miércoles, 10 de octubre de 2012

Palha, una terna de lujo y un banderillero que hace historia: David Adalid

  Es notorio que los actuales palhas nada tienen que ver con los de hace cuatro o cinco años, cuando el ganadero echaba toros perfectamente presentados -dentro de la disparidad de procedencias que hay en la casa-, de poder y casta a raudales; cuando levantaban máxima expectación y se hizo habitual que el mayoral saludase al finalizar la corrida. Lejos quedan aquellos toros que dejaron huella indeleble en la afición, o en gran parte de ella: Peluquero, Rabosillo, Asustado Bis, Rachido, Camarito, Santanero... pero ahí están, permanecen en la memoria de muchos aficionados como animales totémicos. Unos años con logros al alcance de pocos criadores de bravo.

  Palha es una ganadería que generó mucha controversia en el mundo taurino y ha sido atacada con virulencia por la crítica moderna que nos está tocando padecer. Viene al caso el hierro de Moreno Silva, fustigado de igual modo por razones muy similares. Está claro, hogaño no gusta el toro duro de patas, con nervio, que vende cara su vida y que, si no embiste desarrolla genio, mala uva a la defensiva (el genio es una cualidad innata en el toro de lidia que podrá desarrollar en mayor o menor medida, igual que ocurre con las personas). Si esta clase de animal sale por chiqueros se disparan todas las alarmas y lo mínimo que hará la crítica reinante es pedir el matadaro, demandar que este tipo de toro desaparezca de nuestras plazas, en cambio, si se trata de un animal suavón que no soporta dos puyazos, cuyo único atributo es la nobleza desmesurada, la crítica no levantará una voz más alta que otra, no habrá ningún tipo de censura. Y esta tropelía y parcialidad para juzgar toros es tirar piedras contra el tejado propio, perdiendo toda credibilidad de cara al aficionado.

  Las ganaderías cortas tienen rachas, son cíclicas, y hoy, como ha quedado claro en las últimas comparecencias, Palha atraviesa un mal momento. Muy bien, entendemos perfectamente que los melones no siempre salen buenos, lo que no es de recibo es la presencia que traen los Palha últimamente, factor que sí es imputable al ganadero. Entre perder el crédito ganado con todo merecimiento y presentar animales feos, escurridos, tildados de "vaquillas", es preferible quedarse en casa. Si no, comparen la evolución:

Antes
Aquí Rachido dando trabajo a los carpinteros del coso, un Palha de vuelta al ruedo en San Isidro 2008. Josemi es el autor de esta extraordinaria fotografía, de Premio Pulitzer

Ahora
Un Palha del pasado domingo, Cartolito


La corrida


 Mal presentada, tercero y quinto dos colibrís que no pasan ni en plazas de provincias. Sin ser nada del otro jueves, exceptuando el sexto, han cumplido en los caballos. El primero aguantó una serie y se apagó; el segundo quedó noble y pastueño; tercero descastado y revoltoso; cuarto de sentido; quinto pegajoso con temperamento y sexto potable por el izquierdo y peligroso por el derecho.

Segundo encuentro de Yegüero (1º de la tarde), al que se arrancó con alegría. Juan Alfonso Doblado agarra una buena vara

  Actuaba una de las mejores ternas en lo que a toros duros se refiere, si no la mejor. Abría cartel el gran Fernando Robleño, capitán general en batallas con José Escolar. Lo vimos bien, asentado con su primero, venido muy a menos después de una buena tanda de derechazos. Dejó una buena estocada después de un pinchazo.

Abriéndose de capa con Peluquero

  De salida se vio que Peluquero, de buena familia en Palha, embestía echando el freno, mal asunto. Era el segundo del lote de Robleño. En la primera vara empujó rabioso y salió con malos andares, luego fue al relance y al salir se quedó atento a los capotes que lo provocaban. En banderillas fue desarrollando sentido, poniendo en serios aprietos a Ecijano II. Robleño decidió tomar el mando de la lidia, dirigiendo la brega de Peluquero sin mucha brillantez, los enganchones continuaron en el capote del espada. Rápidamente se vio que Peluquero no estaba para monerías, tiraba el hachazo al cuerpo, y Robleño se dispuso a machetear a Peluquero, castigándolo, mermando sus fuerzas de cara a la estocada final. La faena fue breve, en terrenos del cinco, entre las dos rayas; recibida con entusiasmo por el público, que aplaudió el muleteo y los desplantes de Robleño.  Una media arriba, tendida y trasera, fue suficiente para acabar con el toro. Tuvo emoción e hizo al toro lo que pedía; si bien, en el capítulo de quejas le achaco que no aprovechase el buen recibimiento de los tendidos para lucir más tiempo este tipo de lidia, realizando una labor con mayor calidad artística. Sabemos que Madrid suele pitar el macheteo arbitrariamente, si no que le pregunten a Rafaelillo con un pájaro de Cuadri que le tocó en San Isidro, por eso había que haber aprovechado más hasta que muchos se dieran cuenta que con ese tipo de toros no cabe otra y se pueden alcanzar momentos de emoción y gran estética. Hay que decir también que pasó algún apuro por estar tan cerrado en tablas.

