miércoles, 27 de abril de 2016

Gonzalo Santonja en la revista Taurodelta

Usted es profesor honorario en la Universidad de Iowa (USA). ¿Le han preguntado alguna vez en EEUU por los toros?
Sí. Viajo siempre con distintas publicaciones, entre ellas revistas taurinas, que normalmente llaman mucho la atención.

¿Qué suele contar?
Mi primer argumento siempre es el de la ecología, lo que el toro sostiene. Les cuento por ejemplo que sólo en Salamanca se conservan 8.000 encinas centenarias. Esto significa que la mayor extensión que hay en Europa de alcornoques, quejigos, melojos y encinas es la del campo charro. Y todo lo preserva el toro. O sea, que en las dehesas encontramos el mejor ejemplo de desarrollo sostenible, tan de moda en estos tiempos

¿Qué se agostaría en España si el toro desapareciera?
Bueno, eso lo dice Federico García Lorca: “Qué sería de España si cesasen los clarines de la corrida”. Él considera que una de las grandes aportaciones a la humanidad es el patrimonio taurino y que nuestra cultura sería otra sin ese componente. En Literatura, por ejemplo, tenemos dos grandes elegías que son verdaderos patrimonios de la humanidad: la de Jorge Manrique y la de García Lorca al diestro Sánchez Mejías.

Antes de terminar, ¿qué tiene que decir del lenguaje taurino?
Que está al orden del día. Fíjese, un día analicé uno de los discursos de Carod Rovira y encontré hasta ocho expresiones muy taurinas. Hay muchas palabras que en su día nacieron en los ruedos y que hoy se han generalizado. Un ejemplo es ganapanes, que se usaba para llamar, en el siglo XVI, a quienes sacaban arrastra los toros ya muertos. No había mulillas y lo hacían a cambio de un pan. Cuando entraron los tiros de mulillas desaparecieron, sin embargo la palabra sigue usándose.


 Doctor en Filología Hispánica, diplomado en Documentación por la Escuela Nacional de Documentalistas y "Honorary Fellow in Writing" por la Universidad de Iowa (USA), es catedrático en la Universidad Complutense de Madrid


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