miércoles, 21 de mayo de 2014

Cinqueño no es lo mismo que cuatreño

  Me vais a tachar de ventajista, y seguramente tengáis razón, pero todo lo que sucedió ayer se iba barruntando desde el tendido. No se comprende, y así se lo hice saber a los vecinos de localidad, por qué razón un torero con la solera de David Mora va a la puerta de toriles. No parece el gesto más necesario para un torero rodado como él, demasiada exposición para tan poco reconocimiento. Menos explicación tiene el lugar donde se colocó para recibir a un toro cinqueño, tan alejado de la puerta de toriles. Un morlaco de esa edad no suele salir con el brío y la inocencia de un cuatreño, se espera que salga midiendo desde un principio, como así fue. Cuanta más distancia, más tiempo para pensar. Mora recibió una tremenda paliza, el bicho lanzó una ristra de cornadas en un segundo y, a Dios gracias, llegó con el corazón latiendo a manos de los sanitarios.

  El de Los Chospes fue un toro serio en todos los aspectos, no era grande, pero estaba bien hecho y tenía remate. El hocico chato y la cara muy ofensiva. Cuatro meses para cumplir los seis años. De salida cantó instinto homicida por el pitón derecho, como se vio en el saludo capotero de Jiménez Fortes cuando fue volteado y zarandeado por el toro. Cumplió sobradamente en varas, arrancándose alegre y empujando por derecho. Nazaré acudió al quite por chicuelinas, con un toro que ya había avisado claramente que cortaba, no me parece, ni mucho menos, la suerte indicada. Se libró en todos los lances pero en la media de remate, cuando se echaba el toro a la cadera (!), este hizo por él y milagrosamente el bicho no hizo presa, pero sí causó lesiones musculares. La chicuelina es una suerte que de por sí corta el viaje, no indicada para toros con sentido ni encastes como Albaserrada, propenso a tobillear. Inexplicablemente vemos a los coletas hacerlo con todo tipo de toros, tengan la condición que tengan, también con albaserradas, lo cual no favorece nada para las condiciones del animal o se corre un riesgo innecesario. 
  Jiménez Fortes estuvo jugándose el pellejo toda la faena de muleta por el lado derecho, fue una locura, la plaza respiraba ambiente trágico. Por el pitón asesino se llevó la cornada, perdiendo el equilibrio cuando intentaba librarse de los hachazos que lanzaba el animal y perdía pasos. Aun así continuó por ese lado y saco una tanda medianamente limpia, de puro valor y aguante. El cinqueño desarrollaba sentido en cada lance. Aquello era incomprensible. Se tiró a matar o morir, sin cruzar, con el cuerpo detrás de la espada, directo al morrillo del toro; el animal lo cogió y se lo pasó de un pitón a otro como un muñeco de trapo. El capote salvador de José Antonio Carretero volvió a aperecer, como en todos los revolcones que se llevó Jiménez Fortes. Un torero de valor, poca inteligencia y técnica justa, más cercano a la temeridad.

  Ayer vivimos la cruda realidad de la Fiesta de Toros, rito de vida y muerte, arte supremo que ningún espectáculo alcanza, cuya grandeza radica en su verdad y autenticidad. Ya lo dijo Cúchares brindando un toro al famoso actor Julián Romea, después de que este le increpara constantemente toda la corrida: “Le brindo a usted este toro, para que vea que aquí, en el ruedo, uno puede morirse de verdad. Y no de mentirijilla, como hace usted cada tarde en el escenario”.

  Solo cabe agradecer a la providencia que no sucediera una desgracia de mayor rango y desear una pronta recuperación a los toreros heridos.

Fetén, de Los Chospes, sembró el pánico en la plaza

1 comentario:

Anónimo dijo...

El toro de "Los Chospes" el único problema que tenía, es que era un toro, que tenía que torear. Y lo que tenía delante, no era precisamente un torero, que pudiese hacerlo. El tal Jimenez Fortes es lo que se decía antiguamente:Carne de toro. Ni más, ni menos. Además, no quereis toros, pues ahí teníais uno. Y con dos cojones.
Lo de Nazaré se puede decir que fue un "accidente". El toro se tropezó con la pierna, porque el torero cargó en demasía la suerte. Unas veces la cargan en exceso y otras veces -la mayoría- se dejan la pierna atrás.