−Una feria de San Isidro plagada de ganaderías
facilonas que las figuras suelen llevar consigo allí donde torean, las
ganaderías domequianas que, si no sirven para torear, no molestan y aburren a
los tendidos. Muchas tardes de figuras, poca variedad de encastes y
desaparición de las ganaderías de otra índole o toristas, que dinamizaban la
feria y siempre han gustado en Las Ventas. Madrid se ha sevillanizado y esa no
es su idiosincrasia, el Centro de Asuntos Taurinos nunca debería haberlo
permitido.
−La discoteca dentro de la plaza funcionando
mientras los toreros estaban haciendo faena o mientras estaban siendo atendidos
en la enfermería, luego van por ahí pidiendo respeto. Esto, para cualquier
persona que entienda la tauromaquia como es debido, constituye una profanación
del templo y más en la llamada primera plaza del mundo. Derivado del ocio
discotequero, el empresario se apunta el tanto de la abundancia de juventud en
la plaza, esto es falso, en Madrid siempre ha habido mucha juventud y mucha
variedad de gentes de toda índole y clase social, gracias a lo accesible de sus
precios y a su condición de plaza pública y monumental. Ahora, las tarifas
accesibles están dejando de existir, se ven muchos jóvenes, sí, pero la gran
mayoría son de un perfil social y económico muy concreto. De igual modo, la
discoteca conlleva un problema de seguridad grave y evidente a la hora de
desalojar el coso mientras otros quieren acceder al mismo. Nadie hará nada
hasta que no suceda algo grave, esto es España, hay que lamentar primero para imponer después medidas drásticas.
−El discotequeo y la fiesta no casa
muy bien con la seriedad y el rigor. Los aficionados que todavía exigen, los
últimos de Filipinas todavía no se han enterado que Madrid ya ha caído y
siguen luchando por su plaza, mientras tanto, una serie de periodistas, viles y
serviles, utilizan sus plataformas para azuzar al público contra aquellos, una
campaña de desprestigio del sector crítico de Las Ventas sin precedentes. Los
últimos de filipinas contra el público que ha crecido viendo las
retransmisiones televisivas donde un bajonazo es un estocadón, los que se dejan
manipular por los medios que acabamos de comentar, los que van un día a los
toros, se han dejado un pastizal y la afición no les llega como para protestar
un simulacro en varas o un toro que se cae constantemente, los que se han
pasado de vueltas con las copas y entran desinhibidos... Lo metes en una
coctelera, lo agitas y te sale el San Isidro que hemos visto. Triunfos
exagerados, donde la mentira se impone a la verdad, y de los que los
profesionales son los primeros afectados porque no les sirven para nada.
−Casi tres mil personas pueden acceder
a la plaza sin haber pagado un céntimo, no entiendo cómo se conjuga esto con la
crítica y el papel activo que el espectáculo de los toros otorga al público,
éticamente es inaceptable, ¿cómo se puede exigir nada cuando no has pasado por
taquilla? Por otro lado, el sacrificio de los que se ponen delante del toro, al
fin y al cabo, es para ganarse la vida y a costa de unos honorarios, ¿por qué
tiene que haber tres mil personas en la plaza que no paguen nada, es esto
moralmente aceptable? ¿Es congruente que algunos pasen gratis y el que está al
lado, en una grada de sol, pague treinta euros?
−La temporada abandonada a su suerte,
maltratada y denigrada por la empresa que solo tiene ojitos para la
mercadotecnia de San Isidro. Dijeron, literalmente, que iban a “reforzar el
carácter de plaza de temporada” y que iba a “primar la programación de calidad”,
y ya ven. A la temporada le han quitado siete u ocho corridas de toros y la han
llenado de novilladas en las que siguen viniendo chavales a debutar en Madrid
con caballos, esto es, festejos sin ningún atractivo y condenados por lo
general al fracaso. Por si no bastara con esto, a los festejos de temporada
también los han subido el precio, llegando a costar el doble en los tendidos
altos de sol. Muchas gracias por esto, por no haber previsto lo que iba a
suceder, señor Abellán y demás ingenieros del Centro de Asuntos Taurinos y la
Consejería de Presidencia, así es como se promociona la temporada, claro que
sí. Carteles que más que atraer repelen, ganaderías que andan medio
desahuciadas, precios de plaza privada, novilladas en vez de corridas, cambios
en el cartel a última hora porque lo que anuncian no vale y una “programación
de calidad” que brilla por su ausencia.
−El toro, desaparecido. Salvo honrosas
excepciones, todos los días ha habido dos o tres toros que no servían para
Madrid y, según la empresa, son los que más y mejor pagan. De lo que se deduce
que los están engañando como a unos primos (a los chinos ya no los engaña
nadie). El medio toro se ha instalado en Madrid. La variedad de encastes
desaparecida, abocada a un mes de septiembre en el que nos volverán a anunciar
otra novillada concurso de ganaderías, un festejo barato y sin fuste que no
está a la altura de la categoría de la plaza. Han salido a malas con una de las
casas ganaderas más humildes y honradas que hay como es Cuadri, así que gracias
a la torpeza de esta empresa a saber cuándo la volveremos a ver. De un año para
otro saben que en septiembre “el toro es el más protagonista” (sic) y,
hasta el momento, no son capaces de agradar con un ciclo ganadero y una corrida
concurso en la que se vea que hay un trabajo detrás de selección y de buscar
hierros y ganaderías que sorprendan, atrayentes o que estén en buen momento, en
definitiva, de generar expectación entre los aficionados.
−La manipulación de astas también ha
llegado a Las Ventas. En otros tiempos había quejas porque se decía que se
afilaban pitones, decían que los toros venían con los cuernos excesivamente
buidos y, por lo tanto, se sacaba punta, sin embargo ahora no hay manera de ver
un pitón que termine en punta. Aquí, además de la empresa, los equipos
presidenciales tienen gran parte de responsabilidad, con la manipulación y el
fraude tolerancia cero.
−El Batán, la mejor iniciativa que
hemos visto materializarse y no se quedó en promesas y palabras huecas, se ha
gestionado de manera verdaderamente chapucera. Un error de redacción en el
pliego, como sucedió con el sistema precios, ha propiciado el abuso y la
renuncia de muchos ganaderos. Solo unos pocos han venido al Batán para cumplir
el expediente, las ganaderías de las figuras bajo ningún concepto, claro, y
desde el Centro de Asuntos Taurinos y la empresa no se ha promocionado ni se ha
anunciado las ganaderías que estaban en los corrales del Batán o anticipado las
siguientes que iban a mostrar. Pagan mucho según dicen, pero no lo suficiente
como para que los ganaderos cumplan con el pliego y el requisito de llevar sus
toros a la Casa de Campo. Las instalaciones además están en estado ruinoso y
necesitan un lavado de cara urgente. El castizo patio de mayorales del Batán,
donde otrora se engalanaba con los azulejos de los toros más bravos ha sido
suplantado por una ventana del desolladero de Las Ventas, donde ahora han
colocado el azulejo del toro Duplicado, de Victoriano del Río.
−A todo esto hay que añadir que la plaza sigue en un estado de mantenimiento muy deficiente, por decirlo de una manera suave. Un edificio catalogado de “bien de interés cultural con categoría de monumento histórico-artístico” que no se cuida. A todos se nos llena la boca con lo público, pero, ¿sucedería esto si el mantenimiento de Las Ventas dependiera de una entidad privada? A los madrileños nos gustaría presumir de plaza en vez de avergonzarnos.
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