Hoy, 3 de julio de 2014 se cumplen 100 años de una de las
tardes más gloriosas que ha dado la historia de la Tauromaquia, y no es otra
que el día en el que José Gómez Ortega, Gallito, se encerró en la Plaza de
Madrid con una corrida de toros de la ganadería de Vicente Martínez.
Fue la única ocasión en la que José se acarteló en solitario
en Madrid, sin embargo, a lo largo de su corta pero intensa carrera lo haría hasta en 23 ocasiones. Él mismo escogería esta ganadería, los denominados Toros de la Tierra, descartando
los hierros andaluces que la empresa le ofreció para que no le echaran en cara
un regionalismo excesivo. Como tantas otras veces, José “pensando en
aficionado”, escogía un hierro del agrado del público.
La corrida en conjunto resultó mediana, la mayoría llegaron
quedados al tercio de muerte y, curiosamente, los de mejor juego fueron los
toros de pelo berrendo que más contrariedad causaron a José en los prados
colmenareños de “Cañadas de Mojapán”, cuando días antes se presentó en casa del
ganadero don Julián Fernández Martínez en compañía de su picador, “Camero”, y
los empresarios de la plaza, a fin de
escoger una corrida que convenciera a todas las partes.
El comportamiento deslucido de los toros de Martínez no fue
ningún impedimento para que el genio de Gelves dictara una autentica lección de
torería y poder durante toda la corrida, más el sobrero que regaló para deleite
de los afortunados espectadores. La corrida, toda ella, fue lidiada con
riguroso orden, sin un capotazo de más ni de menos. José tiró de repertorio, enfervorizando al público con garbosos quites, recortes y galleos inigualables, un muestrario de todo tipo de suertes de capa. Al berrendo “Barrabás” lo paró de salida con el
capote a una mano, imágenes que se conservan y que son una verdadera delicia
para el aficionado. En banderillas dominio absoluto de las distancias y los
terrenos, ortodoxia y clasicismo máximo en el embroque, cada par era colocado
en el morrillo de los toros con la máxima delicadeza, ¡carteles de toros! En la muleta
proseguía ese conocimiento perfecto del toro, esa difícil facilidad para
conseguir dominarlos con toda naturalidad. Pases por alto, ayudados,
trincheras, molinetes, kikirikís majestuosos… y los pases ligados en redondo, novedad de la época heredada hasta nuestros
días, cimientos de la faena de muleta tal y como conocemos, piedra de toque
gallista tantas veces desdeñada. Con efectividad pasaportó los siete morlacos
colmenareños, la espada nunca fue su mejor facultad.
Apenas se habían cumplido las dos horas desde el paseíllo y José era llevado en volandas desde el desaparecido coso madrileño de la Carretera de Aragón hasta el Hotel Palace por centenares de aficionados enfervorecidos, absolutamente emocionados.
Apenas se habían cumplido las dos horas desde el paseíllo y José era llevado en volandas desde el desaparecido coso madrileño de la Carretera de Aragón hasta el Hotel Palace por centenares de aficionados enfervorecidos, absolutamente emocionados.
Viernes laborable y caluroso en Madrid, tarde de lleno hasta
la bandera, terno ceniza y oro. Dominio y conocimiento absoluto de todo tipo de
reses, ya sea por su casta o su condición; dominio absoluto de todas las
suertes del toreo. La gracia, el adorno, la torería, el arte sin afectación,
sin amaneramiento. ¡Pónganle los adjetivos que quieran! Aquella tarde del 3 de
julio de 1914, José Gómez Ortega impartió una de sus mejores lecciones de
cátedra tauromáquica, contando tan solo con 19 años.
Gloria a ti, Gallito.
Gloria a ti, Gallito.
Gallito parando a Barrabás a una mano. Caviar
Insuperable par de banderillas al quiebro, también a Barrabás
-o-
Este artículo, escrito por un servidor, ha sido publicado en el boletín nº 44 de La voz de la afición.
Puedes leer con más detalle cómo se desarrolló esta histórica corrida según la opinión del ilustre aficionado y mejor pluma, don Luis Fernández Salcedo, en esta entrada que publiqué En homenaje a Gallito.
3 comentarios:
Estupendo artículo como siempre Vazqueño.
Una aclaración: dices que el traje de Gallito era ceniza y oro y Paco Media Luna en El Toreo dice que era Lila y oro. ¿De donde has sacado la referencia? La verdad es que Paco Media Luna lo dice de manera algo criptica pero lo dice.
En la foto a color de La Lidia que he publicado en la siguiente entrada se puede distinguir. Hasta ahora en todas las crónicas había leído terno ceniza o perla, del lila no tenía conocimiento. Ya sabes lo que sucede con los colores, cada uno lo ve a su manera.
Un cordial saludo, Andrés. Y gracias.
A usted por pasar por aquí.
Un cordial saludo.
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