Corrida de toros de Palha para Sánchez Vara, Guerrita Chico (confirmación de alternativa) e Israel Lancho.
Todo un año de toros, 64 festejos después y más de 350 reses lidiadas, y el último toro de la temporada resultó ser el mejor regalo para el aficionado, un verdadero torrente de bravura, nobleza y casta brava como no se había visto en la Plaza de Las Ventas en todo el año, en lustros y en dos décadas, exactamente el tiempo que hace desde que César Rincón dio lidia y muerte al célebre Bastonito. Porque este Fusilito nº 191 -como había vaticinado el ganadero-, probablemente con la misma procedencia Ibán que el mentado Bastonito y un comportamiento muy parejo en los caballos, fue otro toro de los que nunca se olvidan. Un toro de bandera.
Fusilito, un serio ejemplar de cuatro años y medio, pelo negro, bajo de cruz, largo, estrecho de culata, bien puesto de pitones y mirada torva, que ya de salida dejó a las claras sus intenciones embistiendo incesante y por abajo en el capote de Israel Lancho, abroncado por sacarlo a los medios bregando, corriendo para atrás, y no ganando terreno y por verónicas como demandaba el respetable. En cuanto vio al caballo, más allá de la segunda raya y a toro corrido, acudió presto a la cabalgadura de Miguel Ángel Herrero, empujando con los riñones y romaneando en principio, se colocó de lado corneando con el pitón izquierdo, como controlando a todo el personal que lo provocaba por el otro pitón para sacarlo de la pelea. Pero no había manera. Un primer puyazo que anduvo cerca de los cinco minutos, que empezó en el tendido 7 y acabó debajo de la presidencia. Capotes y más capotes, vueltas y más vueltas, incluso un mono hizo acto de presencia coleando al morlaco. No había forma. Hasta que, por fin, hizo hilo del capote de Sánchez Vara, muy atento toda la tarde, que tuvo que soltar el percal porque el bicho salió de aquel impresionante puyazo persiguiéndolo hasta el burladero de matadores. Israel Lancho tuvo la dignidad de colocarlo perfectamente en suerte para una segunda y clarificadora vara, a unos quince metros del caballo. Se arrancó Fusilito sin necesidad de muchas provocaciones y se puso a pelear nuevamente con el pitón izquierdo, saliendo en esta ocasión con más prontitud de la pelea, acudiendo noble a los capotes de los peones. Acabábamos de ver un tercio de varas de bravo que nos dejó sobrecogidos y emocionados. Emoción que iría in crescendo al ver que era el único Palha del encierro que no hacía el mínimo gesto de dolor según iban dejando los garapullos, persiguiendo a los peones en algún par. Llegó al tercio de muerte noble y entero, embistiendo franco y humillado por los dos pitones, ¡qué alegría de toro! Lancho sacó alguna tanda limpia al natural, pero Fusilito merecía más, mucho más. Una finca en cada pitón. El trasteo fue largo, en los medios, esto es, en los terrenos del toro, sin que este cediera en su empuje. Por ser día festivo y por la reducción en el boleto que ofertó la empresa al renovar el abono de Otoño, hoy había muchos aficionados en la plaza. Menos mal, el toro no pasó desapercibido y, después de un pinchazo, una estocada rinconera y un rato de abaniqueos hasta que Fusilito decidió echarse, un buen puñado de aficionados agitó pañuelos y jerseys azules, pidiendo honores para este gran toro de Palha. El presidente, don Justo Polo, que de justo parece que tiene más bien poco, no atendió la petición de vuelta al ruedo. No importa, la ovación en el arrastre fue de las gordas. Fusilito nº 191, de Palha, ha entrado en la gloriosa historia de los toros bravos y quedará para siempre en la memoria de los aficionados que pudieron verlo.
Fusilito de Palha, el toro de la temporada |
Previamente vimos una corrida de serias hechuras y gran trapío, con un comportamiento que ofrecía posibilidades de triunfo. Lamentablemente la empresa tiró el cartel por la basura con una terna de plaza de pueblo en un día festivo que atrae a numerosos aficionados. La ocasión ciertamente merecía otra cosa. Esta vez, los Palha no fueron toros para ir a la guerra y calentar a los tendidos con el valor y la temeridad, en esta ocasión requerían de experiencia, mucho temple y torería para aguantar y gobernar las francas y nobles embestidas que muchos de ellos ofrecieron. Todo ello contando con que, a excepción del segundo, han acudido decididos y se han empleado en los jacos, creciéndose en el castigo y sin salir sueltos. La mayoría madereros y levantando astillas. Una corrida de toros de categoría.
Un primero de correcta presentación para la confirmación de Guerrita Chico, un torero entrado en edad que se encontró con una embestida dulce y humillada en la muleta y que, sumado a la escasez de fuerzas que tenía, le permitió estar en la cara más tiempo del debido, recibiendo un aviso. En el quinto acto pechó con un toro de comportamiento muy serio y exigente, apodado Tintín, que recibió con unas buenas verónicas merced a una gran embestida. De esos toros que se quedan sin ver debido a la inexperiencia de su matador. Lo despachó de una estocada en los bajos.
Sánchez Vara estuvo muy dispuesto, atento a la lidia y haciendo gala del oficio que atesora. Colocando los toros fenomenalmente en los caballos y alegrando los tendidos con las banderillas, dejando un par superior, de dentro a afuera, con el cuarto. Y uno al cuarteo después de que Raúl Ramírez practicara el salto de la garrocha, muy celebrado por el público. Con el segundo, un toro más alto que sus hermanos, de pitones condesos, dejó algunos muletazos sueltos buenos, pero no consiguió componer faena. Mucha calidad en la embestida de este ejemplar, el más manso en los caballos. El cuarto, un toro bajo con unos cuartos traseros de gran remate, pecó de falta de codicia y se desentendió rápidamente, creando peligro por el lado diestro. Necesitó de una entera pasada y varios descabellos para que salieran las mulillas.
Lancho trasmitió sensación de apatía, su cuadrilla pasó un rato de peligro y desconcierto en las banderillas del tercero y estuvo como si la cosa no fuera con él. Hizo la faena en el cobijo de las tablas, con un ejemplar pegajoso que hizo cosas muy positivas y tuvo un buen pitón izquierdo hasta que de repente se fue a tablas, rajado o aburrido, no está muy claro. Es probable que acusara los dos puyazos con sendas cariocas y todo lo que sangró durante la lidia. De una gran estocada Lancho lo mandó al otro barrio.
Enhorabuena al ganadero, por la corrida y por ese gran Fusilito que no olvidaremos. Este es el camino a recuperar, la misma senda que dejaron los Rabosillo, Rachido, Peluquito, Asustado bis, Camarito, Santanero, etc. Ya estamos esperando la siguiente, ¡que vuelvan los Palha!
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