercio de banderillas


  Tomó el joven espada nuevamente los palos e intentó sesgar, pero tuvo que pasarse en falso y salió perseguido muy de cerca por el toro. Blanquet, corriendo en dirección contraria, le hizo un quite oportunísimo. Un espectador había arrojado un sombrero de paja, y con él alegró José al berrendo, consintiéndole con verdadera maestría, para poner al cuarteo un gran par, seguido de otro impecable, cambiando los terrenos, estando al quite nuevamente Blanquet.

  Y aquel maestro, de gran corazón, tuvo un rasgo felicísimo. Con el tercer par de banderillas se dirigió a donde estaba su subalterno y se le ofreció, reclamando el capote, con el cual le preparó el toro, tan eficaz como modestamente. Blanquet puso un par soberbio, levantando muy bien los brazos, y el público, auténticamente emocionado, hizo objeto a ambos de una calurosa emoción.

  Brindó Joselito a todos los espectadores desde el mismo centro del redondel y a continuación hizo la mejor faena de la tarde, entre el entusiasmo delirante del público, totalmente entregado, que ya no sabía cómo aplaudir. Entrando mejor que otras veces, dio una estocada un poco caída, de efecto fulminante. Corto una oreja, y desde el centro del ruedo oyó una inacabable ovación.


Entre el entusiasmo delirante del público

  Nadie se movió de sus asientos. El gran secreto del apartado había cundido por todo Madrid, y los que no sabían "de buena tinta" que el mocito iba a regalar un séptimo toro, hicieron sus conjeturas al ver que el sobrero era de la misma ganadería. No hicieron falta consultas, ni anuncios con pregón o pizarra. Don José Álvarez Arranz, que presidía, sacó el pañuelo con naturalidad y salió "Mulato", el toro preferido del niño. ¡Buen chasco le dio! Fue el único manso, hasta el extremo que hubo de tirarle Camero el castoreño para que tomase el tercer puyazo. Gallito hizo, lidiándole, prodigiosos alardes de facultades, sobre todo en el segundo tercio, poniendo un gran par a la media vuelta, aunque parezca raro; pero no había manera para el lucimiento con la flámula, y con el estoque estuvo desgraciado, necesitando tres pinchazos en hueso, media estocada y tres intentos de descabello para verle doblar, lo cual tuvo efecto a las siete en punto, dos horas después del comienzo del inolvidable espectáculo.

  Joselito fue sacado en hombros "de verdad", por la puerta de Madrid, y ovacionado después al tomar el coche, y en el trayecto hasta el Hotel Palace. Iba ligeramente disgustado por no haber redondeado el éxito -que fue, de todos modos, enorme- y podéis tener seguro que si el séptimo toro responde a las esperanzas que en él tenía puestas, hubiera hecho alguna nueva genialidad... y habría dado muerte también al "Sagitario", que si bien salvó su vida de momento, creo recordar que sucumbió, dentro de ese mismo mes, en las corridas de Valencia.


Fue sacado en hombros de verdad

  En su rabietilla final de niño voluntarioso es bien seguro que resonarían de nuevo en sus oídos las palabras de mi padre: "Me considero en el deber de facilitar el camino, señalando, a mi juicio, cuáles son los toros de confianza". Y, en efecto, los dos berrendos le habían proporcionado los mayores éxitos de la tarde. ¿El "Mulato"? ¡Ese no va, de ninguna manera! Ahora soy yo el que no se fía del resultado". Y a pesar de la cara de bravo que tenía el condenado fue el único lunarcillo de la corrida... ¡Bah! De todas maneras no podía tener queja el novel estoqueador. Había salido muy airoso del trance, y durante mucho tiempo hablaría de esta corrida el público de Madrid: el mejor del mundo cuando se entrega, como se entregó en la tarde de este viernes 3 de julio de 1914...


Durante mucho tiempo hablaría de esta corrida el público de Madrid, el mejor del mundo cuando se entrega  

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente entrada, gracias por hacerme viajar en el tiempo y darme la oportunidad de deleitarme con los acontecimientos vividos aquella tarde en Madrid; ahora toca volver a la realidad.

Anónimo dijo...

¡Qué maravilla! Mil gracias.
Gastón Ramírez.

Jose Morente dijo...

Espectacular. Inenarrable. Apoteósico. Pedro eres un pedazo de aficionado

Andres de Miguel dijo...

Que buena idea, Vazqeño, recordar en el centenario la corrida de los 7 de Martínez. Habría que volver sobre esta corrida aprovechando el tiempo de celebraciones que empezamos.
Andrés de Miguel

Dominguillos dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios; Anónimo, Gastón Ramírez y José Morente.

Andrés, en invierno seguro que tenemos ocasión de rememorar esta fecha histórica como se merece...

Saludos