Desplante de Robleño


  En segundo lugar teníamos a Javier Castaño, capitán general en batallas con cuadris y miuras. Se enfrentó primero a un jabonero que quedó templado para la muleta, sabiendo aprovechar lo que tuvo como el mejor de los artistas, con pasajes de buen toreo por el lado derecho. Entró derecho a matar y se llevo una buena paliza del jabonero, que lo dejó mermado para el resto del festejo. Pasó por la enfermería y posteriormente hizo frente a una sardina con mucha leña por delante, se protestó bastante al bicho por sus caídas constantes pero en la muleta sacó brío y Castaño no fue capaz de someterlo y bajarle los humos.

Castaño jugándose el tipo para dejar una buena estocada


El primero de Aguilar, Zorro, como los monos


  Cerraba la terna Alberto Aguilar, capitán general en batallas con cuadris, miuras, victorinos y todo lo que se ponga por delante. Ostenta el honor de haber estoqueado uno de los toros más serios y poderosos que se recuerdan y se recordarán, Aviador, un colorado de Herederos de Don Celestino Cuadri. La disposición y la forma de colocarse para torear quedó patente en el primero de su lote, así lo reconoció la afición sacándolo a saludar en el tercero, quedó por encima del bicho claramente. No fue así con el sexto, en mi opinión con un pitón izquierdo para haber hecho algo más y un derecho que no aceptada ni uno en redondo. Mató bien de una corta y estocada en buen sitio.
  Es de justicia destacar la lidia de Rafael González al terecero del encierro; lo hizo perfecto.

Buena tarde con la tizona

Los pares de David Adalid


  Quien haya seguido la temporada, estará al tanto del año que ha echado este banderillero. Siempre, en todas las plazas, da un recital con los palos y no se conoce toro que ponga en compromiso su capacidad a la hora de clavar los palitroques.

Gesto habitual de Adalid allí donde torea

  Cada día la tauromaquia pierde un poco de su riqueza y gana en monotonía y unificación de comportamiento, en el toro y formas de torear, por ello el público se vuelve loco cuando ve clavar de dentro a fuera a un manso aquerenciado en tablas, igual que haría admirando a un torero que para el toro a una mano, así, podriamos poner ejemplo de otras tantas suertes que han caído en desuso en beneficio de los inefables circulares que tanto se llevan ahora. No restamos mérito al torero, sólo demandamos que los profesionales conozcan el oficio al máximo y lo pongan de manifiesto en las plazas demostrando la riqueza infinita de esta Fiesta sin par.
  Dos años llevábamos sin ver algo parecido, desde que Juan Navazo pareó de dentro a fuera a un manso de Dolores Aguirre, en San Isidro 2010. ¿Es que no se han visto mansos de tablas que solicitaran esta clase de suerte en estos dos años que han pasado? A cada toro su lidia señores toreros.

9 de mayo de 2010, Juan Navazo prepara un extraordinario par a un toro aquerenciado de Dolores Aguirre. Blog Carlevaris

  Adalid estuvo superior, ejecutanto los dos pares con verdadera maestría, asumiendo un riesgo que toda la plaza captó al instante, pues el toro esperaba, observando como Adalid se acercaba por un costado, cuarteando, y sólo tenía que arrancar en línea recta para hacer presa. Pero no fue así, Adalid, clavó los pares en la cara con los pitones del burel en el pecho y pudo salir airoso del embroque, librando el achuchón de mansedumbre en el burladero del seis. El segundo par, con el peligro que entrañaba repetir la azaña, fue sublime, la plaza rugió batiendo palmas en pie llena de emoción. 
  ¿Cuántas veces habrá sucedido que un banderillero ponga dos pares seguidos al sesgo por el mismo pitón? Me atrevo a responder que pocas, muy poquitas veces.

¡Casi na!

Nota: Las fotos que no están firmadas son de Francisco Pastor, quien ha dejado un interesante escrito sobre la lidia de Robleño a Peluquero en el blog Desde la Alcarria.

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